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“Poné a Francella” y los intolerantes de Miami

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La ciudad de Miami es vendida, día tras día, minuto tras minuto, como un santuario de libertad y democracia. Es un paraíso en libertad de expresión y de prensa, aunque sólo puedan opinar o hablar unos pocos que controlan y dirigen los principales medios de comunicación. Es un paraíso de democracia, aunque sólo puedan tomar decisiones unos pocos, entre ellos los dueños de las emisoras de radio, televisión y periódicos que, en definitiva, integran o sirven a la jauría ultraderechista y anticubana de Miami.

El canal 22 de la televisión -que transmite en español-decidió suspender el programa "Pone a Francella", del actor argentino Guillermo Francella, porque éste visitó a Cuba  en ocasión de la celebración del XXV Festival de Cine Latinoamericano, y porque sostuvo un encuentro con Fidel Castro.

Se trata de una decisión que, en el mundo de hoy, sólo pueden adoptar aquellos que están huérfanos de ideas o se han quedado viviendo en la edad de piedra, sumidos en la oscuridad de una cueva.

La suspensión de un programa de risas en la televisión no es ningún acto heroico ni patriótico, sino una vergüenza para Estados Unidos, el país más poderoso del mundo. Desdice mucho de las libertades y la democracia de ese país.

Sólo el odio y el fracaso de los intentos de aplastar la Revolución Cubana a lo largo de 45 años pueden llevar a una acción de tal naturaleza contra un prestigioso comediante argentino y su obra humorística, que por cierto no tiene, como regla, un contenido político o ideológico. Lo que busca Francella en su programa es hacer reir reproduciendo situaciones de la vida cotidiana, lo que alcanza con frecuencia. Los cubanos, que cada martes, vemos a Francella en Cubavisión lo sabemos muy bien.

Francella no es ninguna personalidad política. Se trata sólo de un artista del pueblo. La intolerancia de la ultaderecha y la mafia anticubana de Miami no admite que este artista visite a Cuba o hable con Fidel Castro. Para ellos "o estás conmigo o estás sin mi", de acuerdo con la teoría fascista de George Bush.

Le han aplicado a este actor argentino la misma receta represiva que aplican a los artistas cubanos que se mantienen firmes en su legítimo derecho a permanecer y actuar en los escenarios de su patria natal. Ni la televisión ni la radio ni la prensa escrita de Miami dan cabida en sus emisiones a las interpretaciones de ellos porque, según alegan mentirosamente, "representan un régimen de terror".

El caso Francella, en definitiva, es expresión de un fomentado clima de intolerancia en todo lo relacionado con Cuba, a lo cual no es ajena la actual administración de Washington. Se aprecia en hechos muy recientes como la eliminación, tras un complot antidemocrático, de una enmienda aprobada mayoritariamente por ambas cámaras del Congreso de Estados Unidos que hubiese puesto fin a la prohibición de que los ciudadanos norteamericanos viajen a Cuba libremente; o en las medidas extremas implantadas en los aeropuertos sobre los que viajan a Cuba, incluso aquellos que recibieron permiso del Departamento del Tesoro; o en la decisión de celebrar audiencias para juzgar y sentenciar fuertemente a los que, en los últimos años, han violado las disposiciones prohibitivas sobre los viajes a Cuba.

Para algunos analistas ese clima de intolerancia favorecería las aspiraciones de Bush de ser reelegido presidente en los comicios del año próximo. Con tales acciones  intransigentes, totalmente erróneas, el Partido Republicano piensa lograr los votos de La Florida que no alcanzó en las elecciones del 2000. Miento, los obtuvo mediante un escandaloso fraude.

No podemos descartar, por otra parte, que elevar la temperatura de la intolerancia es también un ingrediente sicológico dentro los planes de agresión militar contra Cuba que alientan sectores ultraderechistas norteamericanos, y que añora la jauría terrorista de Miami.

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Juan Marrero

Juan Marrero

Periodista cubano, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba