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Muchachos de la Lenin, 36 años después

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ipvce leninAyer en la tarde compartí con mis condiscípulos de la Escuela Lenin. Se trata de la graduación doble de 1977 (último trece grado y primer doce, como año final del preuniversitario). Suena a tiempos prehistóricos. No nos sentimos viejos, y la verdad, nos vemos terriblemente bien. Cuesta a veces reconocer al otrora muchacho –un chispazo en los ojos quizás–, ahora calvo y barrigón, pero da gusto topar con su sonrisa. “Nos reunimos”, me dice el organizador, “desde los años noventa, cuando el período especial arreciaba. Si te hace falta un médico o un abogado, aquí lo encuentras. Si necesitas un nuevo trabajo, hay condiscípulos en todas las esferas laborales. Alguno te ayudará. Somos como los masones”.

Suena estridente la música de los setenta, la risa de los que se reencuentran, la conversación a gritos, porque no se escucha, de todos con todos, en pequeños grupos que se intercambian miembros. Un escalofrío me recorre. Estoy en el futuro, en mi futuro, salido de una máquina del tiempo, del tiempo real. Ya cada quién conoce su destino. A veces el más inesperado. Lo comunicamos o lo escuchamos decir, curiosos y resignados. Pero hay gestos, palabras, que eluden la franja de los acantilados. Nadie quiere avanzar más: somos médicos, abogados, economistas, ingenieros, hay un actor, un viceministro, un empleado de firma extranjera, un emigrado, pero también un botero, un botón de hotel de lujo, un capitán de restaurante, alguien que me dijo que no trabaja, “estoy en la casa”, así, escuetamente, pero agregó con orgullo: “mi hija es pintora”. Algunos son más exitosos que otros. Aunque depende de cuál sea nuestro concepto del éxito. Los que tienen más dinero, no ejercen por lo general su profesión. Los que la ejercen, no siempre descollaron en su ejercicio. Supongo que algunos son felices, y otros no, y habrá quien desconozca que es posible serlo (y lo sea). Lo curioso es que el éxito –material o profesional–, no siempre acompañó a quienes creíamos más exitosos en la adolescencia. Ni los más aplicados, ni los más fuertes, ni los donjuanes de entonces, son ya lo que eran. Los sin dudas, los que todo lo sabían, hoy no tienen respuestas. Y algún desaplicado, o aparente debilucho, o solitario, ha reaparecido con un destino no imaginado. De alguna manera, todos sobrepasamos el período especial. Unos, solo ellos lo saben, vendieron el alma en el camino; otros prefirieron dejar los enseres, las baratijas, las viejas ropas, incluso la piel, y resguardar el alma. Algunos se fueron; otros, los que estamos aquí, pusimos rodilla en tierra.

Tenemos un héroe. No un héroe de la cotidianidad; de esos hay muchos. Hablo de un héroe, de los que aparecen en los libros de historia. Vino alguien y me dijo que me tomaría una foto, que acumulaba fotos para enviárselas a Tony Guerrero, el condiscípulo ausente, uno de los Cinco antiterroristas presos en los Estados Unidos. Era, o parecía ser, tan “normal” como nosotros; es la mejor parte de nosotros. Bailamos con frenesí, nos divertimos. Volvimos a ser adolescentes por unas horas. Ya sé que no todos fuimos amigos, pero compartimos un pedazo entrañable –solo en apariencia insignificante–, de nuestras vidas. También  bailan muchachos que se nos parecen, que tienen  hoy la misma edad que teníamos entonces, que son inteligentes, audaces, impetuosos. Son nuestros hijos. Son una parte importante del sentido revelado de nuestras vidas. Por ellos luchamos, por el futuro de ellos. ¿Qué serán, cómo serán, dentro de 36 años?

21 de julio de 2013

(Tomado de La Isla Desconocida)

Se han publicado 47 comentarios



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  • jose forcada dijo:

    Que bueno que todos llevemos la lenin adentro, es real estando en la universidad cuando hablaba de la escuela era para mencionar a la lenin, es muy dificil olvidarla, todo pasamos muy buenos momentos en ella, y como los describes en sus que hacer es muy real , pero coincido que eso de que “VENDIERON el ALMA”, y PUSIERON RODILLA EN TIERRA, para hablar de lo que fuimos en la lenin esta fuera de lugar.
    Hace un tiempo fui a una fiesta de mi graduacion(1972-1978) en el salon Rosado de la Tropical, pienso que la organizo Osmel Francis( cubanito 2002)y vinieron de todas partes del mundo, inglaterra, alemania, espana, algunos de Miami, y los que no, vinieron en un video hecho desde los EEUU, todos seguimos siendo los de la Lenin y creo que ser emprendedores, salir de lo cotidiano , ser independiente, tener criterios y opiniones diferentes tambien nos lo formo la lenin.
    Que buena idea la de Fidel en hacer la Lenin, que malo que hoy no se le preste atencion diferenciada para que dentro de 36 anos podamos seguir diciendo lo mismo.

  • Carrasco dijo:

    Es impresionante encontrar nuestros propios sentimientos y gratos recuerdos aqui descritos, en voz, o en letra de otros, no importa la escuela o la fecha donde nacieron (los sentimientos, claro). Los felicito a todos por conservar ese exclusivo patrimonio, que es también el de nuestra pequeña gran Isla. Yo estudié en Los Camilitos, también la secundaria y el Pre. Un abrazo.

  • Daniela dijo:

    Soy de la graduación 40....Es increíble que una escuela, que es bastante más que eso, sea capaz de formar lazos tan bonitos entre las personas y conmueva (estoy más que segura) al que lea estas líneas. Mis grandes amigas son de La Lenin, que digo...mis hermanas. Creo que el vínculo entre la gente de mi graduación es bastante bueno, habría que ver 20 años en el futuro.....

  • Lourdes María Serra Otero dijo:

    Hola Enrique y internautas de CubaDebate:
    Soy de la graduación cero 0 - 1974, de los que fuimos a construir la Lenin y estuvimos en la Inauguración en enero de 1974. Realmente hay una graduación anterior en 1973, ya era Lenin, pero no estaba inaugurada, por eso le diecen la -1.
    Conozco a algunos de tu grupo. Nosotros también nos reunimos, muchas veces en mi casa y las últimas dos veces gracias a la colaboración de una casa de abuelos en Centro Habana. Espero que pronto podamos reunirnos nuevamente en mi casa.
    Nosotros, los de mi generación, amamos La Lenin y tenemos un sentido de pertenencia muy fuerte, será que la vimos nacer desde que Fidel diera la idea el 8 de abril de 1971 en el tabloncillo de lo que fuera Vento Secundaria, cuando por invitación de los propios estudiantes vino a ver cómo funcionaba la Escuela de Monitores de Vento creada por él en 1966, en las instalaciones de lo que había sido la escuela de Administradores creada por el Ché en los entornos de Rio Cristal y la tasa de Vento del Acueducto de La Habana.
    En ese entonces andábamos por La Coronela y la directora era Reyna Mestre Veitía. Marchábamos por la calle 228, sin separador central (hoy 230), cuando pasó el Yip con nuestro amado Comandante y cómo hormigas le caímos arriba y le dijimos que éramos los monitores de Vento y que en La Coronela eran los albergues y la escuela allá casi en 51, pues ya no cabíamos en la Vento original y después de pasar por antigua escuela militar de Punta Brava nos habían mudado para ese lugar.
    A los pocos días vino de visita y le mostramos todo lo que hacíamos. El final fue una actividad cultural, en el tabloncillo dónde el tantas veces practicó Baloncesto con el equipo nacional (incluidos dos de nuestros estudiantes, Raúl Padrón y Roberto Arrebato) y cerró con una danza de Palo de Monte y un pegajoso baile del Gallo y la Gallina, “Piti Pinnguero …”. Él nos hizo bajar del escenario para conversar con nosotros, así pintados y vestidos como esclavos, y muchachos al fin lo rodeamos cerquita de la puerta que da acceso al tabloncillo.
    Nos dijo que merecíamos una escuela nueva y que él pensaba en unos terrenos cerca del Parque Lenin, donde habían practicado tiro preparándose para el Asalto al Moncada y nos preguntó qué nombre le pondríamos y a la propuesta de algún estudiante ¡Lenin!, una ola de alegría nos impactó a todos. Ese día fue para mí especial, pues era la víspera de mis 16 años y lo había pasado junto a Fidel.
    A partir de ahí nos visitaba frecuentemente, se encaramaba en el capot del Yipi para conversar con nosotros. Un día nos dijo que había pasado por el lugar y todavía había sembrado boniatos, pero si queríamos tener escuela había que ayudarla a construir y así comenzó la Gran Obra. En septiembre de 1972 nos mudamos para allá. Solo existían los dos primeros edificios de albergue, y la primera sección del edificio docente. El agua había que cargarla en latas de aceite desde el Tanque elevado a la entrada de la futura escuela. El comedor era una nave que los constructores usaban como almacén y cómo éramos los de 12 y 13 grado siempre comíamos de último. Un día, tarde en la noche, el director Chávez se subió en el pasillo de la nave y nos dijo señalando hacia los cimientos de las edificaciones: “Ustedes ven todo esto, pronto será la escuela” y señalando hacía el monte: “Ahí se construirán las fábricas.”
    EL 30 de enero de 1974 ya en La Lenin los estudiantes trabajaban y estudiaban: se ensamblaba la computadora CID 201-B y yo era una de los que aprendió, estudié informática y hoy en día todavía enseño informática donde se me necesite; se ensamblaban radios, y se hacían pelotas y guantes para la industria deportiva. Manteníamos los círculos de interés. Estudiábamos , por falta de maestros éramos monitores de los grados inferiores, desfilamos el 1 de mayo de 1973 por primera vez con el uniforme azul que ayudara a diseñar Celia Sánchez, bailábamos y cantábamos en festivales, en congresos, inauguraciones de escuelas en el campo y sobre todo soñábamos con ese futuro luminoso que avizoraba nuestro Comandante.
    ¡GRACIAS POR TODO FIDEL!, y esperamos que esa idea genial de crear nuestra escuela continúe dando frutos para las nuevas generaciones.

    Lourdes Serra Otero duende.habanero@gmail.com

  • José Antonio dijo:

    Amigo: Muy bueno el comentario. Fuímos condiscípulos del mismo año y graduación, y te digo que estas reuniones anuales que hacemos desde 1994 (sin fallar en ningún año) son lo ideal, para seguir manteniendo la tan necesaria e indispensable unidad, y ejemplos más que claros de ello fueron las dos últimas, efectuadas en la Sala Atril del Karl Marx, en las que estuvimos, en cada una, más de 60 del 13 grado, y otros tantos del grado 12, y en las que se evocaron a los que ya no están físicamente entre nosotros, y se vertió una espontánea y sana alegría. Reuniones que tendrán que persistir por siempre y para la eternidad. Muy bueno el artículo, hermano DOLL

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Enrique Ubieta Gómez

Enrique Ubieta Gómez

Ensayista e investigador cubano. La Habana, 1958. Director desde 2016 de la cuarta época de la revista Cuba Socialista. Autor de varios libros.

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