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Carlos Solar: Un actor que no deja de soñar…

Por: Félix A. Correa Álvarez
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“Decisión”, así se llamó el décimo capítulo transmitido, en abril de este año, de la segunda temporada de Rompiendo el Silencio; episodio que nos regaló a Leonel, un personaje con el que disfrutamos, una vez más, de la madurez histriónica y excelente proyección escénica que ha alcanzado el actor Carlos Solar.

“Historias como esa no llegan a menudo, de hecho, hay quien nunca tiene la oportunidad de defender un personaje tan bueno. Asumirlo, si dijera que fue difícil, estaría mintiendo. Cuando lo leí, si pensé que sería más complejo, pero en la práctica fluyó de manera orgánica. Rolando “el Chino” Chiong como guía fue fundamental, tenía muy claro todo desde el inicio; había una energía enorme en esa historia por muchas razones y la vivimos. Creo mucho en la energía, en la invisible que mueve el mundo y esa, estaba allí, por eso los resultados”.

Rompiendo el silencio es uno de sus últimos trabajos en la pequeña pantalla, uno más en ese camino que emprendió hace 17 años atrás y que hoy recorre con pasos firmes: la actuación.

La atracción que siempre ha tenido por la naturaleza y la vida salvaje, pudieron hacer de Carlos un excelente biólogo y naturalista, incluso incursionó en otras profesiones al estudiar Refrigeración y Licenciatura en Fisioterapia y Rehabilitación. Pero su destino estaba escrito sobre las tablas y se vislumbraba ante las cámaras; el teatro, el cine y la televisión estaban hechos a su justa medida:

“La actuación llegó como un regalo sorpresa de la vida. Mi primer acercamiento pasivo fue en el técnico medio, una cuñada que tenía me dijo que en casa de su familia estaban grabando algo de la televisión y fui a curiosear; era la grabación de Santa Camila de La Habana Vieja. Cuando vi la transformación de Luis Alberto García después de pasar por maquillaje y vestuario, y salir como Ñico, sentí que aquello era mágico. Luego, cuando cursaba la universidad, mi hermano menor se inscribió en un curso de actuación en el Gran Teatro de La Habana, al que terminé yendo yo. Ahí empezó de manera activa mi camino por la actuación”.

¿Qué significa para ti Yago, tu personaje en la obra Otelo: el moro de Venecia? ¿Crees que marcó un antes y un después en tu carrera como actor?

Yago fue mi primer personaje dramático; antes solo había hecho teatro infantil y una revista musical. Fue una puesta hermosa del director Giraldo Moisés, la cual recuerdo con mucho cariño y me encantaría volverla a hacer. Ese personaje me abrió un nuevo camino; después de Otelo, no volví a hacer teatro infantil.

—La Casa de Don Polilla fue una serie infantil muy popular a inicios de los 2000 y que aún perdura en la memoria de esa generación, pero muchos desconocen que tú eras uno de los famosos juguetes parlantes de Don Polilla. ¿Qué significó para ti esa serie? ¿Es cierto que llegó en una etapa compleja de tu vida?

Don Polilla marcó mi comienzo en televisión, la primera vez que pisé un estudio, que me paré frente a una cámara, que mis padres me vieron en la pantalla chica y empezaron a tomarme un poco en serio. Con mi personaje, el espantapájaros Don Potoco, compartí escena con importantes figuras de la cultura en nuestro país, un gran lujo para alguien como yo que recién estaba comenzando. Me siento orgulloso de haber formado parte de ese equipo.

Tuve que compartir el proyecto con mis deberes como estudiante universitario, creo que eso fue lo más complejo. Participar en el programa me atrasó en la escuela; cursaba el cuarto año de Fisioterapia y Rehabilitación, y perdí varios exámenes que, por suerte, pude repetir. Fueron días tensos, no sé cómo pude ponerme al día, pero al final lo logré y me gradué.

—¿Cómo fue tu incursión en el cine? ¿Qué te ha aportado el séptimo arte como actor?

Mi primera vez en el cine fue muy graciosa. Estaba en el Icaic para un casting de un documental donde necesitaban actores y se me acercó la asistente de dirección Margarita, me preguntó si era actor y si me interesaba trabajar en una película con un personaje bien pequeño, pero que me ofrecería la oportunidad de incursionar en el medio. Eso no había que pensarlo, mi respuesta fue un al instante. La cinta es Camino al Edén y tengo tres momentos breves, pero bastó para enamorarme de esa magia que tiene el séptimo arte.

Como actor, el cine me ha aportado la disciplina, ya que funciona como una maquinaria de relojería donde todas las especialidades funcionan en total armonía. Al cine me remito cuando voy a prepararme para un trabajo; tengo mis pelis que veo y mis actores, como Luis Alberto García en La Vida es silbar, de Fernando Pérez, que, aunque no tenga que ver con las escenas o el personaje que interprete en ese momento, siempre me empapo de la energía y genialidad que tiene ese filme. El cine es también el medio que más me gusta y con el que más me identifico.

—De tus papeles en televisión, aun se te recuerda como Manolito en la telenovela En tiempos de Amar. ¿Crees que pueda decirse que fue el que te lanzó a la popularidad en la televisión?

Sin dudas, En tiempos de amar fue el trabajo que me hizo acercarme más al público, ya que el espacio de la telenovela es muy visto en el país. Tuve la oportunidad de estar en el cine en varias ocasiones y en obras de teatro muy vistas y exitosas, pero esa inmediatez solo la tiene la TV. Había ido a casi todos los castings que se hicieron de telenovelas desde mis inicios, y no quedaba en ninguno, a casi todos fui y no exagero. Le agradezco enormemente a Ernesto Fiallo, por la oportunidad, y a Julio César Ramírez por proponerme para el personaje de Manolito. Al fin se abrían las puertas de este género para mí.

Después de En tiempos de amar vinieron muchos más trabajos en televisión. Carlos Solar formó parte del elenco de la gustada serie ConCiencia, de Rudy Mora; tuvo una participación especial en la telenovela Más allá del límite; y trabajó con Omar Alí en el telefilme Decisiones, papel con el que obtuvo la nominación en 2019 al premio Caricato en la categoría de mejor actuación masculina.

También tuvo la oportunidad de actuar en varios capítulos de Tras la huella y de Vivir del Cuento. Con el equipo de este último compartió más de 30 funciones a teatro lleno en el Karl Marx con el espectáculo Bailando en Cuba, la historia no contada, un proyecto que unió al popular humorístico con el show televisivo Bailando en Cuba, espacio donde Carlos fue conductor durante sus dos temporadas.

Bailando en Cuba fue sin dudas una gran experiencia para ti y los televidentes te disfrutamos mucho como conductor. ¿Lo disfrutaste tú?

Bailando en Cuba es uno de los trabajos que más he disfrutado en mi carrera, nunca imaginé que me llamaran para algo así. Que terminara me dejó un sabor amargo porque me visualicé haciendo muchas más temporadas. La energía era a tope todo el tiempo, la organización impecable; es que no puedo decir que había algo del programa que no fuese impecable. Hice buenos amigos, conocí grandes artistas, crecí culturalmente, en fin, la televisión nos debe el regreso de Bailando en Cuba y su magia.

—Ya se ha dado a conocer tu participación en la próxima telenovela de Felo Ruiz que inició su rodaje en mayo. ¿Nos puedes adelantar algo?

Pues sí, estoy trabajando bajo la dirección de Felo Ruiz y Tamara Castellanos en la telenovela Asuntos pendientes. No puedo adelantar mucho, pero les cuento que el personaje no será muy querido por los televidentes. Tengo el gusto de compartir escena con actrices a las que admiro mucho como Yia Camaño y Alicia Echevarría, hablo de ellas porque forman parte importante de la historia de mi personaje. También con Gina Caro, quien interpreta a mi madre, conocerla ha sido una gran bendición y excelente experiencia. Hay actores muy queridos, el resto del elenco se los dejo de sorpresa.

Carlos Solar sigue siendo aquel mismo joven que emprendió su recorrido regalándole sonrisas a los niños en el teatro infantil, hasta conquistar el cine, la televisión y las tablas de las prestigiosas compañías A teatro limpio y Jazz Vilá Projects. Sigue siendo ese actor que no deja de soñar…

(Tomado de TV Cubana)

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