Cubadebate

Miami.- Como todos sabemos en Miami el terrorismo no es sólo la utilización de la violencia, a través de asesinatos, atentados contra organismos, negocios, sedes diplomáticas, naves aéreas o navales e individuos; sino también el control de toda una comunidad y sus instituciones por un sector de esta a través de la amenaza latente de usar la violencia.

Como consecuencia de ese continuo estado de cosas los terroristas logran impedir, como ha venido sucediendo por décadas en Miami, el libre ejercicio político y la libre discusión de ideas y opiniones. Logran que la mayoría de los individuos de esa comunidad, o se abstengan de ejercer sus derechos políticos, o se adhieran públicamente a la línea que imponen los terroristas y aquellos que los apoyan, como también ha venido sucediendo por décadas en Miami.

Claro, que como no nos cansaremos en repetir, si esto ha sido posible aquí es porque los gobiernos de Estados Unidos no sólo lo han permitido sino que lo han estimulado. Para esos gobiernos, una comunidad cubana en Miami que se muestre políticamente uniforme en contra del proceso revolucionario cubano y a favor de la política norteamericana mantenida en contra de Cuba es de un valor inestimable. El fenómeno de las organizaciones terroristas de la extrema derecha cubanoamericana es engendro del gobierno estadounidense que en un primer momento fomentó su creación para encubrir las acciones de la CIA en contra de Cuba, y con el tiempo para lograr algo más.  Esas organizaciones terroristas y los monstruos que las componen son consubstancial al resto de la política de agresión permanente de los Estados Unidos en contra del pueblo cubano.

Es precisamente esa misma naturaleza de la política de agresión permanente de los Estados Unidos en contra de Cuba y los terroristas de la extrema derecha cubanoamericana lo que hace de tanto valor el caso actual de Posada Carriles.

Posada y sus secuaces, porque Posada no ha actuado solo, hay que asegurarse, a través de una campaña continua de denuncias, tienen que encarar la justicia por los terribles crímenes por ellos cometidos.

Aunque más allá de este reclamo de justicia se encuentra, dada la coyuntura nacional e internacional actual, una oportunidad histórica de desentrañar públicamente la naturaleza de la política anticubana de los Estados Unidos.

Por largos años muchos en este país y en el mundo han estado renuentes -ciegos y sordos-a ver y a entender la verdad sobre la naturaleza de esa política. Ahora los peligros que el terrorismo representa para su propia seguridad los obliga a ser consecuentes en relación a esos asuntos. Hoy ya no puede haber terroristas buenos y terroristas malos. Y es así como Posada Carriles y sus secuaces han devenido en piedra angular del andamiaje que conforma la política norteamericana en contra de Cuba.

Si criminal es fomentar y auxiliar a esos terroristas, como lo vienen haciendo por décadas los gobiernos norteamericanos, criminal es también la política genocida de Bloqueo mantenida por esos mismos gobiernos contra el pueblo cubano.  Así como arbitraria e ilegal son las prohibiciones de viajes a Cuba y la de los intercambios culturales, científicos y académicos entre ambos pueblos.

 Ahondando en el carácter de esas políticas mantenidas por los Estados Unidos en contra del pueblo cubano se logrará quebrantar sus cimientos.  La coyuntura actual es propicia para desentrañar las raíces comunes de esas políticas violatorias de los más elementales derechos humanos.

La actual coyuntura, propiciada por los excesos de Posada Carriles y sus secuaces, ofrece la posibilidad de arremeter contra esa política anticubana hoy debilitada por su fundamento más vulnerable: el uso del terrorismo.  Es posible entonces que así se sumen a su desmantelamiento otros sectores interesados en dar fin a esa política, cebada con fines muy estrechos por esta administración, y la cual hace tiempo no satisface esenciales intereses nacionales.

Andrés Gómez es director de Areítodigital.