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Ignacio Agramonte Loynaz y el deber con la Patria

Por: MSc. Ricardo Muñoz Gutiérrez
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En los diccionarios del español, la primera y más común acepción de la definición de honor es la cualidad moral que induce a las personas a cumplir con todos los deberes que las circunstancias en que vive, le impone.

También en muchas oportunidades, cuando se habla del mayor general del Ejército Libertador Ignacio Agramonte Loynaz se le atribuye la cualidad de “ser un hombre de honor”; pero, sin una adecuada demostración del porqué. Veamos algunos hechos que evidencian el cumplimiento de uno de los deberes fundamentales, el servir a la Patria.

Comencemos por el mérito, por encima de cualquiera de sus equivocaciones, del consecuente patriotismo que lo caracterizó y demostró, como hicieron otros, de abandonar todo lo material y sacrificar la familia por el sublime amor a la Patria y cumplir con el deber de luchar por la independencia, no importa que se alzó en armas solo tres meses y diez días después del casamiento con Amalia Simoní y su primer hijo, nació en el monte mambí.

El 11 de noviembre de 1868, al irse a la manigua y presentarse a la dirección de la Junta Revolucionaria del Camagüey, se ofrece para recorrer el sur del territorio, donde operaban partidas insurrectas sin coordinación entre ellas. En pocos días, Agramonte reunión a los jefes de más de 520 combatientes, acordaron reconocer la jefatura de la Junta y un plan de operaciones que se extendía hasta el territorio de Morón. Lo anterior quedó asentado en lo que hemos llamado Acuerdo de Jobabo firmado el 20 de noviembre de 1868.

En la noche del 26 de noviembre en la Reunión de Las Minas defendió la única tesis que podía conducir al triunfo del movimiento revolucionario en las conocidas palabras: “Acaben de una vez los cabildeos, las torpes dilaciones, las demandas que humillan, Cuba no tiene más camino que conquistar la redención arrancándosela a España por las fuerzas de las armas.”

Quizás, esa actitud le valió para que el 28, en la preparación del Combate de Bonilla, primera acción de combativa de los camagüeyanos, lo designaran para integrar el grupo de combatientes que ocuparon el punto más avanzado y por tanto, más peligroso. Allí Ignacio combatió con valentía, la misma que había exigido dos noches antes.

Ante el asesinato de un compañero por los españoles, Agramonte en una Proclama del 27 de enero de 1869, expresa “[…] Que nuestro grito sea para siempre. ¡Independencia o muerte! Y que cualquiera otro sea mirado en adelante como un lema de traición [...]” El destino estaba trazado para el insigne patriota.

El 11 de abril de 1869, en Guáimaro, Ignacio fue elegido como uno de los dos secretarios de la Cámara de Representantes. El 26 de abril de 1869 renunció al puesto de secretario para asumir, con el grado de mayor general, la jefatura de la División del Ejército Libertador en Camagüey. La decisión es consecuente con la convicción expresada en Las Minas, la independencia se alcanza haciendo la guerra. No es el tránsito de un político a militar; es un patriota convencido de lo que es más necesario hacer y donde se sirve mejor; si el camino son las armas, con ellas se ha de andar.

Solo unos días después, el 3 de mayo, fuerzas del Camagüey, en número de 300 hombres, bajo su mando directo combaten en Ceja de Altagracia contra una columna española de 3 000. La preparación de las emboscadas, la táctica empleada, las órdenes oportunas y la retirada organizada, cumplido los objetivos de la acción, demostraron que el jefe cubano no era un militar improvisado; se había preparado durante los meses anteriores.

Cuando la Metrópoli fortaleció su ejército en la isla y pasó a la ofensiva, creó desconcierto entre los que habían ido a la Revolución sin convencimiento profundo. En 1871, las fuerzas mambisas en Camagüey combaten en condiciones muy difíciles o, simplemente sobreviven, frente a la superioridad de España.

Ramón Roa escribió que los españoles, “[…] con frecuencia nos dispersaba estando desnudos, hambrientos y sin municiones. Entonces solo el que estuviera poseído de un fenomenal optimismo podía creer en que la victoria fuera nuestra […]”[1]. Manuel Sanguily cuenta que un teniente andaba “[...] Casi absolutamente desnudo, con solo un fragmento de saco de cañamazo o henequén a modo de pampanilla[...]”[2], más conocido por taparrabo; compañías enteras del territorio camagüeyano andaban del mismo modo y “[…] la miseria era tan común y tan profunda en los jefes y oficiales como en la tropa: el general Agramonte usaba un pantalón que no llegaba sino seis u ocho dedos más debajo de la rodilla, lo que por suerte le era dado ocultar por ser en cambio muy altas las polainas charoladas […]”[3]

Muchos se presentaban e incluso renegaban del pasado actuar; pero, para los buenos cubanos, el cumplimiento del deber no admite debilidades y para Agramonte es momento de exigir, con más rigor, el cumplimiento del deber patrio.

No obstante, algunos creen que es momento oportuno para convencer al Mayor para que abandone la lucha y salga al exterior; llevan la propuesta a Ignacio con el visto bueno de autoridades españolas. Así conservará la vida.

La entrevista es rápida, los interlocutores no bajan de las cabalgaduras. El Mayor rechaza la propuesta; le advierten la difícil situación que atraviesa él y sus fuerzas:

- ¿Qué elementos tienes para continuar la guerra? ¿Con qué vas a seguir esta lucha sangrienta, tú solo, careciendo de armas y municiones?

- ¡!Con la vergüenza......!!

Replicó el caudillo con dignidad, y volviendo grupas, regresó con su escolta al campamento.

Cuentan que esos tiempos el pantalón de Ignacio solo llegaba hasta un poco más debajo de la rodilla

Al respecto le escribió a su esposa Amalia Simoni el 19 de noviembre de 1872: “[…] Por mi bienestar material puedes estar tranquila: mi salud siempre inalterable: de nada indispensable carecemos, porque la experiencia nos ha enseñado a proveernos del enemigo […]”[4]

Mucho se ha hablado de las diferencias con Carlos Manuel de Céspedes; pero, sin especificar las diferentes causas que las generaron. Cuando estimó que una orden del presidente de la República, restaba a su autoridad, no lo desafió. Creyó que lo correcto era renunciar y así lo hizo.

Pero el deber es combatir al Ejército Español, patriotas limaron las distancias entre Céspedes y El Mayor; el primero tiene que pedirle que reasuma el mando de la división camagüeyana y él aceptó.

La decisión del Presidente fue acertada, el mayor general Agramonte se erigió como el más capaz de los líderes mambises. Sus éxitos en la organización de las fuerzas camagüeyanas hacen que Céspedes decida subordinarle las fuerzas de Las Villas con el fin de prepararlas para llevar a la guerra a aquellas comarcas.

Pero, el Mayor no solo se distinguió por los éxitos en el campo militar, tuvo la virtud de cambiar para servir mejor o, como acertadamente lo valoró José Martí “[...] domó de la primera embestida la soberbia natural […]”[5] Esta fue una cualidad muy importante, la capacidad de analizar y reconocer como servir mejor a la Patria.

Consciente de la importancia de la disciplina y respeto a la ley, le escribió a su antiguo profesor José M. Mestre el 14 de enero de 1871:

[…] Aquí hay opiniones encontradas, pero no hay divisiones, ni disenciones de mal carácter; y todos respetamos el órden de cosas establecido, mientras legalmente no se cambie […] soy de los que más necesario creen el cambio de los funcionarios que sirven de rémora a la marcha expedita y enérgica de nuestras operaciones militares […] [6]

La madurez política alcanzada por el Mayor es bellamente reflejada por Martí en el siguiente juicio:

[…] Pero jamás fue tan grande […] como cuando al oír la censura que hacían del gobierno lento sus oficiales, deseosos de verlo rey por el poder como lo era por la virtud, se puso en pie, alarmado y soberbio, con estatura que no se le había visto hasta entonces, y dijo estas palabras: “¡Nunca permitiré que se murmure en mi presencia del Presidente de la República!” [7]

La firme convicción del cumplimiento del deber, cualquiera que sean las dificultades, se reflejan en la carta a Amalia antes citada:

[…] puedo asegurarte que jamás he vacilado un instante, a pesar de cuanto he tenido que sacrificar en lo relativo á mis mas caras afecciones, ni he dudado nunca de que el éxito es la consecuencia precisa de la firmeza en los propósitos y de una voluntad inquebrantable: sobre todo, cuando se apoyan en la justicia y en los derechos de los pueblos. [8]

Notas:

[1] Roa Traviesa, Ramón: Pluma y machete. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1968. p. 214.

[2] Sanguily Garrite, Manuel: Obras T VI Páginas de la historia libro segundo. pp. 118-119.

[3] Ibid. p. 177.

[4] Cento Gómez, Elda, Pérez Rivero, Roberto y Camero Álvarez, José María: Para no separarnos nunca más. Ediciones Abril, La Habana, 2009. p. 292. Se ha respetado la ortografía del original.

[5] Martí, José: Obras completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, t. 4, p. 362.

[6] Jiménez Pastrana, Juan: Ignacio Agramonte. Documentos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974, p. 228.

[7] Martí, José: Ob. cit. p. 362.

[8] Cento Gómez, Elda, Pérez Rivero, Roberto y Camero Álvarez, José María: Idem.

Se han publicado 25 comentarios



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  • Cristian Leyva dijo:

    muy bueno

  • José dijo:

    Sin duda alguna EL MAYOR como era conocido era uno de los indepedentistas más honorables

  • Leandro dijo:

    -"¡!Con la vergüenza......!!" con esa tenemos que seguir luchando en los tiempos actuales, aun cuando haya quienes han perdido la vergüenza, algunos de los cuáles nunca la han tenido. Son los menos, aunque en tiempos difíciles como los que vivimos, el número aumente, pero siempre estarán en minoría porque este es un pueblo que por encima de todo pone la vergüenza. Cierto que hubo discrepancias entre Céspedes y Agramonte, como también es cierto, como se escribe aquí que aseveró con tono enfático: “¡Nunca permitiré que se murmure en mi presencia del Presidente de la República!” al igual que es cierto que el Padre de la Patria al caer en combate Agramonte escribe a la madre del Mayor: “Crea usted, señora, que yo nunca fui enemigo de su hijo: jamás lo ofendí en lo más mínimo, antes bien, lo quería… Personas mal intencionadas se interpusieron entre los dos para desavenirnos… y de ahí una división que siempre deploré y traté de hacer menos honda y sensible con mi conducta….Yo, señora, me uno a su justo dolor, como me uno al tributo de admiración que Cuba rinde a las hazañas de su heroico hijo”

    • Ale dijo:

      Así se ponían los niños cuando veían las aventuras en los 70 y 80!!!. Luego salían a jugar con espadas y lo que encontrarán.

    • Armando gutierrez dijo:

      me gustó este escrito bien por usted

    • Sergio dijo:

      Leandro

      Son cosas que pasan,,, lo importante es la integridad de las personas, a pesar de las dieferencias, la madurez para seguir adelante a pesar de todo.

      Hay otro pasaje histórico, que en mi opinión es mucho más delicado que el Céspedes y Agramonte, y fue el de Maceo y Barolomé Masó en el 95.

      Todo moviento está lleno de esas cosas, lo importante es superar las diferencias en aras de un bien común.

      Saludos,

  • Amaya dijo:

    Gloria eterna para el Mayor general Ignacio Agramonte

  • María Elena dijo:

    Linda historia.

    Desconocida por un gran por ciento de cubanos. Debería impartirse en las escuelas: primarias fundamentalmente y Secundaria Básica.

    • María Elena dijo:

      Disculpen. Todas aquellas historias que por su relevancia se deben llevar a un libro de texto.

      • Lázaro el Profe dijo:

        Ahora no se enseña la Historia de los Arcontes de Grecia (Martí en nuestra América) y la Historia de Cuba es una Cronología de hechos a la que falta el Espíritu y el desenfadado misterio del cubano.
        ¿Saben los obligados de EPISODIOS DE LA REVOLUCIÓN CUBANA
        DE MANUEL DE LA CRUZ donde se encuentran hechos más gloriosos que los de la Historia Griega?
        Saber Historia de Cuba es como una especie de sexta necesidad para un cubano.

      • Sergio dijo:

        Lázaro el PROFE

        La enseñanza de la Historia ha sido siempre, por decirlo, deficiente en nuestro sistema de educación.

        No conozco los aspectos a tener en cuenta, pero no puede seguir como está, que cada día es peor.

        Saludosm

  • Alejandro Aneiros dijo:

    Una de las figuras más sublimes de la Historia de la Patria, su frase "Con la vergüenza de los cubanos" en aquel momento terrible en que parecía que todo se desplomaba es ejemplo firme de que cuando la Patria peligra nada es más importante que la Patria, seamos dignos del legado de El Mayor.

  • Lázaro el Profe dijo:

    Y yo, que soy del Camaguey pensé al leer el verso que debía decir al final:

    Ancho cuero de toro seco y duro
    aquel de alma de beso,aquel amante,
    mucho más que el Diamante,
    !Fue más puro!

  • jesus dijo:

    Del Mayor deberían darse a conocer más anécdotas. Casi no se nombran las batallas en que participó. Era un hombre excepcional, de esos que nacen cada muchos años.

  • Juan C dijo:

    Grande El Mayor, no por la historia, sino que en su momento ya lo era. Sin dudas el más valiente e ilustre de los camagüeyanos.

  • Santiagodelawtonn dijo:

    Aquel Heroico Mayor, peleando y apelando pelear con la Verguenza de los Cubanos; hoy que se aparten los flojos que tiemblan ante la primera ventiza o falta de harina!!

  • Soldado de patria o muerte dijo:

    Así mismo, solo con la vergüenza como principal impulso nuestro pueblo sabrá seguir firme y seguirá adelante, son momentos claves y decisivos para permanecer unidos y solo quien se sienta merecedor de esta Cuba libre y soberana por la que hemos estado luchando desde aquel 24 de febrero en La Demajagua sabe perfectamente de lo que estoy hablando ,basta ya de querer cuánto lujo se les antoje y de querer vivir como una persona del 1er mundo cuando Cuba es un país de 3er mundo, y que conste que no lo digo con ánimo de derrotista , sino lo afirmo desde el punto de vista de la lógica la misma lógica que me dice que mientras el gobierno narcisista de los EEUU no tome cartas en el tema del inhumano bloqueo la única convicción es y será la de resistir sin temor al fracaso, es cierto que a medida que pasa el tiempo y se agudizan las necesidades y carencias parte de la población se rinde y claudica y es entendible

    • Sergio dijo:

      24 de febrero en La Demajagua???

  • Jorge dijo:

    " Independencia o Muerte " prohibido olvidar para los cobardes miserables que se andan inventando frasesitas tratando de ocultar la esencia de nuestro pueblo, Agramonte como Cespedes, Martí y muchos otros permanecen en la memoria de los cubanos dignos y dispuestos a dispersar cualquier intento de disfrazar la historia, independencia o muerte o patria o muerte es lo que toca para que vayan con sus intentos a otra parte o morderan el polvo de la derrota bajo un pueblo embravecido.
    Cuba es y sera un eterno Baragua

  • lector dijo:

    El mayor General Ignacio Agramonte es de los hombres que son impresindibles a la hora de hablar y contar la historia de Cuba.

  • Orlando Valdés dijo:

    Qué orgullo de mi Mayor.. qué orgullo de mi Camagüey

  • GRG dijo:

    Excelente artículo

  • el tuso dijo:

    Para los que nacimos o vivimos en el legendario Camaguey es un honor que nos llamen agramontinos, visitar la casa natal muy cerca de la historica plaza de los trabajadores o tomar un descanso en el Parque Agramonte es un privilegio. honor a quien honor merece.

  • Armando gutierrez dijo:

    me gustó la mesa redonda , porq no hizo otra cosa q ratificar la enorme figura de agramonte y como en este país lo subvaloran debe de estudiarse más esta enorme figura

  • Seguidor dijo:

    Maravilloso artículo y excelente la mesa redonda hoy con la figura del Mayor General Agramonte y Loynaz. Tiene que impulsarse la creación artística sobre nuestros próceres, heroes. Verlos como héroes, personas de carne y hueso. Muchos murieron jóvenes, son paradigmas de nuestra juventud y tienen que conocerse más. GLORIA ETERNA AL MAYOR.

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MSc. Ricardo Muñoz Gutiérrez

Especialista Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey.

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