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Cosas disparatadas del Emperador

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  Juan Marrero, Premio Nacional de Periodismo "José Martí"  

Lo único destacado que ha hecho Bush desde que se instaló en la Casa Blanca en el 2000, tras el controversial y fraudulento proceso electoral de La Florida, que le dio los votos de ese Estado y lo proclamó Presidente de los Estados Unidos frente al demócrata Al Gore, es atentar contra las libertades y derechos de norteamericanos, inmigrantes y de ciudadanos de otros países.

La lista es extensa.  Ningún mandatario norteamericano ha hecho tanto en perjuicio de su pueblo, otros pueblos y la humanidad como Bush en tan corto tiempo.

Los sucesos terroristas del 11 de septiembre de 2001 le vinieron como anillo al dedo para intentar justificar un conjunto de acciones  típicamente fascistas,  algunas  de ellas genocidas y crueles, como las guerras de Afganistán  e Iraq. Y, además, le sirvieron para inventar o construir enemigos por todas las partes, al igual que en los días de la Guerra Fría. Antes era el peligro rojo, ahora lo llaman el peligro terrorista.

Desde entonces, la administración Bush  ha recurrido a la mentira sistemática utilizando como instrumentos en su favor a las grandes cadenas de televisión y radio y los grandes periódicos y revistas, a todos los medios electrónicos e impresos, cuyos dueños forman parte del grupo selecto de los millonarios que, antes del 11 de septiembre, fueron beneficiados por Bush con una  reducción de impuestos a los ricos,  tal como lo ha revelado la película Fahrenheit 9/11 de Michael Moore. Jamás en la historia de los Estados Unidos ha sido tan escandaloso, vergonzoso y reptil  el papel de esos medios de comunicación norteamericanos.

Aunque  justo es consignar que en los últimos meses algunos de esos medios han dado un giro sorprendente tratando de salvar en algo su credibilidad ante la opinión pública norteamericana y mundial. Los que hicieron el juego a Bush diciendo que había iraquíes en los aviones que destruyeron las torres gemelas; que Osama Bin Laden y Saddam Hussein eran amigos íntimos; que existía contubernio entre los talibanes y Saddam Hussein: que había armas de exterminio masivo en Iraq, o más recientemente, que las torturas en las cárceles de Iraq y Afganistán fueron incidentes aislados y una efímera aberración "de unas pocas manzanas podridas dentro del ejército norteamericano", en fin, mintiendo y mintiendo, hoy se hacen autocríticas y mea culpas, y piden disculpas por la desinformación transmitida, como lo acaban de hacer los influyentes  The New York Times y The Washington Post.

Y, de igual  modo, tantas falsedades son causas de decisiones adoptadas por  algunos periodistas que han trabajado durante muchos años para esos grandes medios.  Por estos días en los noticieros estelares de la importante CNN en español ya no aparece la imagen del periodista uruguayo Jorge Gestoso, quien al parecer entró en  contradicción con la política impuesta por los dueños de esa cadena. Tal conclusión se desprende de unas recientes declaraciones que hizo al periódico El País, de Montevideo. Gestoso dijo que después del 11 de septiembre cuestionar en los medios de comunicación cualquier decisión o medida del gobierno de los Estados Unidos empezó a interpretarse como antipatriótica. Hablar en contra de lo que se hace por el gobierno de Washington  -dijo--  es ser un mal estadounidense,  y eso ha llevado a un sentimiento de autocensura de la prensa. Según Gestoso, hoy en la prensa norteamericana no pocos periodistas  se autocensuran,  y explican así la situación: "No voy a hablar de determinados temas porque me voy a tirar tierra encima, me van a identificar como un tipo desleal, como un antipatriota".

Eso no es más que una consecuencia del terror implantado por el presidente Bush, en nombre de la lucha contra el terrorismo, en nombre de la libertad y en nombre de la democracia. No hay mucha diferencia con las armas y métodos empleados por Adolfo Hitler en los años previos y durante los días de la Segunda Guerra Mundial.

Tanto se ha querido parecer Bush a Hitler que hasta ha creado un verdadero campo de concentración en la base naval de Guantánamo, pedazo de territorio de Cuba ocupado ilegalmente,  donde mantiene presos en condiciones humillantes, sin derecho a juicio ni a abogados, ni a visitas familiares, a casi  600 sospechosos de pertenecer a la organización terrorista Al Qaeda, de diferentes nacionalidades. Pero ni esto le está saliendo bien a Bush,  pues la Corte Suprema de Justicia de  Estados Unidos acaba de tomar  la decisión de que esos detenidos tienen derecho a apelar ante las cortes civiles  federales norteamericanas. De hecho, la decisión de la Corte Suprema es una crítica a la política de Bush sobre el terrorismo. 

Las señales que dan lo que ocurre en la gran prensa y en la esfera jurídica son expresiones de que al fascismo no le va a resultar fácil abrirse paso en Estados Unidos.

Ya Bush no tiene el mismo respaldo que logró tras la tragedia del 11 de septiembre. Es evidente que su liderazgo se ha ido debilitando, sobre todo  con  el  fracaso tenido en la guerra y ocupación de Iraq. Hoy, la mayoría de los norteamericanos opina que la aventura de Iraq ha sido un error. Ni la salida de Paul Bremen, ni la instauración de un gobierno títere en Bagdad, significarán nada, pues lo que interesa al pueblo de los Estados Unidos es que sus 130  mil soldados invasores retornen a casa, vivos, no dentro de ataúdes. Esto, sin duda,  le va a costar muchos votos en noviembre al Emperador.

Ahora, Bush se vira hacia Cuba. Lo hace recrudeciendo las medidas de bloqueo y amenazas. Apuesta que con ello tendrá los votos de los cubanos residentes en La Florida en las elecciones de noviembre. Pero sus medidas son tan crueles e inhumanas, pues atentan y hieren la sensibilidad de la familia cubana y de los norteamericanos, al prohibir y limitar viajes y envío de remesas, que el tiro le puede salir por la culata. Las recientes caravanas  por las calles de Miami y las manifestaciones de protesta  en el aeropuerto de Miami -algo jamás visto--   son señales de que sus  medidas fascistas en tal terreno también tropiezan con adversarios que no estaban en los planes del presidente Bush, quien ha estado tan mal asesorado en esta situación como lo ha estado en lo de Iraq.

Son algunas de las cosas disparatadas del Emperador que tendrán seguramente un reflejo en las urnas en noviembre próximo.

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Juan Marrero

Juan Marrero

Periodista cubano, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba