Cubadebate

Al abogado se le escapó antes de que comenzara la Corte de Inmigración y un periodista lo colgó tímidamente de una información: "Posada Carriles no declarará en la audiencia". Como medio mundo anda confundido con lo que está ocurriendo en El Paso, nadie ha reparado en el absurdo -o la estupidez- de aquella declaración lanzada al vuelo.

A diferencia de un juicio cualquiera en Estados Unidos, donde el acusado puede acogerse a la Quinta Enmienda de la Constitución -la que establece que el ciudadano no está obligado a declarar contra sí mismo-, en un trámite para definir el estatus migratorio la persona sí tiene que responder las preguntas del funcionario. Está obligado, porque el individuo no se somete a un proceso judicial, sino que se presenta ante la autoridad pública para hacer una petición más o menos burocrática acerca de su estatus migratorio. Él tiene "el peso de la prueba". Salvando las distancias, es como si usted quisiera mudarse de Camagüey para La Habana, y cuando está ante la Oficina del Carné de Identidad decide no llenar los formularios que establece la Ley de la Vivienda. Técnicamente, es como si no hubiera decidido mudarse.

¿Entonces para qué rayos es la audiencia que se inició ayer en El Paso, Texas? ¿Cómo puede ventilarse un trámite migratorio o de cualquier otro tipo, si el interesado en recibir el beneficio se declara súbitamente mudo? ¿Qué clase de malabarismos ha preparado el "defensor" Eduardo Soto para evitar lo inevitable?

Estamos asistiendo, sencillamente, a una función de circo. Posada Carriles y sus abogados han preparado un teatro del absurdo para situar a Cuba y a Venezuela debajo de los reflectores, mientras el terrorista se escabulle por la puerta trasera.  O peor, como acaba de confirmar un despacho de EFE, han sustituido al principal payaso del elenco por un ventrílocuo: Joaquín Chaffardet, ciudadano caraqueño, colaborador de Posada Carriles en sus años de comisario torturador en la DISIP y abogado de algunas de las peores y más sonadas causas que se recuerden en la historia criminal latinoamericana. En su larga hoja de "servicios" se registra la defensa de narcotraficantes, funcionarios corruptos, golpistas y asesinos, como el propio Posada, su socio en la tenebrosa agencia de "investigaciones" que dirigía el terrorista de origen cubano en 1976cuando planeó la voladura del avión.

Chaffardet es el principal testigo hoy en la audiencia de El Paso, ese trámite funambulesco que entretiene a la audiencia, mientras se dilata de aquí y hasta la eternidad el proceso legal que merecería un terrorista de tan potente pedigrí como Luis Posada Carriles. No me sorprendería que en vez de auxiliarse de un martillo para abrir la sesión en la corte, el juez William Abbott se valiera de un anunciante de feria: "¡Llegó el circo de Miami a El Paso, señoras y señores! ¡No se pierdan esta única función! ¡Payasos, leones, perros, tragafuegos, malabaristas…!"

Pero más les vale a los Sotos y a los Chaffardets no confiarse.  La Apelación de los Cinco y el fallo de Atlanta en el caso de Elián probaron que hay cierta decencia en Estados Unidos y no pocos funcionarios hartos del manipuleo político de Miami.

¿Y si toda esta historia toma rumbo imprevisto? ¿Y si el circo mediocre termina en el drama de Luis Posada Carriles, George Bush y Condoleezza Rice, los tres cocinados en su propia salsa?