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Revolucionar la cultura, breve repaso a la vuelta de medio siglo

En este artículo: Cuba, Cultura, haydee, Revolución cubana
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El refinamiento cultural es garantía de solidez política.

Alfredo Guevara

raul martinez

Raúl Martínez.

“¿Cómo se sale del subdesarrollo?”, se pregunta Sergio Carmona en el clásico filme Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea. El personaje se cuestiona si, en condiciones de pobreza económica y de costumbres perfiladas por siglos de dependencia y sometimiento, basta una Revolución para transformar la cultura y potenciar así la libertad del individuo.

No es casual que la Revolución cubana triunfante arrancara convirtiendo cuarteles en escuelas, iniciando una campaña de alfabetización, fundando un instituto cinematográfico... La cultura y el conocimiento eran el camino a la libertad verdadera, tal como había sentenciado el Apóstol. “La dignidad plena del hombre” pasaba, sobre todo, por maneras de vivir, de ver el mundo y de concebirse en él.

El gobierno revolucionario se encargó de subvertir la racionalidad económica del capitalismo, y construir relaciones sociales de nuevo tipo. Creó instituciones culturales articuladas en organicidad y definidas por la política cultural revolucionaria, orientada hacia la defensa de la identidad nacional, el rescate del patrimonio cubano y la cultura popular.

La cultura, además de contemplar la creación artística y la aproximación masiva a las producciones universales y autóctonas, recibió la cualidad de socialista cuando en 1961 se proclama este carácter de la Revolución. Ante esa condición había dos caminos: el del marxismo dogmático soviético o, por otro lado, un socialismo marxista de inspiración nacional y latinoamericana.

Refiriéndose a la menos feliz de las tendencias que emergieron en ese contexto, señalaba el propio Gutiérrez Alea: “Hay una raza especial de gente con la que tenemos que convivir, con la que tenemos que contar, para nuestro disgusto cotidiano, en esto de construir la nueva sociedad. Son los que se creen depositarios únicos del legado revolucionario; los que saben cuál es la moral socialista y han institucionalizado la mediocridad y el provincianismo; los burócratas (con o sin buró); los que conocen el alma del pueblo y hablan de él como si fuera un niño muy prometedor del que se puede esperar mucho, pero al que hay que conocer muy bien, etcétera, etcétera (y nos parece estarlos viendo, con el brazo protector por encima de los hombros de ese niño); son los mismos que nos dicen cómo tenemos que hablarle al pueblo, cómo tenemos que vestirnos y cómo tenemos que pelarnos; saben lo que se puede mostrar y lo que no, porque el pueblo no está maduro todavía para conocer toda la verdad; se avergüenzan de nuestro atraso y tienen complejo de inferioridad a nivel nacional”.

En 1968 desde páginas de la revista Verde Olivo, un personaje bajo el seudónimo de Leopoldo Ávila atacaba de manera sistemática todo lo que aparentemente estuviese fuera de la línea de “lo revolucionario”. Se demonizaban aquellas expresiones que, de acuerdo con cierto criterio, cuestionaban o arriesgaban la dignidad de la Revolución, o que de algún modo “coquetearan” con la ideología y la cultura del enemigo.

Silvio Rodríguez evoca aquellos años y concluye que “los deformados eran la burocracia y el oportunismo, los dirigentes que decían una cosa y hacían otra, los cuadrados, los que desconfiaban de los jóvenes, los acomodados, los enemigos de la cultura, los asentidores y medrosos que echaban a perder la Revolución…”.

Dentro del campo artístico y cultural, el rol del intelectual se explicita en una integración entre vanguardias políticas y artísticas cuya finalidad última está referida a la defensa de la Revolución bajo un prisma de “libre creación”. Lo que va encauzar su función social dentro del proceso revolucionario es “Palabras a los intelectuales”, donde Fidel coopta dentro de los disímiles criterios que se manifestaban en el campo cultural. Así, se propone la independiente utilización de estilos, temas y contenidos, siempre que la obra estuviera adscrita al proceso.

Sin embargo, la actividad artística y la ejecución de políticas culturales han estado siempre sujetas a interpretadores y decisores.

ICAIC y Casa de las Américas fueron entonces, en sentido general, muros de contención para los criterios dogmáticos. Su proyección institucional estuvo marcada especialmente por la dirección de la institución; en este caso, figuras como Alfredo Guevara y Haydée Santamaría respectivamente. Se adherían a una concepción cultural orientada hacia la libre creación, aunque debía inspirarse en el ambiente revolucionario.

En términos de aspiración, resulta útil citar algunos objetivos que se le asignaron al ICAIC:

[…] propiciar un espectador activo y crítico que pueda apreciar las innovaciones del lenguaje cinematográfico, las nuevas temáticas, otras culturas, erradicar las huellas de neocolonización de la pantalla, reencontrar y reconstruir la propia imagen y con ella el contacto con la realidad, entre otros.

Cada contexto histórico tiene su correlato artístico, que existe no de manera aislada, ni como mera representación o reflejo de la vida real, sino como un universo con autonomía, pero en contacto permanente con la realidad social, influyente-en e influido-por este. La Revolución demandó un código estético acorde al nuevo contenido de la realidad social, una expresión diferente que enriqueciera la cultura humana sin el mercado como centro.

La política del acceso masivo a la cultura en general y particularmente la artística pasó en primera instancia por la eliminación del analfabetismo, la promoción del arte en la mayor cantidad de espacios, la subvención de la actividad cultural y el escaso costo para el público de productos y espectáculos. Además, cine, libros, teatro, se llevaron a lo más intrincado del país, contra la tendencia de desarrollar culturalmente solo las capitales provinciales.

Una cultura masiva no es económicamente rentable, no lo es una escuela para dos niños, no lo es editar libros que se vendan por mucho menos de lo que cuesta producirlos, ni espectáculos en los que se invierte mucho y son vistos a cambio de muy poco… Pero sobre esa inversión descansa nada menos que el alma de la nación.

Las directrices generales de la concepción artística y cultural de la Cuba revolucionaria han cambiado poco en su esencia e, indiscutiblemente, han potenciado seres humanos dignos, con una visión del mundo, con criterio. Sin embargo, hoy ¿resurgen? viejos fantasmas. En estos años florece el kitsch en los jardines, Álvaro Torres abarrota un teatro y las masas enardecidas reclaman más presentaciones; repertorios idénticos de bachata resuenan en el transporte público; pululan en la televisión, con amplia audiencia, documentales sobre el star system y los instructores de mascotas; las niñas llegan en carruaje a sus fiestas de quince… Demasiados síntomas que obligan a desempolvar la pregunta e insistir, todavía: “¿Cómo se sale del subdesarrollo?”

Se han publicado 17 comentarios



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  • olivia dijo:

    Al criticar usted que a alguien le guste Álvaro Torres, ¿no esta siendo dogmática en el plano cultural? También es bueno recordarle que en los tiempos de ese ICAIC apostador de libertades no había quién le hiciera una crítica a los filmes salidos de esa intitución, (entre otras cosas) so pena de ser estigmatizado. Sería bueno ponerle un poco de análisis riguroso a ciertas leyendas culturales.

    • Mónica Rivero dijo:

      Olivia, se trata de un trabajo de opinión. No tengo nada personal contra Álvaro Torres ni contra ninguno de sus seguidores. Por suerte hay diversidad de gustos y diversidad de propuesta. Lo que me parece alarmante es la tendencia evidente de que escojamos aquellas menos complejas, las más simples, las más entretenidas sin ir nunca más allá. En todo caso estaría cuestionándome políticas culturales, cursos espontáneos de la historia, fenómenos culturológicos, y nunca atacando o irrespetando a los individuos que gusten de un estilo u otro.

  • MSJ dijo:

    ...muy bueno.

  • ojillo dijo:

    Nunca logramos el punto medio... siempre o no llegamos o nos pasamos...en la música no me gusta el reguetón, mi predilecto es Silvio, pero por qué también criticar las presentaciones de Álvaro Torres, para gustos los colores, todo es posible si existiera un balance.. ese que no logran alcanzar nuestros medios de difusión teniendo en cuenta todas las generaciones.

  • lila dijo:

    Mónica, presiento que eres muy joven... Y cuando era julio iglesias o peor, Alfredito, el calco? Las masas siempre serán las masas y se puede soñarar, aspirar a lago más que pan y circo, inlcuso escribir artículos, pero no se puede ser ingenuo, falsamente elitista ni menospreciar al otro. Ah, y la frase de Alfredo G. es como para suicidarse...

    • Mónica Rivero dijo:

      Lila: No menosprecio a nadie. Sobre lo demás, el relativismo es tan falaz como el universalismo.

  • Francisco Rivero dijo:

    Este titular : "Revolucionar la cultura, breve repaso a la vuelta de medio siglo " firmado por la Sra. Monica Rivero que llama a la atencion por su propositos.

    Me llamo la atencion y despues de su lectura desearia sumar a este " breve repaso " un indispensable ensayo, " Como surgio la Cultura Nacional " de Walteiro Carbonell este breve texto tiene la virtud de indicar reflexiones sobre el destino de la nacion cubana escrito en la hora y momento adecuado de una sociedad en el inicio de su Revolucion.

    Incluso a dias de hoy las tesis de este ensayo del desaparecido autor no tiene ni un gramo de polvo envejecimiento en su esencia.

    Recomiendo a los lectores de Cubadebate que lo consulten, porque en el ustedes podran encontrar vias de pensamientos proximas a la pregunta de la autora cuando en su final pregunta,“¿Cómo se sale del subdesarrollo?”

    Aqui les adjunto el enlace de un articulo del Sr. Pedro de la Hoz titulado " Walterio Carbonell, reparación y homenaje " publicado en la edicion electronica de la revista cultural cubana La Jiribilla en abril del 2008
    http://www.lajiribilla.cu/2008/n362_04/362_17.html

    Sobre el filme " Memoria del subdesarrollo " (1968) que se evoca en este trabajo me gustaria adicionar otra obra cinematografica " La muerte de un burocrata" (1966) realizada por el talentuoso director Tomas G. Alea. Personalmente estimo que ambas peliculas a pesar de ser de generos distintos me resultan como la vida misma complementaria en tiempo y espacio.

    Cuando pienso en la construccion del hecho y el espiritud de la Cultura de Cuba me evoca la alquimia del perfumista. Es una fragancia que a un no esta terminada y que busca las esencias de su pasado, de su presente y de su futuro.
    Al decir de mis honorables mayores " Perfume bueno, viene en frasco chiquito "
    Cuba, VA!

    Un saludo fraterno

  • Rafael Cantero P. dijo:

    Permítame la joven Mónica decirle que, según mi modestísimo punto de vista, para salir del subdesarrollo no solo hace falta Cultura, sino economía, la que permite desarrollar educación y la sociedad. Ahora, a 55 años de la revolución existen serias dificultades con los maestros.

    • Mónica Rivero dijo:

      Rafael Cantero: No hay cultura sin economía ni economía sin cultura. Se determinan mutuamente. El problema con los maestros es económico y es también cultural, tiene causas y consecuencias en ambos terrenos de la vida social. Gracias por su opinión.

  • victor dijo:

    Creo que una de las fórmulas bases para salir del subdesarrollo es, primero que todo, comprender que estamos en el subdesarrollo. Alguien dijo una vez que la única forma de enfrentar la solución de un problema, es precisamente conociendo la dimensión del mismo. Y, desgraciadamente, muchas veces se olvida esa condición real en que no sólo estuvo el país, sino que hoy todavía se mantiene, con independencia de lo pintada que pueda o no estar una fachada.

  • Juan Manuel Olivares chávez dijo:

    La jornada por el teatro cubano inició con los 15 de Teatro Tuyo

    Las Tunas, Cuba.- Con el reconocimiento de las instituciones se iniciaron las actividades de homenaje por los 15 años del emblemático Teatro Tuyo, en la sala Titón del cine-Teatro Tunas, el cual proseguirá con muchas más presentaciones de cara a su pueblo.

    El Director de la compañía Ernesto Parra explicó que el nombre significa Tu como espectador y yo como actor, pues el público será lo más importante y sintiéndose parte de él, existen mayores posibilidades de contribuir a su enriquecimiento espiritual.

    En nombre de Arcelino y Ángel Dovales, luminotécnicos, sonidistas, tramoyistas y hasta directores artísticos y de los actores Yaima Guerrero, Yany Gómez y Adrián, agradecieron a todos quienes le han ayudado a cosechar los éxitos en este tiempo.

    Le dieron las gracias a Carlos Tamayo a título de la UNEAC, a Lourdes Jacobo, por las Artes escénicas, a la Asociación Hermanos Saíz, a la Dirección de Cultura, a los medios de difusión y al pueblo de Cuba por compartir juntos tanto amor.

    El actor Ernesto Parra justificó que su gran proyecto consiste en que cada espectáculo supere al anterior, el premio Villanueva, lo alcanzaron en el 2013.

  • geo dijo:

    creo que es un comentario un poco fuerte, sobre todo en lo referido a Álvaro Torres que para nada es un viejo fantasma que resurge. soy muy joven y me gusta su música, muy a pesar del soez regguetón que ordinario y mediocre deprime lo más autóctono de nuestra cultura: solo basta con ¨ escuchar ¨ a Osmany García y otros. claro, a cada cual según sus gustos y eso se debe respetar, pero, señores...hay cada cosas... así que, Mónica, no veo nada de malo en que se mantengan algunas tradiciones o que aún el público prefiera a verdaderos intérpretes que nunca pasarán de moda (como Álvaro Torres), eso no es la causa de nuestro subdesarrollo. todo lo opuesto, ¿es que no estudiaste nunca sobre la ley de la negación de la negación en Filosofía Marxista Leninista?

    • Mónica Rivero dijo:

      Geo, yo también he escuchado alguna vez música de ese tipo. Estoy hablando de patrones culturales y de preferencias aplastantemente masivas, como es, en efecto el caso del reguetón. No cuestiono a los individuos, me pregunto en torno a las tendencias culturales y su nivel de coherencia con la aspiración martiana, socialista, etc. de la cultura y los cubanos. Gracias.

  • lila dijo:

    Nunca había visto que se demoraran tanto en poner los comentarios, ni que el autor se tomara la molestia de demostrar su molestia de manera tan insistente. Ni una sola respuesta de la autora supera mis espectativas... Esta en sus 13 y no la mueven, jajá. Eso debería verlo un editor, que no fuera ella, digo. Un artículo de fondo necesita gasolina para alcanzarlo y soportar lo que le venga.

  • lila dijo:

    Me edito: expectativas, x, que con la ortografía no se puede ser relativa nunca, jajá

  • Carlos Gutiérrez dijo:

    Reenvío hoy este comentario que envié ayer y no salió. Quiero pensar que no llegó a ustedes por problemas técnicos y no por otra causa.

    ¿Como se sale del subdesarrollo? Fácil, Mónica.

    Todos los países desarrollados del mundo fueron subdesarrollados alguna vez. ¿Bien?. La pregunta entonces sería:

    ¿Como salieron del subdesarrollo aquellos países que no optaron (o no pudieron optar) por desarrollarse arrebatando sus recursos a otros?

    Mi respuesta: Permitiéndole a TODAS LAS PERSONAS, desarrollar TODAS sus potencialidades creativas, impidiendo que esa “raza especial de gente con la que tenemos que convivir...para nuestro disgusto cotidiano” nos obliguen a pensar y actuar como ellos creen que debemos hacerlo y no de otra forma, y nos digan qué tenemos que ver, oír, sentir, hablar, a qué tenemos que aspirar, cómo tenemos que vivir, etc, etc, etc.

    Cuando lleguemos ahí, comenzaremos a salir del subdesarrollo.
    Te lo dice uno que ya va a cumplir sesenta años y ha tenido bastante tiempo y motivos para meditar sobre esta cuestión.
    Saludos.

  • carlos perez dijo:

    me gusto la foto que publicaron sobre nuestro apostol josé martí

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Mónica Rivero

Mónica Rivero

La Habana, 1989. Graduada de Periodismo (2012) en la Universidad de La Habana. Twitter: @lamagoch

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