Puerto Rico: la hora de la verdad
A mediados del pasado siglo la diplomacia estadounidense se anotó uno de sus mayores triunfos. Hizo creer al mundo que Puerto Rico había dejado de ser una colonia para transformarse en un ente extraño al que nombraron “Estado Libre Asociado (ELA)”. Se dijo entonces que la isla después de alcanzar plenamente su autonomía decidió suscribir con su antigua metrópolis un pacto libremente convenido entre iguales.
En su momento el engendro fue presentado como punto de referencia, como modelo a seguir por otros. El territorio fue invadido por capitales norteños que se beneficiaron de privilegios y exenciones impositivas y exhibió índices de crecimiento notables. Se hablaba incluso del “milagro” económico puertorriqueño.
La realidad profunda iba por otros caminos. Las producciones autóctonas -la agricultura, la industria, los servicios- fueron aplastadas por las del poderoso “socio”. Para muchos emigrar a Estados Unidos fue la única salida mientras su tierra se extranjerizaba sin remedio. El incesante éxodo muestra cifras elocuentes, quedan en la isla alrededor de 3 millones de habitantes mientras ya son 5 millones los que malviven en la Norteamérica que los discrimina y desprecia.
Para imponer ese modelo Washington persiguió con saña a los nacionalistas e independentistas. La “vitrina democrática” negaba al pueblo su derecho inalienable a la libertad y para ello recurrió a todos los métodos entre los que no faltó la violencia represiva
Los patriotas no cesaron nunca en su lucha por la independencia y se empeñaron por desenmascarar la farsa colonial y alcanzar la indispensable solidaridad internacional. Lo hicieron con tenacidad admirable en la Organización de Naciones Unidas desde que la ONU, en 1960, proclamó el derecho de todos los pueblos a la autodeterminación e independencia. Consiguieron desde 1973 que el Comité de Descolonización favoreciera su reclamo año tras año.
Entretanto el diseño económico del ELA entró en una crisis cada vez más profunda y encara hoy la bancarrota y la insolvencia. Las autoridades locales -el Gobernador y la Asamblea Legislativa- trataron de encontrar soluciones imaginando que tenían potestad para hacerlo y que podrían contar con el apoyo de quien se suponía era su “socio”.
La verdad, sin embargo, se impuso de modo sorprendente y brutal. En pocos días, casi al mismo tiempo, el Tribunal Supremo de Estados Unidos, el Congreso Federal y el Presidente Obama lo dijeron alto y claro para que todos lo entiendan: Puerto Rico carece de soberanía propia, no es más que un territorio colonial y está completamente sometido a las decisiones de su dueño. Y para que nadie se confunda promulgaron una ley creando la Junta de Control Fiscal. Sus siete miembros, designados por Washington, se encargarán de administrar y dirigir la colonia.
La indignación generalizada estalló con fuerza este verano en la sesión del Comité de la ONU. Allá fueron decenas de representantes de todas las tendencias y todos los sectores de la sociedad incluyendo al Gobernador García Padilla.
El Comité además de aprobar una vez más la Resolución que sostiene el derecho a la independencia de Puerto Rico, dio un paso adelante y por unanimidad decidió encargar a su Presidente que promueva un diálogo entre Washington y los boricuas para lograr la descolonización de la isla. De ese modo se ofrece una salida constructiva que Obama debería aprovechar. Habiendo reconocido que engañó al mundo y que Puerto Rico es aun la principal colonia del planeta, Estados Unidos tiene la obligación ineludible de poner fin a una situación violatoria del Derecho Internacional que ha durado ya demasiado tiempo.
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Compañero Alarcón, creo que es exagerado decir que los cinco millones de puertorriqueños que viven en Estados Unidos continental son discriminados y despreciados. Aunque no le faltan razones para decirlo, pero conozco bastante de ellos, “hermanos”, amigos, o tan solo conocidos, que tienen una vida digna, y han aportado tanto a esa sociedad, que aunque en su fuero interno algunos supremacistas y racistas estadounidenses no lo sientan y no se atrevan en público a reconocerlo, ante ellos tendrían que quitarse el sombrero. No es culpa de los puertorriqueños que muchos hayan o tengan que inmigrar a este país por problemas económicos, y tantos tengan que apelar a la ayuda estatal o federal para sobrevivir algo mejor de lo que lograban en su propia tierra. Ni han tenido la culpa que les hayan “concedido” la ciudadanía estadounidense, robándoles su natural pertenencia a la nación puertorriqueña, tan solo para utilizar a los más aptos de sus hijos, mujeres y hombres, como carne de cañón en las tantas guerras intervencionistas y de rapiña emprendidas por los que se creen dueños del mundo. Y pido disculpas como cubano a mis tantos y buenos amigos puertorriqueños por dar opiniones que tal vez les molesten, pero no olvido aquello que nos dijo en versos hace ya más de un siglo la patriota Lola Rodríguez de Tió: Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas, reciben flores y balas en el mismo corazón.
Puerto Rico no debe nada a los Estados Unidos. Lo que reclama como deuda es la administración de su "vitrina" utilizada para debilitar la voluntad de libertad y de apoyo a nuestra causa por la libertad.
Quien debe es los Estados Unidos a Puerto Rico. El uso despiadado para emplazar armas nucleares desde fines de la década del 50. El uso para emplazar un escudo antimisiles. Desde el 1997 hasta hoy. Nos contaminan y nos dejan sin nada. Conculcados todos los derechos de pueblo, se nos impide negociar libremente. Quien inicia y autoriza préstamos, e impone las tasas de interés, es la potencia ocupante. Nunca hubo sociedad. Solo una ficción llamada "pueblo de Puerto Rico", como denunció Pedro Albizu Campos.
No tenemos deuda. Nos deben.
Aleida Centeno Rodríguez
Presidenta
Partido Nacionalista de Puerto Rico
Movimiento Libertador
karsicamontuna@gmail.com
Sra Aleida Centeno Rodríguez organice un Referéndum con las tres opciones que siempre se dan:
1) La Independencia Total de la Isla
2) Mantener el Status actual (Estado Libre Asociado)
3) Ser un Estado más de la Unión Americana (USA)
Cuando obtenga los resultados podrá obrar con más libertad de acción y de derecho.
No es un Consejo, ni mucho menos una intromisión…. Es simplemente una opinión que trato de compartir con UD
Ya se han realizado varios referendums y el resultado siempre es el mismo............ahi lo dejo, Saludos.
Estimado Julio Alfredo, su razonamiento rosa la ingenuidad. Si profundizara respecto a cuales son las principales armas de lucha del actual capitalismo decadente y en descomposición no se expresaría de esa forma. Nunca olvide que la dignidad de todo un pueblo cabe en el pecho de un solo ser humano. El desespero, el olvido, la pérdida de valores y el miedo son tácticas que dan mucho fruto para quien las inculca. ¿No cree Ud. que los boricuas que contribuyen honestamente al desarrollo en general de ciudades como Nueva York no les gustaría verlo realizado en su San Juan natal?.
Jiquí.