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Crisis, incongruencias y desaciertos de la concepción antiterrorista de la administración Bush.

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Varios acontecimientos ocurridos en los últimos días han puesto en evidencia la actual campaña antiterrorista sostenida por George W. Bush, mostrando su carácter inconsecuente y arrojando serias dudas sobre su efectividad y  transparencia de motivos.

 

En primer lugar, luego de haber desarrollado crueles campañas bélicas contra Afganistán e Irak, a las que se ha sumado a varios países de Europa, Asia y América, la teoría de "acabar con el terror mediante la fuerza" ha dejado mucho que desear. En realidad, las cuestionadas agresiones contra estas dos naciones en busca de terroristas y la amenaza de buscarlos "en cualquier oscuro lugar del mundo", no ha hecho otra cosa que anteponer terror contra el terror, afectando directamente a miles de personas tan inocentes como las propias víctimas del 11 de septiembre. La ONU por su parte, llamada  a ser espacio para el diálogo y la discusión en torno a este flagelo, se ha dejado secuestrar por la política belicista norteamericana y permitió que campearan en el mundo aires de violencia y de ciega e irracional intolerancia. De hecho, pues, el infierno dantesco de las Torres Gemelas provocado por unos terroristas, se multiplicó y adquirió mayores y todavía inmedibles proporciones a causa de las acciones de otros terroristas, esta vez  dirigidos por una gran superpotencia y por un presidente que en nada se diferencia de Adolph Hitler.

 

La omisión de las causas reales del terrorismo y  el uso discriminado del terror por parte de las fuerzas invasoras, no han hecho desaparecer este mal sino que, por el contrario, ha exacerbado nuevas formas de violencia. La respuesta de los grupos islámicos permanentemente perseguidos no se ha hecho esperar: Se produjeron  dos poderosos atentados en Turquía y Arabia Saudita y, más recientemente, el atentado perpetrado en Madrid.

 

La muerte de más de doscientas personas y los más de mil heridos, fundamentalmente emigrantes y humildes españoles, sirve para evidenciar que quien siembra vientos recibe tempestades. Desgraciadamente, ese criminal hecho ha sido el precio pagado por los españoles por la política guerrerista de su ex primer ministro, quien, oponiéndose a la voluntad mayoritaria de su pueblo, se enredó en una contienda criminal para salvar sus compromisos ideológicos con Bush. ¡Ojalá otras naciones involucradas en la criminal agresión a Irak saquen conclusiones de esta experiencia dolorosa!

 

En segundo lugar, el inicio del juicio a cuatro terroristas cubanos en Panamá, involucrados en un intento por asesinar al presidente Fidel Castro en el año 2000, durante la celebración de la X Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado. Este hecho, colofón de un sistemático y mantenido terrorismo  dirigido contra el pueblo durante cuatro décadas, demuestra  fehacientemente el doble rasero de la concepción antiterrorista de las administraciones norteamericanas.

 

Un simple recuento de las acciones terroristas dirigidas contra Cuba, a la que han costado 2099 muertos y más de 3000 heridos y mutilados, así como cuantiosos daños materiales, pone al desnudo el hecho de que Estados Unidos tiene una visión parcializada del fenómeno terrorista en el mundo. Desde su territorio, o efectuado por personas que viven a su amparo y protección, se organizaron sólo en la década de los 90 cerca de 16 planes de atentado contra el presidente cubano, así como 8 intentos de asesinato contra otros dirigentes de la Revolución. Por si fuera poco, en ese mismo período se organizaron 108 acciones terroristas contra la Isla. Muchos de los ejecutores materiales e intelectuales de estos criminales planes viven en Miami con total impunidad.

 

¿Por qué el gobierno norteamericano no ha ejecutado acción alguna contra estos terroristas que en nada se diferencian de los grupos violentos que hoy siembran de muerte a Madrid como ayer lo hicieron en Nueva York?

 

¿Por qué se ha permitido que desde territorio norteamericano se agreda a otra nación en franca violación de la cacareada Ley de neutralidad?

 

¿Es válido el argumento de que sólo son terroristas malos los que atacan intereses y personas de Estados Unidos y de sus aliados, mientras que se perdonan crímenes como el perpetrado en octubre de 1976  contra un comercial cubano en pleno vuelo o el intento de volar el famoso cabaret Tropicana atestado de turistas  extranjeros en 1994?

 

¿Para qué buscar terroristas en "cualquier oscuro rincón del mundo" si somos incapaces de verlos en nuestras propias narices (entiéndase Miami o Nueva Jersey?

 

Por supuesto, la total impunidad con la que se han ejecutado estos criminales hechos y su cómplice aceptación e indiferencia  por parte de las autoridades norteamericanas, demuestra que su lucha antiterrorista está viciada por fuertes condicionamientos políticos e ideológicos. Mientras se persiga y combata a unos terroristas y se bendiga y perdone a otros, jamás desaparecerá  el terrorismo y la lucha contra él estará condenada al fracaso.

 

En tercer lugar, resulta contradictorio de que la justicia norteamericana haya condenado a cinco cubanos dignos cuya misión en su territorio fue la de impedir y alertar sobre ese terrorismo dirigido contra el pueblo de la Isla. Lo amañado del juicio a estas personas y la franca intención de descargar sobre ellos un tratamiento cruel y condenas abusivas, expresión del odio de la mafia miamense contra la Revolución Cubana, pone en tela de juicio no sólo el apego del gobierno a la justicia, sino también a sus cacareados esfuerzos por frenar el terrorismo.

 

¿Cómo es posible que se juzgue y encarcele a luchadores antiterroristas mientras se mantiene en las calles a quienes han perpetrado actos criminales no sólo contra Cuba, sino contra personas y propiedades de otros países, incluidos los propios Estados Unidos?

 

El odio irracional hacia Cuba se ha proyectado contra estos Cinco patriotas, llegando al extremo de violar preceptos constitucionales que se respetan hasta en el caso de criminales y asesinos en las cortes estadounidenses. ¿Por qué se les ha encerrado en el hueco durante más de 17 meses  y han sido  sometidos  a crueles castigos y vejámenes? ¿Por qué se les han impuestos descomunales condenas y se les han endilgado cargos no probados fehacientemente? ¿Por qué se ha condenado a ellos y a sus seres queridos a la dolosa imposibilidad de verse y comunicarse como lo establecen las propias leyes penitenciarias norteamericanas?

 

Nada puede esperarse entonces de quienes apresan antiterroristas y exculpan a probados criminales y terroristas, como tampoco puede esperarse algo de quienes esperar usar terror contra el terror. En eso se fundamenta la crisis de la política antiterrorista de los Estados Unidos.

 

La justicia de los hombres  cobra a quienes la usan en su beneficio y con propósitos insanos. Así le acaba de ocurrir a José maría Aznar y así le ocurrirá un día a Bush, responsable no sólo de la muerte de miles de iraquíes y afganos, sino de cientos de jóvenes norteamericanos a  quienes ha lanzado a una guerra injusta y sin futuro.

 

Percy Francisco Alvarado Godoy

Escritor guatemalteco

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Percy Alvarado

Percy Alvarado

Periodista guatemalteco radicado en Cuba. Autor del libro testimonial "Confesiones de Fraile"