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Ni hambre ni desnutrición pese al bloqueo

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  Juan Marrero  

Los enemigos recurren, de vez en cuando, a la cuestión del desabastecimiento de alimentos en Cuba para atacar con su propaganda a la Revolución. Hace unos días, el periódico The Miami Herald, que sólo se diferencia del Nuevo Herald en que uno se edita en inglés y el otro en español, pero ambos son voceros de la mafia anticubana, afirmó en un artículo que hay "una nueva y aparentemente creciente escasez de alimentos en Cuba", y, por otro lado, auguró que las personas que "dependen del sistema de racionamiento y de pesos cubanos" podrían enfrentar una "crisis nutricional".

Se trata, por supuesto, de las mismas mentiras que han repetido, casi a diario, en los últimos 45 años. Es más de lo mismo. Lo que frecuentemente dicen es tan absurdo e irreal que muchas veces optamos por la callada por respuesta, pues, en realidad, nos duele tener que gastar pólvora o simplemente esfuerzo mental  para hacer trizas las infamias.

Lo que afirma el Herald, las conclusiones de los "investigadores" y "especialistas" que cita, han ignorado por completo el estado actual de  la realidad económica de Cuba y, en particular, su seguridad alimentaria.  Hacen valoraciones y dan conclusiones sin haberse siquiera leído los informes sobre la economía cubana que se analizaron en la más reciente sesión del Parlamento cubano, a finales del pasado mes de diciembre, los cuales fueron publicados íntegramente por los diarios Granma y Juventud Rebelde. O sea no tenían ni que pedírselos a la CIA o a los mercenarios internos.  A los  "cubanólogos" citados por el Herald, de tal universidad o de tal institución económica, solamente les interesó echar leña al fuego de la propaganda anticubana, y resucitar el tema del desabastecimiento de alimentos lo estimaron apropiado a esos fines en un año de campaña electoral en Estados Unidos.

La verdad es que Cuba está en uno de sus mejores momentos desde que comenzó el llamado Período Especial en lo que alimentación se refiere, aunque reconocemos que no es suficiente ni todo lo deseable, a causa principalmente del bloqueo económico, comercial y financiero a que ha sometido el país desde hace más de 40 años. Pero ni en Cuba hay hambre ni hay riesgos de desnutrición como ocurre en el resto de los países de América Latina, bajo el dominio de las políticas neoliberales, donde 227 millones de personas, que representan el 44 % de la población, son pobres, y de ellos 92 millones son indigentes. No son cifras cubanas, sino de un organismo internacional, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). La realidad de Cuba es bien diferente a ese drama.

¿En qué ciudad o campo de Cuba se ven los niños con sus vientres hinchados, sus cuerpos esqueléticos o descalzos? ¿En que lugar de Cuba se ven a los ancianos harapientos durmiendo a la intemperie o mendigando un plato de comida frente a un restaurante o una residencia? ¿Dónde en Cuba están los llamados "niños de la calle" trabajando como limpiabotas o limpiando los parabrisas de los automóviles? ¿En qué ciudad o campo de Cuba mueren niños a causa de no poderse llevar un pedazo de pan a sus bocas? 

En ninguno, por supuesto. Son escenas propias de México o Chile, Argentina o Perú, Colombia o Santo Domingo, Nicaragua o Guatemala. A diario vemos esas escenas en noticieros de TV o leemos sobre esa tragedia en los cables internacionales. Es tan escandaloso que ni los propios medios de comunicación transnacionales pueden silenciarlo u ocultarlo. Fabricar pobres, indigentes, desempleados y hambrientos ha sido la industria más eficiente instalada por el neoliberalismo en América Latina.

En Cuba, un país también subdesarrollado y sometido a una guerra económica, la situación es bien distinta a la de ese convulso mundo neoliberal. El hambre y la carencia de alimentos para subsistir no han sido ni es un problema en Cuba. Ni siquiera lo fue en los días iniciales del Período Especial cuando, de la noche a la mañana, el país perdió el 85 % de su comercio con la URSS y los países socialistas de Europa que se desmerengaron, y a la vez se intensificó el bloqueo económico norteamericano con la implantación de las criminales leyes Torricelli y Helms-Burton.

Aquí se ha logrado una seguridad alimentaria como resultado de una distribución equitativa y justa en medio de una situación de resistencia y supervivencia frente a una guerra no declarada, a la vez que la ejecución de una política humanista, característica de la revolución desde su amanecer, que da un apoyo priorizado a los niños y ancianos desvalidos. ¿Qué otro país, de esos que Estados Unidos ensalza y apoya financieramente por considerarlos democráticos, puede garantizar un litro de leche diario, a un precio de poco más de 3 centavos de dólar, a toda su población infantil?

En la XIII Feria Internacional del Libro fue presentado un libro muy interesante que sería recomendable que los redactores de los dos Herald leyesen y, de tal manera, eviten seguir haciendo el ridículo. Se titula "El pan cierto de cada día". Recoge la historia de la libreta de racionamiento en Cuba, implantada en 1962, y gracias a la cual lo que el país ha producido o lo que ha podido importar se ha podido repartir entre todos, sin olvidar a los sectores de menos recursos financieros.

Los Herald y otra prensa transnacional engañan a la opinión pública mundial afirmando que hoy un cubano promedio debe vivir con un ingreso mensual equivalente a ocho dólares, sustentando tal aseveración exclusivamente en el simple ejercicio de dividir nuestro salario nominal promedio entre la tasa de cambio que cotiza la Casa de Cambio (CADECA). Sin embargo, como apuntan los autores del libro "El pan cierto de cada día", Mirta Muñiz y Arnaldo Vega, no se utiliza igual procedimiento para referirse a los gastos de la población, y citan un ejemplo aportado por el Presidente del Banco Central de Cuba, Francisco Soberón:

"El 85 % de la población es propietaria de su vivienda y el restante 15 % está en proceso de amortización. El alquiler promedio mensual para ese 15 % es de 26.60 pesos cubanos ($1.21 dólares); los servicios de electricidad, 13,60 pesos ($0.62 dólares); servicio de gas, 7.63 pesos ($0.35 dólares ); teléfono, 6.25 pesos ($0.28 dólares); servicio de agua, 1.30 pesos ($0.06 dólares) mensuales...Asimismo se entrega una canasta básica mensual alimenticia a los once millones de habitantes, para cuatro personas con dos niños menores de edad, de 45.56 pesos ($2.07 dólares mensuales). Y además de todo esto, dos servicios fundamentales para la vida humana, la educación y la salud, son totalmente gratuitos en nuestro país".

De todo eso, jamás ha aparecido una línea en los dos Herald. Son reyes en la desinformación. El día que instauren un Premio Nobel sobre desinformación van a tener pocos rivales en la disputa por la nominación.

Auguran una "crisis nutricional" cuando Cuba cerró el año 2003 con incrementos sustanciales en cítricos, viandas, hortalizas, plátanos, frijoles, huevos y carne de cerdo; cuando la agricultura urbana, método revolucionario para enfrentar los problemas alimentarios del Período Especial,  produjo casi cuatro millones de toneladas de alimentos; cuando se trabaja en una estrategia para aumentar gradualmente la producción de leche; cuando se aplica una política más racional y efectiva en el orden comercial que ha permitido un flujo más seguro y oportuno de suministros externos de productos alimenticios; cuando hay una mejoría en la distribución de productos normados a bajo precio como el pescado, pastas, cárnicos, yogurt y aceite, particularmente; cuando el consumo social, como la merienda para los estudiantes de secundaria básica -de lo cual tampoco hablan esos periódicos-crece progresivamente.

El consumo de calorías en el 2003 en la Cuba enfrentada, según los Herald, a "otra crisis nutricional" fue de tres mil 193 kilocalorías y de 82,8 gramos de proteina per capita.Pero más que las cifras desmienten a los plumíferos de la mafia anticubana de Miami la existencia en Cuba de una población sana, vigorosa, entusiasta y alegre, a la vez que instruida y culta; una población de la que brotan por decenas de miles, año tras año, sobresalientes científicos, médicos, atletas, escritores, músicos, pintores, profesores, investigadores, talentos en todas las ramas del conocimiento. La más elemental lógica nos dice que de un pueblo mal alimentado o desnutrido no es posible obtener tales resultados.

En fin, los enemigos de la revolución deben aprender la lección de que han fracasado en su intento de matar de hambre a la población cubana.
 

 

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Juan Marrero

Juan Marrero

Periodista cubano, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba