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Los tiempos cambian

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Hace 54 años Cuba fue expulsada de la OEA “ministerio de colonias”, como lo llamó Raúl Roa,  Canciller de la Dignidad, a la sazón, ministro de Relaciones Exteriores en La Habana. De entonces acá, ha llovido mucho y nuestra América es hoy otra y  muy distinta, pese a los constantes intentos de los elementos más conservadores –como sucede  en Argentina y Brasil– de revertir el proceso que se viene dando en  América Latina para lograr la soberanía e independencia por la que los pueblos del sur han luchado durante más de medio siglo perdiendo en el largo camino a valerosos combatientes en contiendas tanto militares como sociales.

Actualmente es Venezuela el país que desentona entre los miembros que conforman el organismo intercontinental. Aunque no todos sus miembros le tienen ojerizas, el flamante secretario general, el señor Luis Almagro se ha lanzado de cabeza contra el país donde los chavistas luchan frente el más rancio conservadurismo. La extrema derecha va por el rescate de sus privilegios y por el control de las más importantes fuentes de riquezas que los gobiernos de Chávez y Maduro tratan de regresar al pueblo.

Aunque las diferencias las marcan el tiempo y los grandes cambios que se han ido produciendo en América Latina y el Caribe, la intención de la fracasada acción del actual secretario ejecutivo que con la activación de la Carta Democrática Interamericana se proponía sacar a Venezuela de la OEA.  Aunque por el momento, no ha tenido éxito. Estas maniobras,  se pueden comparar –salvando las distancias y la muy diferente escena– a los prolegómenos de lo que sucedió con Cuba en l962, cuando Cuba fue expulsada de la OEA, siendo Lechuga su embajador, porque la esencia es la misma.

Dicha acción es improcedente, dice Elías Jaua –miembro de la Asamblea Nacional de Venezuela– dado que él no tiene competencia para hacerlo, en tanto que en Venezuela no se cumple el supuesto de una ruptura del orden democrático o alteración del orden constitucional, como eufemísticamente llaman al Golpe de Estado en esa referida Carta.

La entrada en vigencia de la llamada Carta Democrática corresponde a un tiempo histórico en el cual Estados Unidos proclamaba, con el fin de la Guerra Fría, el fin de la Historia y el triunfo del modelo capitalista, por lo tanto ya no eran necesarias las dictaduras oligárquicas y comenzó a ser  más funcional, para la implantación del modelo neoliberal en la región, el sistema de democracia representativa al cual había que proteger contra la rebelión de los pueblos –subraya Jaua.

Por el momento, las intenciones de Almagro no  fueron aprobadas por la mayoría de los miembros del cónclave, sin embargo,  aunque han pasado muchos años tras la expulsión de Cuba de dicho organismo y el panorama en América Latina es muy diferente, no se puede desestimar la posibilidad de que Almagro y sus seguidores logren sus objetivos de sancionar a Venezuela y posteriormente sacarla del camino. Por ahora Venezuela ha ganado la batalla, pero no la guerra.

Recordemos que la política norteamericana hacia América Latina no es la misma que hace medio siglo. Las fórmulas que aplicaba entonces y ensaya ahora Washington que ha encontrado un títere en Almagro están en crisis. Este momentáneo revés no implica que abandonen sus intenciones contra el gobierno de Caracas.

Se puede afirmar que hoy más que nunca los intereses contrapuestos de las potencias del norte y las de sus vecinos del sur ponen en evidencia que el Panamericanismo, símbolo de esa singular alianza de factores discrepantes, es tan anacrónico como la Doctrina Monroe, melancólica expresión de nostalgia para los que aún piensan que no hemos dejado atrás el siglo xix.1

Después de sacar a Cuba de la OEA en Punta del Este,  a los tres días de clausurarse la reunión el presidente Kennedy dictó la Proclama por la cual se decretaba el embargo de todo comercio con Cuba, tomando como pretexto los acuerdos tomados para expulsar a La Habana. Se prohibía la importación a Estados Unidos de todos los bienes de origen cubano y todos los bienes importados a través de Cuba y de todos los exportados de Estados Unidos hacia la Isla.

No hay dudas de que  Venezuela está en remojo.

Nota 

1Carlos Lechuga Hevia. Itinerario de una farsa.La Habana, Ed. Pueblo y Educación, 1991.

 

Se han publicado 3 comentarios



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  • Reynaldo Feijoo dijo:

    No pienso que las intenciones de Almugre y sus jefes sea sacar a Venezuela de la OEA, es más todavía me pregunto que hace ese país como miembro de una organización que él mismo llama corrupta, al servicio de los intereses de los EEUU, lacaya etc. El objetivo real es eliminar la revolución por la fuerza si es necesario. Cuba estuvo dispuesta a correr esos riesgos. Hoy la Isla no pertenece a la OEA y le ha ido muy bien sin ella. Pertenecer a la OEA, de cierta manera te involucra en algo muy feo. Es como pertenecer a una banda de maleantes y declarar que yo no soy maleante, mi banda roba pero yo no, mi banda mata, pero yo me opongo. El asunto es que tu nombre aparece en la nómina de la banda. Si existe la CELAC,¿Por qué no fortalecerla y mandar al diablo a la OEA?

  • qbaneando.cu dijo:

    Seamos sinceros, si bien es cierto lo expuesto en el artículo también podríamos coincidir en que si, cuba entra en la OEA deberá asumir retos, cuestionamientos, señalamientos que no esta dispuesta a asumir!

  • CarlosM dijo:

    Esos procesos en Latinoamérica llegaron gracias a la voluntad expresada por esos pueblos en las urnas. De esa misma manera esos pueblos se han expresado contra esos procesos pues el populismo, regalar lo que no tienes, resulta en pobreza generalizada. Por que asumen que el poder es eterno ?

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Lillian Lechuga

Lillian Lechuga

Periodista cubana especializada en temas internacionales.

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