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Volvamos a las enseñanzas del #TeamAsere

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Partido entre las selecciones de Cuba y Australia, en el Quinto Clásico Mundial de Béisbol, realizado en el Estadio Tokyo Dome en la capital de Japón, el 15 de marzo de 2023. Foto: Roberto Morejón Rodríguez/ Jit.

Por estos días se cumplen 29 años de la Primera Conferencia Nación y Emigración, evento que en 1994 reunió en La Habana a más de 220 cubanos residentes en varios países, en un diálogo de tres días con autoridades y personalidades cubanas. En aquella oportunidad, como ahora, Cuba atravesaba por una singular situación económica, en la que quizás no se comprendía claramente por qué había que dedicar tiempo a ese tipo de intercambio.

De entonces a la fecha el tema de la emigración cubana se fue posicionando entre las prioridades políticas del país, aunque no siempre se le priorizó con la misma regularidad, ni se hayan alcanzado resultados similares a los de países que son un referente en el vínculo con los connacionales que residen en el exterior.

Muchos serían los detalles a recordar de aquel ejercicio gestor, pero han quedado en la mente varias reflexiones del entonces presidente de la UNEAC Abel Prieto, en relación a lo que llamamos cubanidad y su nexo o no con la cubanía.

Abel recordaba, y lo ha hecho en sucesivos textos publicados después, los aportes del sabio cubano Fernando Ortiz sobre el particular, diciendo que la cubanidad le viene al nacional de este país por su condición genética, mientras que en la cubanía se siente el orgullo y hasta el patriotismo. Otros autores se han referido a ambos conceptos y los han acercado a la defensa de la integridad territorial del país y de un sistema político en particular.

Algunos, en dependencia del momento de análisis o de su militancia, los han visto como atributos encontrados, que no tendrían relación de complementariedad. Y la pregunta sería, ¿y que tiene que ver esto con el beisbol?

Pues en el último Clásico parecería que nuestro equipo avanzó hasta la semifinal por la preparación técnica, la entrega de atletas y entrenadores, un poco de ciencia y porque entre la alineación regular y los que estaban en el banco se logró una mezcla perfecta de cubanía y cubanidad beisbolera.

Antes de que salieran al terreno como equipo, solo existían pronósticos sobre cómo podría funcionar aquella mezcla atlética. Los que venían de jugar en equipos fuera de la Isla dejaban detrás fuertes presiones para que no vistieran la camiseta de las cuatro letras, ofensas, dudas, que llegaron a tener (y todavía tienen) un impacto sobre su círculo familiar más íntimo. Los que venían de la sufrida serie nacional cubana, de entrenar con pocos recursos y en duras condiciones, aceptaron con disciplina que la mayoría de las plazas del equipo regular se conformara por los que jugaban en ligas foráneas.

Pero nuevamente defender la bandera de la estrella solitaria hizo milagros y todos comprendieron como equipo de qué lado estaba el deber. A ello quizás haya contribuido una dirección técnica, pero también paternal, que trató a todos los hijos por igual, con disciplina y sin preferencias.

Si interesante resultó lo que sucedió en el terreno, lo fue aún más el evento social que se produjo ante los televisores de cada casa, en el barrio, en las redes sociales y en aquellos espacios en los que nuestros niños sacaron el bate y la pelota otra vez como entretenimiento preferido. En tiempos de emojis, androides y etiquetas todo aquel torrente psico-social se sintetizó en la expresión #TeamAsere.

La síntesis, surgida de los propios jugadores que marcaban su identidad ante el resto ganó rápidamente la legitimidad de lo genuino y se impregnó en la prensa, en los memes, en los titulares de noticieros y hasta en prendas de vestir que con prontitud encontraron mercado.

Si no se trataba de un nuevo concepto si era al menos un sello, un símbolo, de una realidad, o un contexto, que inspiraba a muchos y que tornó casi en invencibles a aquellos que debían hacer el mayor esfuerzo para lograr el título.

Estar entre los cuatro grandes nos hizo soñar nuevamente, pero quizás uno de los resultados más significativos haya sido lograr una unidad de criterios entre los que están allá y los que están aquí, transitar por el aprendizaje mutuo y, más aún, volver a movilizar a los más jóvenes en función de las bolas y los strikes.

No hay disciplinas deportivas superiores, ni inferiores, pero es la pelota la que está en la cubanidad y también en la cubanía como un sello. Los cubanos no van por la vida entendiéndose en claves que tengan que ver con el bádminton o el taekwondo. Cuando enfrentamos un escenario difícil decimos que la recta viene por el medio, si alguien nos traiciona pensamos nos están jugando por tercera y si creemos en nuestras posibilidades de éxito hasta el final es porque esto no se acaba hasta que se acaba.

Quizás por eso y por muchas otras razones, rescatar la pasión por el beisbol en Cuba no sea solo una necesidad para intentar llenar los estadios, sino una manera de reafirmarnos en lo que somos. Aunque, repetimos, se puede ser buen cubano tirando a puerta un balón, o lanzándose a una piscina desde una altura de diez metros.

Es importante que, aunque se hayan apagado las luces de los estadios del Clásico, debemos seguir reflexionando sobre lo hablado y discutido por aquellos días: cómo logramos que el beisbol en Cuba no sea solo un espectáculo deportivo, cómo le agregamos más ciencia a la imagen televisiva y al entrenamiento en el terreno, intentar que los estadios sean templos culturales con más y mejores ofertas comerciales, cómo acercamos al juego a aquellos que están allá, pero que muchas veces están también aquí, cómo mejoramos la serie nacional escuchando más lo que se discute en la base.

El Clásico nos llevó a crear de manera colectiva, a engordar en satisfacción a pesar de las carencias, a formar equipos en los que hay cabida para todos los que respeten nuestros símbolos nacionales y nuestra historia.

Y hablando de enseñanzas, bueno, también aprendimos a conocer un poco más quiénes son los que desean ver a un equipo nacional derrotado, quiénes comercian hasta con el decoro humano y quiénes no tienen límites éticos, entre otras cosas porque no conocen el significado de esa palabra.

Pero como Nación, deberíamos situar esta experiencia en el marco del horizonte que nos marcó aquel evento de 1994, con sus antecedentes y cadenas de hechos sucesivos. Debemos volver con frecuencia sobre las prácticas que nos hacen más cubanos, más singulares y más exitosos.

Lo deseemos o no, estamos participando de forma permanente en un “Clásico” mundial, en términos de economía, retos climáticos, adelantos tecnológicos e inteligencia artificial (para sonar actualizados). Tenemos muchas más opciones de ser victoriosos si unimos nuestras fuerzas desde la cubanía y la cubanidad.

No hay nada nuevo en este empeño, fue el sueño de Martí tanto como la lucha de Fidel. Por ahí pasaron mambises y guerrilleros. Sólo que ahora enfrentamos los retos del siglo XXI y de un orden mundial en decadencia, las alianzas se recomponen, y los que aman esta Isla son los que la representan y la salvan.

Gracias #TeamAsere

Se han publicado 5 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Tranquilino dijo:

    Mi modesta opinión es que los ideólogos del imperialismo hace rato que se dieron cuenta que para que Cuba no prospere además hay que mantener a los cubanos de dentro desunidos con los de afuera. Y en ello ponen todo su empeño y su dinero, ganándose adeptos como los que conocemos que por ganar dinero venden hasta a su alma y nada les importa que su gente, incluyendo su familia más allegada, sean sacrificados. Uno de nuestros principales objetivos debe ser no cansarnos de aunar voluntades en ambas orillas. Teniendo en cuenta sobre todo que los de la orilla norte son cada vez más. Debemos buscar incansablemente cómo encausamos los esfuerzos en la dirección correcta para lograr el bienestar de TODOS los cubanos. La inversión de ambos grupos en la economía doméstica puede ser el comienzo del camino. Mientras no logremos eso habrá bloqueo y habrán carencias. Creo yo

  • Inés María Pérez Benítez dijo:

    Excelente comentario, de eso se trata, la identidad como cubanos. Los que están fuera, los que seguimos luchando dentro por un país mejor. Son más las cosas que nos unen que las que nos separan. El Clásico fue un vivo ejemplo. Tenemos que dejar de ver la migración como un problema, una degradación o un freno. Hay voluntades de proyectos comunes y esos los tenemos que pensar y defender. Sigamos tirando rectas al medio.

  • Jesús Luis dijo:

    Ante todo gracias por sus reflexiones. Continúa demostrando ser una persona inteligente con habilidades comunicativas. Necesitamos que siga escribiendo porque vemos que recoge el sentir de muchos. Si ya lo admirábamos como diplomático, ahora lo queremos más como portavoz de la mayoría de nuestro heroico pueblo.

  • Leandro dijo:

    Pienso que se ha generalizado entre los periodistas y narradores deportivos, cuando de pelota se trata, hablar de nuestro "pasatiempo nacional". En mi criterio, tal denominación le resta el valor que lleva implícito nuestro Deporte Nacional, que está impregnado en el corazón y la sangre de todo cubano, es parte inseparable de su culura, y que no podemos permitir que nos lo simplifiquen en momentos de una feroz Guerra Cultural.

  • portela el tranportistap dijo:

    para mi no es mas que darle continuidad al afan de unir esfuerzos y voluntades de nosotros los cubanos como lo quizo nuestro heroe nacional jose marti no importa de que lado se viva lo que interesa es la disposicion de los seres y sus ideales

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José Ramón Cabañas Rodríguez

José Ramón Cabañas Rodríguez

Director del Centro de Investigaciones de Política Internacional.

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