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Reacción en Miami ante la condena a terroristas en Panamá

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Créalo o no, amigo lector, hay cenas que causan grande expectativas y conmociones, no sólo por la calidad y exquisitez de los manjares ofrecidos, sino también por la gente que acude a deleitarse con los mismos. Sin embargo, haciendo caso omiso a estas cosas, hubo una cena que sobresalió por sus peculiaridades: la celebrada en el Reinassance Ballroom de West Miami con el controvertido propósito de "ayudar" a varios terroristas condenados en Miami por una corte panameña y a sólo dos días de darse a conocer dicha condena.

Esta cena peculiar, como ya señalamos, trascendió por varias razones, en las que no tenemos en cuenta ni el valor del cubierto (100 USD), ni el elevado número de asistentes (400 personas). Lo llamativo de la misma, sin lugar a dudas, fue:

¨ Se realizó para recaudar fondos con el fin de sufragar los gastos de la defensa de los acusados, entre los que sobresalen terroristas de amplio historial como Luis Posada Carriles, Gaspar Jiménez Escobedo, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Crispín Remón. No se excluye, por supuesto, que ese dinero no se destine sólo a las manos de los controvertidos abogados defensores, sino también a los bolsillos de carceleros corruptos para facilitar una de las acostumbradas fugas perpetradas por ellos en varias ocasiones.

¨ La composición de los asistentes no dejó lugar a dudas: eran terroristas comprometidos a apoyar incondicionalmente a sus consortes de correrías. Allí estaban cientos de ellos. No fue sorprendente encontrarse con decenas de ex integrantes de la Brigada 2506, vapuleada una vez en las arenas de Girón por los cubanos dignos de la Isla, los que cargan aún la vergonzosa derrota sobre sus hombros.

Allí estaba también nada menos que Francisco José Hernández Calvo, el famoso "Pepe" de la FNCA, a quien atan fuertes compromisos con Posada Carriles y sus secuaces presos en Panamá.

Aún recuerdo aquellos días entre agosto y noviembre de 1994 cuando, en ocasión de estar infiltrando el ala terrorista de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), su presidente Pepe Hernández me orientó estudiar pormenorizadamente las áreas del habanero Cabaret Tropicana para colocar allí una poderosa bomba.

Realizada esta encomienda, el propio Pepe me envió a Guatemala para recibir un serio entrenamiento sobre explosivos y obtener los artefactos que se colocarían en la instalación atestada de turistas extranjeros. Para sorpresa mía, fueron nada más y nada menos que el propio Posada Carriles y Gaspar Jiménez Escobedo quienes cumplieron el encargo de prepararme como un peligroso terrorista. Tras horas de adiestramiento y luego de entregarme 900 gramos de C-4, detonadores y otros componentes, estaba listo para cumplir la macabra misión que la FNCA me había asignado.

Quedó demostrada en esta oportunidad la alianza estrecha de Posada Carriles y la FNCA, particularmente con Pepe Hernández. A mí, particularmente, no me causó sorpresa alguna que el presidente de la FNCA estuviera esa noche en el Reinassance Ballroom haciendo acto de presencia y clamando por ayuda para sus socios detenidos en Panamá, a quienes ha usado indistintamente para realizar atentados contra la figura de Fidel Castro y contra objetivos civiles en Cuba.

No podían faltar tampoco otros terroristas de la calaña de Santiago Álvarez, vinculado a la organización y financiamiento de una infiltración con fines violentos de tres terroristas, realizada el 26 de abril de 2001 por la costa norte de Villa Clara.

En esa oportunidad fueron capturados Ihosvany Suris de la Torre, Santiago Padrón Quintero y Máximo Robaina con cuatro fusiles automáticos AK-47 de procedencia rumana, un fusil M-3, tres pistolas Makarov, visores nocturnos, radios y abundante dinero. En sus declaraciones ante los órganos de instrucción, los tres terroristas expusieron los planes que venían a cumplir, así como sus contactos en Miami y cómo fueron entrenados. De sus declaraciones quedó evidenciado que los organizadores y financistas de la operación fueron la propia Fundación y Santiago Álvarez Marín, miembro prominente del Partido del Pueblo de Miami y de la FNCA.

De la misma manera, se demostró también que los terroristas capturados pertenecían a Alpha 66 y a Comandos F-4, dos de las más peligrosas organizaciones contrarrevolucionarias radicadas en la Florida.

No resultaba extraño, pues, que estando presente la FNCA en estos nuevos planes contra Cuba, el cabaret Tropicana se convirtiera otra vez en objetivo del terrorismo anticubano. Tampoco sería extraño que Santiago Álvarez pasara a convertirse luego en puente entre la FNCA y los terroristas detenidos en Panamá, a través de quien se movilizarían fuertes sumas de dinero para sufragar los gastos de la defensa y otras oscuras subvenciones.

Tampoco faltó al convite floridano un grupo de fulleros de oscuro pasado como Humberto Hernández, ex comisionado de Miami, quien se encuentra convicto de diversos fraudes, y Ángel González, el nuevo comisionado de la ciudad y quien va por el mismo controvertido camino. Los corruptos también tiraban la toalla en esta oportunidad a sus socios terroristas.

¨ Por último, cuando la cena hacía su colofón, los organizadores se dedicaron a contar el dinero sin abochornarse de su finalidad: defender a cuatro asesinos sobre quienes aún recae la acusación de perpetrar crímenes como el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier, la muerte del diplomático cubano Félix García y del pescador de la misma nacionalidad Artagnan Díaz Díaz, así como otros detestables crímenes. Tampoco sus escrúpulos repararon en que se reunía dinero para el autor intelectual del asesinato de decenas de víctimas ocasionadas por la voladura de un avión comercial cubano en pleno vuelo, perpetrada el 6 de octubre de 1976, en Barbados.

Como para causar un mayor bochorno a la conciencia de los hombres de buena voluntad, dos voceras de los terroristas de Miami, casi con fingidas y reprobables lágrimas en los ojos y asumiendo una histérica y apesadumbrada compostura, clamaron perdón para los criminales encerrados en Panamá.

Ninoska Pérez Castellón, directora del Consejo para la Libertad de Cuba, opinó que las penas recibidas por Posada y sus secuaces fueron demasiado severas.

Camila Ruiz, directora de la FNCA, usaba los mismos argumentos de la Nino. Para ellas no había pruebas suficientes para que los condenaran. ¡Vaya descaro! Los cubanos de aquí, los que han padecido el terrorismo, saben bien que esas condenas fueron insuficientes para pagar la magnitud de los crímenes cometidos por ellos.

No existen dudas, como hemos visto, que los mafiosos de Miami salieron apresuradamente a auxiliar a sus compinches históricos de correrías, tal vez por endeble solidaridad o por el hecho de no verse comprometidos por las amenazas de estos de hablar y decir muchas cosas que los pondrían en dudosa y difícil situación. Más de una vez Posada los ha amenazado en este sentido y, a qué negarlo, los mafiosos no tienen un pelo de tontos. Por ello, finalmente, una vez más se prueba que, a este tipo de gente, el diablo los cría y el terror los junta. Esa es la verdad.

 

 

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Percy Alvarado

Percy Alvarado

Periodista guatemalteco radicado en Cuba. Autor del libro testimonial "Confesiones de Fraile"