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Roilán y Hemingway fueron personali­dades distintas, de idiosincrasias bien definidas. Si el segundo fue violento, el otro no dejó de ser un “alma de Dios”. No sé si mi alumno en la Secundaria “Nguyen Van Troi” de Matahambre, alguna vez cogió una aguja gigante en alta mar como hacía el norteño, pero aseguro que a los dos les gustó disfrutar de la vida trago por medio.

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Debutó en la XIII Serie Nacional (1973-1974), a las órdenes de Francisco José Martínez de Osaba (Catibo), que le dio oportunidades para desempeñarse junto a Alfonso Urquiola, quien repite que Roilán fue su mejor combinación, y jugó con los mejores. Quizás no haya tenido habilidades extraordinarias, pero estuvo entre los más inteligentes. Cuando Alfonso hablaba, él no admitía interrupciones, eran palabras sabias y quién mejor para hacerlas propias.