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"El Camaján" es fruto del reciclaje de la basura social cubana

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  Presentacion de El Camaján, en el Centro de Prensa Internacional.  

(Palabras de Tubal Páez Hernández, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, en la presentación del libro "El Camaján", de Arleen Rodríguez y Lázaro Barredo, en el Centro de Prensa Internacional de La Habana, el 18 de agosto del 2003).

Colegas de la prensa;
Invitadas e invitados:

Quiero en primer lugar agradecer a www.cubadebate.cu, publicación electrónica del círculo de la UPEC que agrupa a periodistas especializados en el tema del terrorismo, el haberme pedido pronunciar las palabras de presentación del libro "El Camaján", de los colegas cubanos Arleen Rodríguez Derivet y Lázaro Barredo Medina, quienes prácticamente lo acaban de terminar.

Es, sin dudas, una oportuna entrega en este verano de gratos acontecimientos, como el desempeño de Cuba en los XIV Juegos Panamericanos y la visita exitosa del compañero Fidel a la hermana República del Paraguay.

Me complace la petición, además, porque honran a nuestra organización y al periodismo cubano la vida y la obra de estos dos destacados compañeros que, fieles a sus ideales, desde muy jóvenes escogieron este noble y duro oficio como una vía para servir mejor a su pueblo y a la humanidad.

La vida de ambos es pública. Ejercen la profesión de manera cotidiana, por lo que me limitaré a recordar que Arleen, tras graduarse en la Universidad de Oriente pasó a trabajar en 1982 como corresponsal de Juventud Rebelde en su natal Guantánamo, y después fue llamada a la redacción central de ese diario en el que se desempeñó como directora durante varios años.

Lázaro, matancero de origen, llegó al mismo diario en 1969, desempeñándose allí como columnista y subdirector editorial; publica sus opiniones de manera regular en el semanario Trabajadores, fue vicepresidente de la UPEC y directivo de la Federación Latinoamericana de Periodistas.

Los dos han sido merecedores de importantes premios y galardones en concursos periodísticos, tienen amplia experiencia radial y se desempeñan como panelistas habituales en las Mesas Redondas de la Televisión Cubana. Este, su primer empeño editorial que asumen juntos, se agrega a los títulos publicados individualmente.

El segundo agradecimiento va dirigido al Centro de Prensa Internacional que nos ha facilitado su sede para esta presentación, que ha estado precedida de un trabajo de extraordinaria intensidad y rapidez en la Editora Política y en la Imprenta Alejo Carpentier, colectivos en los que las hazañas de este tipo son ya algo cotidiano.

Este libro exponente del periodismo de investigación, que se apoya en fuentes y documentos de autenticidad irrefutable, desenmascara el rejuego anticubano de Elizardo Sánchez-Santa Cruz Pacheco, "a quien --como se consigna en la contraportada--, le hicieron creer que podía ser el número uno de la disidencia fabricada por el imperio como alternativa flexible a la intolerancia de la mafia de Miami y que se acomodó en la idea, en el más rancio estilo de los camajanes de antes de 1959".

Por eso, los autores lo llaman, con gran tino, El Camaján, término de la jerga de la Arqueología política cubana, exhumado de los residuos politiqueros de la corrupta república heredada de la primera intervención militar norteamericana.

La palabra está vinculada, por sinonimia y fonética, con camaleón, haragán, comodín y charlatán, de los cuales esta figura del folclor chambelonero tiene bastante. El camaján ha sido ampliamente reflejado en nuestro teatro vernáculo, la televisión lo recogió en el memorable San Nicolás del Peladero, y en la cinta "Los sobrevivientes", Titón nos legó el retrato magistral de aquel criollo, filósofo de pacotilla y contrabandista de oficio, que aseguraba que a él no le importaba si había feudalismo, capitalismo o comunismo, que la clave del problema era hallarle la vuelta al sistema.

El libro no tiene prólogo, pero se inicia con un brevísimo y sorprendente capitulo titulado "Doble juego: primera parte" en el que mencionan una interesante etapa en la vida de Elizardo, que tratarán con detenimiento al final: sus labores como el agente Juana, Eduardo o Pestana, de la Seguridad del Estado cubana. 

Las indagaciones de Arleen y Lázaro desnudan a este pícaro, quien dominado por la ambición, ha calculado siempre cuanto beneficio personal puede obtener en cada acto de su vida para tratar de pasarla bien sin trabajar. Ellos revelan, con profusión de datos, las grandes cantidades suministradas por el Gobierno de Estados Unidos y otras fuentes a este bribón trasmutado en valeroso caballero de notables proezas en defensa de los derechos humanos en Cuba.

En Cuba estos personajes no suelen ser del dominio de la opinión pública, no tienen prestigio ni autoridad en ninguna parte, ni son centro de atención alguna en nuestros medios de comunicación. Los periodistas cubanos jamás les hará juego que desearía el adversario despiadado,  y mucho menos ahora que con tanto entusiasmo y seriedad están entregados a la batalla de las ideas y dedicados en particular al logro de una cultura general integral masiva, dentro de la cual la información sobre la verdadera realidad del mundo y la formación de valores enaltecedores de la condición humana tendrán siempre la máxima prioridad.

Ha sido en el exterior donde estos pícaros se han hecho notorios, gracias a la agenda informativa dictada por los poderosos consorcios mediáticos que ordenan qué pueden o no ver, oír y leer cientos de millones de personas.

"El Camaján" es un libro convincente, de rápida lectura, escrito con el lenguaje directo y conciso del periodismo, sin pretensiones literarias ni la retórica panfletaria que tanto daña la argumentación y relega la evidencia. Sus casi 70 páginas de texto están acompañadas de una documentación de gran valor referencial y de más de 40 fotos

Desde el inicio, los autores recuerdan las medidas agresivas contra nuestro país desatada por la extrema derecha norteamericana, en todos los frentes, con la llegada de Reagan a la Casa Blanca. En consecuencia, junto al endurecimiento del bloqueo, se incrementaron de manera notable los recursos financieros para el fomento de una quinta columna imprescindible para sus planes de derrotar la Revolución Cubana y acabar así con la independencia de Cuba.

Fue como un toque de corneta, que se amplificaría después con el desmerengamiento socialista en cadena al este de Europa. La resaca nacional acudió presurosa a formar fila. Surgieron entonces decenas de fundaciones, comisiones, uniones, alianzas, frentes, proyectos, partidos, sindicatos y movimientos, muchos con un radio de acción no más allá de un núcleo familiar, integrados por personas deseosas de emigrar o apoderarse de algunos dólares que les libraran de los rigores de la situación. Del reciclaje de toda esa basura social emergió El Camaján.

El motor para que todo funciones es el dinero, o las actividades que conducen a él. Para ello, este vivebién confecciona proyectos de financiamiento que luego lanza como anzuelos para pescar parte de la ayuda en efectivo destinada a supuestos presos de conciencia y sus familias, y a la fabricación artificial de una oposición interna.

Este moderno paladín se dedica principalmente a esas dos líneas de "trabajo", sin que repudie o se divorcie, como puede apreciarse en las páginas de esta obra, de las organizaciones terroristas de la Florida.

No busquemos en "El Camaján" propuestas estratégicas, ni programas o enfoques de gran vuelo o cierta coherencia. No los van a encontrar. Ese no es su campo. Su preocupación principal es que nadie más meta las manos en el flujo de caja o en el cuadre de las cuentas.

Las pugnas, trifulcas y diferencias de El Camaján con otros cabecillas no son de fondo sino por fondos. Su ingenio para engañar puede al principio movernos a risa, pero la indignación es imposible de contener cuando vemos cómo, animado por mezquinos intereses personales, comulga con los peores agresores de su pueblo. Las 12 fichas, contenidas en este libro, con datos personales de destacados ejecutivos de la industria contrarrevolucionaria miamense, dicen mucho.

Hay otras cartas con invitaciones y cortesías que no se refieren de manera explícita a la lata, pero pavimentan el camino hacia ella o elevan el protagonismo del pillo devenido disidente.

Su despiste es descomunal cuando en marzo de 1997 suscribe un documento que a todas luces le echaron en la maleta en un viaje al exterior. En uno de los puntos se pretende nada más y nada menos que Fidel Castro se preste a una componenda para solucionar lo que el documento llama "la situación de crisis general en Cuba", con "una oferta que [el Jefe de la Revolución] no pueda rechazar".

Elizardo se mete tanto en la piel de El Camaján, que  interioriza su sicología, construye un mundo a su imagen y atrasa su reloj 50 años. Asume entonces una irrealidad alimentada por el enemigo, en la que cree que todo el mundo es como él. Desconocer las grandes y numerosas pruebas de lealtad y respeto del Comandante en Jefe a los principios y al honor durante toda su vida, es, cuando menos, una ignorancia colosal que no requiere comentarios.

No abundaré en detalles para no privar al lector del derecho a hacer sus propios juicios y gozar descubrimientos. Arleen y Lázaro les hablarán después sobre aspectos específicos del contenido del libro y de sus impresiones personales derivadas de esta experiencia. Agregaré que el fósil viviente centro de este libro no sería más que una curiosidad sicológica de la picaresca politiquera de una época que no volverá, si no hubiera de por medio tantos años de sacrificios, heroísmo y lucha sangrienta para defender el derecho a edificar una nueva nación basada en la justicia, la libertad y la independencia, cuyos ciudadanos puedan disfrutar el placer inmenso de la dignidad, convencidos de que el país de relajo y sumisión que nos diseñaron enfrente fue sepultado, para siempre en 1959.

Frente a tanto crimen, miseria, injusticia, desigualdad,   podredumbre moral, desprecio a la condición humana, es repudiable la utilización demagógica y manipulada del tema de los derechos humanos, convertido en un slogan para mantener un orden de privilegios irracionales y en una vía para que algunos vivan como zánganos en la colmena.

Les recomiendo la lectura de "El Camaján" en la seguridad de que a todos los colegas, cubanos y extranjeros, nos será útil para conocer mejor el mundo que nos ha tocado vivir.

Muchas gracias.

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Tubal Páez

Tubal Páez

Periodista cubano. Presidente de Honor de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).