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Omar Torrijos; 23 años después

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(PL) Hace 23 años, el 31 de julio de 1981, el pequeño avión en que viajaba el general Omar Torrijos se estrelló inexplicablemente contra la falda del cerro Marta, en la provincia istmeña de Coclé.

 

 De ese modo, en circunstancias jamás esclarecidas del todo, se interrumpió en la cumbre de su liderazgo político la vida de una de las más importantes figuras en la historia de Panamá, desde su instauración misma como nación independiente, en noviembre de 1903.

 

 Había nacido Torrijos el 13 de febrero de 1929 en Santiago, provincia de Veraguas. Quiso ser maestro, como sus padres, quienes por más de 30 años ejercieron esa profesión en aquella región que era, por aquel entonces, el lugar más pobre y atrasado del país.

 

 Mientras cursaba el tercer año de la carrera de magisterio, ganó por oposición una beca para realizar estudios en la Academia Militar de El Salvador, donde se graduó como wubteniente de Infantería y bachiller en Ciencias y Letras.

 

 En 1952 ingresó en la Guardia Nacional. De inmediato llamó la atención por su espíritu de superación, incorruptibilidad y capacidad de mando. Sucesivamente fue escalando jerárquicamente hasta que en 1966 es ascendido a teniente coronel y nombrado secretario ejecutivo de la comandancia de ese cuerpo armado.

 

 Cuando en octubre de 1968, el recién instaurado gobierno de Arnulfo Arias Madrid rompe drásticamente el modelo constitucional e intenta establecer un régimen dictatorial, el teniente coronel Torrijos encabeza un levantamiento cívico-militar y ese propio mes se instaura un gobierno revolucionario que lo designa jefe del Ejecutivo.

 

 UN MILITAR COMPROMETIDO CON SU PUEBLO   

 

A principios de diciembre de 1968, Torrijos es ascendido a coronel y promovido a comandante en jefe de la Guardia Nacional. El 11 de marzo de 1969 es nombrado general.

 

 Con un estilo desenvuelto e informal, poco apegado a reglas, normas o leyes que frenaran su iniciativa, predicó por un entendimiento con todas las corrientes políticas que conformaban la sociedad panameña, en especial las organizaciones sindicales y estudiantiles, en las cuales el sentimiento de rechazo a los militares fue muy marcado.

 

 El proceso revolucionario que impulsó se enfrascó en cambiar el estado existente en el país. En 1972, se promulgó el Código de Trabajo y la nueva Constitución Nacional, que sustituyó a la de 1946, y nombró una Asamblea de Representantes de Corregimientos que sustituyó la vieja Asamblea Nacional.

 

 Se implementó un ambicioso plan vial que se tradujo en la construcción de carreteras, puentes y caminos, al tiempo que se levantaron importantes edificios públicos en todo el país.

 

 Se edificaron otros proyectos como fábricas de alimentos y cemento, procesadoras de cal, plantas de harina y café, explotaciones de cobre, impulsó la pesca e inauguró el puerto de Vacamonte en Arraiján, próximo a la capital.

 

 En 1975, se creó la Corporación Financiera Nacional (COFINA) para proyectos prioritarios de la producción. También se construyó un nuevo aeropuerto en Tocumen, el Centro de Convenciones Atlapa, el ministerio de la Vivienda y el Banco Hipotecario Nacional.

 

 Torrijos dio un impulso inédito hasta entonces, y no repetido después, al acceso de las clases populares a la educación superior, técnica y profesional, enarbolando el principio de que "el saber es un importante instrumento en la batalla por la soberanía nacional".

 

 Implementó nuevos programas de salud, priorizó el cuidado materno infantil y la atención rural, aumentó el promedio de médicos per cápita y duplicó el número anual de vacunaciones, y como resultado creció la expectativa de vida y disminuyó la mortalidad infantil.

 

 Por primera vez en Panamá se puso en marcha una reforma agraria. Se entregaron más de 10 mil títulos de propiedad, se tomaron tierras no utilizadas por sus dueños y se entregaron a precaristas, creándose más de 200 asentamientos campesinos y 61 juntas agrarias.

 

 LOS TRATADOS DEL CANAL   

 

A partir de que se hacen públicas las cláusulas del Tratado de 1903 comienza la lucha del pueblo panameño por cambiar sus humillantes términos, tales como el carácter de "perpetuidad" y el funcionamiento de la jurisdicción norteamericana en la denominada Zona del Canal.

 

 Sin embargo, bajo el influjo de Torrijos, era la primera vez que un gobierno nacional se plantea como objetivo supremo establecer con Estados Unidos un "nuevo" Tratado que derogara aquel que, según sus propias palabras, "... ningún panameño firmó..."   

 

Las negociaciones, por momentos tensas, se iniciaron en 1970 y concluyeron en septiembre de 1977 con la firma de los Tratados Torrijos-Carter que llevaron al cese de la presencia militar norteamericana el 31 de diciembre de 1999 y con ello la nación istmeña logró su plena soberanía y por primera vez fue el Canal "de Panamá".

 

 Aunque algunos hoy pretendan ignorarlo, este constituye el más significativo aporte a la soberanía nacional que dirigente político panameño haya hecho jamás, y una de las reivindicaciones más importantes que país alguno haya logrado frente al imperialismo.

 

 Algunos gestos de independencia de Torrijos, tales como el apoyo brindado al nicarag  ense Frente Sandinista; el establecimiento de relaciones con Cuba y identificación con el reclamo de Argentina sobre las Malvinas, no fueron vistos con buenos ojos por Washington.

 

 Cuando el general Torrijos consideró institucionalizado el sistema de gobierno y culminada la gesta reivindicadora de la soberanía nacional, entregó las riendas del gobierno y se reincorporó a su cargo de comandante en jefe de la Guardia Nacional.

 

 El 31 de julio de 1981, el destino o manos asesinas pagadas por serviles intereses le impidieron ver el día luminoso en que su pueblo entró enardecido en la "Zona del Canal" y derribó para siempre las barreras que él había removido.

 

 Posterior a la invasión norteamericana de 1989, gobiernos neoliberales desataron una virulenta campaña para tratare de mancillar la memoria de Torrijos que se ha visto amplificada por la actual administración arnulfista.

 

 Han tratado de borrar su huella en la historia panameña al punto de arrancar groseramente su nombre de aeropuertos, parques, calles y plazas. Ni siquiera sus restos reposan ya en el sobrio panteón, hoy vacío, que a orillas del Canal se erigió en su memoria.

 

 MARTIN TORRIJOS; PRESIDENTE   

 

A 23 años de aquel trágico día, su hijo Martín se apresta a asumir las riendas de la nación Istmeña, no con la intención de remplazar o imitar a su padre, pero sí con la promesa de un programa efectivo y coherente que signifique una verdadera opción popular para encausar las más caras aspiraciones de las grandes mayorías.

 

 Está claro que Martín no es Omar, ni es 1978, cuando el general Torrijos fundó el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Sin embargo, los objetivos y metas por los cuales se creó: sustentar la equidad, el desarrollo humano y mejorar los estándares de vida de todos los panameños, precisan como entonces de solución inmediata.

 

 Urge al Torrijismo desprenderse de políticas populistas, ir más allá de promesas electoreras y asumir el compromiso de enfrentar la pobreza que, como el propio Martín ha dicho, "averg  enza al país". Este, considera, sería el mejor tributo a la memoria de su padre.

 

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