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Con Cuba hasta la Victoria

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Una delegación de la Alianza de Intelectuales Antiimperialistas ha viajado en septiembre a Cuba para manifestar su solidaridad con el pueblo cubano y con su revolución, y para establecer contactos con escritores, artistas plásticos, cineastas, músicos y otros representantes del mundo de la cultura.

El viaje ha corroborado lo que ya sabíamos: que Cuba, como último baluarte del socialismo y obligado referente de las esperanzadoras transformaciones sociopolíticas que se están produciendo en América Latina, está hoy más que nunca en el punto de mira del imperialismo estadounidense y de sus cómplices europeos, y que Cuba resiste el acoso con redoblada entereza y con ejemplar dignidad.

El neofranquista Gobierno español, que ha jugado --y sigue jugando-- un papel especialmente abyecto en el conflicto de Iraq, también se ha convertido en uno de los principales instigadores de la actual campaña internacional contra Cuba, y esta vez con la complicidad de la supuesta oposición y de algunos intelectuales y artistas que, ante la opinión pública, pasan por progresistas. En este sentido, el papel jugado por el diario El País --y por el grupo PRISA en general-- ha sido decisivo. A nadie puede sorprenderle que los canallas que, en función de los intereses económicos de sus amos, apoyaron en su día a los golpistas venezolanos, firmaran la "Carta abierta contra la represión en Cuba" publicada en El País el pasado 7 de junio. Pero sí sorprende ver, junto a las firmas más serviles y reaccionarias, las de algunas personas de probada --o probable-- honradez intelectual.

Creemos que la tendenciosa redacción de la esquemática Carta de El País puede haber inducido a algunas personas a añadir su firma a lo que se presentaba como una defensa de la "oposición pacífica". Todos estamos --o deberíamos estar-- en contra de que se reprima a la oposición pacífica, sea cual fuere el Gobierno al que se enfrenta. Pero los graves acontecimientos que recientemente se han producido en Cuba, no tienen que ver con una supuesta "oposición pacífica", sino con los agentes de la CIA y los terroristas a sueldo de Washington infiltrados en el país. El acoso sufrido por Cuba durante más de cuatro décadas se ha intensificado, tras la desaparición de la Unión Soviética, hasta extermos que solo se explican en función del terror que al imperialismo estadounidense y sus aliados --al gran capital, en última instancia-- le inspira la viabilidad del proyecto cubano, es decir, la viabilidad de la revolución socialista. Ni los neofascistas ni los socialdemócratas pueden perdonarle a Cuba que haya demostrado que el socialismo es posible. Tras la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la URSS, muchos creyeron que la revolución cubana estaba liquidada; pero mientras los contrarrevolucionarios de Miami hacían las maletas, Cuba resistía y salía fortalecida de la ordalía que supuso el "período especial".

Mientras los neoliberales proclamaban el hundimiento del socialismo y el "fin de la historia", Cuba demostraba que el socialismo está más vivo que nunca y puede desarrollarse incluso en las circunstancias más adversas. Y la heroica resistencia del pueblo cubano ha servido de ejemplo y acicate a toda América Latina. Los importanes cambios políticos y las movilizaciones sociales que en los últimos años se están produciendo en Venezuela, Brasil, México, Argentina, Colombia, Perú, Ecuador, Uruguay..., tienen en Cuba su referente y su modelo.

Una poderosa vibración revolucionaria recorre América Latina de norte a sur y de costa a costa, y el epicentro de esa sacudida está en Cuba. El epicentro es Cuba, y el hipocentro es el socialismo, ese socialismo que los neoliberales daban por muerto y enterrado. Por eso los gobiernos más reaccionarios de América y Europa se han aliado contra Cuba con el apoyo incondicional de la supuesta oposición y de algunos intelectuales que --como dijo Dalton Trumbo de quienes durante el macartismo traicionaron a sus compañeros-- no defienden el pan de sus hijos, sino sus piscinas.

Si aún cabía alguna duda, los acontecimientos de los últimos años han demostrado de la forma más brutal e inequívoca que el imperialismo estadounidense y sus aliados no se detendrán ante nada con tal de llevar adelante sus planes de dominación y expolio. Por eso Cuba necesita hoy más que nunca nuestra solidaridad, del mismo modo que nosotros necesitamos, hoy más que nunca, el ejemplo del heroico pueblo cubano.

A quienes ya han manifestado su apoyo a la revolución cubana, les pedimos que no se limiten al testimonio personal o esporádico, sino que se sumen a la lucha colectiva y organizada contra la barbarie imperialista.

A quienes --por indecisión, negligencia o cobardía-- no han manifestado aún su apoyo a Cuba, les pedimos que lo hagan abiertamente.

A quienes, presionados o manipulados por los poderes mediáticos, han atacado a Cuba confundiendo las agresiones imperialistas con la "oposición pacífica", les pedimos que reconsideren su posición y acudan a fuentes más fiables que los medios al servicio del poder. Si la información objetiva es, para todos, un derecho fundamental, para los intelectuales --y, en general, para quienes expresan públicamente sus opiniones-- es, ante todo, un deber insoslayable.

Quienes hemos hecho de la cultura y la comunicación nuestro oficio, tenemos, hoy más que nunca, la obligación moral de oponernos a los abusos del poder y al falaz discurso que intenta legitimarlos. Y eso implica, como objetivo prioritario, defender ese último reducto del socialismo, ese primer paso hacia la democracia participativa que es la revolución cubana.

 

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