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Nuevo rumbo en Venezuela: La próxima batalla

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La victoria del pueblo venezolano es irrebatible. Hasta la OEA y el Centro Carter avalaron la elección y el recuento de boletas demostró que no había fraude. Bush ha tenido que reconocer, a medias, saliéndole las palabras a sus voceros entre espumarajos de bilis, que el referendo fue válido. Los militantes del odio, en Miami, no saben qué decir ni cómo ocultar su frustración. Andan llorando por los portales.

El problema ahora es la próxima batalla, la que va a lanzar la burguesía, derrotada en las urnas, pero aún activa, impetuosa y cargada de rencores y enconos. Esa clase social no se comprende vencida y aunque sabe que solamente cuenta con el 40% del apoyo de los venezolanos usará esa fuerza para imponerse a la mayoría.

Solamente le queda el magnicidio, el atentado contra Chávez, que implementarán con toda la ayuda de la CIA y el gobierno de los Estados Unidos; el golpe de estado militar, si consiguen reclutar nuevos oficiales felones y desleales a la patria; o la insurrección armada, si lanzan guerrillas contrarrevolucionarias en los llanos del sur o en las selvas cercanas al Amazonas.

Están en minoría, pero tienen los medios de difusión masiva que continúan tergiversando, mintiendo y agitando. Tienen el poderoso apoyo de la embajada estadounidense y el de la Iglesia Católica. El cardenal Castillo Lara ensució la institución que dirige expresando que se pagaron los votos chavistas a sesenta dólares. Esa iglesia no aprende que sus calamidades provienen de sus empeños sempiternos de hacer retroceder la historia.

La burguesía derrotada es temible cuando vuelve al poder. La reacción triunfante suele desatar el terror blanco y la represalia indiscriminada. El gobierno del efímero Pedro Carmona abolió de un plumazo todas las entidades constitucionales creadas por la república bolivariana y sus leyes y decretos de beneficio social. Después habría empezado la represión y los fusilamientos pero su vertiginosa escapatoria no le dio tiempo a implementarla.

Tras la Comuna de París las tropas de Thiers fusilaban a los obreros en las calles por el único delito de tener las manos callosas. Cuando la revolución francesa proclamó sus lemas igualitarios y su reforma social, los monárquicos alzaron huestes armadas en La Vendée. Al regresar Luis XVIII al trono fusiló a los mariscales Ney y Murat por haber colaborado con Napoleón. El Congreso de Viena, controlado por Metternich, y sus decisiones reaccionarias y retrógradas fueron la consecuencia del ocaso de la Revolución Francesa. Castillo Armas arrasó a Guatemala con el asesinato de las fuerzas de izquierda. Pedro Aramburo aniquiló a los liberales tras el período peronista y entregó la soberanía nacional a Estados Unidos. Franco hizo fusilar a doscientas mil personas, maestros, intelectuales, activistas de izquierda, tras el ascenso del fascismo (sin contar el millón que murió en la guerra). ¿Para qué seguir?, la lista sería interminable.

El vicepresidente José Vicente Rancel ha anunciado la posibilidad de abrir un diálogo con las derechas y ese es un camino inteligente: buscar la avenencia, los territorios comunes. Una parte de esa burguesía, la más esclarecida, aceptará, intentando salvar lo que pueda, pero otra, me temo que la mayoría, seguirá el camino de la violencia.

La burguesía prepara el Plan B, la opción alternativa de violencia, terrorismo y disturbios. Lograr a toda costa la desestabilización del chavismo, ese es su objetivo. En Cuba, la burguesía, sabiéndose derrotada huyó rápidamente. Confiaban en el gobierno de los Estados Unidos. Muchos dijeron que se iban por unos meses apenas, hasta que el ejército norteamericano viniera a arreglar las cosas. Confiaban en la supervivencia oculta de la Enmienda Platt, en el intervencionismo tipo Guatemala o tipo República Dominicana. Los marines serían la solución. Llevan cuarenta y cinco años esperando.

Pero en Venezuela se han quedado, están dando la batalla desde adentro, por eso son más peligrosos. Esa es la próxima batalla, la más dura, la más amenazadora. La que Chávez tendrá que llevar a cabo con inteligencia, audacia y el masivo apoyo popular, tal como ha venido haciendo hasta ahora.

gotli2002@yahoo.com

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Lisandro Otero

Lisandro Otero

Novelista, diplomático y periodista. Ha publicado novelas y ensayos, traducidos a catorce idiomas. Falleció en La Habana en 2008.