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Posada en Honduras: Un informe que el FBI habrá olvidado

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• En 1992, el FBI dejó en libertad a Luis Posada Carriles cuando el terrorista internacional se reunió con dos de sus investigadores en la representación diplomática norteamericana en Honduras, a pesar de que era bien fichado como terrorista por sus propios servicios. Y que era evidente, con sus antecedentes, que iba de nuevo a tratar de atentar contra la vida del Jefe de la Revolución Cubana como lo hizo luego en Panamá.

 Cuando el FBI, por el intermedio de la Embajada norteamericana en Panamá, ha entregado a la justicia panameña el expediente de los antecedentes de Luis Posada Carriles, el más potente cuerpo policiaco del imperio se quedó con la memoria en blanco. En este minúsculo historial de las actividades criminales del terrorista internacional, no insertó ni una sola línea sobre el encuentro que tuvo lugar el 7 de febrero de 1992, desde las 9 de la mañana hasta las 4 de la tarde, en el local número 426 de la Embajada norteamericana en Tegucigalpa.

 Este día, dos agentes del Buró Federal de Investigación norteamericano interrogaron y escucharon a Posada, con una infinita paciencia.

UN DOCUMENTO DEMASIADO REVELADOR

 Una investigación publicada en 1996 del norteamericano Robert Parry -un reportero disidente de la Associated Press, Newsweek y de la cadena televisiva PBS- cuatro años antes del arresto de Luis Posada Carriles y de sus cómplices en el intento de magnicidio de Panamá, revelaba por primera vez, gracias a documentos desclasificados, cómo Posada, entonces, ofreció a los dos especialistas del FBI varios elementos nuevos sobre su participación en la enorme operación de tráfico de drogas y de armas que había realizado bajo las órdenes del Coronel Oliver North y de sus jefes de la Casa Blanca.

 Las revelaciones de Parry toman hoy día un particular significado.

 Aunque se negó a admitir su participación personal en toda una serie de actos terroristas con los cuales está vinculado -y que no interesaban realmente a los investigadores- sí habló de su trabajo clandestino al servicio de la Administración Reagan-Bush, el verdadero propósito de la entrevista policíaca.

 Explicó en cuáles circunstancias fue reclutado como jefe de logística de la maquinaria diabólica con la cual Félix Rodríguez Mendigutía -un operativo de la CIA quien había ordenado en 1967 el asesinato de Ernesto Che Guevara- cumplía las órdenes de North para proveer de armas a la contrarrevolución nicaragüense. Todo esto con un financiamiento obtenido a través de operaciones sumamente ilegales y en violación de una interdicción explícita del Congreso de Estados Unidos.

  Durante todo este período, el viejo colaborador de la CIA dirigió, desde el aeropuerto  salvadoreño de Ilopango, las maniobras de una flota de avionetas, pagando a las tripulaciones con bolsas de dinero in cash llegados de Miami, y vigiló el almacenamiento secreto de armas y de drogas.

  El 5 de octubre de 1986, cuando una de las avionetas de Posada, pilotada por  Eugene Hassenfus, es derribada y que la operación clandestina es revelada al público norteamericano, Posada fue quien se encargó de hacer desaparecer todas las huellas de la gigantesca conspiración.

 Un agente de la Drug Enforcement Agency (DEA), Celerino Castillo,  explicará más tarde ante el comité de inteligencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, que sus informantes vieron en la base de Ilopango almacenes de drogas, además de armas y dinero. También explicó cómo se dieron cuenta  que muchos de los pilotos de la Contra nicaragüense, beneficiarios de la operación clandestina, estaban fichados como narcotraficantes en los dossier de la DEA. "Descubrí que otras agencias se acostaban con el enemigo", comentó luego Castillo en una entrevista con el Dallas Morning News, refiriéndose a la CIA.

 Supo finalmente, que agentes salvadoreños anti-drogas irrumpieron en Ilopango... después del trabajo de 'esterilización' desarrollado por Posada.

EN CONTACTO DIRECTO CON LA CIA

 El informe de 31 páginas de la entrevista fue estampillado 'SECRETO' y archivado con los demás documentos de la investigación oficial sobre el mal llamado escándalo 'Irán-Contra', dirigida por el Fiscal Lawrence Walsh.

 A Walsh, no le interesó ordenar que las acusaciones fueran llevadas a la atención de los tribunales contra este viejo amigo de la CIA, Luis Posada Carriles.

 Tampoco creyó importante revelar a sus compatriotas el contenido de las confesiones de Posada que enseñaban cómo la Casa Blanca y más precisamente, George Bush padre, había orientado y alentado actividades criminales de tal envergadura.

 En esta larga confesión al FBI, de la cual Parry reveló la existencia, Posada cuenta cómo fue reclutado por Rafael "Chi Chi" Quintero, otro cubanoamericano utilizado por la CIA y vinculado directamente al Teniente General de Aviación retirado Richard Secord, quien asistía al Coronel North.

  El terrorista explicó cómo Quintero le pagaba 3 000 dólares al mes además de reembolsar todos sus gastos y proveerlo con falsos documentos de identidad a nombre de Ramón Medina.

 Contó que mientras dirigía las operaciones secretas de la base de Ilopango, disponía de un aparato conocido como KL-43 para sus comunicaciones en clave con el Jefe de la base CIA de Costa Rica y con otros oficiales norteamericanos involucrados en este proyecto.

 A los investigadores del FBI, Posada revela que Rodríguez llamaba constantemente a Donald Gregg, de la oficina del vicepresidente Bush. Dijo haber estado muy al tanto de este hecho por la sencilla razón de que ¡él personalmente pagaba las cuentas de teléfono!

George Bush padre, siempre negó que su oficina fuera involucrada en aquellas operaciones criminales... cuando se sabe que fue el propio Gregg, su ayudante, quien encargó a Félix Rodríguez de la operación secreta en El Salvador.

 Gregg y Rodríguez -dos viejos socios desde la guerra de Vietnam- siempre negaron haber conversado de las operaciones ilegales aunque confiesan que estaban constantemente en contacto durante este período. 

 En 1988, una comisión del Senado, dirigida por el senador John Kerry (el actual candidato a la presidencia) investiga la escandalosa operación de tráfico de drogas y de armas involucrando a Oliver North, Donald Gregg, John Poindexter, Elliott Abrams, Otto Reich (el rey del engaño), Richard Armitage, John Negroponte, Mitch Daniels y demás cómplices de George Bush en la guerra imperial contra Nicaragua. Varios de ellos integran hoy la Administración de George W. Bush.

ENCARGADO DE LIMPIAR LAS HUELLAS

 Los documentos obtenidos por Robert Parry revelaron cómo Posada confesó que, en octubre de 1986, cuando el Cessna de Eugene Hassenfus es derribado, alertó urgentemente a la Casa Blanca a través de Félix Rodríguez Mendigutía quien se encontraba en su casa de Miami. Más tarde fue directamente a avisar al personal de sus almacenes. 

 Según sus confesiones al FBI, el terrorista prófugo también se comunicó directamente con el Coronel James Steele, el jefe militar norteamericano de más alto rango en El Salvador quien corrió a reunirse con él en Ilopango para estar informado de cada detalle sobre el plan de vuelo del piloto capturado y las medidas que se debían tomar.

 Posteriormente Posada llamó a Luis Rodríguez, un cubanoamericano vinculado de cerca a la Contra y quien, un año más tarde, sería inculpado por la DEA como narcotraficante.

 Según Posada, en este momento llegaron a El Salvador Rafael "Chi Chi" Quintero (implicado con él en el crimen de Dallas) y Robert Dutton, este último, personaje clave de la operación. Dutton afirmó entonces a Posada que el FBI se había enterado de su participación en el criminal tráfico y que los agentes le buscaban para interrogarlo.

 Contó Posada que el procurador General Edwin Meese intervino entonces para interrumpir la investigación policíaca, invocando razones de seguridad nacional.

 Lo que dio a Posada y a sus cómplices todo el tiempo necesario para hacer desaparecer las evidencias.

 "Dutton y Quintero abandonaron rápidamente El Salvador", dice textualmente el documento del FBI obtenido por Parry en 1996. "Posada fue dejado solo para limpiar todo el reguero durante el período post-Hassenfus. Posada tuvo que mover todos los equipos fuera de las casas y cerrarlas. Posada tuvo que sacar todo el personal norteamericano del país, hacer desaparecer sus armas personales, sus equipos de comunicaciones, cerrar los contratos de alquiler, pagar todas las cuentas y resolver todo lo demás".

 Mientras Posada se escondía en Zabadú, un centro turístico salvadoreño, en Nicaragua, Hassenfus revelaba cómo un tal Ramón Medina (Posada) dirigía las operaciones secretas de la Contra en la base de Ilopango.

 En El Salvador, la tolerancia hacia las operaciones norteamericanas ilegales eran tales que, el presidente Napoleón Duarte pronto contrató al terrorista narcotraficante de 'asesor de Seguridad Especial'.

 En 1992, cuando Robert Parry publicó los resultados de su reveladora investigación, Posada seguía conspirando libremente.

DE EL SALVADOR A LOS ÁNGELES

 Según fuentes gubernamentales de El Salvador, Posada obtiene precisamente en este período un nuevo pasaporte, perfectamente falso, a nombre de Ramón Medina Rodríguez, retomando la identidad conseguida para él por el otro Rodríguez.

 Ese pasaporte con el número 1-07-0005777 y emitido en el mismo municipio de Ilopango, tiene registradas 16 entradas y salidas entre El Salvador, Centro América, México y (¡cuidado!) Los Ángeles (Estados Unidos).

 La trayectoria de Posada Carriles, después de su entrevista con el FBI que no juzgó necesario arrestarlo e inculparlo, incluye la criminal conspiración para provocar explosiones en instalaciones turísticas cubanas en el verano de 1997, con la muerte del joven turista italiano Fabio di Celmo, e intentos de asesinato del Presidente de Cuba en Colombia, Venezuela y Panamá donde fue finalmente arrestado cuando iba a provocar una catastrófica explosión que hubiera matado a miles de personas.

 Estas actividades fueron vinculadas más tarde, por las autoridades cubanas no sólo con la CIA, sino también con el Grupo Paramilitar de la Fundación Nacional Cubano Americana cuyos miembros -entre ellos, Luis Zúñiga Rey y Roberto Martín Pérez-, lideran hoy el Cuban Liberty Council, en Miami.

¡Un grupo que hoy asesora al presidente George W. Bush!

 El 10 de octubre del 2003, en el Rose Garden de la Casa Blanca, el presidente George W. Bush abrazaba públicamente con efusión a Luis Zúñiga Rey bajo la mirada maravillada de Ninoska Lucrecia Pérez-Castellón, esposa de Roberto Martín Pérez.

 Cuenta el investigador Robert Parry que este 7 de febrero de 1992, al final de la tarde, Posada se despidió de sus interlocutores del FBI y abandonó la sede diplomática norteamericana con toda libertad... a pesar de ser un terrorista internacional muy conocido, fichado como tal por el propio FBI,  "héroe" de los círculos más extremistas de Miami, prófugo de la justicia venezolana y narcotraficante confeso.

BIENVENIDOS EN OPA-LOCKA

En el aeropuerto miamense de Opa-locka, este jueves 27 de agosto, el indultado Gaspar Jiménez Escobedo aparece con sus dos compañeros de viaje en un Learjet alquilado. En el 2000, salió de los Estados Unidos con un pasaporte falso. Lo busca la policía mexicana por evasión.

Al bajar del avión, Jiménez se queja de un malestar. Padece de alta presión, dice. El terrorista es entonces mandado de toda urgencia al hospital. De ahí saldrá directo hacía su casa.

Pedro Remón y Guillermo Novo tienen un pasado terrorista que rellena varias gavetas del FBI. Varias.

Minutos después de su llegada, ambos hombres están en los brazos de sus admiradores, entre los cuales varios terroristas fichados: Reynol Rodríguez quien fue jefe del CORU en Puerto Rico y a quien se atribuye el asesinato del joven activista Carlos Muñoz Varela; Santiago Álvarez, buscado por Interpol, que el Herald describe como un desarrollador; y Alberto Hernández, proveedor de armas en el bien documentado caso de La Esperanza, un intento de asesinato del cual lo salvó su socio Héctor Pesquera.

(Hernández es hoy uno de los capos del Cuban Liberty Council y asesora a George W. Bush. ¿El Herald lo ignorará tal vez?)

Falta Posada Carriles. ¿Acaso el FBI se preocupa? Lo tiene fichado como terrorista. En plena Guerra contra el Terrorismo.

¿Interrogará a Santiago Álvarez, el organizador de la excursión para saber qué pasó con el autor del Crimen de Barbados y de tantas otras infamias?

Ni por teléfono. Aunque el desarrollador, sin pena ninguna, se jacta de haberse comunicado con el terrorista en su nuevo refugio.

¿Se cuestionará a los pilotos de los Learjet para saber dónde se abandonó al viejo delincuente, especialista del explosivo militar C-4, en este extraño viaje?

Ni por control remoto.

El Herald, cómplice, toma hasta la precaución de no dar la identidad de la empresa que alquiló los dos aparatos. A penas se menciona que es de Coral Gables. ¿Por qué molestar a esta gente?

El día siguiente, en una Arena de Miami medio vacía, George W. Bush, el padrino de este circo, después de este cuádruplo indulto cuidadosamente sincronizado con su visita electoral, ataca a Cuba bajo los aplausos frenéticos de lo que le queda de viejos irreductibles.

Bajo la protección de su Secret Service. Y del FBI.

Mientras tanto Posada está de regreso en Honduras. Pero al FBI no le importa.•

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Jean-Guy Allard

Jean-Guy Allard

Periodista canadiense radicado en Cuba. Es autor del libro "Auge y caída de Reporteros Sin Fronteras".