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Túnez: Y de pronto, la revolución

En este artículo: África, Túnez
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Gara

En 1999 dos perros se cruzan en la frontera. Uno, argelino, flaco, desfallecido, cojo y roído por las pulgas, trata de entrar en Túnez; el otro, tunecino, lustroso, bien alimentado, limpio, saludable, trata por su parte de entrar en Argelia. El tunecino está perplejo: "¿por qué quieres entrar en mi país", pregunta. El argelino responde: "porque quiero comer". E inmediatamente añade, aún más perplejo que su compañero: "Lo que no entiendo es por qué quieres entrar tú en Argelia". El tunecino entonces contesta: "porque quiero... ladrar".

En 1999, cuando se contaba este chiste en los medios intelectuales, Túnez estaba amordazado, pero a cambio disfrutaba -se repetía- de una situación económica incomparablemente mejor que el resto del mundo árabe. Con un crecimiento medio del 5% durante la década pasada, el FMI ponía al país como ejemplo de las ventajas de una economía liberada de las trabas proteccionistas y en el año 2007 el Foro Económico Mundial para Africa lo declaraba "el más competitivo" del continente, por encima de Sudáfrica. "Kulu shai behi", todo va bien, repetía la propaganda del régimen en vallas publicitarias, editoriales de prensa y debates coreográficos en la televisión. Mientras el gobierno vendía hasta 204 empresas del robusto sector público creado por Habib Bourguiba, el dictador ilustrado y socialista, se multiplicaba el número de 4x4 en las calles, se construían en la capital barrios enteros para los negocios y le loisir y hasta 7 millones de turistas acudían todos los años a disfrutar de la cada vez más sofisticada y sólida infraestructura hotelera del país. En el 2001, cuando se abrió el primer Carrefour, símbolo y anuncio del ingreso en la civilización, algunos podían hacerse la ilusión de que Túnez era ya una provincia de Francia. Era un país maravilloso: la luz más limpia y hermosa del mundo, las mejores playas, el desierto más hollywoodesco, la gente más simpática. No se podía hablar ni escribir, es verdad, pero a cambio la gente engordaba y el islamismo reculaba. La UE y Estados Unidos, pero también las agencias de viajes y los medios de comunicación contribuían a alimentar la imagen de un país más europeo que árabe, más occidental que musulmán, más rico que pobre, en transición hacia la felicidad del mercado capitalista. No se podía ni hablar ni escribir, es verdad, y también es verdad que ocupaba el segundo lugar en el ranking mundial de la censura informática, pero el esfuerzo del gobierno merecía una recompensa: Túnez organizó una Copa de Africa, un Mundial de Balonmano y en 2005 una insólita Cumbre de la Información durante la cual se ocultó al mundo una huelga de hambre de jueces y abogados y se detuvo a periodistas y blogueros.

A poco que alguien se hubiese molestado en rascar bajo esa superficie bien barnizada habría descubierto una realidad bien distinta. Nadie o casi nadie lo hizo. De enero a junio de ese año 2005, por ejemplo, El País publicó 618 noticias relacionadas con Cuba, donde no pasaba nada, y 199 sobre Túnez, todas sobre el turismo o el mundial de balonmano; El Mundo, en esas mismas fechas, registró 5162 entradas sobre Cuba, país donde no pasaba nada, y sólo 658 sobre Túnez, casi todas sobre el mundial de balonmano; y ABC tendió 400 veces la mirada hacia Cuba, país donde no pasaba nada, mientras sólo mencionaba a Túnez 99 veces, 55 de ellas en relación con el mundial de balonmano. El 10 de marzo de ese mismo año una rápida búsqueda en Google entregaba 750 enlaces sobre el reparto del gobierno cubano de las famosas ollas arroceras y sólo tres (dos de Amnistía Internacional) sobre la huelga de hambre y la tortura a presos en Túnez.

Pero lo cierto es que Carrefour y los humvee -y la vida nocturna en Gammarth- ocultaba no sólo la normal represión ejercida por Ben Ali desde 1987, año del golpe palaciego o del Gran Cambio, sino también la desaparición de una clase media que había comenzado a formarse en los años 60 y había sobrevivido a la crisis de finales de los 80. Unos pocos entraban en el Carrefour y otros muchos salían del país: hasta un millón de jóvenes tunecinos -sobre una población de 10 millones- viven fuera, sobre todo en Francia, Italia y Alemania. Mientras una minoría dejaba el francés por el inglés y despreciaba, por supuesto, el dialecto tunecino, la estructura educativa heredada del régimen anterior, relativamente solvente, se degradaba de tal modo que el último informe PISA relegaba a Túnez a uno de los últimos diez lugares de la lista de la OCDE. Mientras veinte familias disfrutaban del ocio en los Alpes o en París, el paro aumentaba hasta alcanzar el 18%, el 36% entre los más jóvenes: entre los diplomados y licenciados pasaba de un 0,7% en 1984 a un 4% en 1997 para dispararse a un 20% en 2010. En el espejo del Carrefour -en medio de la publicidad atmosférica que invitaba a un consumo inaccesible-, los jóvenes de la banlieue de la capital y de las regiones del centro y sur del país parecían conformarse con poder disfrutar de ese reflejo.

¿Quién se beneficiaba de este crecimiento bendecido por el FMI y por las instituciones europeas? Básicamente una sola familia, extensa y tentacular, a la que los despachos de la embajada estadounidenses filtrados por wikileaks describen como un "clan mafioso". Se trata de la familia de Leyla Trabelsi, la segunda esposa del dictador, hasta tal punto dueña del país que muchos se referían a Túnez (la Tunisie) como La Trabelsie. Ben Alí y su familia política se habían apoderado, mediante privatizaciones opacas, de toda la actividad económica de la nación, convirtiendo el Estado en el instrumento de un capitalismo mafioso y primitivo o, mejor, de un feudalismo parasitario del capitalismo internacional. La lista de sectores saqueados por el clan resulta apenas creíble: la banca, la industria, la distribución de automóviles, los medios de comunicación, la telefonía móvil, los transportes, las compañías aéreas, la construcción, las cadenas de supermercados, la enseñanza privada, la pesca, las bebidas alcohólicas y hasta el mercado de ropa usada. No puede extrañar que, durante las revueltas de estos días, se hayan asaltado tantos comercios, empresas y bancos; se ha hablado de "vandalismo", pero se trataba también de un vandalismo certero o, en cualquier caso, de un vandalismo que, incluso cuando se desencadenaba al azar, inevitablemente acertaba: golpease donde golpease, golpeaba sin duda una propiedad de los Trabelsi.

En este cuadro de represión y apropiación, había que tender el oído para escuchar el ruido de la marea ascendente. Pocos lo hicieron, ni siquiera cuando en enero de 2008, en Redeyef, cerca de Gafsa, en las minas de fosfatos, otro incidente menor -una protesta por un acto de nepotismo- puso en pie de guerra a toda la población. Durante meses se prolongaron las huelgas, hubo cuatro muertos, doscientos detenidos, juicios sumarísimos con penas escalofriantes. Mientras Redeyef permaneció sitiado por la policía, sólo periodistas y sindicalistas tunecinos trataron de romper el bloqueo policial e informativo. En Europa, la Trabelsia seguía siendo bella, tranquila, segura para los negocios y la geopolítica. Tan solo un periodista italiano, Gabriele del Grande, se atrevió a entrar clandestinamente en el corazón de las protestas y sacar información antes de ser detenido por la policía y expulsado del país. Su reportaje comienza así: "Sindicalistas detenidos y torturados. Manifestantes asesinados por la policía. Periodistas encarcelados y una potente máquina de censura para evitar que la protesta se extienda. No es una clase de historia sobre el fascismo, sino la crónica de los últimos diez meses en Túnez. Una crónica que no deja lugar a dudas sobre la naturaleza del régimen de Zayn al Abidin Ben Ali -en el gobierno desde 1987-. Una crónica que revela el lado oscuro de un país que recibe millones de turistas todos los años y del que escapan miles de emigrantes también todos los años". En un libro posterior, Il mare di mezzo, del Grande describe en detalle la maquinaria del terror tunecino, con las cárceles secretas en las que desaparecían no sólo los opositores nacionales sino también los emigrantes argelinos, secuestrados en el mar por las patrulleras locales -policías de Europa- para ser arrojados luego en el abismo. Nadie dijo nada. Era mucho más importante sostener al dictador; Ben Ali y las potencias occidentales compartían no sólo intereses económicos y políticos sino también el mismo desprecio radical por el pueblo tunecino y sus padecimientos.

Pero el 17 de diciembre una chispa iluminó de pronto el monstruo y revelo asimismo, como explica el sociólogo Sadri Khiari, que "no hay servidumbre voluntaria sino sólo la espera paciente del momento de la eclosión". El gesto de desesperación de Mohamed Bouazizi, joven informático reducido a vendedor ambulante, puso en marcha un pueblo del que nadie esperaba nada, que los otros árabes despreciaban y que Europa consideraba dócil, cobarde y adormecido por el fútbol y el Carrefour. Un ciclo lunar después, el 14 de enero pasado, tras cien muertos y decenas de metástasis rebeldes en todo el territorio, la ola rompió en el centro de Túnez y alcanzó su objetivo. Ya no se trataba ni de pan ni de trabajo ni de youtube: "Ben Ali asesino", "Ben Alí fuera". La última carga policial, desmintiendo las promesas que había hecho el día anterior el dictador, provocaron aún numerosos muertos y heridos. Pero era muy hermoso, muy hermoso ver a esos jóvenes de los que un mes antes nadie esperaba nada volverse en la calle y retener a la gente que huía para animarla a regresar a la batalla con las estrofas vibrantes del himno nacional: "namutu namutu wa yahi el-watan" (moriremos moriremos para que viva la patria). A última hora de la tarde, apoyado hasta el final por Francia, el dictador huía a Arabia Saudí, dejando a sus espaldas milicias armadas con instrucciones para sembrar el caos.

El peligro no ha pasado, la lucha continúa. Pero ahora hay un pueblo que libra las batallas. "El 14 de enero es nuestro 14 de julio", repiten los tunecinos. Quizás el de todo el mundo árabe. Jamás el pueblo había derrocado un dictador; y este pueblo inesperado, intruso en la lógica de las revoluciones, este Túnez de jazmines y luz de miel, ahora de dignidad y combate, es el espejo en el que se miran los vecinos, de Marruecos al Yemen, de Argelia a Egipto, hermanos de frustración, infelicidad e ira. No hay que encontrar las causas, siempre dadas, sino el minuto. Y ese minuto es ahora.

Se han publicado 13 comentarios



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  • Francisco A. Dominguez dijo:

    El falso poder del ‘sistema’ y lo que realmente nos impide ser libres.
    (http://www.luisrazeto.net/content/el-falso-poder-del-sistema-y-lo-que-realmente-nos-impide-ser-libres)

    Coincido con Jacob Klatzkin cuando dice que “el poder dominante es una cosa mítica, que debe su existencia a la imaginación. En esencia, es un fenómeno psicológico: toda su realidad es de carácter ilusorio. Vemos a una persona rigiendo un pueblo, dominando a una nación entera. Multitudes de seres humanos le sirven con temor. ¿A quién temen? En fuerza real los esclavos son inmensamente superiores a su amo. Pero cada esclavo se ve a sí mismo como un individuo contra sus compañeros de esclavitud. Aunque se sientan impelidos a rebelarse, se temen mutuamente. A veces se rebela uno de ellos; entonces sus compañeros se ven forzados a castigarle, aunque en sus corazones deseen o proyecten hacer lo que él. No es al dictador a quien temen, sino a la hueste de esclavos que ejecutan sus órdenes. En otras palabras, se temen a sí mismos. Su debilidad es una ficción, un error, un error de esclavo. El dictador obtiene su fuerza agregando la de otros a la suya. Lo hace borrando de la conciencia de sus esclavos el hecho de sus intereses comunes. La multitud se ve como individuos opuestos entre sí. Cada criatura esclavizada se considera esclavizada por la comunidad de sus compañeros de esclavitud. Por este error común, error de muchos, se mantiene el poder de uno. Los muchos recobran la fuerza que les es propia en cuanto advierten este secreto del temor recíproco. La abolición del error en los corazones de esclavo señala el fin del ficticio poder de la tiranía.”

    Hoy no existe la esclavitud y nadie se considera esclavo; pero la inmensa mayoría de las personas piensa que son los poderosos los que influyen sobre el curso de los acontecimientos, y que los individuos ‘comunes y corrientes’ carecemos de poder y estamos sujetos a las decisiones que tomen aquellos. Muchos dicen que no pueden cambiar sus vidas dependientes, ni realizar las transformaciones sociales que desearían, a causa del ‘sistema imperante’, que no nos permite vivir como quisiéramos ni actuar conforme a nuestros principios y valores.

    En realidad, lo que entendemos como ‘sistema imperante’ es, igual que el ‘poder dominante’, no más que una ficción, un mito, cuya existencia ilusoria reside solamente en nuestra propia conciencia.

    Vemos a la gente consumiendo y endeudándose y compitiendo y comportándose y estudiando y trabajando, de la manera en que lo exige el mercado, como lo requiere ‘el sistema’, como lo dictan los poderosos y lo exigen los que mandan. Se dice que ‘el sistema castiga’ a los que se marginan y se liberan de sus exigencias y normas. Con esta idea, muchos justifican el permanecer en el ‘sistema’ que no quieren y que incluso dicen que quisieran cambiar. ¿A quién, a qué le temen?

    A veces vemos que alguno ‘se sale’ del sistema y actúa siguiendo sus propias convicciones, sus valores e ideales. Entonces son muchísimos los que salen a castigarlo, a criticarlo, a hacerlo ‘entrar en razón’, a convencerlo de que ‘le irá mal’, aunque en sus corazones desearían hacer lo que él. No es el ‘sistema’ el que lo castiga, sino cada uno de nosotros, cada uno de aquellos que siguen actuando en conformidad con lo que requiere el mercado, la publicidad, la política, ‘el sistema’. El ‘sistema’ adquiere existencia y poder por ‘la hueste de esclavos que ejecutan sus órdenes’.

    Parafraseando a Klatzkin, nuestra debilidad es una ficción, un error, un error de esclavos. No es al ‘sistema’ a quien tememos, nos tememos a nosotros mismos. El ‘sistema’ adquiere su fuerza sumando las fuerzas nuestras. Lo hace borrando de nuestras conciencias esos valores, ideas, proyectos en que verdaderamente creemos y que quisiéramos (o que algún día quisimos) realizar.

    Por este error de muchos, de creer que ‘el sistema existe y nos domina’, el ‘sistema’ se mantiene y se hace fuerte. La abolición de este error en nuestras conciencias señala el término del ficticio poder del ‘sistema’.

    Luis Razeto. (Enero 2011)
    http://www.luisrazeto.net

  • H.LO dijo:

    EXELENTE ARTICULO POR SANTIAGO ALBA RICO. (muy didactico y lleno de informacion desconocida)
    Los grupos financieros FMI son macabros, usan ciertos paises como "Conejillos de India" y lo exponen como vitrinas al mundo de modelo, de brillosos cplores y una estanteria llena de lujos. He aqui el libre mercado. la nueva econmia, Sea como nosotros, Somos lideres en innovacion y modernidad. Asi paso en Tunez, Asi hera Irlanda y asi muestran a Chile que ya tambien se rebela en la zona Austral de la Patagonia. SOCIEDADES MODELOS Y DESECHABLES. Les pasan dinero con intereses decentes y luego le pasan mas dinero para ayudar a solventarse (significa ayudar a pagar el minimo mensual ) a interese mas elevados, y ya cuando te tiene bien agarrado te mandan el zarpaso o paquete economico. Mientras tanto que paso con el dinero que te prestaron que supuestamente hera para el desarrollo de tu pais. se lo robaron y fueron a parar a cuentas bancarias a bancos extranjeros. Hicieron una invercion minima para llenar las vitrinas y mostrar progreso.
    No me sorprenderia ver en las noticias unos de estos dias que estan colgando del alumbrado publicos, Economistas corruptos, policias sanguinarios y represores, a dictadorsillos neoliberales del sgloXXI, periodistas de corbatas plasticas, y gerentes de empresas de papel. Un aplauso para las sociedades que se rebelan.

  • OLIMPIO RODRIGUEZ SANTOS dijo:

    LOS PUEBLOS SIEMPRE LE PASAN LA CUENTA A LOS DICTADORES

  • Luis M. Domínguez Batista dijo:

    Los jóvenes dijo Raúl Casro Ruz en sentidas palabras, en todos los tiempos han hecho la patria, son ellos como la luz que nos ilumina y ellos en todas partes del mundo, cuando otros se amilanen comenzarán el tiempo que resta a la justicia.

    Túnes no es sino cualquier sitio de este mundo donde la justicia se quiebra y los derechos de la gente se vulneran en tal grado que se levantan los ánimos y se pone de una lado las diferencias y entonces sale el interés de una nación por levantarse, por darse a conocer y por ser verdaderamente protagonistas del mundo que necesitan.

    Las revoluciones se inician como aquella que en Francia inició el relojero de la Bastilla y que dejó sentada en la historia que cualquier ser humano que sienta el dolor por la injusticia debe iniciar una revolución.

    Ayer vimos como se anunciaba la llegada de Duvalier a Haití y de dónde venía de Francia y quien lo había rescatado de la furia del pueblo cuando se sublevó, Francia y quienes deberían ser los herederos de lo mejor de la raza humana, los franceses que tienen los antecedentes de la Comuna de París y de la Revolución Francesa de 1789, pero la Francia obrera fue ganada al capitalismo hace mucho y hoy su cúpula burguesa no hace más que actuar en favor de loas antiguas colonia a las que sigue considerando colonias.

    El sistema capitalista hoy crea traumas en todo el mundo, pero la fuerza de los pueblos se está imponiendo y ellos pueden arremeter contra ejércitos, pueden lanzar bombas contra poblaciones enteras, pero son incapaces de enfrentarse a un pueblo que ha tomado decisiones importantes y ha comenzado una revolución social.

    Es temprano para predecir lo que ocurrirá en Tunes, pero no se trata de Tunes, sino de todo el III Mundo y de , incluso algunas naciones aparentemente muy desarrolladas donde bolsones de miserables indigentes deambulan por sus calles y esto lo sabe el imperio.

    Las armas que se están gestando contra el capitalismo nacen en las ciudades más desarrolladas, en los lugares más inverosímiles y van en las manos y los cuerpos de los trabajadores como en los viejos tiempos. La Revolución la van a hacer los labriegos, los trabajadores y los jóvenes a los que se sumará en todo el mundo, lo mejor de la sociedad. Ya no se trata de salvar a nadie en particular, se trata de que un mundo nuevo nos viene encima y no va a esperar que todas las condiciones propicien el cambio, ya hay que inciarlo pues está el mundo en peligro.

    Hsta más ver.

  • Trino Gonzalez dijo:

    Hay algo detras de esta rebelion popular de Tunez. Normalmente los golpes de Estado son organizados por la ultraderecha de los respectivos paises(siempre apoyados por los yanquis), pero cuando ese golpe de estado es oranizado por el pueblo y los yanquis se alegran de eso, es porque hay algo escondido ahi. A los yanquis les ha dado gusto esta revolucion y la han calificado de "primera revolución democrática árabe del Siglo XXI". Que es lo que traman tras esta revolucion?

    http://www.aporrea.org/internacionales/a115808.html

  • ALFONSO VIDAL dijo:

    FELICITACIONES AL PERIODISTA SANTIAGO ALBA RICO POR DARNOS A CONOCER LO QUE PASO,ESTA PASANDO Y PASARA EN TUNEZ;LOS PUEBLOS ARABES Y DEL RESTO DEL MUNDO DESPERTARAN HOY MAS RAPIDO QUE AYER¡¡¡SE SACUDIRAN DE LA ALIENACION RELIGIOSA CON EL DEBIDO RESPETO QUE MERECEN¡¡PERO DESPERTARAN,RECUPERARAN A VIVIR DIGNAMENTE Y EN PAZ¡¡¡SE SACUDIRAN DE ESOS GOBERNANTES APATRIDAS QUE GOBIERNAN EN BENEFICIO DE UNA REDUCIDA ELITE,DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO,DEL SIONISMO,DEL CAPITALISMO SALVAJE,DE LA OPRESION A LA MUJER Y AL PUEBLO TRABAJADOR¡¡¡EN COLOMBIA, EL PUEBLO TRABAJADOR TAMBIEN ESTA LUCHANDO POR SU DIGNIDAD Y PRONTO LO LOGRAREMOS,COMO LO HAN HECHO PUEBLOS Y GOBIERNOS DIGNOS COMO CUBA,NICARAGUA,EL SALVADOR,BOLIVIA,ECUADOR,VENEZUELA,URUGUAY,PARAGUAY,ARGENTINA Y BRASIL.EN LOS PAISES MENCIONADOS UNOS SON MAS DEFINIDOS QUE OTROS,PERO DE TODAS MANERAS SON GOBIERNOS DIGNOS¡¡¡¡

  • victor..... dijo:

    Señor trino. ! Siempre tratan algo. Pero no cabe dudas el pueblo tunezino ya estaba cansado de tanto abuso y maldad..téngalo en cuenta !!!

  • Amilcar Moretti dijo:

    TÚNEZ: REVUELTA CONTRA UNA DICTADURA QUE HASTA AHORA ERA “BUENA” PARA EL PODER MUNDIAL. Incógnitas, incertidumbre, desinformación y manipulación mediática.
    Por Amilcar Moretti

    TÚNEZ, EN EL MEDITERRÁNEO, FRENTE A ITALIA , SE HA CONVERTIDO -DESDE AQUÍ- EN EXÓTICO ESCENARIO DE UN ACONTECIMIENTO SOCIAL Y POLÍTICO TURBULENTO QUE, EN LA VERSIÓN DE LOS MEDIOS DE PRENSA, TIENE APARIENCIAS DE SUCESO AL QUE HAY QUE DARLE LA BIENVENIDA. TODA REVUELTA SOCIAL CONTRA UNA LARGA DICTADURA ES, EN PRINCIPIO, ALENTADORA TAMBIÉN PARA LA “VERSIÓN CONVENCIONAL DEMOCRÁTICA”, ESTO ES, PARA LA MIRADA FUGAZ DE UNA CULTURA QUE AL COMIENZO ENDULZA CON LAS FORMAS INSTITUCIONALES DE LO DEMOCRÁTICO Y LUEGO SE DESENTIENDE Y SILENCIA LAS CONSECUENCIAS SOCIALES Y ECONÓMICAS SI SON INJUSTAS Y ANTIPOPULARES. TÚNEZ, DONDE LA REVUELTA EN LAS CALLES DESALOJÓ A UN GOBERNANTE AUTORITARIO QUE POR DOS DÉCADAS NO PREOCUPÓ A LAS DEMOCRACIAS CAPITALISTAS, RECIBE DE LA CULTURA MEDIÁTICA TRADICIONAL AUSPICIO COMO PUNTAPIÉ INAUGURAL PARA EL COMIENZO DE UNA “DEMOCRATIZACIÓN” DE PERFILES IMPRECISOS DEL MAGREB, LA ZONA ÁRABE MUSULMANA DEL NORTE AFRICANO QUE MIRA AL SUR DE EUROPA.

    Túnez, nación africana, árabe y musulmana, destituyó a su mandatario mediante una rebelión en las calles, sobre todo en la capital. Este país de 10 millones de habitantes y del cual se conoce en el exterior mayormente su aspecto exótico como destino de turismo de lujo, desde hace 23 años toleraba a un gobernante y la cúpula pese a sus métodos autoritarios. Los derechos humanos que proponen respetar las democracias capitalistas pero que no se garantizan en muchos territorios integrantes de ese espacio político (México, Colombia, Haití son ejemplos claros en la América que mura al norte), no tenían mucho cumplimiento en Túnez. Además, desde hace años el círculo de gobierno estaba engolosinado con una frenética carrera de enriquecimiento y corrupción.

    Con estos dos aspectos, lo autoritario y la corrupción, a la cultura mediática de Europa le ha bastado -y no hay nada reprochable en ello, al contrario- para de algún modo mostrar un rostro de beneplácito frente al primer cambio ocurrido después de la rebelión popular callejera que costó al menos 60 asesinados por las fuerzas de seguridad encargadas de la represión. También se tuvo en cuenta, y ha sido remarcado por verdadero, que influyeron en la revuelta el descontento por la desocupación, inflación y falta de perspectivas para la juventud. Jóvenes, clase media y algo de la raquítica clase obrera de un país agrario y turístico de lujo (destino de ricos de Europa) salieron a la calle a manifestar su malestar, después de dos décadas.

    Poco se dijo sobre grupos de policías que, según informaciones, alentaron a la gente a expresar su protesta estentórea o violenta. De algún modo, esto me recordó sucesos parecidos en Argentina del 19 y 20 de diciembre del 2001, que terminaron con la renuncia del presidente democrático De la Rúa, o antes, los saqueos a supermercados alentados en años del presidente Alfonsín, que al final debió dejar de modo anticipado su mandato.

    Quiero que se entienda bien: la rebelión contra un gobierno injusto, autoritario y represivo, y para colmo de alta corrupción, es una reacción tan previsible como soberana y ajustada al ejercicio de un derecho esencial, porque -se sabe, o se supone- no se elige democráticamente a un gobierno para que actúe en contrario. Por estas tierras no abundan aún los análisis sobre lo ocurrido en Túnez: no hay demasiada información, quizás porque poco se conoce del país africano y no muy importante es su peso en el orden internacional o del continente africano.

    Por eso llaman un poco la atención los tratamientos más específicos que algunos medios europeos, me refiero en especial de España, han comenzado a dar sobre lo ocurrido. Pocas personas saben algo en detalle sobre la cotidianidad política o económica tunecina. Para algunos no representa mucho más que turismo extravagante siete estrellas, “Noche en Tunicia” de Gillespie y su trompeta o alguna película del cine de la época de oro de Hollywood. Y nada más.

    Pero, de pronto, para la cultura mediática tradicional -medios de prensa conservadores o de derecha- la revuelta de Túnez contra el corrupto dictador ha comenzado a ser merecedora de cierta simpatía. Además de la dictadura y corrupción ya mencionadas, puede suponerse la existencia de otras razones profundas que justifiquen también de modo legítimo y sincero dicha bienvenida. Pero, hay que tener en cuenta que un gobierno autoritario y ladrón tuvo siempre la aceptación y apoyo de las principales naciones que están del otro lado del Mediterráneo: Italia, Francia, España. Sobre todo Francia, de la cual dependió Túnez hasta hace medio siglo. Sarkozy se vinculaba muy bien con el gobernante fugado.

    Ahora, de estreno, para esas partes mucho tiempo desinteresadas, la rebelión surge necesaria y justa. Esto último no se discute. Pero no deja de resonar la pregunta: ¿por qué el cambio de opinión o interés de esas naciones, Francia e Italia (Túnez se ubica frente a Cerdeña e Italia, al otro lado del mar Mediterráneo), que forman parte del Grupo de los 7 u 8? ¿Por qué un dictador anciano y corrupto es aceptable durante décadas y de pronto pasa a resultar intolerable?

    Bueno, los cambios siempre son necesarios, se dirá. Es cierto. Es un lugar común, pero no deja de ser cierto. Todo cambia y nada es eterno, se dirá también. También es indubitable. Pero a mí se me ocurre pensar lo siguiente más allá de las razones o ilusiones de los tunecinos (espero con sinceridad que se cumplan estas últimas): esos países desarrollados, como otros también capitalistas, tienen especial inquietud y mala cara frente a los populismos latinoamericanos. Algunos son considerados “autoritarios”, como es el caso de Chávez en Venezuela, aunque ha sido legitimiado en más de una docena de elecciones impolutas. A Correa en Ecuador le sucede lo mismo, y hace poco se intentó destituirlo o asesinarlo en otra revuelta social o sublevación policial. Evo Morales en Bolivia corre igual o peor peligro siempre. El ciclo de Kirchner en Argentina, el único desde que se instituyó la democracia en 1983 que ha hecho reformas de protección de la producción nacional y de redistrbución popular de ingresos, siempre recibe acusaciones de autoritarismo y corrupción. Todos los países mencionados tienen ricas fuentes de riqueza en petróleo y gas, o en alimentos y agua, como Argentina, fundamentales para lo que se viene.

    Túnez es un país agrario y de turismo, ya se dijo. Pero forma parte del Magreb, es decir, los países del norte de Africa frente a Europa: Marruecos, Argelia, Libia y se puede agregar a Egipto en este caso, por cercanía, según se menciona en un análisis más abajo. El Magreb es el lugar donde se pone el sol, en árabe. Su parte opuesta son los países del Levante o Mashreq. La cultura mediática ya expresa su deseo de que la rebelión de Túnez se propague a Libia, Argelia y hasta a Egipto, este último aliado desde hace mucho de Estados Unidos en la zona árabe. Son países que no se caracterizan por el respeto a los derechos humanos, al contrario. Egipto, repito, actúa como aliado de Estados Unidos, aunque por priximidad o tradiciones no rompe con los árabes musulmanes nacionalistas y fundamentalistas. Libia y Argelia tienen petróleo y hacen un manejo nacionalista o proteccionista. Negocian su riqueza. Las potencias capitalistas europeas y Estados Unidos necesitan ese petróleo y nuevo aliados contra Irán, Afganistán, Irak y lo que venga en toda esa zona.
    Venezuela y Bolivia tienen petróleo y gas. Intentan nuevas formas de democratización, originales y creativas, de la máxima imaginación innovadora hoy en el llamado Occidente, u Otro Occidente. Argentina con Cristina Fernández de Kirchner avanza en nuestro camino para recuperar lo perdido durante la dictadura 1976-1983 y durante el cavallo-menemismo (en que se regaló casi todo y se llegó a persuadir a la población de que “no tenemos nada”).

    Digo: yo festejo la rebelión de los tunecinos. Ojalá les vaya muy bien. Entre tanto, miraría con mucha atención y mantendría una prudente distancia hasta ver cómo se recompone la zona. Cuando algunos celebran mucho hay que desconfiar, por las dudas nomás.
    Por AMILCAR MORETTI, domingo 16 enero 2011.
    http://amilcarmoretti.wordpress.com

  • Jorge LGuerrero dijo:

    Asi esta el mundo llenos de regimes dictatoriales y a penas sabemos, cuando los pueblos explotan de tanta maldad,como la gran maquinaria imperial y sus lacayos,se hacen los de la vista gorda y dejan que actuen a sus anchas,miren alle como bloqueros son censurados,sin embargo la de aca,es la mas famosa y la que le otorgan premios metalicos y todos,los de alla lo acallan para que no denuncie una verdadera dictadura,la de aca tiene todos los medios y el camino libre para que denuncie una BELLA REVOLUCION,que a sacado a este pueblo de la ignorancia y ayuda al mundo.

  • naturaleza dijo:

    Magnífico artículo de Santiago Alba Rico, como todo lo que escribe, mi deseo es conocer más detalles de lo que sucede en Túnez, cierto es que de este país solo se escuchaba la "parte buena" que a los capitalistas chupa sangre les interesaba que conociera el resto del mundo, esto demuestra que al FMI le queda pocos países para experimentar su neoliberalismo carnívoro, los pueblos son sabios, espero que el pueblo Tunecino no se deje engañar más.

  • Eliza dijo:

    Los pueblos tienen que sacar a sus dictadores que se perpetuan en el poder por decadas con cualquier pretexto, aunque uno de los mas usados es el nacionalismo y el patriotismo.
    Bravo por los tunecinos y que le sirva de advertencia al resto de las dictaduras.
    Un pueblo es capaz de derrocar a un dictador sin previo aviso.

  • Juan Gatica Amengual dijo:

    H. LO hace mención de Irlanda y de Chile, mi paisito, a cargo ahora por don "Vito" Piñera, Gerente General de Chile Inc. ...

    Cuando empecé a leer tan didáctico y esclarecedor artículo, lo primero que surgió en mi mente fue lo que está sucediendo en este " paraíso del neoliberalismo salvaje a ultranza..."

    ¿ Tendremos los cojones para hacer lo que los tunecinos?
    ¿ Seremos , alguna vez, capaces de despojarnos de esta capa opresora de INEQUIDAD,herencia del dictador asesino y rapaz...?
    ¿ Hasta cuándo seguiremos actuando como borregos, los que nada tenemos,imitando a los escasos poderosos que manejan el país ? Ésos que se encumbraron en las alturas del poder y que allí han permanecido durante los 20 años concertacionistas , y en estos momentos, manipulados por los adláteres del dictador....

    Desde el paraíso del neoliberalismo salvaje a ultranza,

    Juan Gatica Amengual

    Santiago de Chile

  • ernesto dijo:

    La libertad no se contruye, ni se enseña, ni se concede, la libertad es un derecho y por tanto se ejerce, a todos los dictadores los pueblos y la historia siempre le ha pasado la cuenta

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Santiago Alba Rico

Santiago Alba Rico

(Madrid, 1960) estudió filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Entre 1984 y 1991 fue guionista de tres programas de televisión española (el muy conocido La Bola de Cristal entre ellos). Entre sus obras, se cuentan los ensayos "Dejar de pensar", "Volver a pensar", "Las reglas del caos" (libro finalista del premio Anagrama 1995), "La ciudad intangible", "El islam jacobino", “Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos”, “Leer con niños” y “Capitalismo y nihilismo”, así como dos antologías de sus guiones: “Viva el Mal, viva el Capital” y “Viva la CIA, viva la economía”. Desde 1988 vive en Tunez.

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