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Mayorquín y Raulito: Dos generaciones, un terreno de pelota y la pasión por la enseñanza (+ Video)

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Mayorquín dedicó 48 años de su vida a la enseñanza del béisbol. Foto: Cubadebate.

“Más del 70% de esos muchachos que hoy están en el terreno fueron alumnos míos”, afirma orgulloso Armando Mayorquín Cabrales mientras contempla desde las gradas del estadio Latinoamericano las prácticas de bateo del equipo Industriales.

Mayorquín, quien cumplirá 70 años en enero próximo, ha dedicado casi 50 a la enseñanza del béisbol. Proveniente de una familia de peloteros, tres de sus tíos jugaron en el béisbol profesional. Su destino no podía ser otro que el deporte de las bolas y los strikes.

“En la casa de mi abuela siempre vi béisbol por todos lados. Fui el primer nieto varón, y lo que hicieron inmediatamente fue meterme en un terreno de pelota. Los regalos que recibía el día de los reyes magos fueron siempre un bate y una pelota.

“Y en ese ambiente crecí. Jugué, pero era de regular para malo. Muy defensivo, pero no bateaba. Me decidí entonces por la enseñanza”, comenta quien cuenta con los títulos de instructor de Béisbol, profesor de Educación Física y licenciado en Cultura Física.

¿Cómo resume ese intenso período de trabajo, de 1971 a 2018?

–A partir de 1971 comencé a trabajar en la escuela formadora de maestros primarios, Antón Macarenko. Al ser inaugurada la Salvador Allende, pasé para allá, después a la Lenin, y de ahí me incorporé en el municipio Cerro.

“Entonces dirigí la pre-EIDE Alfredo Sosa Morales, posteriormente la pre-EIDE Mártires de Playa Girón, y luego, como lo que me gustaba era el terreno, volví para la Sosa Morales hasta el 2008, cuando fui para Venezuela”.

¿Experiencias internacionales?

–En los años noventa estuve en Italia en dos ocasiones: Boloña (1992) y Milán (1998). Después, en el 2008, viajé a Venezuela para prestar ayuda técnica.

“Fui a impartir mis conocimientos como entrenador, y también tuve buenos resultados. Pude ver cómo valoran al cubano por su preparación, rectitud ante la vida; por todo lo que brinda, sus aportes. El cubano es ejemplo en muchos países.

“Estando en una academia en Venezuela, hubo una señora que me dijo, tajantemente, que era antichavista, pero que tenía mucha confianza en los cubanos que estábamos allí, porque estábamos brindándoles esfuerzo, sabíamos que estábamos a full todo el tiempo y que lo hacíamos con amor.

“Eso fue suficiente para mí, ver cómo una persona que, sin estar de acuerdo con el proceso revolucionario de Venezuela, era capaz de reconocer nuestro trabajo. Y escuchar a otros hablando maravillas de Fidel, de la Revolución. Son experiencias bellas. Además, escucharlo en el mismo idioma tuyo hace que sea entonces más sociable la relación con alumnos y padres”.

Práctica de bateo del equipo Industriales. Foto: Cubadebate.

¿Qué categorías prefiere?

–He trabajado en todas, incluyendo las juveniles y la primera. He sido campeón nacional en cada uno de esos niveles, tanto como director como coach de tercera base.

“Por mí han pasado muchos jugadores. Hasta 53 nombres me vienen a la mente. Unos han llegado a hacer el equipo Industriales, otros el Cuba, e incluso Grandes Ligas. Recuerdo a Reynaldo Ordoñez, Josué Pérez, Alexei Hernández, Bárbaro Cañizares, Jorge Luis Oña, Ariel Echevarría, Jorge Tartabull y Efrén Ibrahím Díaz.

“En la actualidad, te puedo mencionar a Jorge Luis Barcelán, Jorge Alomá, Frank Camilo Morejón, Oscar Valdés y a Dayron Blanco, que ha venido transitando desde las categorías chiquitas hasta los juveniles y se ha incorporado a Industriales.

“Con Las Tunas, tengo a Andrés Quiala; en Matanzas, a David Mena, y en Pinar del Río a Yasser Julio González. Ver a este último ganar el otro día en el derbi de jonrones fue una satisfacción total, tanto para mí como para el otro profesor que trabajó con él. Siento que ahí puse mi granito de arena. Es gratificante.

“Ahorita mismo, cuando me llamaste, estaba en el banco de Industriales y muchos de ellos me saludaban y decían: 'Mira, él fue mi profe. Gracias a él soy quien soy'.

“Siempre me ha gustado enseñar. En la actualidad no trabajo como tal, pero voy de vez en cuando a la Ciudad Deportiva y doy una mano a quienes fueron compañeros míos. A veces tienen dudas, preguntan, y los ayudo. En cuanto a los muchachos, siempre hay una enseñanza para ellos, y así voy apoyándolos.

¿Por qué llegó el retiro?

–Ese es un detalle que no quisiera dejar pasar por alto. En 2008, el último año que dirigí, fui campeón provincial con el municipio Cerro en la categoría 15-16 años. Después de ganar de forma invicta, cuando conformaron la selección que representaría a La Habana en el torneo nacional, no fueron capaces de preguntarme si yo quería ayudar con la dirección del equipo.

“¿Cuál fue el premio? Desecharme para un lado. Eso me tocó tan fuerte, que opté por dejar la pasión que siempre había tenido, y pedí la jubilación. De no pasar eso, hubiese seguido trabajando. No obstante, la pasión es mayor. Como te dije, no logro desligarme del béisbol”.

¿Qué puede estar incidiendo en los resultados de la base?

–Lo primordial son los implementos. Escasean las pelotas, los bates, los guantes. Los muchachos tienen otros incentivos como la discoteca, la playa, los juegos de Atari. Estas motivaciones les roban mucho tiempo, y por ello van menos al terreno.

“Para conseguir esos materiales, muchas veces los padres tienen que comprarlos, y están muy caros en la calle. Eso afecta, porque hay familias que no tienen la solvencia económica para adquirirlos, y por ende sus hijos no se acercan a la práctica.

“Otro factor en contra es que en las escuelas no sueltan al muchacho hasta las cuatro y pico, y ahora, con este horario, no hacen casi nada en el terreno. Se llegó a la conclusión de que se iba a flexibilizar el horario docente educativo para vincularlo más a las áreas. Lo último que escuché es que eso se está manejando. Es un asunto fundamental, porque si el niño no tiene tiempo para ir al área, se pierde como deportista.

“También el fútbol se está robando muchos jugadores, y en los últimos años se le ha dado demasiada cobertura al fútbol internacional. Casi todos los muchachos son barcelonistas, o del Real Madrid. Eso los desmotiva.

“Otra cosa que hay que romper es el ‘championismo’. Por ejemplo, en las categorías inferiores, si usted no gana, no puede dirigir la próxima etapa. Esa mentalidad debe cambiar”.

Con el tema de los implementos, usted también ha hecho lo suyo.

–Sí, he hecho unos fijándome por los que tienen los jugadores de Grandes Ligas, y otros ideados por mí. A uno lo bauticé con el nombre de bazuca. Es un tubo por donde usted proyecta las pelotas, y el jugador, para poderse quedar atrás, tiene que permanecer todo el tiempo ahí hasta que la bola salga.

“Es un poco complejo, debes tener una buena velocidad de reacción. Son iniciativas que te ayudan a trabajar, sobre todo cuando no tienes la cantidad de pelotas necesarias. Además, sirven para reducir un poco la pérdida de tiempo de esa bola que va a los ‘files’, y hay que irla a recoger.

“Hay otro implemento, que es como un yoyo. Consiste en una pelota plástica perforada como si fuera un carril que transita por dos cordeles de nylon o pita de pescar. Cuando se la tiras al bateador, él la golpea y viene hacia tus manos. Es un protector para las manos del técnico, porque al final de los cordeles tiene una empuñadura. Eso viabiliza. Con un solo jugador puedes dar entre 20, 30, 40, 50 y hasta 100 batazos, y el resto puede estar haciendo otra actividad con el otro profesor en el área.

“Son materiales que ayudan en el entrenamiento. Lo mismo ocurre con los volantes del bádminton. Puedes utilizarlos para pichearle a los bateadores, y se pierde menos tiempo porque no tienes que caminar tanto para ir a buscar la bola y se establecen varias zonas de trabajo a la misma vez”.

Los equipos Bayamo y 10 de Octubre durante la final del II Campeonato Nacional de Pequeñas Ligas de Béisbol en el estadio Juan Ealo de la Ciudad Deportiva. Foto: Calixto N. Llanes/JIT.

¿Qué les recomienda a los jóvenes entrenadores de la base?

–Lo fundamental es que les guste el béisbol y que sus intereses estén en el terreno de pelota. Es igual que en todo en la vida; si no amas a tu mujer, no formarán una pareja seria. Aquí es idéntico, tienes que meterte en el terreno e inculcarle todo al jugador que tienes bajo tus órdenes.

“Así lo verás desarrollarse paso a paso. Eso se convierte en una satisfacción enorme para el entrenador. Lo disfrutas. Y entonces llega el momento en que lo entrevistan por la televisión y dice que pasó por tus manos, que fuiste partícipe, de una forma u otra, en su desarrollo como pelotero.

“Si volviera a nacer me dedicaría al béisbol. Primero, hubiese querido ser un buen jugador, pero la vida me condujo por el camino de la enseñanza. Sin falsa modestia, creo que he merecido los logros que he tenido. Siempre con el sacrificio y la colaboración de mis padres, que fue fundamental.

“Si la familia no ayuda a que el muchacho esté en el terreno, es por gusto. Es como el padre que no lleva al niño a la escuela. Para que despunte en el béisbol, tienes que traerlo al terreno. Ahí empieza todo”.

De Mayorquín a Rodríguez Palacios a los niños del Cerro

Raúl Rodríguez, entrenador de béisbol infantil. Foto: Cubadebate.

“Fui alumno de Mayorquín. Empecé en la pre-EIDE Alfredo Sosa. Me hubiese gustado ser jugador de béisbol. Jugué la pelota los primeros años de mi vida, la jugaba bien, pero realmente no llegué a ser un pelotero de nivel”, dice el entrenador Raúl Rodríguez Palacios, de 48 años.

Natural del Cerro, La Habana, además de la licenciatura en Cultura Física y la maestría en la especialidad de béisbol para el alto rendimiento, su trayectoria ya alcanza los 24 años.

Ha sido director del equipo Cuba de la categoría 9-10 años entre 2000 y 2010, con el que resultó campeón panamericano en La Habana (2005) y, antes, en 2002, fue tercero en la cita continental de Venezuela, y de la selección 9-10 que quedó medallista de bronce en el último Mundial, celebrado en China Taipéi (2019).

Bajo su dirección técnica, el equipo 9- 10 de La Habana tiene el récord de 12 coronas consecutivas en campeonatos nacionales.

¿Cómo fueron sus inicios?

–La primera categoría que existía en aquellos tiempos era la 11-12, pero como a mí me gustaba tanto el béisbol, y quería estar en una escuela de deportes, empecé en el balompié.

“Es curioso, porque no sabía bien qué era. Pensé que era baloncesto, y cuando vi que era fútbol… Bueno, por aquellos años no tenía el arraigo que tiene ahora, y me chocó. No me gustaba.

“Entonces, a tanta insistencia de mi mamá, el profesor que lo atendía fue capaz de permitirme estar desde primer grado. A partir de los 6-7 años pude practicar el béisbol, aunque la categoría 11-12 no me tocaba todavía.

“Luego, transité por todos los niveles en el municipio Cerro, y lo he representado por más de 40 años, primero como atleta y más tarde como entrenador.

“Toda la vida he entrenado en el combinado deportivo Alfredo Sosa. Ahí me dieron la posibilidad de trabajar estudiando la licenciatura en Cultura Física, y después pude hacer la maestría en la especialidad de béisbol. En estos momentos sigo en el Alfredo Sosa, y junto a mis compañeros he tenido buenos resultados”.

¿Cuáles serían las claves de estos años de trabajo?

Lo más importante es que aprendan a comportarse dentro y fuera del terreno. Foto: Irene Pérez/Cubadebate.

–Lo fundamental es tener a nuestros niños en el terreno de pelota. Sin ellos, no somos nada. Por eso esperamos diariamente a que lleguen a nuestras áreas, y también vamos a las escuelas a hacer captaciones en busca de los talentos que necesita el béisbol.

“Entonces, les enseñamos lo bonito de nuestro deporte. Lo más importante es que aprendan a comportarse dentro y fuera del terreno. Los vamos guiando para que sientan amor por la pelota y sean buenas personas en la vida cotidiana.

“Hemos tenido atletas sin esas aptitudes para el deporte, pero para nosotros es tan importante que sean tanto grandes peloteros como personas de bien.

“Recuerdo a niños con limitaciones físicas, de coordinación, que mediante nuestro trabajo han podido avanzar. Hemos actuado un poquito dentro de esas posibilidades.

¿Cuáles considera que sean las principales dificultades en la base?

–Realmente, las dificultades que hemos tenido todos estos años han sido con el horario de trabajo.  Ahora espero que mejore esta situación, porque se ha presentado un convenio Inder- Mined, que debe estar para este nuevo curso.

“De ser así, tendríamos siempre a los atletas sobre las dos de la tarde, y podríamos dar las clases con la matrícula completa. Antes era compleja la asistencia de todos los atletas, porque la escuela muchas veces terminaba a las 4:20 p.m., y encima de eso era muy poco el tiempo de trabajo.

“Con ese convenio vamos a tener la mayoría del equipo diariamente, y podemos hacer una mejor planificación para que todos los atletas pasen por este proceso de enseñanza.

“Los problemas que presenta el béisbol vienen desde años. Quizá un trabajo en la base ayude a erradicarlos. Por ello, la Comisión Nacional de Béisbol trabaja mucho con los entrenadores y trata de actualizarlos lo más posible.

“No es menos cierto que quisiéramos mayor cantidad de implementos deportivos, pero estamos agradecidos del esfuerzo que hace la Comisión por tratar de mantener nuestras áreas como imprescindibles, para poder recibir a nuestros niños y que haya las pelotas suficientes en el entrenamiento.

“Confiamos plenamente en que la Comisión nos siga ayudando con los medios para practicar el deporte. Entre todos podemos resolver las dificultades que tiene hoy nuestro béisbol”.

¿Cómo ha sido el entrenamiento en estos tiempos de COVID-19?

–Llevamos unos siete u ocho meses sin entrenar como acostumbramos, pues contamos con muy pocos niños en el área. Las proyecciones para este año, aún con pandemia, son primero cuidar a los muchachos, tratar de que los entrenamientos sean lo más sanos posible, y luego seguir trabajando con esas condiciones.

“Así, poco a poco volveríamos a insertarnos en nuestro sistema deportivo, fortalecer las preparaciones, efectuar algunas copas, para ver de qué manera podemos sortear esta enfermedad, y a su vez que los niños practiquen el deporte sin ningún riesgo.

“Me veo toda la vida en el béisbol. Desde los seis años estoy en un terreno de pelota. No me imagino haciendo otra cosa”.

A la izquierda Raúl Rodríguez en el último mundial en China Taipéi, donde fungió como director del equipo Cuba, categoría 9-10 años. Foto: Yuhki Ohboshi.

En video, mensajes de Mayorquín y Rodríguez a los entrenadores

Se han publicado 2 comentarios



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  • Dany dijo:

    Dos ejemplos de entrega al deporte en la base, al bèisbol. En estos entrenadores empieza todo. Deben ser atendidos como se merecen. Felicidades por sus fecundas carreras en la enseñanza.

  • AMC dijo:

    Excelent trabajo
    Excelente reconocimiento

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Angélica Arce Montero

Angélica Arce Montero

Periodista de Cubadebate. Graduada de Periodismo en la Universidad de Pinar del Río (2014). En 2019 se habilitó como narradora-comentarista deportiva (ICRT). Máster en Entrenamiento Deportivo (2020). Colaboradora del programa televisivo Mesa Redonda.

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