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Recordándote Hugo Cores

En este artículo: Uruguay
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(Hombre sabio y amigo eterno , dirigente y fundador del Movimiento por la Victoria del Pueblo PVP, de Uruguay, periodista, escritor, investigador, analista,  siempre compañero en todas las circunstancias, quien en la pasada  noche del 6 de diciembre se encontraste con la muerte  andando solo por las calles de Montevideo, aunque tu mano tocó a una puerta y era una casa de amigos.)

Todavía lo veo mirando desde un alto balcón en un día de ventarrones a ese Montevideo que tanto amaba. El mismo allí, con su andar tranquilo, a sabiendas de los fuegos que llevaba adentro. Siempre dispuesto al cafecito o simplemente al encuentro entre amigos. Hace muy poco tiempo vino a buscarme al hotel donde estaba parando en Montevideo para comer algo por ahí, en un sencillo restaurante de amigos. Venía  en un auto muy viejo, como correspondía a lo que el creía de las viejas militancias.

Asombrada escuchaba al siempre militante Hugo Cores, al amigo del alma, explicando al Uruguay que tanto amaba con una dialéctica brillante, recomponiendo tableros, a veces también descomponiéndolos.

Su capacidad de trabajo,  su humildad y generosidad habían hecho de él un eterno hombre nuevo.

En los últimos tiempos estaba angustiado, lo estaba y especialmente cuando analizaba el momento histórico de América Latina y nuestros países y las graves falencias de muchas agrupaciones  de izquierda. En las columnas que escribía en La República cada lunes y que infaltablemente llegaban para los amigos y compañeros, Hugo Cores demostraba cómo debe actuar un militante auténtico de izquierda para plantear las diferencias con sus compañeros de ruta, con un gran respeto, pero sobre todo usando un discurso dialécticamente impecable, donde se advertía que no lo habían tocado los brillos falsos de la política empobrecida por frivolidades, pragmatismos y otras yerbas de estos tiempos.

Cuando desmenuzaba los errores cometidos, incluyendo los que el admitía como propios, era tiernamente implacable.

Y digo y sostengo "tiernamente" porque siempre encontraba un camino  abierto por experiencias, sufrimientos pasados, para tratar de comprender al otro, al que en ese momento se enfrentaba.

Le estaba dando a la izquierda de su país y a otras el mayor ejemplo de cómo debate en términos ajustados  la verdadera militancia.

Estaba también ansioso con las buenas nuevas que surgían de los estrados judiciales de su país, especialmente porque la justicia necesaria para poder respirar el aire renovado con todos los amados ausentes, era para él un tema de vida o muerte, no personal, sino colectivo.

Para ese Hugo Cores que conocí como amigo, capaz de todas las ternuras y capaz de escuchar viendo, de escuchar entendiendo, sin soberbia alguna, no había día demasiado luminoso si no se hacía justicia con los miles de torturados, los desaparecidos, los asesinados, porque sentía cada vez que allí estaban reclamando esos ojos hundidos en la noche y niebla de ese pasado tan cercano.

El Hugo de los derechos humanos, el Hugo de la transparencia, el  que sufría cada parto de la historia o celebraba austeramente cada luminosidad en el camino no está ahora, pero está.

En estos días cuando nos paremos en la puerta de Automotores Orletti, recuperando ese lugar del horror para que la memoria nunca muera-te lo prometemos- sabemos que estarás con nosotros. También se ha quedado sin tu mano ese proyecto de escribir juntos algunos  capítulos de los descubrimientos nuevos sobre la Operación Cóndor, de la que estudiabas cada laberinto. Pero estarás allí en la larga entrevista  que abrirá esas hojas renovadas donde de alguna manera juntos estaremos contando esa historia de perversiones  de los terrorismos imperiales y coloniales. Con tu voz amigo espantaremos a los hipócritas, no sólo de los templos sino de las calles, que los pueblos están recuperando y que sólo intelectuales como tu pueden acompañar de cerquita con el mismo paso y el mismo tiempo que ellos se toman. No antes ni después.

Hugo  nos harás mucha falta porque sí hay imprescindibles y son los ilumineros como tu.

Hasta siempre o hasta las victorias siempre.

Acompáñanos todos los días y tiernamente implacable no nos dejes caer en la tentación de la cobardía o los espejos brillantes del enemigo que todavía ciegan a algunos de los nuestros.

Gracias camarada, gracias compañero. Gracias amigo.

Stella Calloni

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Stella Calloni

Stella Calloni

Periodista argentina y corresponsal en su país del diario La Jornada. Es autora de "Los años del Cóndor".

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