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Crónica de un ascenso al Nevado de Toluca

Por: José Antonio Rigual, José Antonio Rigual
En este artículo: Fotografía
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Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

A unos 4 mil 600 metros de altura sobre el nivel del mar, las construcciones de la capital del Estado de México semejan una pequeña maqueta de cartón realizada por un artista.

Desde la cumbre del Nevado de Toluca, ubicado a pocos kilómetros de la ciudad, se aprecian mejor tanto la pequeñez de la tierra como la magnanimidad del cielo.

Para muchos mexicanos este antiguo volcán, activo sísmicamente, constituye un excelente lugar para visitar durante el verano o, quizás, un sitio adecuado para conocer la nieve o practicar deportes durante el invierno.

Sin embargo, para otros como Izcóatl, el Nevado de Toluca trasciende por la relevancia espiritual que encierra y los cultos ancestrales que los descendientes de indígenas mantienem hasta hoy, como tantos años atrás hicieran sus antepasados.

Izcóatl tiene 60 años y maneja un pequeño negocio de ventas en el el centro de de la ciudad. Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

Izcóatl tiene 60 años y maneja un pequeño negocio de ventas en el el centro de de la ciudad. Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

Izcóatl tiene 60 años y maneja un pequeño negocio de ventas en el el centro de de la ciudad.  Pudiera parecer que de indígena no conservara más que rasgos como el color moreno de su piel, los ojos pardos entrecerrados y el pelo negro que corona su cabeza. Pero la realidad es que este señor, descendiente de Nahuas y otras etnias del país azteca, se asemeja más en su pensamiento e ideas a sus ancestros.

Sus seis décadas de vida no le son impedimento para que suba regularmente la cuarta montaña más grande de todo el territorio mexicano. Me comenta que la escalada al también conocido como volcán Xinantecatl es difícil, sobre todo en los meses finales del año, pero que el esfuerzo se hace valedero al respirar el aire puro de la cumbre y apreciar las hermosas vistas que la misma ofrece.

Subiendo, subiendo…Cuba y otras maravillas

Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

Izcóatl y yo nos dirijimos entusiasmados a la cima, él por subir una vez más, yo porque será la primera ocasión en que lo haga.

Al terminar la semiempinada y curvilínea carretera de asfalto comienza la parte más dura del viaje: un sendero pedregoso, estrecho y lleno de curvas; frecuentes desfiladeros al borde del camino y el complicado tránsito al tener que rebasar a grupos de leñadores que con sus grandes máquinas y camiones obstaculizan el paso.

Hace más de ciento ochenta años, el poeta cubano José María Heredia también subió al Xinantécatl. Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

Hace más de ciento ochenta años, el poeta cubano José María Heredia también subió al Xinantécatl. Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

Un monumento al lado de la vía llama la atención. Grabada sobre el metal plateado de la tarja reluce la bandera cubana junto a la de México. El hecho merece que nos detengamos unos minutos pues resulta interesante que en un lugar tan intrincado como este, en el que solo existen pequeños pueblos de apenas cientos de habitantes, haya referencias hacia la Mayor de las Antillas.

Hace más de ciento ochenta años, el poeta cubano José María Heredia también subió al Xinantécatl. Su viaje seguramente fue más dificil, pues antaño no existían los senderos actuales y la vegetación del lugar era más abundante. Fue Heredia quien en aquel entonces (1836) realizó la primera cronica descriptiva del volcán. En honor al también cantor del Niágara se ha colocado este homenaje en  el tramo final que conduce hacia la cumbre.

Otra sorpresa durante el ascenso es la vegetación conformada por los altísimos árboles coníferos y por pequeñas y coloridas flores de las zonas más áridas de la montaña. Estas últimas mantienen su viveza y policromía a pesar de las bajas temperaturas de la noche y los penetrantes rayos del sol que las asedian durante el día.

Literalmente, es como andar en las nubes

Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

Llega el momento en el que es imposible avanzar más en automovil y toca camiar casi un kilómetro hacia el borde del cráter. Izcóatl me pide que me abrigue y narra que según la tradición este aire frío y espeso que se siente en el Nevado es capaz de regenerar el cuerpo y dotarlo de nuevas fuerzas y energía positiva.

A pesar de que sus palabras no son más que el reflejo de una creencia, algunas personas parecen tomarla muy en serio. Justo delante de nosotros un hombre avanza con esfuerzo, apoyado en uno de sus pies y un par de muletas. Dice marchar en busca del renacimiento físico y espiritual de su ser, mientras continúa siempre mirando hacia los picos de la elevación.

Con la falta de aire de quien está acostumbrado al paisaje llano de una Isla y el paso firme de quien toma estas escaladas como una rutinaria labor, llegamos a la cima. Desde aquí todo es nuevo: atrás, el ángulo superior para obsevar lo conocido y al frente un paisaje maravilloso que uno jamás imaginaba conocer.

Llegar aquí y ver los dos lagos quietos del cráter, sentir el aire frío pegandote a la cara y oír retumbar el eco de tu voz entre los gigantescos muros de roca y piedra es una experiencia inigualable. Literalmente es como andar en las nubes.

Allí también observo como Izcóatl hace sus rezos y abre las manos al cielo mientras se da vualtas. Luego, callado, sigo su paso hacia las legendarias lagunas del sol y de la luna en el centro del cráter volcánico.

Cuenta la leyenda que aquí se alababa a los dioses de la lluvia para pedirles agua en las cosecha y que entonces depositaban obras talladas y piedras preciosas como jade. Todavía hoy algunos lo siguen haciendo, aunque sus ofrendas ahora no son más que tejidos, flores y algunas frutas que pueden comprar.

Una pequeña erupción

Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

Foto: José Antonio Rigual/ Cubadebate.

No entiendo el lenguaje ni los gestos de alabanza que Izcoatl realiza sobre las quietas aguas del lago, pero evidentemente tambien está agradeciendo a la naturaleza por sus bienes hacia nosotros o quizás pidiéndole perdón por nuestros males hacia ella.

Han pasado algunas horas desde que estamos en este hueco y el frío ha arreciado. Un total silencio inunda el lugar en el que apenas estamos unos cinco personas y la tarde comienza a caer.

Cierta corriente en el aire nos lleva a pensar que es el momento de irse, que hemos pasado demasiado tiempo dentro de un mundo al que no pertenecemos. Luego la partida y lo que ella entraña.

Al subir y sentir el aire frio pegándote a la cara, la respiración cansada y luego sufrir la nostalgia de volver a la realidad cotidiana cuando conociste un olímpo fantástico. Después de estos sentimientos encontrados uno llega sentir cierta regeneración o, digamos, cierta esperanza.

Una pequña erupción de esperanza por conocer otros lugares maravillosos de este mundo que ni imaginabamos que existían, por adentrarnos en ellos, disfrutarlos, conservarlos y revisitarlos tantas otras veces más, aunque solamente sea con el mágico viaje del recuerdo.

Se han publicado 6 comentarios



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  • Henry. dijo:

    me gustaria visitar ese lugar

  • Ignacio F dijo:

    ... lugares maravillosos de este mundo que ni imaginabamos que existían...

  • Jose Antonio Rigual dijo:

    Si amigos, ojala puedan disfrutar de una experiencia como esa. Otro lugar que me llamo mucho la atención fue el Cañón del Yumuri en Baracoa Guatanamo, es precioso. Gracias a Aurora Salgado por regalarme su volcan

  • Lucía dijo:

    México es bellísimo, no solo físicamente, también su gente humilde, y su cultura ancestral es maravillosa.
    Solo falta saber descubrirlo para disfrutarlo y amarlo.
    Gracias Rigual y Cubadebate, por tan hermosa crónica e impresionantes fotos.

  • Mandarín dijo:

    Es un lugar impresionante en el que se puede pasar de un cielo despejado a estar literalmente entre las nubes y la bruma en un instante.

  • Felipe dijo:

    Hola!
    ¿podrían contarme si Heredia escribió algo al respecto de su viaje a Toluca?
    De ser así, ¿podrían dejarme aquí la referencia?

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José Antonio Rigual

José Antonio Rigual

Estudiante de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

José Antonio Rigual

Estudiante de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

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