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Timoney acabó

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  La democracia miamense en acción  

Especial para Cubadebate

 • El Jefe de la policía John Timoney (el hombre quien transformó el Congreso Republicano del 2000, en Filadelfia,  en campo de batalla y quien desencadenó sus escuadrones de palizas, el 8 de diciembre del 2001, para aplastar de manera perfectamente salvaje una manifestación pacífica a favor de Mumia Abu-Jamal) tiene que sentirse un hombre feliz. En Miami, llegó a convertir la Cumbre del ALCA en un show policiaco a la altura de la desastrosa reputación de la auto-proclamada "Capital de las Américas".

 Ahí, realizó su más espectacular puesta en escena, una operación napoleónica - ¿o será hitleriana?- donde llegó a utilizar toda la parafernalia de la represión imperial, la que respecta a los nuevos criterios de lo  "políticamente correcto" en la Roma de la famiglia Bush.

PEPPER SPRAY Y, LO ÚLTIMO, EL TAZER
 Se usaron a profusión estas escafandras que transforman un policía relativamente decente en una suerte de Exterminator hollywoodiano, armado de casco, escudo, bastón de los largos, esposas de plástico, fúsil de balas de goma, lanza-cartuchos de gas lacrimógenos, shot-gun de calibre .12,  pistola 9 mm… además del indispensable pepper-spray y - ¡lo último en el catálogo!- el tazer, una suerte de pistola que causa dolor agudo y desmayo a su víctima.

 Vehículos para-militares de transporte ‘terrestre', cañones de agua, bicicletas, caballos, una multitud de perseguidoras, barcos de la guardia costera, helicópteros: el desembarque fue integral.

 Los incidentes de intimidación, represión y violencia abierta fueron innumerables aunque la prensa los reportó con un pudor político característico del país que predica a los demás la libertad de expresión.

 La operación de limpieza de la Miami metropolitana fue realizada de forma tan intensa que se reportaron 185 autobuses de manifestantes que no llegaron a atravesar el cordón sanitario dispuesto por John Timoney.

 Hasta la AFL-CIO, el casi-monopolio sindical que nadie puede sospechar de izquierdismo, fue víctima de la gigantesca operación de limpieza policíaca que saboteó el acceso  a sus concentraciones.

 Gran estratega de la democracia en acción, Timoney llegó a reducir a un décimo de los 10 000 manifestantes anunciados, la ola de protesta anunciada por la prensa.

 Esto no impidió algunas confrontaciones que llevaron a un centenar de manifestantes a las celdas de Timoney donde se produjeron, de acuerdo con varios testimonios, numerosas escenas de brutalidad policíaca que culminaron con un manifestante hispano transportado en un estado grave al hospital y… denuncias de agresiones sexuales contra unos trasvestis recogidos por la jauría policíaca en su celo intempestivo.

 "Los policías no estaban sólo preparados para el desorden, deseaban desorden", comentó un observador.

 Unos 2 500 agentes de su policía formaban una cordón blindado alrededor del Hotel Inter-Continental donde negociaban en el secreto más absoluto los delegados.

DISFRAZADOS DE ‘ANARQUISTAS'
 Y aquí, lo más fino de la estrategia timoyeana: el uso de provocadores disfrazados de punks y de ‘anarquistas' -tan discretos que varios de ellos fueron fotografiados en acción y en sus momentos de ‘descanso' por su contraparte, miembros undercover del movimiento anti-ALCA.

 Unos de ellos aparecen incluso en fotografías, tazer en la mano, golpeando un manifestante en el suelo.

 Timoney sabe del tema.
 Cuando, en el 2000, miles de manifestantes se reunieron a protestar contra la convención del Partido Republicano, en Filadelfia, convirtiendo el evento en un espectacular performance de represión, se había organizado de antemano una red de policía política para controlar las calles. En aquella oportunidad, el FBI y el Servicio Secreto trabajaron de la mano con la Unidad de Asuntos Civiles, la policía política de Filadelfia.

 En las protestas, se notó la presencia de provocadores,  unos con brazaletes de organizaciones oficiales. Y Timoney, entonces jefe de la policía de la ciudad admitió abiertamente que eran agentes de su Unidad de Asuntos Civiles que iban a "calmar la situación",  realizando operaciones secretas, fabricando acusaciones y saboteando el trabajo de organizaciones, de la mano con el FBI y otras agencias especializadas en el control de la disidencia.

  Esta vez, Timoney refinó aún más sus métodos.

  Realizó la proeza fulminante de integrar a sus contingentes del bastón…los propios reporteros que, en otras épocas de su interminable carera, le maltrataron la imagen.
 Hasta 24 reporteros y fotógrafos por día, tanto de la Associated Press, de NBC, del Miami Herald y su clón hispano, Reuters y CNN han sido emplazados de forma continua con los batallones del Jefe Timoney.

 Según AP, Timoney explicó que su propuesta de poner a los medios con la policía es para que los periodistas "obtengan el panorama completo antes, durante y después".

Las condiciones ofrecidas por jefe de policía eran que los periodistas estuviesen a cargo de su propia seguridad y les exigió utilizar cascos y máscaras de gas, precisó el reportero.
Sin embargo, el cable de la agencia, en su último párrafo, aportó una importante precisión… que se hubiera merecido, realmente, un primer párrafo, el titulo… y una investigación. Fíjese bien…

 "Los reporteros tuvieron que firmar un acuerdo en el que aceptan no escribir sobre tareas de inteligencia durante operaciones abiertas".
¡Qué cosa más grande!

‘ALGO QUE NUNCA ANTES HAN VISTO'
"Le garantizó que esta vez se enfrentarán con algo que nunca antes han visto", había declarado Timoney a un reportero, a unas horas de la representación.

 Hay que darle la razón a Timoney. !Acabó!

 Llegó a quitarle a la república batistiana de South Florida lo que le quedaba de credibilidad… ante los ojos del continente.

 Miami la narcometrópoli; santuario de tantos ‘ex' dictadores, oligarcas, torturadores y asesinos de América; refugio de Orlando Bosch y de varios otros cómplices cubanoamericanos del asesinato de Kennedy; la ciudad donde se arrestó a cinco cubanos por haber cometido el imperdonable crimen de infiltrar a organizaciones terroristas, mostró su verdadera cara.
 

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Jean-Guy Allard

Jean-Guy Allard

Periodista canadiense radicado en Cuba. Es autor del libro "Auge y caída de Reporteros Sin Fronteras".