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El Barbero de esta Villa

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Armado de las tijeras, el barbero es mago y vórtice de su universo. Lo interesante es que, a pesar de su poder ilimitado, no parece tener tanto entre manos.

Su estampa es la sencillez, pero en verdad es un monarca que todo lo escucha; y hasta de vez en cuando ofrece pies forzados para trabajar en silencio mientras el otro habla; para asombrarse mientras toca con sus dedos rápidos la cabeza de quien llega ansioso por contar.

Llega al barbero un mar de mundos, voces, historias. Sin esfuerzos cambia secretos o filosofías ajenas por la magia de sus tijeras tan precisas. Y a decir verdad, no es que él sonsaque ferozmente mientras el pelo del cliente cae al suelo: es que quien llega a una barbería en esta Isla, sintiéndose agradecido mientras le componen el cabello o los bigotes, suele ser de palabra fácil; y si ha tejido con su amigo el barbero una cercanía de años, le habla como quien le habla a la conciencia.

El buen barbero hace preguntas sutiles, o no las hace, o tercia en diálogos llenos de vivacidad y pasión, como los que en estos días han nacido al calor de los juegos de béisbol.

Dice él lo que piensa si la conversación lo exige, pero si no, permite que las ideas fluyan entre sus visitantes, mientras él estudia en fracciones de segundos cómo dar simetría y acomodo a los cabellos de quienes se dan mansos a la destreza que, aseguran algunos, no se aprende en la academia pues viene con quien nació para ser barbero, para ser rey en el mundo de los espejos, los sillones portentosos, las brochas, las cuchillas, y las salvadoras, respetables tijeras.

Otra tesis dejó para la posteridad nuestro poeta Eliseo Diego. Según él, en versos inolvidables titulados «Barbero», este personaje es quien más cuenta y sabe tender puentes con la palabra:

«Habla, sentencia, juzga, opina,

Dice qué es y qué no es.

Las tijeras, frenéticas, aplauden

Más y más cada vez.

Vuela el cabello con las briznas

Del tiempo roto en el reloj.

Perdura el coro: las tijeras

Entre el espejo -eternas- y su voz.»

barberias-cuba-kaloian

Barberías en Cuba. Foto: Kaloian

Barberías en Cuba. Foto: Kaloian

Barberías en Cuba. Foto: Kaloian

Barberías en Cuba. Foto: Kaloian

Barberías en Cuba. Foto: Kaloian

Barberías en Cuba. Foto: Kaloian

Se han publicado 7 comentarios



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  • Olimpio Rodriguez Santos dijo:

    SIEMPRE HA SIDO EL BARBERO UN TIPO SIMPATICO DEL BARRIO AUNQUE EN ESTAS FOTOS NO LO PARECE ASI

    Dr. Olimpio Rodríguez Santos
    Especialista II Grado en Alergología
    Prof. Facultad de Comunicación Universidad “Ignacio Agramonte”
    Prof. I.S.C.M. “Carlos J. Finlay” Camagüey Cuba

    E-Mail: olimpiors@finlay.cmw.sld.cu

  • Carlos Valdés Sarmiento. dijo:

    Me gusta mucho este fotorreportaje, primero las fotos no son de barberías de lujo, sino de las populares, los versos de Eliseo Diego me recordaron que mi iniciación en la lectura de Bohemia, Carteles y los periódicos fue en las barberías, mi padre me dejaba en manos del barbero y muchas veces demoraba en pasar a recogerme, las barberías eran verdaderas tertulias permanentes, existían barberos que conocían historia como Eusebio Leal, o de meteorología como Rubiera, me llamó siempre la atención lo serio de los temas tratados, no había, violencia ni sexo ni lenguaje de adulto; gracias al equipo por recordarme a mi primer barbero, que además de pelarme me introdujo en el difícil mundo de la sociología practica.

  • MICHELL PINO dijo:

    SALUDOS A TODOS NUESTROS BARBEROS....

  • Eddy Nápoles dijo:

    Buen trabajo dedicado a esos que no solo nos mantienen el cabello con el corte adecuado, sino también a ese filósofo popular que cada día nos tiene algo nuevo que contar del barrio, del deporte, de la vida, a todos ellos, mis saludos.....

  • Julio C. Hernández dijo:

    Sin darme cuenta me he convertido en un adicto a esta sección de fotorreportajes. Obligado a siempre felicitar a los autores –Alina y Kaloián– y espero que nunca tenga que decir lo contrario.

    Como pudimos ver en un fotorreportaje anterior –«Los indispensables»–, ninguna profesión es infecunda. ¡Los barberos! ¡Qué tema! ¿Por dónde empezar? Tienen de todo, historias, evolución, elogios, críticas –que pueden ser muchas–, y hasta… ¡un día para celebrar!

    Empezaré por la historia. Es sorprendente conocer que los primeros fígaros aparecieron en Egipto, en momentos en que el hombre desarrolló con la metalurgia, las aleaciones de cobre y estaño (Edad del Bronce). Pienso que no convinieron que surgieran antes, por ser inimaginable una navaja o una tijera de piedra o hierro. ¡Pesan mucho y no alcanzan el filo requerido! Y se corría así el gran peligro de que separaran dolorosamente –siempre por accidente– la cabeza del resto del cuerpo. ¡Qué manera más elegante para decir «degollar»!
    Pero quizás, lo más apasionante de la historia fue saber, que en algún momento los barberos fueron nuestros dentistas y médicos, a la misma vez. Se conocieron en aquel entonces como «barberos-cirujanos». Y como clase social importante, no pocas veces mostraban su malestar al verse equiparados con «sacamuelas» y «charlatanes». Somos dichosos, de que nuestros antepasados les retiraron oportunamente el salario de médicos, al darse cuenta de que lo que mejor hacían era afeitar y cortar el cabello. Y por el camino que van, dentro de poco seguro que les quitan también el salario por afeitar.

    ¿Qué curioso? Vieron cómo el barbero de barba cobra lo mismo –5 pesos– por pelar y por afeitar. Seguro se miró al espejo, como el personaje de «Mimismo», y pensó… que era lo equivalente la cantidad de pelo.

    Así y todo, todavía en nuestros días el barbero debe estar presente en algún momento de nuestras vidas. ¿Conocen algún pueblo que no tenga barbería?

    «El pueblo que no tiene barbería, tampoco tiene iglesia».

    Desde sus inicios, la barbería ha sido sitio imprescindible para los hombres, porque para ser caballero era necesario exhibirse bien pelado y afeitado. Es un lugar que se ha prestado y se presta para la confesión, el debate, y la discusión. ¿No lo han notado? Los disertantes hablan mirándose al espejo cuando tienen la oportunidad. Creo que esa es una de las condiciones únicas que pueden generar tanta confianza y familiaridad dentro de una barbería. Pero solo la conversación puede llegar hasta un punto crítico, cuando el barbero decide «poner fin». Ha tomado esa decisión una vez que ha percibido que la frontera del comentario llega al terreno del comprometimiento. Y una de las tácticas más empleadas para lograr cortar el hilo de la conversación, es mediante la combinación de tres armas poderosas: el mutismo, la seriedad y un corte de cabello doloroso.

    ¿Quién no ha visitado una barbería en estos días de «semifinales de pelota» y de un Industriales clasificado contra todo pronóstico? Las barberías son verdaderas «esquinas calientes», donde la pasión del cubano se exacerba, los mejores comentaristas deportivos pueden encontrar sus sustitutos, las mejores decisiones de jugadas son elogiadas, a las pifias le «dan cuero», y donde casi siempre el director del equipo de pelota «metió la pata ayer». Entonces la barbería es también una Universidad de experiencias múltiples.

    Esta profesión también tiene un día de fiesta. Cada 27 de diciembre se celebra el «Día del Barbero y el Peluquero», en memoria de Juan Valdés Veitía, un revolucionario que fue poeta, periodista y… barbero.

    Después de tantas cosas, no me atrevo a pronunciar críticas e infortunios. No correré el riesgo de que mi barbero lea este comentario y utilice vengativamente una tijera amellada, me obligue a pedir el último o empiece a cobrar… de más –sin querer lo eché pa´lante–. Solo decir, que no me queda más remedio que visitarlo ¡hasta el último pelo!

    Alina, otra vez gracias a y. A Cubadebate también gracias por darme la oportunidad de colaborar con este comentario, que inmensamente motivado he hecho con pasión y placer. Como ya es costumbre en mí, sólo queda deleitarlos con un fragmento de un escrito de nuestro José Martí, donde sorpresivamente está involucrado un barbero. Les aseguro que una vez más los hará meditar, embriagados también por la acostumbrada belleza de su prosa. En abril de 1887 en una carta dirigida a su amigo Fermín Valdés Domínguez, Martí escribió:

    «No en balde un barbero que me pelaba ayer, viendo como ya el pelo me clarea por donde los curas llevan la corona, me dijo muy solícitamente: “ iSupongo que Ud. querrá ocultar la tendencia!” No la oculto, Fermín, pero sería bueno que un poco de paz viniese a sujetar estos cabellos fugitivos.»

  • Juan Castro dijo:

    BARBEROS:

    MI TIO BLASITO ES EL BARBERO DEL PUEBLO, UN TIPO DEMASIADO HABLANTÍN A VECES HASTA ENFADA, PERO ALGO SIMPÁTICO.
    PERO UN DÍA LLEGA UN FUEREÑO A CORTARSE EL PELO ESPERA SU TURNO PERO OBSERVANDO AL TIO; Y CUANDO AQUEL HOMBRE SE SIENTA EN EL SILLÓN EL TIO BLASITO LE PREGUNTA: COMO QUIERE QUE SE LO CORTE, AMIGO ?
    !CALLADO! CONTESTÓ EL HOMBRE.

    GRACIAS AL EQUIPO DE FOTORREPORTAJE POR HACERME RECORDAD A MI TIO BLASITO QUIEN MURIÓ HACE VEINTE AÑOS.

    JUAN CASTRO.
    SALUDOS.

  • Alexander Blanca dijo:

    Alina, el Dr. Julio le esta retando para utilizar esa capacidad intelectual que el domina de citar a Jose Martí.
    Que me dice Usted, y también a Kaloian; de comentar algo sobre su profesión.

    Alexander Blanca

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Alina Perera Robbio

Alina Perera Robbio

Es periodista cubana, columnista de Juventud Rebelde y colaboradora de Cubadebate. Ha ganado múltiples premios de periodismo en los certámenes anuales del país. Es autora del libro "Buscándote, Julio", y coautora de "Voces del milagro", "Niños del milagro", "La maldición del avetruz" y "La cuadratura del círculo".

Kaloian Santos Cabrera

Kaloian Santos Cabrera

Kaloian Santos Cabrera es fotorreportero, colaborador de Cubadebate. Trabaja en Juventud Rebelde.

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