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El Papa no fue culpable del derrumbe del socialismo, afirma Fidel

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Si el socialismo en Cuba algún día se derrumba, no será culpa más que de nosotros mismos, dijo el Presidente cubano Fidel Castro en una intervención especial en La Habana que ya se va haciendo habitual cada jueves.

Fidel consideró erróneo responsabilizar al Papa Juan Pablo II con la caída del campo socialista, tal como señalan algunos en el mundo. "Recuerdo que cuando se avecinaba la visita fui a la TV a explicar quién era el Papa. No podemos olvidar que diez años antes había comenzado le derrumbe del campo socialista, proceso que culminó con la caída de la antigua Unión Soviética. Todo el mundo sabe lo que significó este hecho para nuestro país y las consecuencias que trajo. Por aquel tiempo, se atribuía al Papa gran parte del mérito del derrumbe del campo socialista y del derrumbe de la URSS", añadió.

"Y efectivamente, el Papa había llevado adelante una lucha muy activa contra el Socialismo y el Comunismo, mas ¿por ello había que echarle la culpa de lo que sucedió en Polonia, en la Unión Soviética o en otros países de Europa Oriental? Es como si le fuéramos a atribuir la culpa a alguien por el derrumbe de la Revolución cubana. Si un día eso sucediera, la culpa no es de nadie. Sería de nosotros mismos".

Sobre la presencia de George Bush y una delegación oficial del gobierno norteamericano en los funerales del Papa, recordó las críticas del Pontífice a las guerras de EE.UU. contra Iraq, Yugoslavia y Afganistán, y afirmó: "Ahora fueron a llorar ante el cadáver de Juan Pablo II, que tanto se opuso a las guerras, que tanto se opuso al orden imperial, que tanto condenó el consumismo y esa guerra brutal de Irak. Hasta dónde va a llegar tanta hipocresía. A mi juicio es un ultraje a la memoria de Juan Pablo II."

Explicó que el imperio se había creado una gran expectativa con la visita del Papa a Cuba, pues estaban convencidos de que ese acontecimiento daría lugar inevitablemente al derrumbamiento de la Revolución cubana.

"Creían que se derrumbaría como la ciudad de Jericó ante el sonido de las trompetas. Pero el Papa no traía trompetas y no traía ninguna intención de destruir la Revolución. Eso fue lo que ellos creyeron. Por eso era una situación difícil.

Siguiendo la línea de su intervención sobre el propósito de la administración norteamericana de asfixiar la Revolución cubana, apoyándose en leyes brutales, como "la criminal Helms Burton o la asesina de Ajuste Cubano", el Comandante en Jefe Fidel Castro recordó que Estados Unidos promovía la inmigración aferrándose a cualquier medio, y que estas leyes aportaban materias primas para sus campañas contra la Revolución, "lo que provocó la muerte de no se sabe cuántos cubanos, y obligó a Cuba a tomar medidas inmediatas, como respuesta a aquella desaforada presión que consistía, por un lado, en bloquear y hacer rendir por hambre a la nación; y por el otro, en abrir las puertas a los que se trasladaban allá, por cualquier vía, aunque hubieran cometido crímenes.

"Pero eso es hasta hoy, pues las cosas han comenzado a cambiar de un modo radical".

Consideró que dentro de la historia de la iglesia cristiana a este Papa le tocó vivir uno de los momentos más complejos y cruciales... "El mundo vive en una verdadera encrucijada como en ningún otro momento de la historia. La humanidad, por primera vez, en decena de miles de años, desde que el existe como especie, ha vivido el peligro de su desaparición como especie."

Fidel pidió máximo respeto para el sentimiento religioso, "que es consustancial de la mente humana", dijo. "Hemos luchado por la dignidad, por el respeto a los derechos de todos los seres humanos."

Comentó que no ha cambiado de opinión respecto al Papa y lo probó recordando sus palabras, cuando visitó la Isla Juan Pablo II.

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