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Barriadas habaneras

Publicado en: Apuntes del cartulario
En este artículo: Barrios, Cuba, Cultura, Historia, La Habana
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Cuadro de Portocarrero,

Muchos barrios que le crecieron a La Habana fuera de su recinto amurallado tuvieron su origen en los pequeños núcleos poblaciones que se asentaron en los alrededores de fondas y cantinas establecidas en los caminos y que servían de lugar de parada y de refrigerio a los viajeros. Así sucedió con El Lucero que fue, en sus comienzos, en 1848, una taberna con ese nombre en el camino de Güines, y lo mismo ocurrió con Luyanó, donde se estableció una fonda o taberna para dar servicio a los viajeros que se trasladaban a Guanabacoa.  El café Colón, a la entrada de Arroyo Apolo existía ya en 1858.

Data de ese mismo año el caserío de La Chorrera, a orillas del río de ese nombre, en el camino real de El Calvario. Jacomino es de 1860. Muy anterior es San Miguel del Padrón, cuya fundación corresponde a 1660.  El barrio ultramarino de Casablanca, a la entrada izquierda de la bahía habanera y en la falda de la loma de la Cabaña, existía con ese nombre cuando el sitio y la toma de La Habana por los ingleses, en 1762. Entonces se levantaba allí un almacén de la Real Hacienda.

Arroyo Arenas, caserío situado en la carretera de La Habana a Vuelta Abajo, fue fundado en 1790.  El Cano es de 1723. Se construyó sobre el terreno que donó con ese fin el propietario del corral del mismo nombre. En 1726 se fundó La Ceiba. La Lisa, que en sus comienzos fue una aldea perteneciente a El Cano, surgió en 1862, en tanto que familias que solían pasar allí las temporadas de baño dieron vida, en 1880, a la barriada de la Playa de Marianao, localidad que cobró auge a partir de 1884 con la inauguración del ramal del ferrocarril que salía desde la esquina de Zanja y Galiano.

La barriada de Jesús del Monte existía ya a mediados del siglo XVIII, aunque su iglesia data de 1695. Sus moradores más humildes ganaban el sustento gracias a la venta de sombreros de guano y yarey que tejían ellos mismos, mientras que el tránsito de viajeros, carretas y arrierías aportaba al mismo tiempo lo suyo. Pero el establecimiento del ferrocarril Habana-Bejucal comprometió y retardó el desarrollo del poblado. En 1846 vivían allí algo más de 2 000 personas, y   en 1858 eran cuatro mil los vecinos y en sus cinco leguas cuadradas de superficie se asentaban las aldeas de La Víbora, Arroyo Apolo, San Juan, Arroyo Naranjo y otros caseríos.  Luego Jesús del Monte perdió en extensión territorial cuando se le escindió Arroyo Naranjo, que comprendía entonces los caseríos de Arroyo Apolo y de San Juan.

El caserío de San Juan —en las inmediaciones de lo que hoy es el hospital Julio Trigo y antes fue el sanatorio antituberculoso de La Esperanza— surgió en 1857. Un año después contaba con nueve viviendas pobrísimas y veinte y dos habitantes y pertenecía a Arroyo Naranjo, localidad fundada con anterioridad, en 1845, como paradero de los ómnibus tirados por caballos y las berlinas que cubrían el trayecto entre La Habana y Santiago de las Vegas.

A las nueve casas existentes en San Juan se sumaban las siete de El Puente, localidad perteneciente también a Arroyo Naranjo y que disponía de una tienda mixta con fonda y una albeitería para el cuidado y la atención veterinaria de los animales. Existía en despoblado, junto al camino real, otra bodega y una bodega más, con fonda, en el punto conocido como La Güinera, donde se erigía una ermita de tablas y tejas que celebraba misa una sola vez al año, el 13 de junio, día de San Antonio de Padua.     Disponía Arroyo Naranjo de unos célebres baños medicinales de sal, yeso, hidroclorato de magnesio y otras sustancias, conocidos con El Cacagual —no confundir con El Cacahual, sitio donde se honra la memoria del mayor general Antonio Maceo y su ayudante, el capitán Francisco Gómez Toro—. Baños que nunca fueron muy concurridos por lo dificultoso del camino y la falta de comodidades para tomarlos.

Un grupo de labradores que edificaron sus viviendas en la falda de la loma de El Calvario dieron origen, en 1735, a la localidad habanera de ese nombre, destruida en 1779 y reconstruida al año siguiente. Fue entonces que se erigió un nuevo templo, de mampostería, a diferencia del anterior, que era de madera. La obra se costeó con las limosnas de los feligreses y los donativos del obispo Santiago Echevarría. En 1827 tenía El Calvario 197 casas y una población de 869 personas.

En Managua finalizamos este viaje por algunas barriadas habaneras. El origen de esa localidad hay que buscarlo en 1730 cuando el presbítero Matías de León Castellanos demolió el corral Managuana, de su propiedad, y construyó una ermita. Alrededor de dicho templo, varios colonos construyeron sus viviendas de embarrado y guano. Así nació Managua, al pie de las lomas del mismo nombre, las Tetas de Managua. En 1762, cuando el sitio y la toma de La Habana por los ingleses, niños, mujeres y ancianos habaneros hallaron refugio en Managua. Cien años después se habilitaban en Managua sendas escuelas para hembras y varones.

Se han publicado 8 comentarios



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  • concepcion prieto. dijo:

    buenas tardes, soy una gran lectora de sus cronicas de la epoca, pues nos habla del pasado y del presente, en este escrito se le olvido la fundacion del poblado del Wajay, que queda cerca del cano y de arroyo arenas. en este pueblo se fundo el primer cafetal, "Finca La Aurora" Esperando su cronica. Saludos.

  • JRM dijo:

    Muy cerca de la Guinera también estaban las bodegas o carnicerías de La Fortuna. Cerca también El Trigal.

  • rafael dijo:

    Ciro: Soy fiel lector de sus crónicas, no me pierdo ninguna, tanto en Cubadebate como en JR. Sé que Ud. es de Lawton y sería muy interesante que se refiriera ese barrio. Yo me crié ahí y guardo muchos recuerdos. Lawton tenía 4 cines: Lawton, que estaba en 15 e/Tejar y Dolores al lado de un bar que se llamaba el Trompi, Cine Victoria en la calle Concepción, San Francisco en la calle del mismo nombre, y el Erie en E e/11 y 12. También tenía 8 rutas de guaguas, siendo el barrio de La Habana que más líneas de transporte tenía. De la COA: las rutas 23, 24 y 25, cuyo paradero estaba en San Francisco e/16 y la línea de ferrocarril, la ruta 79, con el paradero en Dolores y 21; y los Autobuses Miodernos con 4 rutas: L1 (Luyanó-Malecón), L2 (Lawton-M. de Luz), L4 (Lawton-Parque Central) y M6 (Lawton-Malecón); estando el paradero en la actual Terminal Lawton, por cierto, me acuerdo que en ese lugar ensamblaban los autobuses antes de que quitaran los tranvías. No les digo el recorrido de cada ruta porque haría muy largo el comentario. Gracias y disculpen por su extensión.

    • Andrey dijo:

      Con personas como usted Ciro llena su musa y le da "combustible" para seguir deleitándonos con sus escritos... Gracias; a todos los que amablemente ayudan al maestro; y gracias Ciro, porque ud. escribe "lindo" sobre la historia, enseña el pasado de una manera que enamora al lector.

  • Pepe dijo:

    Excelente, cuando lo estaba leyendo me decía: qué bueno está este artículo y cuando ví que es de Don Ciro Bianchi, wao, era de esperar. Un excelente periodista e Historiador, debería regresar a la televisión, dice cosas que otros historiadores no. No sesga la historia.

    • Luis Pérez dijo:

      Estimado Ciro:
      Ante todo un afectuoso saludo. Somos muchos los cubanos que nos deleitamos con sus semblanzas dominicales en Juventud Rebelde. Pero quisiéramos que el escribidor, cómo dice Usted humildemente, regrese también a la televisión, sólo o acompañado, no importa. Queremos disfrutarlo por las calles de La Habana con su sapiencia y vivencias.
      Felicitaciones!

  • Ana dijo:

    ¿Y ahora que hay en los antiguos baños del Cacagual? sería interesante saber que finalidad estan teniendo en la actualidad esas aguas y en que localidad se ha convertido

  • YCV dijo:

    Muchas gracias por recorrer algunos barrios de la Habana, especialmente por mencionar a mi municipio de San Miguel del Padrón.

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Ciro Bianchi Ross

Ciro Bianchi Ross

Destacado intelectual cubano. Consagrado periodista, su ejecutoria profesional por más de cuarenta años le permite aparecer entre principales artífices del periodismo literario en el país. Cronista y sagaz entrevistador, ha investigado y escrito como pocos sobre la historia de Cuba republicana (1902-1958). Ha publicado, entre otros medios, en la revista Cuba Internacional y el diario Juventud Rebelde, de los cuales es columnista habitual.

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