Cubadebate

El periplo de Barack Obama por países de la  otrora paradigmática Europa (Polonia, Bélgica, Francia) con el fin de  influir sobre las posiciones titubeantes  de algunos gobiernos del Viejo Continente relacionadas con  Vladimir Putin  y  con los acontecimientos recientes en Ucrania, ha vuelto a poner sobre el tapete las rivalidades de una larga guerra fría que ahora, con una visión teleológica, parece no haber terminado nunca. En la conmemoración del  70 aniversario del desembarco de Normandía, último acto  conjunto de una  alianza que se rompió rápidamente, deben coincidir ambos lideres y se conocerá mejor hasta donde llega el enfriamiento, pero el hecho mismo invita a la reflexión por todo lo que mueve a nivel global y cuanto podria influir en los giros que están generándose en otras latitudes.

Mientras, el rey Juan Carlos I de España abdica a favor de su hijo Felipe, desatando las mas disímiles interpretaciones en los medios políticos y acentuando la idea de una Europa en crisis, cada vez mas lejos de aquel continente, poderoso y ejemplarizante que hasta hace muy poco daba lecciones de gobernanza  y pretendía mandar a callar a sus antiguas posesiones de este lado del mundo, sin percatarse de todo lo que ha cambiado, desde que América Latina comenzó a voltearse a la izquierda.

De este lado del Atlántico, las tendencias políticas se mueven en sentido contrario a la decadencia europea. El Nuevo Mundo está mostrando que hay alternativas al Consenso de Washington y caminos novedosos en la articulación de esfuerzos conjuntos de integración.  Líderes con pasado guerrillero acceden al gobierno en países donde parecía inamovible la derecha y defienden sin ambages el legado político de la Revolución cubana y del proceso venezolano.

En ese contexto  merecen especial atención las voces que, desde territorio norteamericano, se alzan a favor de un cambio en la arcaica política de Washington hacia La Habana. En ese sentido, resulta significativa la visita de Thomas J. Donahue, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, quien subrayó que “es hora de iniciar un nuevo capítulo en las relaciones entre ambos países, el momento de empezar es ahora”.

Paralelamente, Miami fue escenario de  un encuentro de intelectuales, activistas y empresarios, de cubanos de las dos orillas y norteamericanos. Dos temas centrales fueron el obsoleto e inútil  bloqueo y la insultante  inclusión de Cuba -por parte de los Estados Unidos- en la lista de países que promueven el Terrorismo. Esta, junto a otras iniciativas confirman la existencia de una comunidad creciente de cubanos-americanos que quieren participar en las transformaciones que promueve Cuba.

Según Jorge de Armas - miembro de CAFE (Cuban Americans for Engagement), acciones como esta demuestran que Miami ya no es el enclave histórico de las políticas de cambio de régimen hacia la Isla. “Su composición ha cambiado y los intereses de su comunidad ya no están en sintonía con políticas anti-cubanas y en contra de todo contacto con la Isla." 

Hasta una  parte del autodefinido exilio ha comenzado a variar su postura. Alfonso Fanjul, descendiente de una prominente dinastía azucarera de antes del 59, reconoció públicamente que había viajado dos veces a Cuba, había tenido contactos con funcionarios cubanos,y que estaba dispuesto a invertir en su país de origen “bajo las circunstancias adecuadas”.

Una encuesta del prestigioso Atlantic Council, arrojó que el 56 % de los estadounidenses favorece un cambio hacia Cuba. Esa cifra aumenta al 63 % en el estado de la Florida, donde vive la mayor parte de los cubano-americanos.

Charlie Crist, exgobernador de ese estado, y quien se está postulando nuevamente para el puesto, calificó al bloqueo como una “reliquia ineficaz”.

Otros influyentes norteamericanos se dejan escuchar. El senador demócrata Patrick Leahy y su colega republicano Jeff Flake, abogaron por modernizar las relaciones con la isla en la presentación del informe del Atlantic Council.

“Es hora de reconocer que la política de Estados Unidos hacia Cuba, congelada en el tiempo por décadas, no ha tenido éxito en la consecución de ninguno de sus objetivos”, admitió el Senador Leahy, también presidente del Comité Judicial del Senado. “En vez de aislar a Cuba nos ha aislado a nosotros frente a América Latina”, aseguró.

Por su parte, el presidente del Atlantic Council, Frederick Kempe, afirmó que “los dos lados están listos para un cambio”.

Aunque para eliminar por completo el bloqueo se requiere una ley del Congreso, el Presidente podría disponer de algunos poderes ejecutivos que le permiten flexibilizarlo.

El Financial Times, apuntaba hace poco en un editorial algunas de las medidas que podría tomar. “Las restricciones de viaje a los ciudadanos norteamericanos deben ser eliminadas; expandir la lista de exportaciones autorizadas, en la actualidad de alimentos y medicina; alentar la actividad comercial con negocios privados; y eliminar a Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo”.

El gobierno de La Habana en reiteradas ocasiones ha entregado pruebas a Washington de actos terroristas contra nuestro país, preparados en territorio norteamericano. Cuba ratificado múltiples instrumentos internacionales para combatir el terrorismo. Tiene una ley contra actos terroristas y medidas no legislativas adicionales para combatir esos actos. Ha cooperado con el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y el Comité Antiterrorista. Así es que resulta el colmo del cinismo que se mantenga a la Isla en tal lista.

El nuevo escenario económico en la isla también es propicio para aumentar las relaciones. “El bloqueo impide a Estados Unidos tener relaciones comerciales con el Gobierno de Cuba, pero al existir un sector privado se podría instrumentar un umbral de tolerancia para que empresas norteamericanas comercien con ese sector privado”, reflexionó De Armas.

Algo se ha logrado ya durante la administración Obama. Está funcionando la cooperación bilateral acerca de la migración, el medio ambiente y el enfrentamiento al narcotráfico y también han aumentado las licencias que permiten los viajes de norteamericanos por motivos culturales o académicos, llegando a unos noventa y ocho mil anuales.

Sin embargo, el académico cubano Arturo López-Levy, de la Universidad de Denver (Colorado) cree que Obama debería apurarse en dar nuevos pasos, pues de lo contrario se puede complicar su agenda hemisférica con vistas a la próxima Cumbre de las Américas, prevista para 2015 en Panamá.

“La Cumbre de las Américas abre una expectativa, pues América Latina claramente ha dicho que no acudirá si Cuba no está incluida”, indicó López-Levy.

El presidente cubano Raúl Castro, ha mostrado más de una vez su disposición a dialogar  siempre y cuando se respeten la soberanía e independencia de Cuba como La Habana respeta las de Estados Unidos.

A su vuelta de la convulsa y decadente Europa, Obama podría empezar por ocuparse de esa tarea pendiente. Seria una señal interesante de que también cree que es tiempo de cambio, la palabra que le abrió la puerta de la Casa Blanca al primer presidente negro del imperio.