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Posada estaba en Venezuela desde 1967 y participó en torturas, afirman nuevas fuentes

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EN los sótanos la policía política venezolana, donde se había inventado un Abu Ghraib a su medida, Luis Posada Carriles, alias Comisario Basilio, secuestró, torturó, ejecutó y "desapareció" durante más de siete años a decenas de presos.

 

 Posada Carriles fue asesor de la DIGEPOL y luego Jefe de Operaciones de ese mismo órgano represivo convertido en DISIP desde 1967 hasta 1974.

 

 El Cubano vinculado a la CIA desde 1960, entrenado a las técnicas tortura y de represión, fue enviado a Venezuela por la Agencia Central de Inteligencia norteamericana como asesor de la DIGEPOL, luego convertida en DISIP.

 

 En su libro Los Caminos del Guerrero, el terrorista pretende haber llegado en Caracas en 1969, lo que niegan los especialistas.

 

Posada llegó a Venezuela en 1967, según declaró Fabián Escalante, ex Jefe de la inteligencia cubana, en una entrevista que se publicará próximamente: "Posada dice que llegó en Caracas en 1969, lo que no es cierto, llega en el 67. Lo que pasa es que es asesor de la CIA y no le conviene hablar de eso. Dice que se le reclutó en Miami un Jefe de la DIGEPOL. Es un cuentista tremendo. En realidad, Posada está ya en el 67 ayudando a la DIGEPOL como asesor de la CIA", afirmó.

 

 Otra fuente que pidió el anonimato, reveló que Posada y su personal eliminaron a opositores lanzándolos al mar.

 

 El terrorista miamense Nelsy Castro Matos y el abogado venezolano Joaquín Chaffardet figuran entre los colaboradores de Posada de aquella época. También compartió sus tareas represivas con el esbirro Hermes Rojas, quien luego estuvo junto a él en El Salvador como asesor del gobierno de José Napoleón Duarte. Estos individuos nunca han tenido que responder de sus actos ante los tribunales.

 

 "El Mono" Morales Navarrete, cómplice de Posada desde la época de la Operación 40 de la CIA e informante del FBI, era Jefe de la División 54 de la DISIP y pasó a dirigir esa organización cuando la Compañía mandó a crear una agencia de detective que sirvió de pantalla a la Operación Cóndor.

 

 A partir de las oficinas de esa Agencia de Investigaciones Industriales y Comerciales se organizó la voladura del avión de cubana y el asesinato de Orlando Letelier, ocurridos respectivamente en septiembre y octubre de 1976.

 

 Varios documentos desclasificados indican que tanto la CIA como el FBI conocieron, en aquella época, los pormenores de las actividades de Posada Carriles y su tropa.

 

 Posada hizo referencia a los abusos y maltratos sufridos por los huéspedes de su sótano de interrogatorio en su libro Los caminos del guerrero, publicado en Miami, en 1994: "Desde mi posición, combatí sin tregua a los enemigos de la democracia venezolana (...) La policía, cuya fuerza principal estaba en los delatores, detenía, allanaba e interrogaba utilizando los métodos más duros de persuasión. Como dice el dicho: Se estaba jugando al duro y sin careta", escribió cínicamente y añadió: "Yo los perseguí fuerte, muy fuerte; mucha, mucha gente resultó asesinada."

 

"Es muy difícil de olvidar su cara"

 

  Jesús Marrero, un economista venezolano quien fue, personalmente, víctima y testigo de esas atrocidades. Citando nombres en el curso de una conferencia de prensa, Marrero acusó que el terrorista internacional y ex agente de la CIA es "culpable directo" de la muerte de Pancho Alegría, militante del Partido Revolucionario de Venezuela, y de la desaparición de Noel Rodríguez, miembro de Bandera Roja.

 

 Marrero recordó en conferencia de prensa algunas torturas que sufrió en los sótanos de la DISIP, en Caracas, y en una casa en Macaracuay.

 Relató que fue detenido en 1973 en la ciudad de Valencia y trasladado a celdas de interrogatorio de la DISIP en el reparto capitalino de Los Chaguaramos.

 

 Ahí permaneció dos meses en los "tigritos", como se llamaban las celdas ubicadas en el sótano, según reporta la agencia Prensa Latina que precisa que durante ese tiempo él y otros presos fueron torturados bajo la dirección de Posada casi todas las noches en una casa fuera de las instalaciones.

 

 "El jefe de las operaciones de tortura era Posada Carriles. Era él. Él nos interrogó. Es muy difícil de olvidar su cara. No sólo porque es un hombre grande y corpulento y sus ojos verdes, que no es común entre nosotros", afirmó Marrero.

 

"Me acuerdo claro, muy claro de su fisonomía" indicó.

 

 Marrero explicó a la agencia cómo estuvo secuestrado por Posada durante los meses de junio y julio del 73 en los sótanos de la DISIP "y casi todas las noches nos torturaban con electricidad, nos metían en un tanque metálico y daban golpes para aturdirnos, nos amarraban en una cama metálica sin colchón y nos metían palos por los oídos y casi nos los reventaron".

 

 El Gobierno de Venezuela reclama la extradición de Posada, hoy detenido por el Departamento de Seguridad de la Patria de Estados Unidos.

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