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Quien se levanta hoy por Cuba se levanta para todos los tiempos

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Miami.-  Sólo un puñado de pueblos en la historia ha podido lograr, con la plenitud que el cubano lo ha hecho, desarrollar, consolidar y profundizar un proceso revolucionario que le ha permitido asegurar su soberanía y disfrutar de sus libertades fundamentales, y cuyo objetivo esencial es la construcción de una sociedad solidaria, cada vez más justa.

Este continuo proceso libertario, que se remonta a mediados del Siglo XIX, no ha estado exento de errores, reveses, ni de derrotas. Ha sido un proceso en extremo arduo que ha necesitado del abnegado sacrificio de generaciones de los mejores hijos e hijas de la patria, y de la constancia y unidad patriótica y revolucionaria de millones de cubanos. 

Se acerca nuevamente la fecha del 24 de Febrero, cuando en 1895, hará 111 años, los cubanos comenzaron su última guerra por la independencia de España. Las condiciones imperantes entonces en el país, producto de un despreciable sistema colonial, vaticinaban una guerra magna. José Martí, dirigente principal de esa grandiosa tarea, se percató, como ningún otro, de la oportunidad que existía para no sólo obtener la independencia nacional sino, para también, establecer una república nueva y justa y, además, consciente de sus responsabilidades con el resto de la humanidad.

Para el Apóstol los retos del imperialismo estadounidense eran de primordial importancia, como lo siguen siendo hoy para nosotros.  Por eso, para conmemorar y celebrar, esta grandiosa fecha patria quisiera citar de fragmentos de algunos de sus escritos en los que nos alerta de los designios imperiales y sus consecuencias para Cuba y para el resto de nuestros pueblos hermanos, que, por su actualidad, son advertencias a nosotros mismos.

En noviembre de 1889 con motivo del Congreso Internacional convocado por el gobierno norteamericano en Washington escribió: "Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menor poder, ligadas por el comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo.  De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia (…) No fue nunca la de Norteamérica, ni aún en los descuidos generosos de la juventud, aquella libertad humana y comunicativa que echa a los pueblos, por sobre montes de nieves, a redimir un pueblo hermano, o los induce a morir en haces, sonriendo bajo la cuchilla, hasta que la especie se pueda guiar por los caminos de la redención con la luz de la hecatombe (…) La simpatía por los pueblos libres dura hasta que hacen traición a la libertad; o ponen en riesgo la de nuestra patria."

En 1895, en vísperas de la necesaria guerra, y por motivo del tercer aniversario de la fundación del Partido Revolucionario Cubano, escribió Martí en su artículo El alma de la revolución, el deber de Cuba en América: "No a mano ligera, sino como con conciencia de siglos, se ha de componer la vida nueva de las Antillas redimidas.  Con augusto temor se ha de entrar en esa grande responsabilidad humana.  Se llegará muy alto, por la nobleza del fin; o se caerá muy bajo, por no haber sabido comprenderlo.  Es un mundo lo que estamos equilibrando: no sólo son dos islas las que vamos a liberar.  (…)  Un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Quien se levanta hoy por Cuba se levanta para todos los tiempos.  Ella, la santa patria, impone singular reflexión; y su servicio, en hora tan gloriosa y difícil, llena de dignidad y majestad. Este deber insigne, con fuerza de corazón nos fortalece, como perenne astro nos guía, y como luz de permanente aviso saldrá de nuestras tumbas."

En enero de 1891, escribió en su ensayo Nuestra América: "… Lo que quede de aldea en América ha de despertar.  Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas como almohada (…)  Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada en flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas!  Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.  A los sietemesinos sólo les faltará el valor.  Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses.  Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol.  Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos, que le roen el hueso a la patria que los nutre."

Y finalmente hoy, cito del Manifiesto de Montecristi, redactado en marzo de 1895, en camino a la patria, que explica las causas justas de la guerra recién comenzada en la Isla un mes antes: "La revolución de independencia, iniciada en Yara después de preparación gloriosa y cruenta, ha entrado en Cuba en un nuevo período de guerra, en virtud del orden y acuerdos del Partido Revolucionario en el extranjero y en la isla, y de la ejemplar congregación en él de todos los elementos consagrados al saneamiento y emancipación del país, para bien de América y del mundo; y los representantes electos de la revolución que hoy se confirma, reconocen y acatan su deber, --sin usurpar el acento y las declaraciones sólo propias de la majestad de la república constituida,-- de repetir ante la patria, que no se ha de ensangrentar sin razón, ni sin justa esperanza de triunfo, los propósitos precisos, hijos del juicio y ajenos a la venganza, con que se ha compuesto, y llegará a su victoria racional, la guerra inextinguible que hoy lleva a los combates, en conmovedora y prudente democracia, los elementos todos de la sociedad de Cuba. (…) Hoy, al proclamar desde el umbral de la tierra venerada el espíritu y doctrinas que produjeron y alientan la guerra entera y humanitaria en que se une aún más el pueblo de Cuba, invencible e indivisible, séanos lícito invocar, como guía y ayuda de nuestro pueblo, a los magnánimos fundadores, cuya labor renueva el país agradecido. (…)  Y al declarar así en nombre de la patria, y deponer ante ella y ante su libre facultad de constitución, la obra idéntica de dos generaciones, suscriben juntos la declaración, por la responsabilidad común de su representación, y en muestra de la unidad y solidez de la revolución cubana, el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, creado para ordenar y auxiliar la guerra actual, y el General en Jefe electo en él por todos los miembros activos del Ejército Libertador."

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Andrés Gómez

Andrés Gómez

Periodista cubano residente en Miami. Fundador de la Brigada Antonio Maceo, integrada por cubanos que viven en los Estados Unidos. Es el director de la Revista Areito.