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Salvador Cisneros Betancourt: El viejo guapo

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    Salvador Cisneros Betancourt participó en la redacción de cuatro constituciones cubanas. Foto: Archivo.

Cuando Salvador Cisneros Betancourt regresó a Cuba en 1884 ya no era el mismo hacendado rico que se fue a la manigua 16 años atrás. Entonces entró al monte con el título de Marqués de Santa Lucía y salió como un exiliado. En Puerto Príncipe poseía decenas de propiedades, pero en Nueva York vendió tabacos y cigarros para huir de la miseria. Poco le importó. Cuando puso ambos pies en la Isla, de nuevo intuyó el camino de sacrificios e incomprensiones que siempre marcó su vida.

Tenía los ojos grandes, brillosos y penetrantes. Una leve mueca le asomaba en los labios. Hablaba bajo y despacio, pero siempre dejó escuchar su voz. Presidente de Cuba en dos ocasiones, constituyente en Guáimaro, Jimaguayú, La Yaya y en la Carta Magna de 1901, su presencia es clave para entender la historia del país, aun en medio de las polémicas que también lo envolvieron.

Hace hoy exactamente 120 años, Salvador Cisneros Betancourt publicó su Voto particular contra la Enmienda Platt, un texto vibrante, preciso, directo, como siempre fueron los debates con el Marqués. Recordar su figura es ir a una vida marcada por la búsqueda de la soberanía nacional dondequiera que esté.

El Marqués de la libertad

Durate la Guerra de los Diez Años Salvador Cisneros fue uno de los Presidentes de la República en Armas. Foto: Archivo.

Nacido el 10 de febrero de 1828, con apenas 13 años sus padres lo enviaron a Estados Unidos para recibir una educación propia de su título nobiliario, una verdadera rareza en el panorama cubano. Alejado de la turbulenta realidad nacional, cuando volvió encontró un país convulso y asfixiado por una metrópoli intransigente ante cada rebeldía.

Él también se sublevó, pero esta vez en contra de la decisión familiar que lo obligaba a casarse con una prima sin siquiera conocerla. Intentó no hacerlo, pero en definitiva los “atractivos por su hermosura y candor” le cambiaron el parecer. Una hoja de naranja sirvió para escribir la declaración de amor. Tras el sí de Micaela Betancourt y Recio vendrían siete hijos, pero también una historia de ausencias en nombre de la libertad.

Ella lo despidió cuando el 4 de noviembre de 1868 se unió a otros 75 hombres para sumar al Camagüey a la lucha iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua. Unos meses más tarde él recibiría a toda la familia en los campos y no tuvieron más fortuna que la de andar pobres y errantes.

“Mi familia vivía constantemente amenazada e intranquila —contó años después—. En noviembre de 1869 éramos 25. Todos estaban enfermos a excepción de Micaela, mi esposa, y Carmita, mi hija. Justamente en esa misma época murieron ambas, las únicas sanas”. En abril de ese año Salvador se había convertido en Presidente de la Cámara de Representantes surgida tras la Asamblea de Guáimaro, un cargo que incrementaba el peligro para los suyos.

Para protegerlos el Marqués envía a sus hijos hasta la finca de un hombre de confianza, pero allí su pequeña Carmela también muere “por falta de alimentos, pues no se podían tener vacas amarradas para evitar que el enemigo pudiese asaltarlas”. Los sobrevivientes salen hacia el extranjero. Poco a poco el patriarca se va quedando solo, mientras debe lidiar con los rigores de la guerra, la desunión y las intrigas que cada día ganan espacio en los campos cubanos.

“Nos acompañaba un niño del Coronel Varona, como de nueve años, que hizo el viaje a pie y descalzo, y tan contento sin embargo de haber caminado más de 7 leguas —escribe en julio de 1872—. Cuánta envidia me daba ver al hijo seguir al padre, cuánto sentía que Gasparito no me acompañara, cuánto diera yo por tenerlo a mi lado”.

Son años de fuerte persecución española y la Cámara apenas puede funcionar con estabilidad. Cuando lo hace, acrecienta las contradicciones con Carlos Manuel. Finalmente, cuando el 27 de octubre de 1873 lo destituyen de la presidencia de la República en Armas —una votación en la que el Marqués no participó alegando cuestiones de honor, aunque en parte ocurrió por sus propios impulsos—, los problemas tocan verdadero fondo. Y con ellos, Cisneros gana una marca que lo acompaña hasta hoy.

En la última página de su Diario Perdido el Padre de la Patria lo fustiga sin piedad, aunque la realidad parece indicar que el gran error de Cisneros, junto a una apuesta ciega por un civilismo ajeno a la realidad de la guerra, radica en la confianza y la pasividad ante quienes decidieron vejar al iniciador.

“Céspedes no es el hombre que ha dejado de ser Presidente, sino el que engendró la Revolución —les recuerda a los miembros de la Cámara—. La personalidad del ciudadano Carlos Manuel de Céspedes está tan adherida a la Revolución de Cuba que abandonarlo, porque ha dejado de ser Presidente, a sus propios recursos, sería un desagradecimiento”. Sin embargo, el Legislativo no cede y responde que el bayamés es un asunto administrativo. Salvador lee el mensaje y con su silencio firma quizás la página más oscura de su vida.

Menos de dos años después, cuando desde Lagunas de Varona el Mayor General Vicente García encabeza a un grupo de mambises y exige, entre otros asuntos, la renuncia del Presidente, el Marqués no pudo más que volver al recuerdo de su predecesor. No obstante, él también tiene grandeza sobre sí. Casi solo, con su pecho expuesto a una bala, aparece en el campamento de los sediciosos para exigir una entrevista con su líder y el sometimiento de todos a la legalidad.

Unos emisarios de Vicente García le comunican que no lo reconocen como Presidente, pero Cisneros no da un paso atrás. Someterse a la ley, respetar la Constitución, cumplir la disciplina militar. Él no se irá del lugar. Ante tal firmeza, los amotinados levantan el campamento y lo dejan en medio del campo. Entonces el Legislativo cede y él Marqués, cómo Céspedes, sale de la presidencia sometido por la Cámara de Representantes.

Zanjado el asunto con su renuncia, Salvador mira los últimos años de la guerra y solo puede pensar en cuánto ha perdido. La desunión y la indisciplina provocan en 1876 el fracaso de la invasión de Gómez a Las Villas, mientras un año después otra vez Vicente García protagoniza una sublevación en las filas mambisas. Tras casi una década de muertes y sacrificios, poco a poco crece en varios líderes la idea de la paz, con o sin independencia.

El Capitán español Arsenio Martínez Campos maniobra y consigue la firma del Pacto del Zanjón. Es 10 de febrero de 1878 y Cuba no tiene libertad ni disfruta el fin de la esclavitud, los dos principales objetivos de la contienda. Dos días antes, la Cámara de Representantes decide su disolución para facilitar las negociaciones de paz, y lo hace con un único voto en contra: el de Salvador Cisneros Betancourt.

La voz del Marqués no sucumbe frente al cansancio. En aquella junta se pone de pie, fija sus ojos en cada uno de los reunidos y dice que en la situación del país no le parece digno renunciar a su puesto de Diputado, sobre todo si esa decisión deja el camino libre para unas conversaciones que no incluyen la independencia. Los otros lo escuchan y callan. El fallo está tomado. A Cuba le esperan 17 años de tregua; a él le corresponde el exilio.

El regreso a las armas

El Marqués fue uno de los firmantes de la Constitución de Jimaguayú. Foto: Cubahora.

En un rumbo que igualmente tomaron Máximo Gómez, Antonio Maceo, y otros tantos mambises de la Guerra Grande, Salvador Cisneros salió de Cuba y emprendió camino hacia Jamaica. El Marqués entró al exilio con 50 años, viudo, sus propiedades confiscadas o destruidas y varios hijos muertos o al cuidado de sus parientes.

Su paso por Kingston es breve, apenas una pequeña escala en el propósito de ir a Nueva York. A aquella ciudad llegó con la misma ropa que usó desde su salida de Cuba. No tenía más que un traje y el dinero apenas le alcanzaba para subsistir. En los años siguientes morirán sus dos hijos varones. En Nueva York abre un puesto para vender cigarros, tabacos y billetes de lotería, pero no deja de conspirar.

Allí lo encuentra José Martí y lo suma de nuevo a la causa de la Revolución, pero Cuba todavía no está lista para volver a las armas. Cisneros regresa a la Isla en 1884 y se instala en Camagüey. Poco a poco, la monumental obra organizativa del Apóstol toma forma y la Guerra Necesaria estalla por fin el 24 de febrero de 1895.

Desde su hogar el Marqués observa el desarrollo de las primeras acciones, pero no puede esperar más. Como en 1868, llama a cuantos quieran sublevarse a que lo acompañen el 5 de junio en la finca San Antonio de Maraguán. Solo lo secundan doce hombres. No importa. Sube a su caballo y parte hacia el Oriente, pero le informan que el General Gómez ha llegado a Camagüey y en definitiva decide ir a su encuentro.

El Marqués tiene 67 años y es un ilustre veterano, ya no tiene edad para las guerras y las terribles condiciones de campaña, pero ni siquiera vacila un segundo. “El viejo guapo, el de buena cepa”, diría el Generalísimo sobre él, como si adelantara en varias décadas el criterio del historiador Néstor Carbonell, uno de los estudiosos que se ha acercado a su figura.

“¡Con qué serenidad se ofrecía Cisneros Betancourt a la lucha! Dentro de ella se destacaba como un símbolo. Lujoso de bondad, imperturbable en la pelea, a medida que el tiempo pasaba se crecía a los ojos de cuantos lo rodeaban como un personaje de leyenda. Prototipo del orden y la disciplina, velaba por el buen encauzamiento de la guerra, predicando ideales y pareceres, pregonando lo que había de ser doctrina de la República”, asegura el investigador.

Así se le vio también en los potreros de Jimaguayú en septiembre de 1895, cuando representantes por Las Villas, Camagüey, Oriente y Occidente se dieron cita para organizar la lucha y darle a Cuba una nueva Constitución.

Aunque su criterio de otorgar mayor fuerza al poder civil —similar a lo visto en 1869 en Guáimaro y que a la postre contribuyó al fracaso de aquella guerra— no fructificó, los delegados lo eligen como Presidente del Consejo de Gobierno. Entonces se convirtió en el único cubano en ocupar la máxima responsabilidad del país en dos ocasiones.

Cuando un mes después Antonio Maceo partió desde Mangos de Baraguá para iniciar la Invasión a Occidente, con él estuvo el Marqués al frente del Gobierno. Junto a los soldados del Titán pasó por Camagüey, cruzó la Trocha de Júcaro a Morón y llegó a Las Villas. Allí se despidieron. Cisneros regresó a Oriente y Antonio continuó su avance hasta Mantua, el poblado más al oeste de Cuba. Fue el adiós definitivo entre ambos patriotas.

De aquellos años en la presidencia, Néstor Carbonell destaca su espíritu conciliador, una sencillez a toda prueba y una vida ajena a la soberbia y a las vanidades, siempre accesible para los que quisieran verlo. “Su lógica era humana, en estrecha comunión con la verdad de la vida, —asegura— sin coqueteo ni falsedades. No fue el gobierno en sus manos, palanca de maquinaciones tenebrosas, ni cueva de enredos, ni laboratorio de maldades, entre espumarajos y rechinar de dientes.

No obstante, las contradicciones entre el poder civil y el militar afloran de nuevo. Con su escritura ríspida, el propio Gómez valora a los miembros del Gobierno como “hombres de limitados alcances y de amor propio exagerado y mal comprendido”. Para el Generalísimo, la interferencia en las decisiones de la guerra viola lo pactado en la Constitución de Jimaguayú. Su diario arroja luces, aunque el viejo mambí cita al Secretario de la Guerra Carlos Roloff como el principal acusado.

Aun así, en diciembre de 1896 Gómez decide renunciar al ver disminuida su autoridad. Por suerte la turbulencia pasa y “el viejo” continúa en su puesto. Conforme a lo establecido en Jimaguayú, si en dos años la guerra no ha terminado los cubanos deben convocar otra Constituyente. Es octubre de 1897 y la nueva sede es La Yaya, también en Camagüey.

Otra vez Cisneros asiste como representante por esa región. Luego de aprobar una nueva Carta Magna, los reunidos eligen a Bartolomé Masó para sustituirlo al frente del Consejo de Gobierno. Entonces el Marqués queda como un mambí más y como tal exige una ubicación donde servir a la Patria. En un acto de gratitud, le asignan una escolta de siete hombres y un pequeño grupo de ayudantes. Tiene 70 años y no piensa abandonar el monte.

“No se convirtió por esto Cisneros Betancourt —asegura Néstor Carbonell— en una carga de lujo de la Revolución. Más de una ocasión asistió, con su escolta, a encuentros con el enemigo, dando en ellos pruebas inequívocas de valor. Se ocupó, asimismo, de tener al corriente las comunicaciones con las ciudades de Camagüey, Nuevitas y Santa Cruz del Sur, proveyendo al gobierno y al ejército, en lo posible, de medicinas y accesorios”.

Durante los meses siguientes los insurrectos dominan los campos, mientras los españoles se concentran en las ciudades. La Metrópoli siente perdida la guerra y en una de sus últimas tretas busca para la Isla un gobierno basado en las ideas del Autonomismo, pero nada detiene a la Revolución. La guerra está virtualmente ganada cuando el 15 de febrero de 1898 una explosión estremece el puerto de La Habana. El acorazado estadounidense Maine se hunde en la bahía y la historia está a punto de cambiar.

Los últimos compases de la guerra

La explosión del Maine marcó un giro en los acontecimientos. Foto: Archivo.

Tras la voladura del buque norteamericano los acontecimientos se suceden como un torbellino. En medio de una intensa campaña dirigida a culpar a España de la destrucción, a finales de abril Estados Unidos adopta una Resolución Conjunta que reconoce la independencia de Cuba y le exige a la Corona la renuncia inmediata a su autoridad sobre la Isla.

En los próximos cinco días aparece el bloqueo naval y la declaración de guerra. En mayo los mambises y el ejército estadounidense acuerdan cooperar entre sí. Un mes después las tropas al mando de Calixto García garantizan el desembarco de los soldados norteamericanos, mientras en julio cae Santiago de Cuba. Sin embargo, cuando los cubanos se disponen a entrar a la ciudad el General William Shafter lo impide. Su justificación es el temor a represalias contra los españoles, aunque

La respuesta de Calixto es vibrante: “no somos un pueblo salvaje que desconoce los principios de la guerra civilizada —le dice—. Formamos un ejército pobre y harapiento, tan pobre y harapiento como lo fue el ejército de vuestros antepasados en su guerra noble por la independencia de los Estados Unidos de América; pero, a semejanza de los héroes de Saratoga y de Yorktown, respetamos demasiado nuestra causa para mancharla con la barbarie y la cobardía”.

Esa y otras protestas no encuentran respuesta. Aun desde la distancia el Marqués entiende perfectamente la situación e impulsa a las tropas mambisas a entrar primero que las norteamericanas a las ciudades liberadas. Él mismo lo consigue en Santa Cruz del Sur y recibe a los “aliados” con la bandera cubana en todos los fuertes y edificios principales.

Pocas semanas después en ese poblado dará inicio una asamblea histórica. Es 24 de octubre y otra vez Cisneros aparece como delegado por Camagüey. El objetivo es representar al pueblo ante el gobierno estadounidense, defender los intereses de la Revolución y de un Ejército Libertador casi abandonado a su suerte.

“A los cubanos —escribe Gómez un mes antes en su diario— nos ha tocado el despoblado y por premio de nuestros servicios y de nuestro cruento sacrificio; el hambre y la desnudez, que hubieran sido más soportables en plena guerra que en esta paz, donde no nos es permitido ostentar nuestros laureles tan bien conquistados”.

Sin conseguir mucho la Asamblea se mueve desde Santa Cruz del Sur hacia varios puntos del territorio habanero de Marianao, mientras en la capital francesa Estados Unidos y España conversan a espaldas de Cuba. Por fin el 10 de diciembre ambas naciones sellan con el Tratado de París el traspaso de la Isla al gobierno de Washington. Significa la estocada final a la independencia, pero no es la única mala noticia de esas jornadas.

Un día después el Ejército Libertador pierde al Mayor General Calixto García y el 21 de ese mismo mes Tomás Estrada Palma disuelve el Partido Revolucionario Cubano (PRC). Casi huérfanos frente al ímpetu norteamericano, los asambleístas no ven el peligro sobre ellos y se desgastan en discusiones internas. Mientras, llega 1899 y ahora flamea la bandera norteamericana sobre todas las instituciones públicas del país.

El 14 de febrero los representantes se trasladan al Cerro y desde allí continúan los debates. En franca alusión al Generalísimo y a una futura nueva Constitución, discuten si un extranjero puede convertirse en presidente del país. También analizan solicitar un empréstito al gobierno norteamericano para asegurar el licenciamiento de las tropas mambisas.

El viejo Gómez no está de acuerdo. Sin embargo, la Asamblea toma el camino más sencillo y el 11 de marzo lo destituye como Jefe del Ejército Libertador. A pesar de los antiguos encontronazos, otra vez Salvador Cisneros vota en contra de la decisión. El pueblo también la rechaza y apoya con ímpetu al General. Presionada, sin avanzar en los asuntos esenciales, la Asamblea del Cerro decreta su disolución menos de un mes después. El camino de la intervención se ha completado.

“La independencia absoluta o nada”

La Enmienda Platt fue impuesta a la fuerza a la cubanos. Caricatura: Archivo.

Treinta años después del Grito de Yara todavía los cubanos no tienen la libertad. Solos ante la intervención de un país extranjero, varios patriotas comprenden la necesidad de salir con urgencia de esa situación y aspiran a una Constitución y un Gobierno estable. A fin de cuentas, así le habían dicho cuando España dejó la Isla y otra potencia llegó para dominarla.

Siempre apegado a esa soberanía ausente, Cisneros envía una carta al mandatario estadounidense William McKinley y le habla del heroísmo de los cubanos y de la necesidad del fin de la ocupación para instaurar un gobierno propio. Mientras espera, promueve la paz en el país. “Cordura y serenidad pregonó —asegura uno de sus biógrafos—. Exacerbar los ánimos en esas circunstancias era llevar al pueblo cubano a la desesperación”.

El Marqués no acepta cargos oficiales durante la intervención. No puede servirle a quien lo priva de la libertad verdadera. Por fin Estados Unidos decide no apelar a la anexión ni al protectorado para dominar a Cuba y el Gobernador de la Isla Leonardo Wood, convoca a una nueva Asamblea Constituyente. Solo entonces Cisneros regresa desde Camagüey. Según él mismo dice, se incorpora “gustoso a la lucha hasta obtener la más absoluta independencia y establecimiento de la República Cubana”.

Sin embargo, a los debates sobre la Carta Magna no le faltan malestares. En la misma sesión inaugural Wood les informa que deben incluir en la Ley de leyes cómo serán las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. En pocos meses los representantes tienen listo un texto constitucional, pero lo pactado no complace a Washington. El Gobernador General debe inmiscuirse de nuevo.

En simbólica coincidencia con el tercer aniversario de la voladura del Maine, cambia la táctica e invita a un grupo de asambleístas a una excursión privada. Allí les da a conocer una carta del Secretario de Guerra norteamericano con los puntos esenciales que deben regir los vínculos entre ambos países. Menos de dos semanas después, el Congreso de Estados Unidos aprueba la Enmienda Platt para que sirva de anexo a la Constitución cubana.

El texto de la Enmienda resulta inaceptable. En sus ocho artículos concede el derecho a Estados Unidos de ocupar militarmente la Isla, convalida todos los actos realizados por el gobierno interventor, desconoce la soberanía sobre Isla de Pinos y establece la sesión de espacios de terrenos cubanos para la construcción de bases navales y carboneras. A su vez, no permite realizar tratados sin el consentimiento del gobierno norteamericano.

Junto a hombre como Juan Gualberto Gómez y Manuel Sanguily, desde la Asamblea Constituyente otra vez se alza la voz del Marqués a nombre de la soberanía. Es 15 de marzo de 1901 y todo el país conoce su Voto particular contra la Enmienda Platt. Cisneros sabe en carne propia los sacrificios de la guerra, conoce los errores y disfrutó las victorias. No está dispuesto a someterse una vez más.

“No debemos, no, renunciar ni abandonar nuestros puestos —dice—, sino defender los derechos del pueblo, hasta sacarlos incólume o sucumbir en el puesto”. Luego sigue con un anuncio que parece un reto: “Yo por mi parte no renunciaré; y allí me encontrará el gobierno interventor, dispuesto a sostener la independencia absoluta y los derechos del pueblo que me ha nombrado”.

Sus preguntas son golpes. “¿Somos nosotros parte integrante del territorio de los Estados Unidos? —interroga a sus interlocutores— ¿Las leyes que formula el Congreso de los Estados Unidos, tienen acaso que ver algo con los cubanos?”. Antes de continuar duda de nuevo: “¿Con qué derecho el Senador Platt, ni todo el Congreso con el Presidente de la República a su cabeza puede disponer de los asuntos privativos de Cuba?” Él sabe muy bien las respuestas, pero necesita movilizar a los indecisos.

A sus 73 años el Marqués luce tan inmenso como cuando se lanzó por primera vez al monte. Otra vez su palabra se llena de dardos de ironía. “¡Qué cándidos son! Sin duda se olvidaron o les faltó el resuello para pedir o exigir que se les permitiese levantar un fuertecito con unos cañoncitos y un número de soldados suficientes para sostener las dichas carboneras o estaciones navales. Sin duda quieren otro Gibraltar o el clavo del Jesuita, para tenernos siempre a merced de ellos”.

Uno por uno, Salvador desenmascara los propósitos de la enmienda. “Desafío al más erudito diplomático que me diga qué clase de Gobierno tendrá, porque el aceptarlas, ni tendrá soberanía, ni Independencia absoluta, ni será República, ni anexada, ni protegida, ni territorio de los Estados Unidos”. No obstante, aun siente que sus argumentos no bastan. Vuelve a la carga y recuerda sus años en la manigua: “la independencia absoluta o nada”, y solo con esa frase resumió el sentir de un país.

A pesar del impacto que causaron su voto y sus ideas, Cisneros ve con tristeza cómo la nación sigue hacia el abismo. No importa cuánto se haga, la decisión parece clara: o hay República con Enmienda Platt o se mantiene la intervención. Finalmente, el 12 de junio de 1901 la asamblea aprueba el apéndice constitucional. De todos, 16 votan a favor y once en contra. Entre ellos, aparece la mano alzada del veterano Marqués.

La Estrella Solitaria

Hasta el final de su vida Salvador Cisneros fue Senador de la República. Foto: Archivo.

“Siento tomar la pluma y tener que escribirle en el orden en que voy a hacerlo —dice Cisneros en una carta a Tomas Estrada Palma a mediados de 1901— siendo esta quizás la primera vez que desde 1868 en que nos conocimos y luchamos por la independencia absoluta de nuestra querida Cuba, no comulguemos con una misma hostia ni vayamos a un mismo fin”. El viejo Marqués se ha enterado del apoyo del antiguo Delegado del PRC a la Enmienda Platt.

En la misiva le retira su ayuda para la cercana campaña presidencial y lo critica por adoptar una actitud contraria a los intereses del pueblo cubano. Casi al mismo tiempo también se comunica con Bartolomé Masó y le cuenta que lo ha propuesto para dirigir el país. A uno y otro le asegura lo mismo: cuando se instaure la República, el Presidente del país debe ser alguien opuesto a la Enmienda Platt. Al menos eso en pos de contener los intereses norteamericanos.

Cuando el 20 de mayo de 1902 por fin nació la República y con ella llegó Estrada Palma como su primer mandatario, para Cisneros comenzó también otra página de esfuerzos y sacrificios. Electo Senador por su Camagüey, levantó la voz para condenar cuanto vio torcido en la nación.

Aun sin grandes dotes para la oratoria, rudo en sus expresiones y directo en su pensamiento, desde su escaño condenó la creación de la Guardia Rural y el Ejército Permanente, mientras pidió apoyo para los veteranos de guerra y para el regreso de los exiliados. Antiplattista consagrado, jamás compartió cualquier decisión que considerara dañina para la soberanía de Cuba. En aquel año el periodista Manuel Márquez Sterling lo definió de forma magistral.

“En la guerra y en la paz ha sido el mismo. Lo mismo que se atrevía a sentarse donde las balas caían, tiene el valor de decir lo que piensa ante el pueblo reunido o ante la Cámara de sabios a quienes suele entorpecer a obra de sus ambiciones. Mejor patriota, desde luego, que legislador, con un fondo de desconfianza en los patriotas de nuevo cuño que le rodean. Sin embargo, el Marqués no se rinde, vuelve a la batalla, y vencido aún, no se convence de que su corazón inmenso puede y vale más que el cerebro de los legisladores cubanos”.

Como le había prometido a Estrada Palma, publicó varios artículos para denunciar las desviaciones del gobierno. Le dicen que el Presidente carece de tiempo para leer la prensa, así que intenta verlo como Senador, pero también lo rechazan. Un periódico se burla de los intentos del anciano y le sugiere que vaya los sábados, el día señalado por el gobernante para recibir al pueblo. La respuesta de Cisneros cae como un rayo.  

“No se me ha recibido porque no pertenezco a la camarilla privilegiada —denuncia— mientras se le abre la puerta a los que han sido enemigos funestos de Cuba". Pero el viejo mambí tampoco pasa por el alto el intento de ridiculizarlo y arremete: "Y me choca, no porque mi orgullo se resienta por mezclarme y confundirme con el pueblo; ya que muchas veces he probado y hoy con más razón que nunca que no me aparto ni un punto de sus destinos, que le defiendo, que estoy con él, que dependo de él y en una palabra, que por el pueblo ocupo este cargo”.

Cuando en 1906 Estados Unidos protagonizó su segunda intervención militar en Cuba, Salvador comprobó la verdad de sus razones en contra de la Enmienda Platt. Entonces el 10 de octubre de 1907 fundó el periódico La Estrella Solitaria y formó la Junta Patriótica, un espacio para agrupar a los cubanos en pos de la verdadera independencia. En cambio, jamás se afilió a un partido político.

Tiene 84 años y ya pelea con sus últimas fuerzas. En 1913 crea el Comité Pro-Abolición de la Enmienda Platt y aun es Senador por Camagüey cuando siente la muerte cerca. El corazón le late más fuerte, lo siente como si fuera una carga al machete, una discusión desde la Cámara de Representantes, una derrota, una victoria. Ante lo inevitable, pone en orden sus cosas y declara herederos al Consejo Nacional de Veteranos. Néstor Carbonell cuenta aquel 28 de febrero de 1914.

“Lenta, suavemente, fue cayendo en el eterno sueño. Su cuerpo fatigado se fue tornando rígido. Los canales de la sangre se quedaron fríos. El fulgor de la mirada se opacó. Los labios se le secaron. El pulso se le fue. Entre monocordes voces de plegarias y un enjambre de sollozos y suspiros, el viejo soldado que había peregrinado por las más enmarañadas trochas, se perdió en la eternidad”.

Hacía casi una década ya no estaba Gómez, el gran General. De entre tantos gigantes, él fue el último, y también murió en la batalla. En el Senado le rindieron honores, antes de comenzar el traslado de su cadáver hasta su tierra natal. Allí fue un adiós de pueblo, de tanta gente humilde y sincera. Él mismo construyó ese respeto a fuerza de heroísmos y sacrificios.

“Fui uno de los que solo la voz de la patria escucharon —escribió una vez—, y a su defensa y libertad consagré cuanto tenía, cuanto podía, cuanto significaba. Arrojé en la pira inmensa de sus incendios trágicos, desde mis títulos de nobleza castellana, hasta mis últimos recursos, y di mi pecho a la bala enemiga cuantas veces fue preciso dar ejemplo de estoicismo y de firmeza. No fui, pues, a la revolución como un aventurero, al azar de una lucha, con la esperanza del beso de la gloria o de la caricia de la fortuna. Sino por el contrario, arrojé lejos de mí, riqueza, gloria y bienestar, para despertar en un pueblo esclavo el amor a la libertad, y enseñarle a redimirse por su propio esfuerzo”.

Se han publicado 58 comentarios



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  • ELIAS dijo:

    Excelente trabajo. Fue un gusto leerlo.

    • eusebio dijo:

      Sería bueno hacer una miniserie, del tipo de Honor sobre esta figura de la independencia cubana

      • Orce dijo:

        Concuerdo con usted...

      • Leila dijo:

        También de acuerdo

      • Ti Noel dijo:

        Concuerdo con los amigos Eusebio, Orce y Leila. pero, al parecer, al ICRT no le interesa realizar este tipo de trabajos porque tengo por experieciencia propia que cada vez que se le proponen este tipo de seriales, expresan que no hay presupuesto para abordar la realización de seriales de época. Y este tipo de respuesta no data de ahora de los tiempos de la pandemia y del recrudecimiento del bloqueo cuando realmente no hay posibilidades... esta respuesta viene desde hace tiempo, mucho tiempo. Sin embargo, hay financiamiento en CUC para espacios como el ATRACON, por citar solo un ejemplo¿que le parece?

  • César Bustamante dijo:

    Al leerlo, SEÑOR periodista e historiador, me enorgullezco de la historia de nuestro país.

  • Raúl Martínez dijo:

    Este tipo de trabajos son los que no debe dejar de repetirse para que se conozca quienen son los verdaderos heroes de Cuba, los verdaderos desinterazados que lo dan todo sin pedir nada a cambio.

    Felicidades por el trabajo periodistico

  • Rafael Emilio Cervantes Martínez dijo:

    Así se debe contar la historia, con sus complejidades y grandezas. Una vida entera dedicada al sacrificio por los ideales de independencia y una verticalidad a prueba de las situaciones más difíciles. Honra para el insigne patriota y su familia por su entrega a Cuba.

  • Ernesto dijo:

    Un verdadero patriota. Intransigente y defendiendo nuestra patria. Emocionante trabajo periodistico

  • humbertóm dijo:

    felicito al periodista por este trabajo. Salvador Cisneros es uno de los grandes cubanos casi olvidados.

  • Ernesto Velarde dijo:

    Muy buen trabajo!

  • Tolosa dijo:

    Mortal que ningún titulo te asombre polvo y solo polvo cualquier hombre.
    Salvador Cisneros

  • Miguel Castro L dijo:

    Crónica brillante que pone en justo lugar la figura del insigne patriota Salvador Cisneros Betancourt.

  • Isabel dijo:

    Excelente artículo!
    Es importante que los jóvenes se acerquen a la historia a través de un ejemplo de patriota como Salvador Cisneros Betancourt, su ética, valores, entrega.
    Raúl Roa le comentó a mi padre si proyecto de hacer un libro sobre "el marqués mambí".
    Soy Camagueyana y siempre lo he admirado mucho, una de sus propiedades donadas es el Casino Campestre, dónde hay un monumento de él.
    En los últimos años se han escrito muy buenos trabajos acerca de su vida. A él se le rinde homenaje en Cuadernos de historia príncipe la #13, dónde, entre 8 artículos aparece uno de Eduardo Torres Cuevas: Su historia es la historia de la independencia de Cuba.
    Concuerdo con que merece se realice una película, serie televisiva o ambas que contribuiría a amar nuestra historia y a la formación de valores.
    Gracias por este trabajo.

    • Isabel dijo:

      Me disculpo, ya mi padre se encargó de la aclaración sobre el título del libro que Raúl Roa tenía en proyecto hacer, realmente era"El marqués Jacobino".

  • MAR dijo:

    Me gustan mucho estos articulos de la historia de nuestra Patria , donde narrran las crueles ciscunstancias que viviron nuestros patriotas, dondo entragaron todo, lo perdieron todo ..por la independencia de nuestro pais, me causa gran sentimiento, que estas reales y crueles historias sean desconocidas por la mayoria,....... que se juegue con nuestro pasado, que se ignore y que se repitan consignas por el mero echo de hacer coro, y como bien publicaron en un articulo de este periodico... no soy revolucionaria ..soy Patriota..

  • joaquin dijo:

    Excelente artículo.

  • Ernesto dijo:

    Inmenso, gracias por este recorrido por la vida de uno de nuestros grandes; ese fervor patriótico en contra de anexionistas y oportunistas, esa hidalguía y entrega total a la causa, sigue inspirando a todos los que defendemos nuestro proyecto social, continuidad histórica de nuestros mambises.

  • Angel dijo:

    Asi son los hombres cuya gloria debemos y tenemos que difundir para estas y futuras generaciones de cubanos. Merecen ser mas y mejor conocidos.

  • Ernesto dijo:

    Excelente trabajo, siempre se ha hablado del Marqués de Santa Lucia como una figura misteriosa en la historia. Que bueno sería seguir exponiendo esta historia nuestra en cubadebate, historia que deben conocer nuestros jovenes y que es una pena que no se conozca a plenitud

  • Miguel Armando Espinosa Rosales dijo:

    Excelente trabajo....sin palabras. Yo mismo, siendo camagueyano, lo había oído mentar pero no conocía de la vida y obra de este patriota. Coincido que así se debí contar la historia de nuestro país, de forma amena. Es una lástima que hoy en día los canales de televisión que tenemos no proyecten aventuras como las que veía en mi niñez como "El Mambisito" y otras; o que RTV Comercial o la TVC no graven o filmen materiales con los avatares de la guerra de independencia. Pienso que sería una buena opción de hacerles llegar a las nuevas generaciones, partes importantes de nuestra historia y que tendrían muy buena aceptación por parte del público televidente como mismo ha sido la serie "LCB Lucha contra bandidos".

  • tunero dijo:

    Muy bueno su trabajo, pero que tiene ud en contra de nuestro VICENTE GARCIA que lo tilda casi de traidor, lease y documentase bien la autobiografia de Vicente Garcia y despues opine.

    • wallace dijo:

      Haaa, viste. Las cosas no son siempre como parecen. Vicente luchó por la independencia, pero a su manera. Uno de los caudillos que provocó la ineficacia de la 1ra guerra. Negado a todo orden y lógica según los que, cómo Cisneros, reconocieron el papel de los verdaderos dirigentes y trataron de lograr unidad.

      • Sergio dijo:

        Pero esas cosas pasan,,,, Maceo estuvo a punto de ser llevado a CONSEJO de GUERRA por difamar sobre Bartolomé Masó,,, y no fue llevado, porque este último dijo que NO, que Maceo era una pieza fundamental para el proceso que se estaba llevando a cabo,

        Las cosas históricas,

        Saludos,

    • Chini dijo:

      Perdonen q inserte mi comentario aquí.
      Leí en un comentario a esta publicación de un documental sobre Vicente García.
      Lo vi y lo grave en su momento, es de las periodistas Anibis Lavarta y Norca Meisoso, en el se entrevista a
      Leal
      Torres Cueva
      Víctor Matrero
      Carlos Tamayo
      y muchos más
      Creo que la figura de Vicente García queda totalmente reivindicaron ante la historia de Cuba y por Eusebio Leal.
      Una historiadores en el documental habla de un Roa, que fue quien más denigro a García pues este ordenó fusilarlo.
      Así se comenta de más de una persona que tuvo sus desencuentros con el General Tunero que casi nunca se dice fue Presidente de la República en armas.
      Dicha historiadora, comenta en el documental de que precisamente los Villaclareños son los que más han tildado a García de regionalistal, y dice la historiadora que quienes más regionalistas que los Villaclareños q no aceptaron en su territorio a ningún jefe de otra región, ni siquiera a Máximo Gómez.
      El artículo del periodista muy bueno, creo importante hablar de Cisneros, de Aguilera, todos pero hay serias investigaciones que entran en contradicción con lo que por 150 años de historia se ha escrito, están bien fundamentadas y con el rigor científico que llevan.
      La historia patria apasiona pero no podemos situar en pedestal a uno de esos hombres con virtudes y defectos desmereciendo a.otros por desconocimiento.
      Reiteró Sifonte su artículo me gusto.
      No soy ni tunero, ni camagueyano.
      Soy Cienfueguero.

      • Yunier Javier Sifonte dijo:

        Estimado, solo en tres párrafos de este texto aparece una referencia al Mayor General Vicente García. Como puede leer, en ninguno de ellos se demerita su figura. No se usa un solo adjetivo para disminuirlo. Sencillamente se mencionan los hechos, de la forma más objetiva posible, sin más calificativos o valoraciones. No se profundizó más en ellos porque no es el propósito de este texto. No obstante, ¿no ocurrieron los sucesos de Lagunas de Varona? ¿No existió Santa Rita? ¿Son inciertos los reclamos de quienes protestaban? ¿Es falso lo que se cuenta aquí? ¿En qué lugar se cuestiona la grandeza de Vicente García?
        Respecto a Cisneros, creo que no es necesario demeritar a otros mambises para enaltecerlo a él, como usted sugiere. Sobradas pruebas dio durante su vida como para depender de otros.
        Finalmente, sobre el regionalismo, he de decirle que más que villaclareño, camagüeyano o cienfueguero, soy cubano. No me interesan esas divisiones que algunos aun sostienen.
        Gloria a Cisneros y también a Vicente, sobre el cual, le anuncio, también hablaremos próximamente en este sitio. Saludos.

  • Luis dijo:

    Muy abarcador y esclarecedor su artículo. Creo que aún estamos en deuda con hombres como ese con todo y sus humanos errores.

  • Gaspar Barreto Argilagos dijo:

    Felicito al autor, y a Cubadebate, por la calidad y pertinencia del artículo sobre Salvador Cisneros Betancourt. La consagración a Cuba de su larga vida; el sacrificio de fortuna y mas todavía, de su vida familiar que sufrió la pérdidda de sus hijos en la campaña o como consecuencia de ella; sus profundas convicciones democráticas y el viril rechazo que hizo de la Enmienda Platt, son evidencias de la importancia que tiene su huella para actuales y futuras generaciones.
    Invitado por Ada Kourí Barreto, comía en su casa en 1977, y en la amena y siempre educativa conversación del Dr. Raúl Roa surgió la figura del Marqués de Santa Lucía. Afirmó que tenía hechos numerosos apuntes para un libro que pensaba escribir, cuyo título adelantaba: El Marqués Jacobino. Otras tareas reclamaron la atención de Roa, y falleció sin haber terminado aquella obra que deseó realizar.
    En ocasión de que los dos camagüeyanos que representaban a esta provincia en la redacción de la Constitución de 1901 se negaron a firmar la abominable Enmienda Platt, el Ayuntamiento de Camagüey tomó dos acuerdos; encargar dos retratos al ólleo de Salvador Cisneros Betancourt y Manuel Ramón Silva, para que en lo sucesivo se situaran presidiendo el Salón de Sesiones de dicho Ayuntamiento como homenaje a esa actitud. El otro se refería a declarar Hijos Adoptivos de Camagüey a los otros asambleístas, representantes de otras provincias cubanas, que también se habían negado a firmar la referida Enmienda. Esos dos acuerdos carecen de la adecuada divulgación y entiendo que, en cuanto al primero de ellos, se incumple en la actualidad. Debe gestionarse su honroso cumplimiento.

  • CASAMADIBA dijo:

    Simplemente maravilloso

  • wallace dijo:

    Un placer leer este trabajo.

  • José A dijo:

    Nuestra historia es hermosa, hay que hacer para que las nuevas generaciones la conozcan; la ética, la justicia, el desapego a la riqueza y el valor del sacrificio de tantos héroes. Inculcar estos valores de quienes perdieron todo por liberarse de yugo de una nación extranjera.

  • Ernesto dijo:

    Y esos son los pensamientos que deben regir la conducta de todos los cubanos agradecidos de tener REVOLUCION TRIUNFANTE. y que esos pensamientos sirvan de escudo y espada contra la miseria humana que por estos tiempos le hacen el juego al imperialismo publicando en las redes sociales tda sarta de frases antipatrioticas y genuflexas al imperio sy su politica de aplsatamiento de nuestra dignidad y soberania patrias.

    !Que vivan los hombres y mujeres verdaderamente cubanos que han fraguado con su mente y brazo el crisol de nuestra cubania y soberania nacional.

    VIVA CUBA!

  • Fernando I. Ulacia. dijo:

    Excelente trabajo periodístico, así es nuestra historía, debemos contar más la vida de esos hombre ilustres de la patria, que también han sido brillantes.

  • Carlos dijo:

    Excelente texto debería estar ubicado en los libros de Historia de Cuba y ser de obligatoria lectura y análisis de nuestros educandos.

  • pto_padre dijo:

    Muy buen trabajo, aunque a veces me surgen algunas dudas.

    Se deberían de reconocer o hablar más de otros muchos patriotas, que los dieron todo luchando por la libertad de Cuba, como es el caso de Francisco Vicente Aguilera; en su momento era el 2do terrateniente más rico de la isla y lo dio todo por la lucha.

    Hagase tambien con Vicente García, tan maltratado en la Historia de Cuba y nunca reivindicado.

    Espero me publiquen

  • Gina dijo:

    Esto nos demuestra qué historia tan linda tenemos y de la cual debemos sentirnos siempre orgullosos, labrada con nuestro propio esfuerzo y valentía, lástima que ya no se hagan, menos ahora en las condiciones actuales, esas historias de mambises que tanto vi en mi niñez (recuerdo una aventuras con un mambi llamado Nacho Verdecia que lo protagonizaba Mario Limonta) y que disfrutabamos los niños con verdadero placer y orgullo patrio cuando gritábamos Viva Cuba Libre!, recuerdo incluso que se vendían uniformes de mambises que muchos niños querían tener

  • Un cubano que hoy hablo, Viva la historia dijo:

    Este es uno de los mejores artículos que he leído sobre la historia de Cuba.
    Cisneros Betancourt , es uno de mis patriotas preferidos, lo puso todo al servicio de la patria.
    Siempre los historiadores al escribir sobre esa época comentan del enfrentamiento de los grandes héroes cubano con la cámara y el Senado de la época.
    Cuando se hablará de los traidores en 1878 y 1899, su daño a Cuba.
    De lo que representó la traición de Estrada Palma.
    Hay muchas lagunas que no ha interesado en 150 años aclarar la historia.
    Un ejemplo reciente,
    Hace unos meses vi en Cubavisión Internacional un documental sobre Vicente García, excelente material donde los historiadores incluidos Torres Cueva y Leal reivindican la imagen de García.
    Y dice Eusebio que debe esa satisfacción a los Tuneros.
    Nunca he visto ese documental en otro canal de la TV cubana.
    Sigue siendo Vicente García un regionalista y sectario en la historia de Cuba, casi seguro que si, porque pocas personas conocen ese documental.
    Pero este artículo sobre Cisneros y Cuba es excelente.
    Ojo no vivimos tiempos menos convulsos que aquellos.
    Decía Silvio Rodríguez en una entrevista que hay que cuidarse de que no aparezca el Plattista.
    Y aquí llamó la atención esos cuadros y dirigente que por descuido u omisión han implementado MAL la Tarea Ordenamiento en temas que generan malestar como los precios en general pero en esencia los comedores obreros, esos cuadros que permiten en sus territorios se venda carne de cerdo a 100 CUP y no pasa nada y así les podía mensionar lo que todos los días sale en el NTV .
    Son tan diferentes de los que destituyeron a Céspedes, a Cisneros, los que propiciaron el Zanjón.
    a los que destituyeron a Gómez como General en Jefe.
    Cuidado que en nuestro país se es Cuadro del Partido y el Gobierno y la más mínima decisión tiene un marcado matiz político.
    No hacemos nada en que cada semana vengan Ministros a la Mesa Redonda a corregir lo que el más elemental de los implementadores dejo de hacer inconsciente o consciente del malestar que genera su decisión.
    De bien nacidos es ser agradecidos, dice un viejo refrán, ese médico, ingeniero, economista , bologo etc que migro porque no encuentra desarrollo en Cuba, te has preguntado cómo llegaste a ese título que hoy te permites allí donde estas vivir mejor.
    Fue gracias a un proceso político que con el nombre que quieras permitió que las grandes masa de población accedieran a educación, cultura, deporte, y salud sin costos pq son derechos universales.
    Ese mismo proceso político que no ha dejado de ser agredido desde el día que triunfó.
    Esos patriotas que habla este artículo eran las más grandes fortunas de Cuba en su época, conocían el mundo por dónde viajaron y las metrópolis que los dominaban, esa esencia no ha cambiado.
    Defender a Cuba no se trata de si estás en contra o a favor de su su sistema de trata de patriotismo.

  • Africano dijo:

    Me lo he leido en dos tiempos y me lo volvere a leer, nada MAGISTRAL.

  • azul dijo:

    excelente trabajo, conocemos más de nuestra historia, hace unos años visite el museo provincial de camaguey, y hay varias pertenencias de este ilustre revolucionario

Se han publicado 58 comentarios



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Yunier Javier Sifonte Díaz

Yunier Javier Sifonte Díaz

Graduado de Periodismo en la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en el año 2016. Periodista de Telecubanacán. Colaborador de Cubadebate. En Twitter: @yunier_sifonte

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