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Las familias de los Cinco, víctimas de un cruel e injustificable castigo

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  René y Olga en La Habana de fines de los 80 junto a su hija Irmita  

 

• CONTÓ Olga Salanueva en una entrevista concedida en octubre del 2004, cómo varios oficiales armados del  FBI irrumpieron en su casa de Miami, con toda la parafernalia y lo espectacular de una película de Hollywood, para arrestarlos, a ella y a su marido, René González. Era el 12 de septiembre de 1998 y empezaba en este mismo momento una interminable operación de intimidación y de chantaje hacia su persona, sus hijas, su familia entera y todas las familias de los demás cubanos elegidos por el FBI para un "show de espionaje" anticubano.

 "Yo presencié lo brutal que fueron en un hogar donde sabían que había una familia. Que había una mujer, que había niños pequeños.  Eran cuatro o cinco hombres que entraron. Otros estaban en el pasillo, la casa estaba colmada de agentes" recordó Olga.

  "Entonces cuando me vieron a mí aparecer en la sala, me lanzaron a la pared, levanté las manos y me asusté. Yo dije: ‘¡René, diles bien claro que aquí hay niñas también!'" 

 Pronto los agentes se llevaron a René y Olga tuvo que quedarse sola con ellos en la casa. Durante unas interminables horas, esperó, rodeado de agentes, a que apareciera la orden de registro.

 Ahí aparece ya la amenaza más cruel: "Me dejaron claro que ellos tenían posibilidad de quitarme a las niñas… ‘Recuerde, me dijeron, que usted tiene sus hijas… una hija pequeña… podemos mandarlas para una institución…'

 Mientras tanto, los policías encarcelan a René y a sus compañeros arrestados en el medio de distintas operaciones similares en las celdas del Federal Detention Center. Pero no en celdas regulares. Para los Cinco, el Jefe del FBI de Miami, Héctor Pesquera, tenía reservado celdas del bloque de confinamiento. Celdas de castigo donde se aisla, en condiciones infrahumanas, a los presos incorregibles.

 Allí los Cinco estuvieron 17 meses.

 El lunes 14 de septiembre, los arrestados son presentados ante la Corte Federal, después de dos días de detención, sin aseo, sin afeitar. Sus fotos están distribuidas a la prensa con toda la intención de mostrar una imagen de delincuentes.

 Padre ejemplar, piloto de profesión, de intachable reputación, René tiene que enfrentar la brutalidad de individuos que lo tratan como a un delincuente cualquiera. En la corte, ve a su hija Irmita. La niña asustada levanta el dedo y grita ‘¡Papi!'.

 A partir de ese lunes, Pesquera no pierde una oportunidad de chantajear las familias para torturar sicológicamente a sus presos. Los vínculos de Pesquera con la mafia cubanoamericana son ya muy conocidos. Todos saben en Miami cómo festejó, poco antes en Puerto Rico, con los terroristas del yate La Esperanza,  absueltos después de ser descubiertos in fragranti en la ejecución de un plan de asesinato contra el Presidente de Cuba.

 "La única forma durante este tiempo que René podía ver a Ivette (que ni tenía un año) era que él observaba por la ventana y yo me ponía a caminar por la acera, y él desde el piso  12 nos veía. Fue así que él vivió toda esta etapa del primer año de vida de su  niña, un período que tiene tantos cambios…",  recuerda Olga.

 La primera vez que René logra ver a las niñas, ya Ivette había cumplido el año.    Cuando aparece René, está esposado. "Lo sientan en una silla y le amarran las esposas a la silla. Todo esto ante los ojos de las niñas".

 En julio del 2000, la Fiscalía le presentó a René una carta  mediante la cual puede ‘confesar' su culpabilidad a cambio de una sentencia reducida. Pero el digno cubano rechazó tal negociación.

  La reacción de Pesquera fue inmediata.

  El 16 de agosto, el Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) arresta a Olga, la llevan a una cárcel estatal en Fort Lauderdale. La mantendrán ahí tres meses.

 "Era otra forma de presionar a René porque el juicio ya no iba a comenzar en septiembre, como se había planificado, sino en noviembre. Y hasta noviembre me dejaron ahí…"

 La detención no llegó a doblegar a Olga pero a unos días del juicio de René y de sus compañeros, el INS ordenó su expulsión. El juicio se caracterizó por ser totalmente trucado por Pesquera y la Fiscalía, ante un jurado hostil.

SECUESTRADOS SIN UN LÉGITIMO ACCESO A SUS FAMILIAS

 Desde su regreso a Cuba, hace ya casi cinco años, Olga ha presentado varias solicitudes de visa ante la Sección de Interés de Estados Unidos (SINA) en La Habana para poder realizar una visita a su esposo con sus hijas.

 La SINA sistemáticamente ha denegado esas visas a Olga e hizo lo mismo -bajo el pretexto absurdo de que representa una "amenaza a la seguridad nacional"- con Adriana Pérez, esposa de Gerardo.

 Como también usó cada pretexto para obstaculizar las visitas de los demás familiares de los Cinco, violando todos los tratados internacionales que garantizan tales visitas.

 Todas esas familias residen también en Cuba y se les otorgó esa visa al ritmo de una sola por año, después de trámites humillantes y desesperantes.

 Mientras la suerte de los Cinco queda secuestrada por una Administración norteamericana sometida a los más mínimos deseos de sus aliados de Miami, Ivette sigue sin haber visto a su papá desde cinco años.

 El 14 de julio último, se anunciaba que un panel de juristas de las Naciones Unidas había declarado arbitraria y en violación del derecho internacional la detención y el juicio en Miami de Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández, Ramón Labañino y René González.

 El 9 de agosto el Tribunal de Apelaciones del Onceno Circuito con sede en Atlanta, en decisión unánime, anuló las condenas de los Cinco y envió el caso al tribunal de primera instancia para un nuevo proceso fuera de Miami.

 Para tomar su decisión, esa corte revisó 14 650 páginas de actas, 119 volúmenes de transcripciones, 15 volúmenes de alegatos, una caja de documentos sellados, así como todo el proceso de selección del jurado.

 El autor alemán Gunter Grass, escritor portugués José Saramago, el poeta nigeriano Wole Soyinka, la novelista sudafricana Nadine Gordimer, el argentino  Adolfo Pérez Esquivel, la guatemalteca Rigoberta Menchú y el obispo sudafricano Desmond Tutu, acreedores del Nobel de la Paz, aparecen entre los 4 933 escritores, artistas, académicos, políticos y prominentes personalidades de más de 40 países que han firmado una Carta Abierta dirigida al Fiscal General de Estados Unidos para reclamar la inmediata liberación de los Cinco.

 Sin embargo, en el país donde George W. Bush y su clan mantienen hacia Cuba una actitud no poco similar a la que se demostró ante los damnificados de la Nueva Orleáns, los Cinco siguen, a pesar de todo, secuestrados en cinco prisiones distintas del inmenso territorio norteamericano. Y sus familias siguen sufriendo las consecuencias de ese cruel, interminable e inútil castigo. •

 

 

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Jean-Guy Allard

Jean-Guy Allard

Periodista canadiense radicado en Cuba. Es autor del libro "Auge y caída de Reporteros Sin Fronteras".