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EE.UU-CUBA: LA OTRA GUERRA

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 Estados Unidos, con un glosario de intervenciones militares en terceros países, ha acumulado amplia experiencia en conflictos de todo tipo, mientras persiste en ensayar contra Cuba todas las variantes de agresión de su voluminoso catálogo.

No fue suficiente la invasión armada en abril de 1961, derrotada en las arenas de Playa Girón (Bahía de Cochinos), donde Washington utilizó el empleo de mercenarios de origen cubano junto a personal de la Agencia Central de Inteligencia y el propio Pentágono.

Tampoco más de cuatro décadas de bloqueo que tienen en la ley Helms-Burton toda una enciclopedia de sanciones y castigos contra la mayor de las Antillas y cuyos efectos extraterritoriales amenazan al resto del mundo.

Ahora el presidente George W. Bush ha dado su visto bueno al Informe de la denominada Comisión de Ayuda a una Cuba Libre, todo un eufemismo para una política que no esconde sus propósitos de derrocar, a como fuera, al proceso revolucionario cubano.

Washington intenta arrastrar al mundo en su obstinado hostigamiento y cerco a la Mayor de las Antillas, a pesar de que la política de bloqueo fue rechazada por 179 países en la Asamblea General de Naciones Unidas, en votación en la que Estados Unidos sólo estuvo acompañado por Islas Marshall e Israel.

Pero la Casa Blanca se adjudica el derecho de decidir el tipo de "sociedad civil" en el país vecino, y para ello busca enrolar a ciudadanos de otros países con la misión de introducir apoyo financiero y logístico en Cuba destinados a la subversión.

El plan incluso llega a desconocer los avances sociales de un país al que la propia ONU sitúa a la vanguardia en el cumplimiento de las Metas del Milenio sobre desarrollo humano.

De tal forma, promete vacunar a los niños cubanos menores de cinco años y financiar programas para la población de origen africano, como si no supieran que la niñez cubana está inmunizada contra numerosas enfermedades prevenibles, y la discriminación racial fue desterrada de la isla.

También dispone establecer en coordinación con la Organización de Estados Americanos "un plan de becas" para cabecillas contrarrevolucionarios.

Tal intento de formar a su quinta columna contrastan con el reconocimiento internacional del que disponen los avances educativos de Cuba, hoy en plena revolución con programas como el que lleva las universidades a todos los municipios de la nación.

El plan fue presentado por Roger Noriega, subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, y tiene autoría compartida de Otto Reich, embajador especial para Latinoamérica, ambos muy vinculados a agrupaciones de Miami acusadas de practicar el terrorismo.

El programa es visto en La Habana como un intento de la potencia norteña por anexarse a la Isla. Tal propósito ha incidido a lo largo de las difíciles relaciones históricas entre ambos estados, y provocó en su momento la intervención estadounidense para mediatizar la independencia de Cuba frente al colonialismo español.

Con esa intención, el gobierno de Bush apuesta a rendir al pueblo cubano mediante disposiciones que restringen y prohíben los contactos entre los cubanos de la isla y sus familiares en Estados Unidos, lo cual le valió a Bush el mote de ser "el presidente más antifamilia" en la historia de su país.

Mientras Cuba acomete decenas de programas de indudable alcance social, la administración norteamericana intenta asestar un golpe bajo a la economía de la isla, en particular al ingreso de los cubanos que reciben remesas de sus parientes residentes en la Unión.

Tales disposiciones han concitado la repulsa de la población cubana, pero también comienzan a levantar críticas entre la mayoría silenciosa que en la Florida ha sido rehén de agrupaciones contrarrevolucionarias, cuyos nexos familiares quedan cortados por decreto.

Desde el otro lado del Estrecho de la Florida hay quienes anuncian que el programa de la Casa Blanca podría resultar un boomerang a los intentos de Bush de ganar la reelección con los votos de la comunidad cubana en ese estado sureño.

Florida, donde gobierna su hermano Jeb, fue escenario de una controversial elección durante los comicios del 2000, finalmente decididas por la Corte Suprema de Justicia, en votación dividida, en favor del actual mandatario.

Pero en Cuba, entretanto, la apuesta no es a los resultados de los próximos comicios de noviembre en Estados Unidos, luego de más una decena de administraciones norteamericanas que se sucedieron con similares propósitos de derrotar el proceso revolucionario en la isla.

De tal forma, el gobierno cubano se dispone a resistir la nueva embestida e incluso a continuar implementando sus planes de desarrollo, mientras el Malecón habanero vuelve a convertirse en tribuna multitudinaria de respaldo popular.

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Orlando Oramas León

Orlando Oramas León

Periodista cubano, subdirector del diario Granma.