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En su laboratorio oculto, Picasso se lanzaba a "osadas transgresiones"

En este artículo: Cultura, Pablo Picasso, Pintura
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El pintor y su modelo, 1963, cuadro de Pablo Picasso, donado por Louise y Michel Leiris en 1984 al , en París, que es parte de la muestra del artista malagueño en la capital española que concluirá el 11 de mayo. Foto: Centro Pompidou.

"El pintor y su modelo", 1963. Foto: Centro Pompidou.

Pablo Picasso (1881-1973), quizá el artista más influyente y destacado del siglo XX, pasaba largas temporadas encerrado en sus talleres, con sus ideas, sus bocetos, sus anotaciones, sus elucubraciones y sus inspiraciones, que lo mismo era su compañera sentimental que unos gorriones que alimentaba en una de las habitaciones de su laboratorio.

En medio del caos de bocetos tirados por el piso, de libros marcados y abiertos por doquier, de pintura fresca y de objetos esculpidos con sus manos, Picasso creó sus obras más importantes que además de explicar su visión del siglo XX y de sus guerras intestinas y sangrientas, también abrió las puertas a los movimientos de vanguardia con sus pintura en perpetua transformación.

Picasso en el taller es la exposición montada en la Fundación Mapfre de Madrid, que reúne una selección de 80 lienzos, 60 dibujos y 20 fotografías procedentes de varias colecciones públicas y privadas, que van desde Japón a Nueva York o Jerusalén a Madrid.

La muestra intenta adentrarse en la mirada más íntima de uno de los artistas más admirados.

Mougins, su estudio final

Pablo Picasso vivió más tiempo en París que en España, país que lo persiguió durante la dictadura de Francisco Franco por su compromiso con la segunda República y por su vinculación al Partido Comunista.

Desde muy joven conoció la bohemia parisina y el fulgor de las vanguardias en la primera mitad del siglo XX. Si acaso visitaba de forma habitual Barcelona, su otra ciudad fetiche, en la que recuperaba los colores mediterráneos pero también incursionaba en las noches y sus burdeles, que después se tradujeron en algunas de sus obras con más fuerza erótica.

Sin embargo, había una parte menos expuesta al público, más privada e íntima, que ayuda a comprender la dimensión de un personaje como Picasso, quien vivía la mayor parte del tiempo enclaustrado en su universo, trabajando sin descanso, en ocasiones repitiendo sin cesar algunas de las figuras que más lo inquietaban, como El pintor y la modelo, El minotauro o la rica diversidad de naturalezas muertas.

Casi siempre lo hacía en su taller –o en sus talleres–, donde recibía a sus modelos o a los galeristas que venderían sus creaciones. Siempre creando desde sus estudios: en el Bateau Lavoir, el Boulevard de Clichy, el Boulevard Raspail, la Boétie, Boisgeloup, La Californie y Mougins, su estudio final.

Así lo explica María Teresa Ocaña, responsable de la selección de las obras que se exhiben en Madrid: El taller de Picasso es el escenario en el que el artista se mueve, donde transcurre gran parte de su vida; recintos interiores en los que, mediante experimentaciones sin límite, fragua la cristalización de sus sueños. A través de sus sucesivos talleres, su aislamiento interior se convierte paulatinamente en la descripción de su entorno. Fiel fotógrafo y narrador de su autobiografía, retrata lo que le es más próximo: el escenario fundamental de su existencia, el laboratorio oculto donde se lanza a osadas transgresiones en las que la mirada interna se impone a la externa. Sin perder de vista la tradición de la pintura, Picasso vulnera sus reglas hasta destruirlas y generar nuevos cánones de belleza que responden a su momento vital, a su época; en definitiva, a la contemporaneidad.

Cuatro musas

Entre sus obras destacan Autorretrato con paleta, 1906 (Museo de Arte de Filadelfia) y el autorretrato Hombre en el taburete, que abren y cierran la exposición, en la que además se pueden ver múltiples versiones de sus cuatro musas: Marie-Thérèse, con quien tuvo una hija en 1935; la pintora Dora Maar; Françoise Gilot, con quien procreó dos hijos; y su última esposa, Jacqueline Roque. En sus cuadros están ellas o su esencia, porque la naturaleza transgresora de sus pinturas, su falta de límites en técnicas y soportes, le lleva a plasmarlas en las naturalezas muertas, según la curadora.

(Tomado de La Jornada)

Se han publicado 4 comentarios



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  • maikelm dijo:

    Lo que es criticable se debe criticar y lo que es digno de reconocimiento se debe reconocer, este es el caso. Creo que las acciones que ha realizado el país en post de mejorar las afectaciones de esta silenciosa enfermedad son signas de todo elogio. Felicito a todas las personas que trabajan en ese sentido.

    • Flaka_Karateka dijo:

      Jajaja, y este, que artículo se leyó ???

  • picasso dijo:

    El grande

  • Amauris Domínguez Meriño dijo:

    Un fuera de "serie" que revoluciono al mundo, sus métodos de trabajo indican de una metódica y una disciplina loque da al traste con la calidad de su obra.

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