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Todo el peso del béisbol en el amor de un pueblo

En este artículo: Béisbol, Cuba, Deportes, Puerto Rico
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Ay, Virgilio Piñera que estás en los infiernos de la carne y del goce, que tanto disfrutabas jugar con las palabras, parece que no gustabas del béisbol, la cubanísima pelota. No la pusiste entre esos testimonios que nos hacen: "un velorio, un guateque, una mano, un crimen,/ revueltos, confundidos, fundidos en la resaca perpetua...". Y fíjate que, con tu venia, perfectamente cabe: un velorio, un guateque, un juego de pelota...

Quién lo duda ahora, si llevamos dos días ebrios de júbilo, hablando de béisbol con el desconocido porque en el barrio no se toca otro asunto. Llamando a la familia, palmeando a los amigos, pendientes del correo por donde baja la cercana euforia de los cubanos lejos. Emocionándonos con el sentir del pueblo que palpa en ese CUBA la metáfora tremenda de esta isla infinita.

¡Esa victoria contra Puerto Rico! La Habana del miércoles era un desierto como esas noches en que esperamos un ciclón. Se decretó en las casas el fin de las novelas. El silencio gobernó hasta la medianoche para estallar, cortante como el último strike, en terremoto de celebraciones, cuando ya entraba el jueves.

Y yo grité ¡Viva Cuba Libre! porque en ellos, en nuestros peloteros creía, como tengo fe siempre en la cubanidad, sustancia única, ante los grandes desafíos. Así lo he proclamado humildemente en estas crónicas de La Jiribilla y así lo dije en la radio esa mañana frente a respetables criterios objetivos.  ¿Qué fuera de esta nación y de su historia, Virgilio, ceñidos por la objetividad?

Tú lo supiste como pocos:
No hay que ganar el cielo para gozarlo,/
Dos cuerpos en el platanal valen tanto como la primera pareja(...)
No queremos potencias celestiales sino presencias terrestres,/
Que la tierra nos ampare, que nos ampare el deseo,/
felizmente no llevamos el cielo en la masa de la sangre,/
Sólo sentimos su realidad física...

No somos ricos. Tampoco los son nuestros jugadores. O lo somos de otra manera, difícil de explicar en este tiempo, en este planeta. Si nos comparamos con nuestros dignos rivales, tal vez sea todo más precario en nosotros. Pero para seguirte, en ciertas ocasiones, nos basta el platanal.

Un amigo cubano me dice desde España: No me cabe un alpiste. Le repondo con otra imagen de semillas: esta vez la gloria se desbordó del grano de maíz.

Porque mira que a mí me gusta la pelota, Virgilio Piñera, pero nunca había visto semejante cosa. Por eso me atrevo a jugar con tu versos magníficos. En estos días sabemos desde abajo el peso de una isla y todo el peso del béisbol en el amor de un pueblo.

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Omar Valiño

Omar Valiño

Teatrólogo y escritor cubano. Director de la revista Tablas.

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