Imprimir
Inicio »Opinión  »

Sin tiempo para los que han dejado de ser consumidores

| +

  Juan Marrero, Premio Nacional de Periodismo "José Martí"  

Se acabó un año más y comenzó otro. El viejo pasó y el nuevo abre sus puertas. Lo que no ha pasado es la terrible tragedia que viven ancianos y niños en este mundo.

Cuando el Primero de Enero de 2004 navego por las páginas de internet me tropiezo con dos informaciones escalofriantes. La primera,  2 500 ancianos británicos, o tal vez más, murieron de frío en la última semana del año concluido, y unos 50 000 morirán este invierno por la misma razón. La otra, un informe de UNICEF revela que once millones de niños murieron en el 2003 antes de cumplir los cinco años de edad, 14 millones han quedado huérfanos a causa de la epidemia del sida, y algo no menos terrible, en la última década los conflictos bélicos causaron la muerte de dos millones de niños y más de tres millones quedaron permanentemente inválidos o gravemente heridos.

Los que hablan constantemente de libertades y democracia representativa, economía de mercado y  pluralismo partidista, globalización neoliberal y lucha antiterrorista, presentándolos como varitas mágicas de solución a todos los graves problemas del mundo actual, quedan totalmente sin protección y descalificados frente a  la  terrible suerte que corren miles de millones de niños y ancianos, incluyendo a los que viven en los países más ricos. El  capitalismo, a lo largo de más de dos siglos, sólo ha podido demostrar que es fuente generadora de saqueos, explotación, guerras y crecientes desigualdades e injusticias, y junto a ello, convertirse en el más inhumano de los sistemas políticos, económicos y sociales que ha conocido el mundo. Para ese mundo industrializado y rico el hombre solamente cuenta como consumidor. Por eso, la suerte de aquellos niños que nacen en hogares de escasos recursos económicos les interesa un comino, y, de igual manera, la de los ancianos que han  dejado de ser consumidores.

Abriendo el nuevo año un canal hispano de Miami, en su espacio noticioso, presentó un reportaje sobre un recién nacido en Lima, Perú, que ha desarrollado un tumor en su cuello. Mientras se pasaban las imágenes del niño y de su hogar, la presentadora del noticiero dijo estas palabras: "Sus padres son pobres, no tienen recursos financieros para enfrentar una operación de tal tipo, que es costosa".
.
Un analista la BBC, al comentar las muertes por frío de los ancianos británicos, decía: "Como los viejitos que murieron de calor en Francia este verano, los viejitos que mueren de frío en Gran Bretaña terminan siendo sólo cifras. Si el gobierno británico hubiera dedicado la mitad de tiempo que dedicó a promover la guerra a crear conciencia sobre el bienestar de los ancianos durante el invierno, quizás las cosas habrían sido diferentes. Pero ni el gobierno ni la sociedad tienen tiempo para quienes han dejado de ser consumidores..."

Y añadía este columnista: "Póngase a pensar: Usted trabaja toda su vida productiva en una nación y para una sociedad que al final del camino, cuando usted necesita más apoyo, cuando usted es más frágil y más vulnerable, cuando usted ya no se puede mover ni pensar con agilidad, lo abandonan a su suerte. La imagen estremece. A esto hemos llegado"

Como dice el refrán, a confesión de parte, relevo de pruebas.

Frente a tales acciones egoístas y deshumanizadoras, resultado en su fondo del culto al mercado, a la obediencia ciega a sus leyes,  por parte de gobiernos como los de Estados Unidos, Gran Bretaña o España, ¿podemos pensar acaso en que el sistema que ellos con tanto ardor defienden va a ser el gran salvador de este mundo en crisis? ¿De qué respeto a los derechos humanos hablan en esos países?

Como decía Lenin, los hechos son tozudos. El sistema prevaleciente en el llamado mundo occidental en lugar de promover la verdadera solidaridad y generosidad entre los hombres y a la vez elevar su espiritualidad, lo que alienta es el individualismo, el egoísmo y a la vez degrada la condición humana. Un mundo así es un mundo sin futuro.

Como cubanos, nos sentimos orgullosos de que, como política social, el Gobierno Revolucionario mantenga una preocupación permanente por el hombre y, de modo particular, por sus ancianos y niños. Aquí, en un país sin grandes recursos financieros y que soporta una guerra económica y agresiones de otro tipo desde hace 45 años, sólo por elegir una vía de desarrollo diferente, no hay niños que no estén vacunados contra enfermedades prevenibles o padres que se agobien porque no se pueda operar a un hijo por la falta de recursos económicos. Ni tampoco ancianos desprotegidos de atención y asistencia médica.

No somos, por supuesto, una sociedad perfecta. De modo excepcional acontecen desviaciones sobre esa justa y humana política. Pero apenas se detectan, viene la corrección inmediata. En la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, por ejemplo, Fidel Castro explicó extensamente  la situación que se dio con la carencia de  prótesis de brazos, piernas y caderas para unos 7 mil pacientes, posiblemente en su mayoría ancianos. Una política errónea, no la falta de recursos, condujo a un determinado organismo a disponer la inactividad de algunos de los talleres donde se producían esos elementos médicos. Conocida la situación por la dirección de la revolución se adoptaron de inmediato las medidas necesarias para darle solución antes de que concluyese el 2003.

En Cuba la preocupación por la suerte de los ancianos es tal que se ha creado un ejército de trabajadores sociales que, entre sus tareas, ha tenido la de localizar a todos aquellos que viven solos y conocer cuáles son sus más perentorias necesidades para darles inmediata solución. Y de igual manera se hizo con los niños que tenían bajo peso, a los cuales se les suministró de inmediato un suplemento alimentario.

Son algunos ejemplos de la realidad cubana que contrastan con lo que ocurre en la inmensa mayoría de los países del mundo, donde los ancianos son abandonados a su suerte porque han dejado de ser consumidores. ¿Dónde existe, pues, un mayor respeto a los derechos humanos?  Repitiendo a Lenin, los hechos son tozudos.

 

Haga un comentario



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Juan Marrero

Juan Marrero

Periodista cubano, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba