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MARCHA Y MENSAJE DE LA VICTORIA

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Si fue brutal la imposición de la Enmienda Platt, al menos permitía una caricatura de nación soberana; hoy, la bestia imperial sólo concibe que seamos colonia, previa venganza. Ayer, violó su legislación y compromiso -Resolución Conjunta y Tratado de París- de respetar la soberanía cubana; en la actualidad proclama su derecho ilegítimo de violar todas las leyes internacionales. La diferencia entre los dos siglos pasados y el presente, es que a la prepotencia se ha agregado la incapacidad e ignorancia, que pretende divina, del señor W. Bush. Y la mejor prueba es que no parece tener la menor idea de los valores demostrados por nuestro pueblo en mucho más de un siglo y la fortaleza invencible que ha reunido y posee en nuestros días. Un breve balance histórico resulta demoledor. Veamos.

            Habían transcurrido veintisiete años  del inicio de la guerra por la independencia cuando José Martí redactó el Manifiesto de Montecristi, firmados por él y Máximo Gómez. En 1895 se cumplían cerca de tres décadas de complicidad de Estados Unidos con los colonialistas españoles, siempre en actitud hostil a la independencia cubana, fundamentada en aquel documento que daba inicio a la guerra necesaria.

            Seis años después, en 1901, Juan Gualberto Gómez presentaba la ponencia contra la Enmienda Platt, la que no pudo ser evitada mediante la imposición norteamericana a la Asamblea Constituyente. De esa manera se arribaba a treinta y tres años de maniobras orientadas a impedir la existencia libre de nuestra nación.

            Cuando se reanuda la lucha independentista el 26 de julio de 1953 deben agregarse cincuenta y un años más a la acción entorpecedora del imperio contra la voluntad patriótica del pueblo cubano. Casi seis años después, con el triunfo revolucionario se bordean los seis decenios de neocolonia, incluyendo los cuatro años de ocupación militar.

            Más de cuarenta y cinco años de bloqueo económico y político, con agresiones de todo tipo, habían transcurrido al realizarse la Marcha de Protesta en La Habana, el pasado 14 de mayo, contra las nuevas medidas del gobierno estadounidense. Es decir, Cuba,  su pueblo, lleva 136 años en combate, bloqueada de una u otra forma por Estados Unidos, siempre por el mismo ideal independentista, sin socialismo o con socialismo, con república mediatizada o con nación independiente. Mucho antes, cuando no había comenzado siquiera nuestro primer combate de liberación, ya estaba en la agenda norteamericana apoderarse de la Isla. La cuenta llega a alrededor de dos siglos, tiempo que pudiera ser suficiente para convencer de lo contrario a cualquiera, porque nunca lo han conseguido completamente, ni siquiera cuando se produjo la ocupación militar e impusieron condiciones, jamás  aceptadas realmente y siempre rechazada posteriormente por el pueblo.

            Desde hace tres días, conmovidos por el Manifiesto inmortal de Fidel Castro Ruz, quedó claro que sus palabras no sólo tienen toda la moral de quien siempre ha estado en la primera línea en los combates de su pueblo, sino que representan el sentir dominante de todas las generaciones de cubanos desde que se inició nuestra lucha independentista.

            Ese mensaje tiene la fuerza que vivimos los habaneros y apoyaron todos los cubanos en la marcha más masiva y combativa de nuestra historia. Nunca salió de las gargantas el nombre de Fidel, de la Revolución, del Socialismo, de Cuba libre, con la fuerza juvenil que estaba al frente de la marcha. Sí, de todas la edades, niños, ancianos, mujeres, personas de mediana edad, pero sobre todo de jóvenes serios,  entusiastas, contentos, decididos, como aquellos que respondieron a la convocatoria de Fidel hace más de medio siglo.

            En Cuba ha comenzado la etapa superior de resistencia, porque nuestro pueblo, crecido en todos los órdenes, ha dado una gran muestra del carácter invencible que será capaz de demostrar si llegara el momento militar. Pero más. Desde ahora se trabajará mejor, los estudiantes sentirán la necesidad del conocimiento con más fuerza, la ciencia, cultura y deportes avanzarán todavía a un ritmo mayor, el espíritu de sacrificio será de la elevación que se requiera y nuestra solidaridad internacionalista aumentará hasta el grado que sólo pueda medirse por el orgullo sano y ético  de un  pueblo cuya generosidad es  un deber con la Patria amplia que Martí definió como humanidad.

 

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Ernesto Vera

Ernesto Vera

Periodista cubano. Presidente de honor de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).