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¿Museo Barbie en Cuba?

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Una primera versión de este artículo la escribí con la suposición de que la noticia podía ser falsa pero ello no bastaría para ignorarla, pues, según un viejo refrán, “cuando el río suena, es porque agua trae”. Y ahora sigo abrazando el mismo criterio, aunque a la fuente aludida —un despacho periodístico atribuido a la agencia EFE— se ha sumado, como tratando algo que no ofreciera dudas, otro de ANSA. Ambos afirman basarse en declaraciones de María Pilar Marín-Yaseli, dueña del Museo Barbie que —se lee en el primero de ellos— “hasta hace tres años estaba ubicado en una casona tradicional del siglo XVI en la localidad oscense de Lanaja”, y “se va a trasladar en los próximos meses a Cuba”.

Quienes vienen lucrando con la marca de muñecas Barbie verían seguramente con agrado que se extendiera a este país. Pero ya esas muñecas han llegado a él por distintos caminos, incluido el mercado nacional, que, sobre todo en establecimientos que operan con divisas, no siempre exhibe un discernimiento que hable de buen pulso estético y cultural. Por lo menos en lo tocante a ropa femenina ha merecido que a veces se le considere de mal gusto, cuando no cercano al de las llamadas jineteras.

Tener en Cuba un museo dedicado a la marca Barbie elevaría la presencia de esas muñecas a un nivel práctico y axiológico mucho más alto en cuanto a influjo, no a virtudes. Sería una contribución simbólica al conocimiento y la proliferación de un ícono que, destinado a la población infantil —particularmente a las niñas, dados los conceptos que siguen predominando en cuanto a los juguetes y al papel de los géneros—, rinde culto a cánones de belleza asociados de alguna manera, quiérase o no, al racismo de sesgo ario.

Aunque la comercializa la empresa estadounidense Mattel, se asegura que su diseño lo inspiró una “muñeca” alemana para adultos que se vendía como objeto de uso sexual. En cualquier caso, responde a patrones que en nada se parecen a los rasgos de una población como la cubana, ni a los de otras muchas o mayoritarias en el mundo, en las cuales raíces étnicas y mestizaje han dado lugar a biotipos diferentes del prototipo Barbie.

Hasta se ha estimado que esa muñeca puede estimular prácticas de consecuencias nocivas para la salud, como la anorexia, a la cual conduce la pretensión de emular una delgadez no solo extrema, sino forzada. En general, junto al culto de la pasarela promovido por el negocio de las modas, el afán de igualar ese patrón favorece conductas obsesivas que no dañan solamente el cuerpo, sino también la mente. De ser cierta la noticia glosada, cabría preguntarse si el Museo Barbie se trasladaría a Cuba con el fin de calzar el espíritu crítico con que enfrentar deformaciones tales.

Nada ofrece seguridad en tal sentido, y para que el juicio en torno a esa muñeca surta un buen efecto y resulte válido para encarar las redes de una propaganda mercantil dominante, y que llega a Cuba por distintos caminos, aquí a una institución como la mencionada deberían precederla logros reclamados durante años, pero que no se vislumbran. Se corre incluso el riesgo de que, en la práctica, se menosprecien o pospongan quién sabe hasta cuándo ante urgencias de la vida cotidiana, empezando por la alimentación. ¿Un Museo Barbie daría ingresos para desarrollar la economía del país?

No hay que apostar a prohibiciones y tabúes, y tampoco sucumbir al dejar hacer que acompaña a la desprevención sin riberas. También en lo relativo a juguetes la promoción cultural debe ser un acto consciente que responda a conceptos y valores bien asumidos. Antes que tener un museo consagrado a una muñeca ajena a nuestra cultura, y también a nuestras prioridades materiales, deberíamos alcanzar logros como los aludidos. Habría que empezar, digamos, por tener o recuperar una industria que produzca juguetes —incluyendo muñecas y muñecos, encarnaciones de modelos humanos— a tono con nuestros valores y tradiciones culturales, y con la diversidad étnica que nos caracteriza. Se trata de fomentar el entretenimiento junto con la formación en edades tempranas.

Todavía no hemos conseguido producir representaciones, adquiribles masivamente en nuestras tiendas, de Elpidio Valdés, y cuando se ven muñecas y muñecos negros, son o parecen ser fundidos en los mismos moldes en que se hacen los que representan seres caucásicos —tan dominante ha sido esa norma—, solo que hechos de material negro o pintados de ese color. A menudo dan la impresión de estar disfrazados como para encarnar rumberos y rumberas en espectáculos superficialmente concebidos, pintorescos. Procedimientos similares no se dan solamente en Cuba: la propia colección Barbie ha hecho pininos en eso de dar color negro a ejemplares de rasgos concebidos para representar seres humanos blancos.

En cuanto al museo que supuestamente se trasladará a Cuba, se informa que “fue inaugurado en 2008 en un edificio rehabilitado que en sus orígenes hacía de granero, tras unas obras que su propietaria cifra en ‘un millón de euros’”, y que “cerró en 2011, porque no recibía ninguna ayuda por parte de las instituciones” en su entorno. De ser así, funcionó durante tres años en una localidad de alrededor de mil habitantes, perteneciente a la comarca aragonesa de Monegros. No es solo cuestión de cifras lo que se debe tener en cuenta al pensar en las personas que habrá beneficiado, perjudicado o encantado, pero se debe prever qué acción tendría en Cuba.

La nota de ANSA ofrece otros detalles sobre “el único Museo de Barbie” que existe “en el mundo”: se anuncia que en Cuba “tendrá un millar de muñecas, muchas con vestidos” que, hechos por la misma dueña, representan “bailarinas de Tropicana, santeras, cantantes, violinistas y militares”. Para algunos modelos se ha inspirado en Marilyn Monroe, Audrey Hepburn, Liz Taylor y Mary Popins, y “próximamente realizará uno de la bailarina cubana Alicia Alonso”. Ya se dice, además, aunque no se da testimonio alguno de las instituciones y autoridades correspondientes, dónde está prevista su instalación: en la localidad granmense de Niquero, con varios miles de pobladores, en la cual la dueña del museo dice que ha decidido fijar también su residencia.

Si lo informado apunta que ella se ha quejado de la falta de apoyo por parte de las autoridades municipales españolas que operan donde ella fundó el museo, habría que ver qué aducen aquellas. ¿Habrán actuado solo por consideraciones económicas? ¿Las habrá animado algún juicio de índole cultural? ¿Se sentirían aliviadas de una carga en caso de que el museo se mude ciertamente para Cuba, o considerarían el hecho como una bofetada? Se conocen, de acuerdo con los reportes citados, las motivaciones de la propietaria al planear mudarlo. Ella, que “ha visitado la isla caribeña” en varias ocasiones, habla en términos que la muestran sincera.

En el primero de los despachos citados expresa que “en Cuba las instituciones colaboran ‘desinteresadamente’”, que “los niños cubanos pudieran disfrutar de su colección” y que “está a la espera de los permisos del Estado cubano para poder enviar sus muñecas”. Hasta “confía en que en el plazo ‘de un mes’” ya sabrá “en qué fecha trasladará las obras a esta isla”. Con igual naturalidad confiesa que su pasión de coleccionar muñecas Barbie surgió cuando “un accidente de tráfico […] le impidió seguir desempeñando su función de empresaria en Zaragoza” —perdió, lamentablemente, el movimiento de sus piernas, por lo que no pudo continuar atendiendo su negocio de modas—, y revela el papel que prevé para su museo en Cuba.

Dice que “quiere compartir su ilusión por las ‘barbies’ con los niños cubanos, ya que muchos ‘no han tenido en su vida una muñeca’”. No ponemos en duda la bondad de sus intenciones, pero ¿no magnifica de ese modo nuestras carencias, y desconoce los esfuerzos del país en la atención a niñas y niños? No es lo único señalable en un proyecto del cual ella espera que sirva “como vehículo para la enseñanza de historia ‘a través de teatros que representen pasajes históricos’”, incluido eso que ella llama “el descubrimiento de América”. Sí, las Barbies pudieran funcionar como tripulantes de nuevas naves que vengan a descubrir un mundo y trasmitirle los valores y desvalores del que ellas representan.

Modelos y cánones como los concentrados en esas muñecas se difunden por distintos caminos en un planeta donde la información la coyundean y capitalizan los intereses dominantes, que tienen eficientes aliados en la imprevisión, la invidencia y la ingenuidad de otros. Contra esa realidad hace años que entre nosotros, como parte del afán de que la mujer tenga el espacio que le corresponde y merece contra su secular utilización como símbolo sexista —por donde andan el origen y la imagen de la Barbie—, se suprimieron las elecciones de estrellas de carnaval, certámenes en que algunos veían un mecanismo productor de “bombones” para caballeros exitosos. Hoy brotan indicios de que no faltan sitios donde empiezan a celebrarse fiestas infantiles que han llegado a programar la selección de Miss Niñas, y no es seguro que sea una iniciativa de cuentapropistas. Quizás en actos tales intervengan descuidos e ignorancias institucionales, de funcionarios.

¿Aportará luz contra eso un Museo Barbie instalado en el país? Ocurra lo que ocurra, si algo pudiera hacerse después de su instalación no sería culpar de insinceridad a la mujer, hoy de sesenta y ocho años, que se empeña en promover la institución que ella ha creado. No anda con rodeos para reconocer: "Me enamoré de la isla y de un cubano comunista, y eso que soy de derechas", y afirma: "las muñecas son como mis hijas”. Por eso ha decidido que vengan con ella a esta nación —lo da como algo que se consumará dentro de pocas semanas—, y da soltura a sus sueños: "Además del museo, quiero poner una sala de proyecciones de cine para niños y un lugar para que puedan tocar música”.

A Cuba y a sus instituciones no les queda margen para ingenuidades, aunque haya quienes crean que sí o actúen como si lo creyeran. Según lo sabido, en 1959, hace cincuenta y cinco años, tuvieron su bautismo comercial en Nueva York las muñecas Barbie, que han sido cuestionadas en muchas partes y por numerosas voces, incluso en nuestro país. Habrá quienes celebren el cumpleaños de ese juguete, pero para nosotros hay otras efemérides más estimulantes. En este julio se conmemora, y ya se está celebrando, el aniversario ciento veinticinco del primero de los cuatro números de La Edad de Oro, mensuario que seguirá rebasando épocas y desbordando fronteras nacionales. Constituye un tesoro en especial, pero no únicamente, para nuestra América.

En él sembró José Martí lecciones fundamentales contra el colonialismo cultural. Lo hizo no solo con artículos como “Tres héroes”, sobre Simón Bolívar, Miguel Hidalgo y José de San Martín. Esa tarea ilumina la generalidad de sus páginas, ya sean, entre otras, “La historia del hombre. Contada por sus casas”, “La Exposición de París”, “Un paseo por la tierra de los anamitas”, “El padre Las Casas” o “Un juego nuevo y otros viejos”. Pensando en esa luz, el autor del presente artículo tiene la esperanza de que el anuncio por EFE y ANSA del traslado del Museo Barbie a Cuba sea una información precipitada y falsa, o solamente expresión de los sueños de la propietaria. Pero si el río no trae agua, también puede ser útil valorar las piedras y los palos que arrastre su corriente.

Se han publicado 57 comentarios



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  • sanguli dijo:

    he leido este articulo con mucha atencion, ya sabia de esta noticia por otra pagina, siempre he tenido mi mente abierta acualquier inciativa, pero sinceramente no me gusta esta idea, expreso mi opinion, que aportaria ese museo ,d e muñecas barbie a nuestro pueblo , personalmente pienso que esas muñecas barbie son racistas, no la muñeca claro esta,todas son blancas al menos la que he visto, ojos azules ,delgadas, como si en el mundo no hubiera diversidad,realmente no me gusta la idea

  • fafi dijo:

    Toledo ojala hubiera escrito usted con esa misma profundidad sobre los precios de las tiendas en divisas y el salario real de la gente que trabaja. ¿No se anima? Hágalo a ver si con esa misma perspectiva alguien le escucha y se mejora la vida de la gente.

  • Infancia feliz dijo:

    Debemos ir pensando en realizar nuestra propia industria de juguetes que en definitiva es para los niños que se fabrican porque son parte de su desarrollo y entretenimiento a ver si dejan de ser adultos antes de tiempo, sean muñecas de trapo de cualquier color que nuestras artesanas saben hacer muy lindas, y estoy segura que los chicos serán más felices ya que todos sabemos que la educación y la salud están garantizados, como también debemos pensar en alimentarlos mejor para que sean el relevo de nuestra patria.

  • Lax dijo:

    Quieren que les diga algo, la última vez que vi a una niña jugando con una muñeca fue a mi sobrina, con una que yo le regalé, del precio mejor ni hablar,supongan solamente que tuve que ahorrar un buen tiempo para poder comprarla, lo importante es decirles que fue hace 2 años, que desde ese momento hasta ahora no he visto mas algo así, y de los muchachos ni hablar, yo recuerdo que cuando yo era "chama" en mi barrio jugabamos de todooooo,deportes creo que no quedan muchos que yo no haya jugado, nunca me destaqué mucho, pero los jugaba,hasta el golf practicamos en el barrio con listones de madera y peloticas de desodorante, eso si, imaginación no nos faltaba.Los juegos de mesa, que antes habia tantos ahora estan perdidos, hace un tiempo tuve que dar 5 cuc por un juego de ajedrez y damas, a los que soy aficionado. En resumen mi gente, en mi epoca no habia tantos juguetes y nosotros nos divertiamos muchisimo,pero,ya es hora de cambiar eso, o es tan dificil intentar hacer algo por nuestros niños, la esperanza del mundo?????

  • Barrios dijo:

    Y no se hace amigo, Manolo y no se hace. ¿Por qué el autor no hace un artículo sobre la preocupación de José Martí referente a las ideas extranjerizas, provenientes precisamente de Europa, que según él no se adoptaban a nuestra idiosincrasia?. Yo invito a este señor periodista que escriba un artículo sobre este tema; y que exponga el pensamiento completo de nuestro apóstol sobre el mismo, no por pedazos, que nos puedan llevar a una idea equivocada. Sería interesante también que se expusiera sobre la tesis de grado de Agramonte. No estoy diciendo que nos hayamos equivocado en nuestras decisiones políticas, sino que no podemos hablar a la ligera. Ni la santería es autóctona de Cuba. La penetración cultural que hay en Cuba es increíble; a veces me parece que no hay nada nuestro, y lo que trata de serlo es de tan mala calidad que deprime; y esto último siempre tratando de imitar. No creo tampoco que la Lily haya sido cubana. Aunque comparto la opinión del que quisiera que se rescatara. Hablamos tanto de EEUU, su penetración etc., etc. etc. que parecemos despechados. Es increíble lo que dedica la prensa a EEUU; es algo enfermizo. No se dicen dos palabras sin nombrarlos.
    Y es cierto que hay funcionarios haciendo lo que quieren y no les pasa nada. Y se sabe perfectamente quienes son. Eso le está haciendo un daño a la revolución que no hay imperialismo que les gane. El enemigo está dentro y nosotros seguimos mirando hacia afuera, como unos tontos

  • Carlos Noval dijo:

    Hay valiosas opiniones hoy aquí, pero también un sinnúmero de cubanos y otros que no lo son que me dan vergüenza.
    Soy cubano, orgulloso de serlo, y no hablaré aquí de comunismo ni capitalismo, ni bondades o desventajas. Todo se resume a una cosa: lo que significa una muñeca, a los del bando de Rolexy.
    Como soy cubano, me gustan las cubanas. Eso lo aprendí de chiquito, allá en Granma, donde crecí, aunque nací en Santiago. Este país, Rolexy, Sulfuro, Mercurio y todos los demás elementos cercanos a las tierras raras, es el país del mestizaje, de lo criollo y rellollo, donde el que no tiene congo tiene de carabalí. Salgan a la calle, si todavía viven en esta tierra caliente y tropical, y los ojos se les saldrán de las órbitas detrás de las curvas de nuestras bellas cubanas, y que en nada se parecen a las tontas muñecas de Mattel, con ese diseño superestilizado y anoréxico.
    Apruebo la colocación del museo en Cuba solamente si Mattel accede a fabricar barbies con el perfil de las muñecas Dorotea....

  • Katanga dijo:

    Me he quedao pasmao con este artículo, mira que ponerse así por un museo de barbies que al final lo que va es a atraer turismo al fin del mundo ese donde lo quieren abrir porque en ahí en Niquero no debe haber ni un cine. Por favor amigo periodista ud. parce que acaba de llegar en una máquina del tiempo transportado directamente desde la época de la guerra fría, culaquiera diria que ese museo es obra de la CIA para subvertir a los niños cubanos, no me haga reir y deje la paranoía y pongase más a tono con la situación actual del país.
    Xo - Xo

  • Alberto dijo:

    No se de que se asombra Luis Toledo si ya en Cuba hay personas durmiendo en los portales de las tiendas tipo indigentes (en Camagüey es visible, tengo fotos si las piden) y muchas firmas occidentales de la moda y las marcas ya estan instaladas en la Isla, así que algo más que aparezca en esta "perfección del socialismo" no tiene porque asombrar. ¿Alguine ha acusado a algún responsable?, ¿No ha sido con la venia del Partido Comunista que esta en todo y juega en la Isla un papel dirigente? Recientemente artículos de Martínez Heredia y algún extranjero (Rodolfo Crespo ) han denunciado esto mismo.
    Alberto

  • Melanie 10 años dijo:

    Me gustaria saber donde esta el museo Barbie

  • yeni dijo:

    Mi hija tiene muñecas Barbies y ella es más bien gordita, la verdad que no por jugar con estás ha dejado de comer y para nada se preocupa por estar delgada; porque nosotros la hemos enseñado a quererse como es, no es prohibir un juguete, es sacar lo beneficioso del mismo.
    Por otra parte de la misma manera que es importante un reloj u otra cosa para un adulto, es de vital importancia un juguete para un niño y sus precios no ayudan mucho,debería ser tan importante en la rebaja de precios los juguetes como la comida, sobre todo ahora que los psicologos han afirmado lo negativo de los juegos informaticos.
    Lo que viven los niños de Africa, de Libia y otros es triste, pero por eso no creo que debamos conformarnos con lo que tienen ya los de aquí, pues son los nuestros y ahí que luchar por mejorar lo que se pueda.

  • Adrian Avilas Serrano dijo:

    Buenas a todos.....Soy cubano vivo en Cuba y haceas de 10 años soy coleccionista de muñecas barbies y me parese una locura el creer q un juguete pudiera hacernos tanto daño...porque mejor no preguntarle a MATTEL cual es la formula para estar en el numero 1 desde 1959....creo q cometemos un error dedicando tiempo a darle mas importancia de la q tiene a algo tan simple....Barbie es una muñeca hecha para jugar..no es un arma de destruccion...a mi en lo personal me encantaria visitar ese museo...

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Luis Toledo Sande

Luis Toledo Sande

Escritor, poeta y ensayista cubano. Doctor en Ciencias Filológicas y autor, entre otros, de "Cesto de llamas", Premio Nacional de la Crítica. Mantiene el blog http://luistoledosande.wordpress.com/

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