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60 años de cuando Fidel Castro asumió como Primer Ministro: Esta es la historia

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Fidel Castro firmando el acta de la toma de posesión del cargo de Primer Ministro en el Palacio Presidencial. La Habana, 16 de febrero de 1959. Foto: Periódico Trabajadores/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas

Este 16 de febrero se conmemoran 60 años desde que el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro asumiera el cargo de Primer Ministro de la República de Cuba. En aquel entonces, solo habían transcurrido seis semanas del Triunfo de la Revolución Cubana, se apreciaban situaciones críticas en el Gobierno Revolucionario y el pueblo exigía respuestas y soluciones a los problemas sociales que tanto le aquejaban.

Para muchos, el Comandante en Jefe era la persona para asumir el cargo de Primer Ministro. Su prestigio y autoridad moral ante los cubanos así lo demostraban.

Sobre estos primeros pasos del proceso revolucionario, Cubadebate y el sitio Fidel Soldado de las Ideas comparten con sus lectores fragmentos del libro de la Casa Editorial Verde Olivo “Fidel: En el año de la Liberación” (Tomo I) de los autores Eugenio Suárez Pérez y Acela A. Caner Román .

La crisis interna en el Gobierno Revolucionario se intensifica sin que se vislumbre una solución. Se necesita una dirección de verdadero prestigio y arraigo popular. El ala más revolucionaria del Consejo de Ministros llega a la conclusión de que Fidel Castro es la figura indicada para hacerse cargo del gobierno, como primer ministro.

La medianoche del 12 de febrero, Enrique Oltuski, ministro de Comunicaciones, mira su reloj.

[...] Estábamos reunidos desde las dos de la tarde. Igual que el día anterior. Igual que los días anteriores. Discusiones interminables. Resultados: escasos.

Volví a mirar el reloj: la una de la madrugada. Afortunadamente el Consejo tocaba a su fin. Mientras recogíamos nuestros papeles nos miramos a las caras, nuestros ojos reflejaron el entendimiento.

Eran casi las dos de la madrugada cuando localizamos a Fidel en uno de los pasillos del hotel.

(…) Si bien el gobierno que estaba en el poder era nominalmente el de Urrutia, y Fidel era el jefe de las fuerzas armadas, no se podía hacer una clara distinción entre el gobierno y el Movimiento 26 de Julio. En el Consejo se sentaban ministros que provenían de nuestras filas. Todo el mundo sabía que el poder estaba donde estaba Fidel y continuamente se dirigían a él en busca de orientación, a veces de decisiones, colocándolo en una situación compleja en la que por un lado se trataba de un gobierno que no era el suyo, y por otro, cualquier decisión afectaba la Revolución, que sí era suya. El corazón y el cerebro de la Revolución estaban aquí y no en el Palacio Presidencial. Fidel no conocía el descanso.

–¿Pero qué hacen ustedes aquí? –nos preguntó al vernos.

–Queremos hablar contigo –dijo Faustino.

–¿Qué pasa? –insistió Fidel.

–No podemos más –volvió a hablar Faustino–. El Consejo de Ministros no funciona. Lo único que hacemos es hablar horas interminables. Juegan muchos intereses y no hay autoridad. ¡Tienes que asumir la dirección del gobierno!

–Así que ustedes quieren que me haga cargo del gobierno, bueno, vamos a ver primero de qué gobierno estamos hablando –dijo, introduciendo la mano en el bolsillo izquierdo de la camisa de donde sacó una pequeña libreta azul. Paseó la mirada por todos los presentes.

–Hablemos primero de la reforma agraria.

Hizo una larga, detallada y profunda exposición de su concepción de la reforma agraria, todos escuchábamos con gran atención. No hubo que discutir mucho, todos compartimos los criterios expresados por Fidel.

Fue pasando las hojas de la libretica: los altos alquileres, la falta de viviendas que sufría la población, las tarifas eléctricas, la educación y la salud, las fuentes de trabajo. La lucha contra la pobreza, la corrupción, la prostitución. El desarrollo económico. El Ejército Rebelde. La política exterior.

Amaneció, la luz entraba por las ventanas. Nadie tenía sueño, a pesar de que llevábamos 24 horas sin dormir. Unos estaban sentados en las butacas de la sala, otros en los peldaños de la escalera, había gente tendida en el suelo. Fidel tenía poco espacio para moverse. Cuando se detuvo, todos queríamos que siguiera hablando.

–¿Es este el gobierno que queremos? –preguntó.

–Sí, Fidel, sí –dijimos todos.

–Entonces... ¡acepto!

El discurso de Fidel en la toma de posesión

Fidel Castro lee el acta de la toma de posesión del cargo de Primer
Ministro en el Palacio Presidencial. La Habana, 16 de febrero de 1959.
Foto: Periódico Trabajadores/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas

En su discurso de toma de posesión del cargo, el Comandante en Jefe destacó su posición en las tareas y responsabilidades ante el pueblo, enarboló los principios revolucionarios y la perseverancia de lucha para lograr las transformaciones económicas, políticas y sociales que llevaría a cabo la Revolución.

¡Tareas tenemos tantas por delante, trabajo y lucha tenemos tanto por delante, que son suficientes para agotar no una, sino dos generaciones de revolucionarios!”

Los cargos, como cargos, no me importan; los honores, como honores, no me importan. Aquí, desde esta posición, sigo siendo el mismo ciudadano que he sido siempre. Como ciudadano, no me diferencio en nada de cualquier otro ciudadano. Soy igual que cualquier otro modesto y humilde cubano, solo que un cubano con las mismas facultades que otro cubano cualquiera a quien se le ha asignado una grande y difícil tarea”.

“El pueblo tiene que estar muy consciente de que el camino es difícil, que el camino es largo, que el camino es fatigoso, que tenemos que sudar mucho la camisa luchando. Y que no solamente hay que tener esa idea presente, sino que hay que estar siempre alerta y no dejar que el entusiasmo muera. Porque esta obra grande que se ha impuesto el pueblo de Cuba no es obra de pueblos mezquinos, sino de pueblos grandes como el nuestro”.

Para conocer más sobre el ideario del líder de la Revolución Cubana, visite nuestro sitio Fidel Soldado de las Ideas. Síganos en Facebook y Twitter.

En Video: Fidel asume como Primer Ministro

 

 

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