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Aniversario 70 de la Televisión Cubana: Eduardo Martín Vázquez, Nilda Rodríguez Torres y Jaime Fort

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EDUARDO MARTÍN VÁZQUEZ

Hoy por hoy  Eduardo Martín Vázquez es uno de los guionistas más destacados de la televisión. Bastaría decir que ha sido el tronco principal de los guiones de LCB La otra guerra, pero a ello se une UNO (Unidad Nacional Operativa) y de Duaba, la odisea del honor...

¿Por qué tu pasión por la historia? ¿Te llegó por ADN?

–Lo que me fascina no es la historia en sí, sino los conflictos humanos y la historia en un reservorio de situaciones extremas. La historia me gusta tanto como el género policiaco. Pero soy graduado de Licenciatura en Literatura Hispanoamericana. Cuando impartí clases en la carrera de Historia del Arte lo hice con una asignatura que había creado sobre dramaturgia del espectáculo. Durante mi juventud, mi sueño era ser asesor de dramaturgia de un grupo de teatro. Por un año fui alumno de un curso formidable de la doctora Beatriz Maggi sobre el teatro de Shakespeare. Por diferentes medios estudié análisis dramático, pero en participar en la creación aportando en el análisis, nunca pensando que podría escribir.

“En mi biblioteca hay buenos espacios dedicados a Shakespeare y Bertolt Brecht, tanto como otros similares ocupan las obras de Carpentier o Faulkner o García Márquez. Si la oportunidad se hubiera dado, quizás en vez del programa La isla y el tiempo, hubiera hecho otro dedicado a estimular la lectura. Pero cosas del azar concurrente: fue la historia de Cuba.

“Cuando me empezaron a aceptar narrando hechos históricos en los programas, te confieso que me sentí como un extraño en el paraíso. No era locutor, ni voz ni dicción tenía para eso. Por cierto, durante los diez años en la televisión cobré menos que lo que hubiera ganado un locutor evaluado. Tampoco era historiador. Ni siquiera graduado de la especialidad. ¿Qué era entonces? Todavía no lo sé. En esa encrucijada, agradezco mucho la confianza que me dieron personalidades como Eusebio Leal y Eduardo Torres Cuevas”.

¿Y cuando niño te gustaba?

–La historia fue mi hobby desde muy temprano. Dos cosas se enlazaron desde mi niñez: la lectura y el cine. Y de eso tuvo la responsabilidad mi padre. A él solo lo vi leyendo periódicos y revistas. Alcanzó el sexto grado después del triunfo de la Revolución. Sin embargo, tuvo el acierto, que desde que yo era muy pequeño, me regalaba libros, con unas ilustraciones de dibujos clásicos muy atractivos. Con el tiempo esos libros infantiles los sustituí por historietas (entonces le llamábamos muñequitos). De estos me gustaban mucho las que se llamaban Vidas Ilustres, que contaban la vida de personajes reales. Luego pasé a los libros clásicos de aventuras, Julio Verne y Salgari. Y de ahí, la gran aventura de la literatura universal. Nunca he dejado de leer apasionadamente.

“También mi padre me llevaba mucho a los cines de barrio. Esas salidas eran una verdadera fiesta que comenzaban en la casa, cuando me hablaba del filme que íbamos a ver. En mi madurez, cuando él ya no estaba, me di cuenta de que había sido un excelente comunicador. De esos cuentos quedó, por ejemplo, mi curiosidad por lo que fue la Matanzas del reparto Orfila en 1947 durante la época del pandillerismo. Un tema dormido y un sueño que me queda por cumplir. A Roly Peña le interesa hacerlo. Se lo he comentado a varios buenos escritores y están de acuerdo de ser coautores conmigo. Pero regresando a tu pregunta. El resultado no planificado es que desde la adolescencia me acostumbré a ‘ver’ mis películas de cada lectura que hacía”.

De todas las piezas escritas hasta ahora, ¿cuál te gusta más?

–Mi obra no es mucha y cada una tiene un significado diferente. Aclaro, ninguna de estas obras ha sido por encargo. Todas son historias dormidas dentro de mí durante años, hasta que un día logró interesar a alguien con posibilidades de llevarla a cabo o aprobarla. Por eso siempre hay un tiempo de sueño y pesadilla del escritor proponiendo de puerta en puerta el proyecto, a la manera de un vendedor ambulante.

Dos Ríos, el enigma, fue una historia que llevé dentro por muchos años. Mira si es así, que ya me tenía que operar y el médico pospuso la intervención y me dijo: 'Ve y haz el documental, que es tu sueño. Después te operamos'. Fue lo último que conduje y me siento satisfecho por haber sido dedicado a Martí. Además, Dos Ríos… fue mi primera colaboración con Roly Peña, con el cual tengo otros trabajos hechos y por venir…

Duaba, la odisea del honor fue la confirmación de lo anterior, como sabes, también con Roly. ¿Qué experiencia me dejó? Que acercarse a la estructura dramática potencia el mensaje. Me encanta el juego entre la realidad y la ficción. Somos hijos de nuestra época. La mayoría de los parlamentos de los personajes de Duaba… que aparecen como entrevistas en blanco y negro, son versiones coloquiales, de lo que realmente dijeron participantes de los hechos en libros, actas y hasta en un diario inédito que me facilitó el coronel Hugo Crombet, nieto del general Flor. El recurso estético siempre estuvo en función de comunicar la historia de otra manera. Por supuesto, hay que investigar mucho.

“Sobre Lucha contra bandidos: La otra guerra, todavía me cuesta trabajo hablar. Aún no soy capaz de valorar la reacción de los públicos. Tú, como crítica, tienes más distancia para hacerlo. Pero sí te puedo decir que mi experiencia como autor fue muy intensa: varios años de investigación, con el apoyo del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, que dirige Manuel Hevia, y el asesoramiento del teniente coronel y Doctor en Ciencias Históricas, Pedro Etcheverry Vázquez, subdirector del centro mencionado. Sin ellos, ni Luis Rodríguez, ni el general Andrés Leyva, ni Fernando Galindo, no existirían estos guiones de Lucha contra bandidos: La otra guerra. Se hubieran podido escribir otros, pero no estos.

Albertico (Luberta) me contó que se enamoró de La otra guerra (entonces no existía) cuando le hablaste del Escambray y la lucha contra bandidos. ¿Acaso participaste de alguna manera o tienes un familiar que lo hizo?

–Bueno, Paquita, nadie escapa a uno mismo. Cuando estoy en proceso de crear, vuelvo locos a los que se pongan cerca de mí, porque a diferencia de otros autores, que se reservan por temor a que los plagien, yo siento la necesidad de contar lo que voy descubriendo. Es la manera de ir prefigurando la escritura.

“Lo que menciona Albertico fue durante la preparación de la grabación de la primera temporada de UNO; tenía ya como tres años de investigación sobre el bandidismo, leyendo sin parar y entrevistando a participantes. Vi que Alberto se interesó por el tema, así que le pregunté si le gustaría dirigirlo. Enseguida me respondió que sí. Era un reto, porque se trataba de un proyecto de realización compleja tanto por lo material, las condiciones de grabación, así como por el propio contenido. Después de tantos años, regresar a una serie bélica en la televisión cubana no era cosa de juego.

“En función de poder terminar los guiones más rápido, le propuse ser coautor. Tampoco dudó en aceptarlo. Para mí fue una satisfacción. Albertico es muy buen escritor y me daba seguridad. Pero estaba complicado con la dirección de nueve capítulos de UNO y no podía comenzar a escribir a su velocidad acostumbrada. Queríamos estrenar el serial en 2015, cuando se cumpliría al aniversario 50 del fin oficial del bandidismo. Por eso le propuse a Yaíma Sotolongo que escribiera dos capítulos. Así se formó el equipo de autores”.

¿Por qué ese interés?

–De niño todos escuchamos de los crímenes de los maestros y brigadistas. Se conocía de las movilizaciones de obreros de La Habana para la limpia, etc. Pero en la capital los detalles eran desconocidos para un niño de 11 o 12 años. Mi primer contacto con el tema fue en 1967 durante el servicio militar. El primero al que le escuché hablar de eso con profundidad fue a un campesino que había vivido en el Escambray. Era el político de la compañía. Por cierto, pariente de Pedro Simón, el esposo de Alicia Alonso. Era un hombre joven de las Villas, alfabetizado por la Revolución.

¿Cómo lograste hilvanar el argumento? ¿Y el guion?

–A veces tienes un buen asunto, pero poca información y te ves obligado a llenar los huecos negros con ficción. En este caso fue todo lo contrario. Por el contenido, la serie podría haber tenido el doble de capítulos sin reiterar ninguna situación. Lo primero que hice fue definir el marco temporal que resultara lógico. La obra comienza en enero de 1961 y concluye en octubre del siguiente año. Crear el argumento implicó crear las subtramas que pudieran mostrar los sucesos seleccionados. Aquí es donde entra la ficción.

Lo que no te haya preguntado y quieras decir…

–Hasta el momento ninguna de mis obras ha sido por encargo. Así que los que piensan que por tratar temas de interés nacional las cosas se me han facilitado, están en un error. En todos los casos he propuestos mis ideas a un director y juntos las hemos llevado a la instancia de producción. Aunque he tenido la suerte de que se me otorgaran dos Premios Caracol por guion, y varios de la misma especialidad en el Festival de la Televisión, los realizadores me ven más como historiador que como escritor.

“Una curiosidad que no debe perderse para la historia. La idea de Duaba… se la ofrecí a varios directores y directoras de prestigio. No para escribirla yo, sino para que se hiciera. Pero solo Roly se enamoró de ella a primera vista. Más exacto, a primera oída. Recuerdo que ya en producción escuché a otro director decir: ‘Roly está loco. Ahora se metió a hacer un serial sobre Maceo’”.

NILDA RODRÍGUEZ TORRES

Licenciada en Historia del Arte en la Universidad de La Habana, Nilda Rodríguez Torres, se enamoró de la escritura de guiones desde 1967 que comenzó con programas informativos, hasta que a partir de 1970 empezó a trabajar en un tema que le apasiona: el policiaco. A su pluma se deben más de 40 episodios para espacios policiacos y de espionaje de la televisión cubana (Sector 40 y Móvil 8), trabajó en algunos capítulos de En silencio ha tenido que ser, a los que se unen Para empezar a vivir, Por el mismo camino, realizada en colaboración con Nicaragua y su gran éxito Su propia guerra, transmitida en Cuba en varias ocasiones y también en República Dominicana.

¿Solo has trabajado como guionista? ¿Cómo llegas a este hacer?

-Desde pequeña me gustó escribir, ya adolescente me inclinaba por el periodismo. Así me sorprende el triunfo de la Revolución y ese “bendito terremoto” me envolvió completamente. Fui a parar con 20 años al Comité Provincial del Partido, entonces PURSC, laborando como auxiliar en tareas de divulgación. De esa manera, cruzaba la calle con frecuencia por relaciones de trabajo con el ICR.La televisión empezó a sembrar en mí ese bichito que todo conocemos. Paralelamente hice intentos de comenzar Periodismo, en dos oportunidades, en cursos por encuentro pero donde trabajaba no había horario ni momento libre, dedicarme a estudiar era casi un pecado. Mi gran oportunidad llegó en 1965 cuando el ICR convocó a jóvenes revolucionarios con deseos y vocación para un curso de directores de programas de TV.

“Definitivamente crucé la calle y pasé el curso donde estaban por ejemplo, Loly Buján, Pedraza Ginori, Antonio Miguel, Lidia Sánchez, Eduardo Moya, Humberto García Espinosa y otros que también han dejado su huella. Mi intención no era dedicarme a dirigir, sino conocer el medio por dentro, manejar sus secretos para escribir. Comencé escribiendo algunos pequeños programas informativos y en 1970 cuando ya había se había iniciado el primer espacio policiaco con tema de actualidad, Sector 40, fui convocada a formar parte de su equipo como guionista. Desde entonces hasta la fecha, he participado, como guionista o asesora, en todos los proyectos auspiciados por el MININT y cuando estos han dejado de salir al aire, he luchado por su regreso porque lo considero muy útil y personalmente es un matrimonio de muchos años, con sus desavenencias, como cualquiera, pero nos unen lazos definitivos”.

¿Por qué el policiaco? ¿Eras lectora de ese género?

-No era de mis lecturas preferidas, siempre he seleccionado novelas con temas de conflictos humanos, sociales. Ocurre, sin embargo que mientras pasaba el curso para directores y comenzaba a hacer mis pininos como guionista, la vida me rodeó de un grupo de amigos, hombres y mujeres de la seguridad cubana que libraban en esos años una batalla que resultó definitiva por salvar la naciente Revolución. El conocimiento de esas personas consagrados a su misión, hombres y mujeres que disfrutaban su trabajo por arriesgado que fuera, las historias de que eran protagonistas, fue lo que me conquistó y me llevó a aceptar escribir para Sector 40 inicialmente. Naturalmente, al asumir este género, sí me convertí en lectora de lo mejor que se publicaba así como de series televisivas para dominar sus códigos. Fue como pasar un curso.

¿Qué significó para ti En silencio ha tenido que ser?

-Un regalo, un premio que considero que todavía no me había ganado. Cuando surgió la idea por parte del MININT de una serie para conmemorar los 20 años de la Seguridad, fuimos llamados Abelardo Vidal y yo porque éramos lo que teníamos ya alguna experiencia, yo en Sector 40 y Móvil 8, y Vidal escribiendo estos mismos temas para la radio. Cuando esto ocurrió, los dos, apasionados por el tema, llevábamos varios años sin escribir sobre ellos, luego de la desaparición de Sector 40. Teníamos las pilas totalmente cargadas y asumimos el proyecto apoyados por verdaderos protagonistas de la historia que debíamos contar.

“Fue una verdadera hazaña para todo el equipo, simultáneamente, Vidal y yo escribíamos los capítulos, yo me fui al exterior para la filmación de los momentos que se desarrollaban en Estados Unidos (que se hicieron en Jamaica) y allí improvisamos situaciones, con la participación de Sergio Corrieri, que debían aparecer en capítulos que después yo escribiría. Una verdadera maravillosa locura. Era una vorágine que no nos permitía la distancia suficiente para valorar el alcance de lo que estábamos haciendo. Por eso nos sorprendió el hecho de que los jóvenes detenían sus fiestas de sábado por la noche para ver En silencio… y luego continuaban bailando. Una experiencia inolvidable que todavía emociona solo de recordarla, ver sus imágenes o simplemente escuchar la música”.

¿Y Su propia guerra?

-Como ya sabes, mi comienzo fue con el tema del trabajo de la Seguridad. Cuando surgió Móvil 8 me acerqué al trabajo de la Policía que, aunque tiene sus puntos comunes con el otro, también se diferencia mucho por tratar temas del delito común, sondear los aspectos más sórdidos de la sociedad. Me permitía trabar conflictos diferentes que podían ser muy útiles para la prevención. Su propia guerra fue como la culminación, en ese momento, de mis aspiraciones para ese espacio. Con la experiencia del David de En silencio…, sabíamos que el personaje del agente secreto cala muy hondo en el televidente y en una serie, permite tratar su historia, contradicciones, riesgos, momentos de riesgo, conflictos familiares… Trabajé el personaje del Tavo con toda esa carga que estaba necesitando expresar. Se incorporó entonces Tony Joaquín González y juntos íbamos tejiendo la madeja de situaciones con la información que nos daban los compañeros del MININT. Fue también una forma de hacer muy particular porque escribíamos al mismo tiempo uno u otro capítulo, poniéndonos uno la otro acertijos que debíamos resolver.

¿Qué me dices de tus “otros hijos audiovisuales”? ¿Alguno te dio dolores de cabeza?

-Hay uno, que me dio un dolor de cabeza tan fuerte, que es ahora que me doy cuenta de que no está en mi curriculum. En el año 1976 la televisión estatal de Suecia propuso al ICR la realización conjunta de un dramatizado sobre alguna situación cubana. Me llamaron para tal proyecto y se me ocurrió realizar una obra (hora y media de duración) sobre la primera experiencia de la universidad vinculada a un sector laboral que se estaba produciendo en Moa. Me maravillaba la idea del “paisaje lunar” de las minas de níquel, el trabajo que allí se había realizado para mantener viva esa industria y la interesante experiencia para jóvenes estudiantes universitarios de geología y algunas ramas de la ingeniería. La idea fue aprobada. Los suecos pidieron que fuera a escribirla a su país para formar parte de un equipo que iría evaluando la obra (director, asistente, productor, etc.). En dos meses estuvo lista y aprobada por la parte sueca. Poco tiempo después vino el quipo sueco a Cuba y realizaron una prefilmación en el lugar. Todo parecía estar listo pero a última hora, nuestra parte no tuvo el presupuesto necesario para el rodaje en Cuba, según se había acordado, y el proyecto no se realizó. Fue una gran frustración. Creo que ahora lo incluiré en mi curriculum.

En tu opinión, ¿por qué Tras la huella muestra agentes y oficiales bastante rígidos?

-Tras la huella surge a iniciativas de la Universidad del MININT, considerando que se podía crear un espacio que fuera útil a los fines educativos de la escuela y a la televisión. Los que teníamos alguna experiencia en el tema siempre consideramos que tal propósito era casi imposible, entre otras cosas, porque ya nuestro pueblo tenía antecedentes de otra forma de hacer (Sector 40 y Móvil 8, En silencio…, Día y Noche y en especial Su propia guerra). No obstante comenzamos y muy rápidamente la vida nos fue dando la razón, la fuerte carga didáctica de los inicios se fue suavizando, introduciendo otros elementos propios del género y trabajando con más margen para la ficción y no sujetos estrictamente a los casos reales como al principio. En estos momentos creo que nos queda un trecho por recorrer, en definitiva en cualquier obra humana, siempre se puede mejorar.

JAIME FORT

Sigo riendo como una tonta cada lunes a las 8 y 30 de la noche con Vivir del cuento. Me río más de lo sugerido que de lo dicho y algunas veces llamo a su director, Ignacio Hernández, Nachi, para comentarle. Jaime Fort es su guionista principal. Durante estos siete meses de bicharraco (digo, de COVID-19), Jaime ha enviado la mayoría de los guiones que ahora valoran, enriquecen, discuten  por WhatsApp, un programa pasado por el baño de la tecnología.

Fuiste un colmenero... ¿Y antes? ¿Cómo llegas allí?

-Bueno, mi inicio en La Colmenita es un poco curioso... Cuando Carlos Alberto Cremata decide crear La Colmenita, llamó primero a algunos niños que habían participado en la última serie de Cuando yo sea grande (que dirigía su mamá); y entre ellos estaba mi hijo Joan, que entonces tenía cinco años. Así fue que conocí a Tin. En aquel entonces, los niños de la Colmenita (que eran unos pocos) y los adultos de La Colmena, participaban conjuntamente de las puestas en escena en las obras para niños y, al mismo tiempo, La Colmena hacía teatro para adultos. Tin me invitó a actuar en una de ellas, recuerdo que era El Jardinero del Convento, una versión de Hector Quintero sobre los cuentos del Decamerón. Desde ese momento y hasta hoy en día, mi vida ha estado vinculada al teatro. Yo tenía entonces 27 años y trabajaba como electrónico en la Empresa de Calderas.

“A mí, al principio, me hubiera gustado contar que era graduado de alguna escuela de arte en Cuba, porque respeto mucho la academia, pero más tarde, me di cuenta que todo el tiempo que trabajé y conviví junto a Tin y La Colmenita, fue igual que una escuela. De hecho, Tin era profesor de teatro en el ISA, y sus alumnos “oficiales” eran actores y actrices del grupo”.

¿Cómo llegas a escribir?

-Empecé a escribir breves obras de teatro para un taller de la Colmenita que yo dirigía. A Tin les gustaron y me animó a que lo hiciera para el grupo. Así comencé a escribir versiones muy libres de clásicos infantiles y cosas más originales, siempre con buena dosis de humor.

Eres el guionista principal de Vivir del Cuento. ¿Cómo te integraste a ese equipo?

-Empecé a escribir para Vivir del Cuento en el 2011. Maricel Pestana, que es asesora de la televisión y amiga mía, me dijo  que lo intentara, ya antes me lo había pedido para El Cabaret D´enfrente, que dirigía Jape, y había llegado a escribir varios guiones que se realizaron, pero el programa salió del aire cuando apenas yo empezaba. Así que llevé un par de guiones a Nachy y me llamaron después para grabarlos.

Tanto Nachi como, Silva, por poner dos nombres, hablan de un trabajo en equipo para la construcción de cada programa. ¿Cómo se siente el guionista con las modificaciones que le puedan hacer?

-Cada guionista debe tomárselo según su forma de ser y según sean esos cambios y modificaciones. El equipo de Vivir del Cuento es muy exigente con los guiones y cuando un guionista escribe un libreto para una comedia de situación, como es en este caso, debe tener en cuenta los códigos de la comedia televisiva en primer lugar y luego el tono o el estilo del programa en particular. Yo he tenido suerte, o me he adaptado a ese estilo, el caso es que mis guiones no sufren muchas modificaciones en realidad, sí pueden enriquecerse con chistes y situaciones que el director o los actores le agregan, pero no sufren mucho en cuanto al argumento y la forma de contarlo.

Sin un buen guion no hay buen programa, es una fresa hecha y una gran verdad. ¿De dónde sacas los temas?

-Principalmente de la prensa. Luego de lo que esté pasando en la calle. Esos son  los mejores guiones. Si por ejemplo, el Estado aprueba y propone las Cooperativas urbanas como nueva forma de gestión económica, entonces hay que hacer una cooperativa en casa de Pánfilo (Al pan, pan). Si están llegando al país cruceros turísticos por primera vez en tantos años, hay que tocar el tema de alguna forma (Capitán de crucero). Si la gente está yendo a Panamá, o a Ecuador, a comprar cosas para revender en Cuba, hay que hacer un programa sobre eso, o al menos, que hable del tema. Preocupaciones como la baja natalidad, la doble moral, la corrupción, los falsos religiosos, la homofobia, se han tratado en el programa.

“También el triunfalismo de la prensa, el escaso margen de acción y las trabas que sufre un delegado del Poder Popular. La difícil situación, o la desventaja en que se encuentran muchos adultos de la tercera edad es un tema recurrente del programa, dado que sus protagonistas son ancianos. Creo que el éxito del programa, aparte de la gracia que se han ganado sus personajes, es que refleja con sinceridad el entorno cubano actual y su crítica hacia lo mal hecho. Y cuando digo sinceridad también incluyo responsabilidad. Nunca hacer una crítica sin un basamento objetivo, ni hablar por hablar”.

¿Y los chistes para cada personaje?

-Cada actor tiene muy bien “agarrado” su personaje y todos ellos saben muy bien cómo reaccionaría el suyo ante cada situación. Por eso muchos chistes son aportes de los mismos actores. Yo, por mi parte, escribo los diálogos completos. Es la parte que más me gusta. Luego de 161 guiones escritos y grabados, ya los personajes “me hablan” solos.

¿Creas los papeles que luego interpretarás?

-En realidad no he interpretado muchos. Últimamente le pedí a Nachy hacer uno, más o menos fijo, el inspector Severo, porque creo que es una figura necesaria para crear conflictos y porque me gusta mucho la actuación. Pero ahora mismo llevo unos meses en España con mi familia y eso me impide actuar en el programa. Aunque no escribir para él, gracias a la tecnología de las comunicaciones, este mismo mes los cuatro programas que se grabaron fueron guiones míos escritos desde aquí.

¿Cómo te desdoblas para escribir un guion tan diferente como los de La ColmenaTV y Vivir del cuento?

-Bueno, hacer espectáculos para niños es lo que había hecho casi toda mi vida. Y en ellos el humor también ha sido una constante. A los  niños no hay que tratarlos muy diferente en cuanto al humor, de hecho, muchos de los seguidores de Vivir del Cuento son los niños. También porque es un programa que trata de alejarse de la vulgaridad y lo soez, elementos a los que tanto suele acudirse en los espectáculos de humor. Y si recuerdas, La Colmena TV, abordaba el gran show televisivo de concurso con cierta mirada paródica, desde una perspectiva diferente. Al menos eso intentamos.

(Tomado de Televisión Cubana)

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  • L.R.A dijo:

    La tv cubana me gusta. Sus audiovisuales en su gran mayoria son muy buenos.
    Los humoristicos igual, buenos, claro,no todos. Al igual que en el pasado algunos son pesados.
    Vivir del cuento tiene que darle otro contenido a Chequera, es muy pesado, aburre.
    Digo al igual que en el pasado oues habia capitulos de San Nicolas del peladero pesadisimos.
    Este año veo a De Amores y Esperanzas cin buenos temas pero muy "lentos" y superficiales, ademas mucha, demasiado violencia. Que las hay en la vida diaria, pero en la tele es distjnto. Me gusta ese programa, no lo sensuro eh! Pero bueno mejoremos el ritmo que es a veces en lo que decaemos un poco.
    Mas novelas. Como las que han hecho. Me gustan mas que las mejicanas.

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Paquita Armas Fonseca

Paquita Armas Fonseca

Periodista cubana especializada en temas culturales. Colabora sistemáticamente con Cubadebate y otros medios digitales como La Jiribilla, CubaSi y el Portal de la Televisión Cubana. Fue directora de El Caimán Barbudo.

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