Cubadebate

Coyunturalmente ayer jueves en la mañana y casi todo el día, gracias a Telesur, me pude pertrechar, en vivo y en directo, de elementos acerca del caso de Guatemala, los que por estos días suenan de una manera singular y hasta insólita. En el artículo por fin leo las siglas Cicig, correspondientes a la muy mencionada comisión internacional (de la ONU y EEUU; que ayer se dijo está financiada por UE y EEUU) sobre las que todos los entrevistados que vi ayer, identifican como epicentro que ha llevado el protagonismo absoluto de toda cuanta manifestación de corrupción aflora al conocimiento de la opinión pública. Eso equivale a que los guatemaltecos no son los que llevan las riendas del proceso para resolver los acuciantes problemas de su propio país. ¡Ah! y toda la revoltura es de hace unos pocos días para acá, y en vísperas ya del silencio electoral, previo a las elecciones presidenciales del domingo próximo. Supe que dicha comisión tiene tantos años de creada como del fin de las negociaciones de paz, por acuerdo de esta. Entonces, la pregunta es: ¿tantos años de creada y ahora precisamente, de repente, sale a la luz un torrente incontenible de argumentos irrefutables, similar a una presa cuando le parten al medio la cortina? ¿Qué hay detrás de todo este, a mi juicio, “montaje”? Ni en Hollywood se hace una película con tanta organicidad en tan poco tiempo y que sea también, tan convincente para que haga que propios guatemaltecos elogien el papel de los extranjeros que vinieron en su ayuda.
Ayer después de recepcionar toda la información, quedé pensando en todo este nuevo contexto mundial de guerras de cuarta generación, primaveras árabes, revoluciones de colores, lucha contra el terrorismo, intervenciones humanitarias, desestabilización de gobiernos progresistas, golpes suaves, etc. y etc. que tienen su origen en doctrinas hegemónicas ciberanalizadas, que buscan destruir, o degradar en el peor de los casos, la resistencia popular. Multiplicarla por cero, para dejando sin poder real a los gobiernos, caerle a la sociedad con la privatización con todas las fuerzas y devorársela. Comparando llegué hasta nuestro Che y me pregunté: ¿cuanta reflexión y cuán abarcadora habría costado a Che hace medio siglo, llegar a sustanciar aquella verdaderamente lapidaria sentencia ¡Al imperialismo, ni tantito así!?