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The New York Times: Bush, Maliki y el famoso memorando

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Publicado en The New York Times, el 1ro de diciembre de 2006
EDITORIAL
Traducción: Cubadebate

La conferencia de prensa de ayer del presidente Bush con el Primer Ministro Nuri Kamal al-Maliki de Irak tuvo un carácter más irreal que el acostumbrado, Bush insistió todo el tiempo en que Maliki es "el hombre adecuado para Irak" y que las tropas estadounidenses permanecerán "hasta que terminen su labor," mientras que Maliki afirmó que su país es una democracia y que él no se sometía a las milicias chiítas.
Sin embargo, esa desconexión con la realidad resulta aún más sorprendente si se tiene en cuenta que el asesor de seguridad nacional de Bush le envió hace tres semanas un memorando donde describía la forma en que Irak está siendo destrozado por los odios sectarios y se le advertía que Maliki "ignoraba lo que estaba sucediendo" o  no quería o no podía detenerlo.
El memorando, que fuese publicado esta semana por el The Times, al menos responde una interrogante, si a  Bush se le está informando lo que está sucediendo en Irak. En el mismo, su asesor de seguridad nacional, Stephen Hadley, describe cómo el gobierno de Maliki dominado por los chiítas ha privado a los sunitas de los servicios básicos, obstaculizado las acciones militares contra objetivos chiítas y ha expulsado a los comandantes más efectivos del ejército iraquí para garantizar el control chiíta. El memorando también advierte que quizás Maliki no tenga "las aptitudes políticas ni de seguridad" necesarias para librarse de su estrecha base política dominada por la milicia.
Sin embargo, la actuación del presidente esta semana - su negativa a imponer términos a Maliki para que inicie el diálogo de reconciliación y rompa con las milicias y su reticencia a fijar un plazo al Pentágono para  que organice un ejército iraquí efectivo - nos demuestra una vez más que Bush no escucha.
Ese no es un buen augurio para James Baker y el Grupo de Estudios sobre Irak, que, según informes, probablemente haga un llamado a una retirada parcial de las tropas de combate estadounidenses y a una diplomacia más agresiva en la región. Ayer, Bush parecía ansioso por evitar ese consejo, al hacer caso omiso a las sugerencias de que había hablado directamente con Irán y reiterar que no habría "retirada elegante" de Irak.
La falta de curiosidad de Bush ya era famosa incluso antes de que asumiera la presidencia, pero a medida que pasa el tiempo y se acumulan las malas noticias, esa cualidad desinteresada se ha convertido en una negativa pertinaz a escuchar las noticias desfavorables. El país ya no puede darse ese lujo. Estos tres años en que Bush ha confiado exclusivamente en sus instintos han sumido a Irak en un caos sangriento y causado daños incalculables a los Estados Unidos. Se necesita con urgencia un cambio de política.
El memorando de Hadley de hecho aporta pistas sobre cómo Bush ha logrado evitar enfrentarse a los hechos concretos. Pese a la situación terrible que describe, las recomendaciones de política no logran transmitir una clara sensación de urgencia y al parecer restan importancia a la responsabilidad de los Estados Unidos en los fracasos. Tal vez el asesor de seguridad nacional del presidente tuvo miedo y no fue lo suficientemente explícito, tal y como lo exige la situación, o él también se las ha arreglado para convencerse de que el desastre en realidad no es tan grave.
Los asesores del presidente deben decirle las crudas verdades sobre Irak con detalles gráficos; deben explicarle que le queda poco tiempo para actuar. Este gobierno ha orquestado un desastre de política exterior de dimensiones colosales y la historia recordará que el presidente no escuchó las advertencias y que otros no lograron hacerle ver la seriedad de las mismas.

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