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Las Cumbres de Presidentes y Jefes de Gobiernos de Iberoamérica y los planes magnicidas (II)

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¿Cuál puede ser el fin de Castro?

"Una bala en su cerebro..."

Jorge Mas Canosa, Universidad Internacional de la Florida,

Junio de 1990.

El fracaso rotundo del nuevo intento para asesinar a Fidel Castro Ruz durante la VI Cumbre Iberoamericana en Chile, no hizo desistir a los directivos de la Fundación Nacional Cubano Americana de otros proyectos homicidas, aspiración de su jefe máximo expresada en junio de 1990 ante un grupo de estudiantes de una universidad en la Florida.

Mas Canosa, para alcanzar su propósito,  se encomendó a sus antiguos condiscípulos en la CIA, no quería otra decepción, su vida estaba llegando a su fin como consecuencia de una enfermedad terminal y quería pasar a la posteridad como un magnicida. Se conformó una tripulación de terroristas veteranos, todo con una amplia hoja de servicios en agresiones contra Cuba. Se les dotó de todo lo necesario en equipos, armas, explosivos, logística y dinero en abundancia con un objetivo definido: matar al Presidente de Cuba en Isla Margarita, Venezuela en ocasión de la VII Cumbre de Iberoamérica.

El grupo ejecutivo lo integraron Ángel Moisés Hernández Rojo, capitán de buque madre de la CIA y miembro de sus grupos de contrainsurgencia en América Latina; Juan Bautista Márquez Hernández, capitán de buque madre también y secuestrador de pescadores cubanos en Bahamas; José Antonio Rodríguez Sosa, capitán de barco de esa agencia, quien le dio apoyo a la operación en tierra, junto a su hermano Alexis Rodríguez Sosa, ambos miembros de los grupos de misiones especiales en operaciones marítimas contra Cuba. Otros dos tripulantes que estaban a bordo con los fusiles de alta precisión de la FNCA, completaron el equipo criminal.

En octubre de 1997 el comando en el  barco La Esperanza zarpó de Miami con destino a Venezuela, días después averías en la embarcación lo obligaron a buscar auxilio en Puerto Rico donde fueron detenidos al ocupárseles ocultos el material bélico y haber reconocido Ángel Manuel Alfonso Alemán, uno de los tripulantes, que el objetivo era matar el Presidente cubano durante la Cumbre.

Fueron procesados, juzgados y liberados en Puerto Rico dos años después como prueba de la complicidad y tolerancia habituales de las autoridades norteamericanas cuando los delincuentes que son terroristas de origen cubano.

En 1998 durante la IX Cumbre en Oporto, Portugal, los terroristas estudiaron las posibilidades de atentar nuevamente contra el líder cubano, pero las legítimas y sostenidas denuncias de Cuba ante tales intentos, hicieron postergar los planes para otra ocasión en esos eventos. Fraguaban ya para ese año un plan similar en República Dominicana.

El 9 de agosto de 1998 se conoció que un comando terrorista a la orden de Luis Posada Carriles e integrado por otros tres criminales se conjuraban para ultimar al Presidente cubano durante su asistencia a la Reunión  Especial de Jefes de Estado y de Gobierno de Cariforum, un organismo regional que integra a los catorce  países de la Comunidad del Caribe (CARICOM), Haití y República Dominicana. Cuba como miembro observador, asistiría a la reunión que se celebraría del 20 al 22 de agosto.

La IX Cumbre se efectuó en La Habana en 1999 y los terroristas conocían que la X jornada presidencial se efectuaría al año siguiente en Panamá y hacia esa oportunidad encausaron sus preparativos. Un comando de profesionales del crimen se dio cita para realizar un acto de terror concebido para asesinar a cientos de personas incluido el Presidente de Cuba durante el discurso que pronunciaría el Mandatario el Paraninfo de la Universidad Autónoma de Panamá, que se proyectaba volar mediante el empleo de decenas de kilogramos de explosivos de alto poder.

Esta intención fue denunciada por el propio Presidente el 17 de noviembre a su arribo a Panamá lo cual permitió la detención de Luis Posada Carriles, Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Remón Rodríguez y Guillermo Novo Sampoll, todos experimentados criminales conocidos de las autoridades norteamericanas, con todos los medios para la acción y el testimonio de varias otras personas involucradas en el plan. Durante casi cuatro años se investigó, proceso, juzgó y condenó a benignas penas a los terroristas por las autoridades panameñas.

Finalmente la injusticia prevaleció y la entonces presidenta panameña Mireya Moscoso indultó al comando terrorista el 25 de agosto de 2004 y en la madrugada de ese día salieron en libertad. Posada se refugió en Honduras hasta marzo de 2005 cuando se trasladó ilegalmente a Estados Unidos, donde podía estar mejor protegido y los otros criminales viajaron directamente a territorio norteamericano donde viven hoy sin ser molestados.

En gesto genuflexo y dadivoso Mireya Moscoso informó de inmediato su decisión al embajador de Estados Unidos en Panamá, Simón Ferro, de origen cubano y dijo haber cumplido el pedido recibido para la liberación de los matones. Esta no fue solo una desnuda postura de entreguismo en el ocaso de su mandato, por ello recibió el botín que los terroristas de Miami ofrecieron como recompensa por el rescate.

El proceso legal contra los terroristas no estaba terminado, la representación de los abogados querellantes había solicitado la revisión de la condena para elevarla. Se consideró inconstitucional el indulto otorgado. Las autoridades de Cuba presentaron la denuncia ante el Presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, por medio de la carta del  21 de septiembre de 2004, que entre otros aspectos señalaba: "La historia de la impunidad que disfrutan hoy estos terroristas se venía gestando desde el 10 de abril del año 2001, cuando la propia Presidenta de Panamá en ese momento, mediante las Resoluciones Ejecutivas 58, 59, 60 y 61, rechazó la justa y bien fundamentada solicitud de extradición contra los cuatro terroristas presentada por el Gobierno cubano el 12 de enero de ese mismo año, cumpliendo todos los requisitos exigidos para tales actos tanto por la legislación panameña como por los instrumentos internacionales en vigor"

El gesto más hipócrita lo protagonizó el Ministro de Relaciones Exteriores panameño el 15 de julio de 2004, quien según el comunicado No. 100 había reiterado que: "Posada Carriles y sus cómplices fueron juzgados, sentenciados y deberán cumplir la condena impuesta". Luis Posada Carriles y Gaspar Jiménez Escobedo fueron condenados a ocho años de privación de libertad, y Pedro Remón y Guillermo Novo Sampoll a siete años, sentencias que en su momento fueron apeladas por los abogados querellantes que representan a las organizaciones sindicales, estudiantiles e indígenas panameñas, debido a irregularidades en el proceso y a que las penas impuestas no se correspondían con la gravedad de los delitos que les habían sido probados en el juicio.

Después de haber entrado ilegalmente a Estados Unidos, Luis Posada Carriles fue encausado en el 2005 por faltas leves del reglamento migratorio y no por su extensa hoja de vida como terrorista,  en uno de los procesos judiciales más dilatados de la historia de ese país. Por más de seis años de amañadas y dilatadas medidas judiciales se le juzgó y finalmente en abril de 2011 fue declarado inocente.

Los intentos magnicidas no cesaron en estas cinco décadas. La Revolución cubana victoriosa siguió adelante enfrentando y venciendo  a otros cientos de planes agresivos en su contra, que urdieron y urden las agencias norteamericanas como la CIA, pero la aspiración de intentar revertir el camino tomado por millones de cubanos continúa en las quimeras del Imperio.

Se cumplen once años del intento magnicida en Panamá, aún las estructuras terroristas de los anticubanos siguen intactas en Estados Unidos en la época del Premio Nobel de la Paz el demócrata  Barack Obama, que ha mantenido la impunidad y la protección de estos enemigos comunes para ambos países, ha honrado al terror que dice combatir.


Julio Ferreiro-Mora "Un día en la vida de Jorge Mas Canosa", Miami Mensual, junio 1990,  Miami, Florida, pp. 54-60.

Murió el 23 de noviembre de 1997

Se han publicado 1 comentarios



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  • Celso Brizuela (Chester) dijo:

    Ya sabemos cómo las gastan los empre-saurios corporativos que "lideran" un "mundo libre" con esclavos asumidos.
    Pero ahora que están a punto de colapsar y acosados por sus propias contracicciones... serán más peligrosos.
    Sus blancos no serán solamente Chávez, Fidel o Amadineyad... sino la humanidad en conjunto... si es que los propios ciudadanos estadounidenses no cortan las uñas a la mafia federal y sus sicarios disfrazados de policías.

    Chester el lobo etepario

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José Luis Méndez Méndez

José Luis Méndez Méndez

Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, "La Operación Cóndor contra Cuba" y "Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba". Es colaborador de Cubadebate.

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