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Irak: las lecciones olvidadas de "La batalla de Argel"

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  Henri Alleg, reconocido periodista argelino, víctima de la ocupación francesa  

Henri Alleg es periodista, en plena guerra de independencia de Argelia dirigía el periódico comunista "Alger républicain": Detenido, torturado,  logró que su testimonio saliera de la prisión. Publicado clandestinamente  en Francia, jugó un papel determinante en la campaña de denuncia de las  atrocidades cometidas en nombre de Francia en Argelia. Henri Alleg reflexiona ahora sobre esa gran capacidad de los países occidentales de enjuiciar a los demás a propósito de la cuestión de los derechos humanos olvidando su pasado y  su presente.

Francia y el "Plan Cóndor" : ¿dónde están los juicios?

Periodista :Se sabe desde hace tiempo que militares franceses contribuyeron a la puesta en marcha del siniestro "Plan Cóndor" en América Latina pero la información volvió a surgir en ocasión del 30 aniversario del golpe en Chile, quisiera que me comentara este hecho.

Henri Alleg : Efectivamente, ya se había denunciado, no es un palo periodístico. Se sabía que los gobernantes franceses acogieron las peticiones de gobiernos fascistas sobre la ayuda de militares franceses "especialistas en guerras coloniales" y en la "inteligencia" en el marco de las guerras de liberación, quiere decir especialistas en tortura.

 Así se sabía que en Africa del Sur en la guerra contra los luchadores antiapartheid, habían intervenido oficiales franceses. Se sabía también que oficiales franceses le habían proporcionado su ayuda a los fascistas  en América del Sur, en particular en Argentina. Se montaron operaciones oficiales con militares. Sus nombres eran conocidos en Francia.

Lo nuevo es que, años después no sólo esta gente lo reconoce sino también que, uno de ellos, Aussares se jacta de tales hechos ocurridos en particular durante la guerra de liberación de Argelia. Es lo que permitió a diversas organizaciones denunciar ante la justicia a esos  hombres. "Conocí" a Aussares, si se puede decir eso de un torturador,  cuando era un sencillo comandante pero ha ganado grados y llegó a general con muchas medallas y distinciones.

Este, otros y los que los protegieron - los gobiernos civiles que los nombraron - pensaban que ya estaban fuera de peligro, ya que sus crímenes beneficiaban de la amnistía votada tanto bajo gobiernos de derecha como de izquierda.

Pero los jóvenes de hoy que no conocieron esta época quisieron saber la  verdad. Se le había escondido porque, claro, en las escuelas francesas,  no se enseñaba como el ejército francés se había manchado las manos de sangre torturando en Argelia y como dirigentes políticos franceses habían permitido tales atrocidades. Cuando se debatió públicamente este problema, los jóvenes dijeron que si sus padres y sus abuelos habían sido arrastrados, muchas veces en contra de su voluntad, a esta guerra, ellos no eran responsables y querían saber la verdad. Por eso, hubo un gran movimiento en Francia, se revelaron textos, se escribieron tesis que no corresponden a lo que se había dicho hasta ahora.

Los jóvenes pidieron cuenta e hicieron preguntas. Hubo tres tipos de reacciones : Parece que a sus 93 años,  al general Massu, que dirigía las "fuerzas del orden" en Argel, y que era creyente, le remordía la consciencia porque debería comparecer ante el Señor - es lo que pienso.

Dijo que deploraba mucho este período y que todo lo que se decía era  verdad. Hasta ahora, lo había negado. Incluso, me había dicho mentiroso,  lo que nunca me sorprendió.  La teoría de la época era que los combatientes anticolonialistas eran comprados por los comunistas o por el FNL o por los dos a la vez. Este general agregaba que pensaba que todos estos procedimientos atroces hubieran podido  evitadarse. Se murió dos meses después. Fue un buen gesto aunque no borre las atrocidades y los miles de muertos bajo la tortura bajo su mando.

Pero, en su mayoría los militares siguieron negándolo todo.

La tercera reacción fue la de alguien como Aussares que era, en Argel, el brazo derecho de las fuerzas de represión y las brigadas de tortura.  Escribió un libro en el cual se jactaba y decía que lo volvería a hacer si fuese "necesario". Entrevistado después del 11 de septiembre a propósito de la guerra en Afganistán y de la preparación del ataque en Irak, repitió  que era favorable al empleo de la tortura y que estaría dispuesto a ayudar a pesar de su edad avanzada. Había reconocido en su libro que había matado gente con sus propias manos a por lo menos 25 personas. Y dijo simplemente : "Tenía la convicción que esta gente no se podía enmendar y por ende, los maté". Punto final.

Varias asociaciones usaron estas declaraciones para que fuera juzgado no  por los crímenes en sí  - ya fueron amnistiados - sino por la apología que hacía de estos métodos. Fue una astucia jurídica, pero el juicio tuvo lugar y fue bueno que se supiera.

En cuanto al papel que tales oficiales jugaron en América Latina, es la misma problemática: es positivo que se hable pero,  ¿dónde está la sanción legal en Europa contra esos torturadores que pueden escribir libros y cobrar los derechos de autor?

Se oyó al Presidente Chirac decir que estaba "horrorizado" pero hubiera podido "horrorizarse" por lo menos 10 años antes, puesto que no podía ignorar lo que había pasado. Por su parte, el primer ministro Jospin dijo entonces que, él también, estaba horrorizado pero que había que "dejar trabajar a los historiadores".

Claro, los historiadores pueden trabajar como los que estudian hoy todavía la vida privada del faraón Ramsés II pero el problema no radica ahí, no es una cuestión de historia.

Una manera de actuar que sigue presente.

Por mala suerte, esa forma de pensar y de actuar sigue presente. Cuando se ve la manera en que los Estados Unidos trata a los presos en la base de Guantánamo, fuera de todos los derechos reconocidos a todos los seres humanos, sea cual sea los cargos que se le reprochan, tiene que haber un respeto de los derechos. Vemos un comportamiento inadmisible, bestial, las tropas norteamericanas los tratan como si fueran animales, los encierran en jaulas de perros mientras predican, con la mano en el corazón, la libertad y el respeto de los derechos humanos. Es una cuestión de hoy. De la misma forma que son una cuestión de hoy día las torturas practicadas en Afganistán, en Irak y que serán practicadas en otros países atacados. La lucha para condenar estos métodos que fueron empleados en Argelia, en América Latina es una lucha muy actual.

Irak: los ocupantes quieren "aprender"

Periodista: Usted vio la información según la cual, el Pentágono proyectó a sus altos oficiales, la película "La batalla de Argel" del italiano Pontecorvo con el fin de que "entendieran el tipo de reto que están enfrentando en Irak". Cuál es su opinión?

Henri Alleg: Esta película fue rodada por un italiano en Argelia. Tiene el aspecto muy positivo de mostrar la lucha, el combate, el coraje del pueblo argelino aunque del punto de vista histórico, se pudiera hacer algunas críticas. Su proyección a los oficiales del Pentágono es muy reveladora, los soldados estadounidenses tienen que entrar en la piel de los paracaidistas torturadores en Argel.

El articulo del New York Times que dio  la noticia decía que se puede ganar una batalla pero, a la vez, perder la guerra. Eso es lo que pasó en Argelia.

Hay que decir que no hubo ninguna "batalla" en Argel, fue una inmensa operación represiva que los generales franceses bautizaron como "batalla". Por cierto, si el General Massu hubiese dicho "hicimos un extraordinario operativo policial en Argel, perdimos 15 hombres, asesinamos decenas de miles de argelinos", no hubiera sido muy glorioso, pero ganar una "batalla", eso sí, reporta medallas y títulos de gloria.

En realidad fue una operación de represión en contra de los combatientes argelinos y de la población. La batalla general fue llevada por el pueblo, por los campesinos que cultivaban la tierra durante el día y se transformaban en combatientes por la noche, por lo que vieron sus aldeas destruidas por las bombas y el napalm, sus hijos y mujeres reagrupados en campos de concentración llamados "pueblos fortificados".

Es esta la guerra que perdió Francia porque no aprendió  la lección de Vietnam: se puede doblegar una ciudad, rendir combatientes fusilándolos, se puede cercar aldeas con alambres de púa pero, cuando todo un pueblo lucha por su libertad, llega el momento en que el ejército colonial, por muy  potente que sea, no llega a su objetivo: controlar millones de personas  que ya no aceptan el destino que conocieron hasta este momento. Por eso,los argelinos ganaron la guerra. Además, contaban con el apoyo de los países socialistas, de todos los pueblos del tercer mundo y en particular  de Cuba que desde el principio ha sido una amiga de Argelia.

Esta es la lección de la "Batalla de Argel" para los ocupantes actuales de Irak y los que se hacen cómplices de esta situación.

Entrevista realizada y traducida al español por Marie-Dominique  Bertuccioli, periodista de Radio Habana Cuba.

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