Cubadebate

Una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero.

Afganistán como todas las guerras que ha organizado y llevado a cabo EE.UU. en los últimos lustros les van quedando grande a ese imperio que está en desventaja frente a un mundo que reclama paz y que necesita una política compensatoria sin radicalismo para encontrar el equilibrio necesario y pensar en las soluciones para salvar la humanidad. El imperio inmerso en tantos problemas enfrenta además una crisis galopante en la economía en que se genera un estancamiento y la amenaza de sucumbir todo el sistema capitalista mundial. Deberá abrir los ojos.

La época del comunismo real, la del intercambio equivalentes de todos los valores del planeta entre todos sus habitantes, la correspondencia entre el trabajo y la vida, el fin de la economía ficticia y el inicio del desarrollo vertiginoso de los seres humanos hacia la conquista de otros planetas y otras galaxias donde expandir su gens que amenaza en cubrir todos los espacios terrestres y no serle suficiente, son tareas que apremian y que deben ocupar la mente y la acción humana de forma creciente e infinita.

Se hace necesario que la parte izquierda de todas las organizaciones políticas y estatales del mundo, que vinen siendo la misma cosa, esas partes que a mi modo de ver son las que más células positivas tienen y acumulan mayor energía dinámica hagan que los gobiernos y las sociedades cambien, así como el hombre está poniendo todo y no todo, sino lo posible, para descubrir males que nos afectan y que tienen solución en el pensamiento y la acción científica de la humanidad.

Pensar en hegemonismos es cosa de locos. Se hace necesario que cada cual ponga la cabeza sobre los hombros y piense con racionalidad.

Una guerra al parecer interminable se resuelve con cambiar la tónica y propiciar que una parte del presupuesto de guerra de los EE.UU. que se malgasta en millones de formas, se destine a esta parte del mundo y creen condiciones de vida humana y terminarán entonces por ganarle a talibanes y a otras fuerzas, pero con el ánimo de socorrer a las poblaciones que sufren de tanta miseria humana.

La fuerza no les ha dado resultado y pudiera ser que con una mezcla de menos fuerza y más política de desarrollo y apertura política y económica se lograra más.

Hasta ahora las organizaciones internacionales intervienen esporádicamente en estos conflictos, con poco peso y poca autoriddad, porque el imperio impone condiciones al dominar el Consejo de Seguridad y el Banco Mundial entre otras cosas, y no se da participación amplia a la comunidad internacional para encontrar soluciones.

Se hace necesario que la opinión norteamericana, no la del Estado, sino la de los grandes espacios políticos, económicos, culturales, sociales y científicos de ese país, el más desarrollado del mundo, se pronuncie para que la política del gobierno de su país se proyecte por resolver este tipo de conflicto.

No puede un presidente, que carga con la responsabilidad de ser premio nobel de la paz, verse inmerso permanentemente en conflictos de guerra y no tener tiem;o a pensar y conducir una nación tan inmensa, tan llena de ideas y de recursos, en el camino de la paz y el progreso. El Primer beneficiario de una nuevo política sería la propia nación norteña.

!Hágase la luz que ya tenemos bastante oscuridad!

No hay que estar en ningún lugar eternamente, y llenar después con muertos los aviones, y con banderas. La Paz de impone, y es neecsario un relanteamiento de la situación, para evitar más muertes de inocentes en un mundo que necesita otro tipo de transformaciones, y no guerra, para lograr un nuevo avance científico-técnico y logístico, para los años futuros.