Titico, y los niños que salvan
Es como un remolino, que alborota cada lugar de la casa por donde anda. Tan chiquito y viene dejando huellas. La sala, por ejemplo, lo mismo se le antoja pista de carreras que zona constructiva, con bloques de juguetes que agrupa hasta formar un cuadrado gigante o una casa con su techo parteaguas. “No, tata, eso es un triángulo”, me dirá cuando aprenda a leer y compruebe la monumental tontería que he escrito: “Techo parteaguas”.
También le gusta convertir la sala en trinchera, donde nos “caemos a tiros” y él suelta carcajadas y gritos cada vez que lo descubro arrinconado, sosteniendo con sus enanas manos una pistola de juguete, cuyo sonido original él y yo hemos tenido que sustituir, a falta de pilas, por el clásico “¡Ta-ta-ta-táaaa!”.
Un año atrás yo estaba vestido de verde en un hospital de La Habana, con casos sospechosos de COVID-19. Coincidió el tiempo de aislamiento con su cumpleaños y el remedio para solventar la distancia fue una videollamada, en la que él no dejó de contar los globos con los cuales le habían adornado la casa.
Mi hermano no tenía amiguitos para celebrar sus cuatro años, y eso me destrozaba. Él, en cambio, comenzaba a conformarse, más o menos, con la justificación de los adultos: “Hay coronavirus, no se puede, el año que viene”. Se reía al verme, pantalla mediante, con un gorro verde, mientras me disparaba con una pistolita de luces. La misma que, por cierto, este año se ha quedado sin voz… y sin luces. “El año que viene” tampoco ha sido este, pero hemos pretendido, ahora juntos, que sienta la felicidad en medio del encierro.
Hace unos días, cuando cumplió cinco, escribí: “Está tan feliz con su pastel, como le dice finamente al cake, que escapa a ratos de lo que ocurre más allá de la puerta de la casa. Canta, brinca, corretea por todo el pasillo, el pasillo que es su ciudad y su parque de diversiones desde hace un año y medio, cuando empezó la pesadilla pandémica”.
No ha salido de la casa. Muy poco. Menos desde que el rebrote se ensañó con Matanzas. Por eso, apenas le chiflo desde la puerta que da a la acera, prueba fuerzas para que lo deje asomar la cabecita a la calle. Por eso me sigue pidiendo un paseo en bicicleta y quizás, también por eso, los ojos le brillan tanto cuando le digo que pronto iremos a la playa. Un “pronto” que nadie sabe, pero que a él lo hace explotar de alegría.
Andry —o Titico, como le digo y ya le dicen muchos—, ha crecido en el encierro, y con el encierro pandémico ha aprendido. Conoce y dibuja las figuras geométricas, primero siguiendo los puntos, ahora a mano alzada. Ensaya nuevos trazos sobre un cuaderno y le encanta que le lean cuentos.
—Tata, ahora cuando yo me acueste, tú me lees ese del ratoncito –me dice con una erre inmejorable, limpia.
Se alborota con los aviones y avionetas. Hace unos días me dijo: “Todos los aviones van a hundirse en las nubes”. Los niños casi siempre quieren ser pilotos, aunque él dice que de grande será corredor de carrera, y lo dice –ya saben– con todas las erres.
Uno lo mira y quiere –pretensión de hermano– que la pandemia acabe, entre otras cosas, porque el mundo no es el mismo sin la risa de los niños, sin el remolino que dejan por donde pasan. Por ahora, desde casa, ellos también nos salvan.
(Tomado de Alma Mater)
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Todo amor para Titico, para nuestros niños...por eso duele tanto, TANTO !, cuando perdemos a uno de ellos por esta maldita epidemia !!!
Los niños han sido héroes, en este encierro has buscado diferentes juegos para aliviar sus deseos de pasear.
Mi niño me pregunta cuando podrá ir a la finca de los monos o al zoológico.
Gracias Andy un tierno y dulce trabajo .muy agradable en dias d pandemia y a titico q confie en su tata pronto .podremos disfrutar de la playa pero ahora a seguir cuidandonos.sldos y titico no dejes de sonreir .bendiciones a tan lindos hermanos.
Dios bendiga mucho a todos nuestros niños que son todo amor y vida misma para nosotros
Yo creo q los niños han sabio llevar está pandemia mejores q los adultos les contaré algo gracias a mi niño con sus ocurrencias yo no me he vuelto loca con este encerramiento
Titico, saludos desde Cienfuegos, cuidate mucho para que sigas haciendo casitas con techo parte aguas, y sigas dibujando, cuidate mucho, besitos
Dios te bendiga, Eres un amor de niño, sigue dibujando para que seas un buen Arquitecto como yo, saludos desde Cienfuegos
Que lindo artículo!!! bendiciones para titico y su familia que lo cuida,yo tengo una niña de 7 años que desgraciadamente pasó por la covid a pesar de todos los cuidados que le tenemos su papá y yo, fue solo un descuido de dejar pasar a la vecinita amiga de ella para que la felicitara el dia que cumplió sus 7 añitos en el mes de junio, no le dió besos NO! pero si se pusieron a jugar parchí,y ahí todo el cuidado desde que comenzó la pandemia se fue en media hora, como consecuencia mi abuela de 74 años que luego tomó el parchí y se puso a jugar tambien se enfermó y mi esposo,gracias a Dios todos pudimos contar la historia y sin síntomas graves,pero les cuento esto para que miren mi ejemplo y es verdad que el más mínimo descuido puede ser fatal, ahora nos cuidamos mucho más que antes por supuesto...debemos cuidar a nuestros niños,abuelos y todos en general.
Me encantó este artículo.Me conmovió profundamente. Vi reflejada a mi familia, a mis hijos. Creo que independientemente de nuestros esfuerzos, nuestros niños necesitarán un acompañamiento sicológico para enfrentar las secuelas que inevitablemente está dejando esta pandemia. Felicitaciones a Andy (tocayo de uno de mis hijos) y saludos para Andry
Verdaderamente los niños han sido heroes en esta pandemia, han aprendido a jugar en cualquier lugar de casa, ha estudiar por medios que hasta ahora no eran habituales, a lavarse las manitos, usar el nosobuco, a estar lejos de sus amiguitos, a celebrar cumpleaños solo con la familia y en algunos casos solo con sus padres, para ellos todo nuestro reconocimiento y en especial a ese Titico que tan travieso y ocurrente es.
La hermosa experiencia de este joven periodista con su hermano es un testimonio especial del valor tan grande de nuestros pequeños, ellos son la luz del hogar y el aliento de vida de cada uno de nosotros. Han sido tiempos muy duros, pero aún en su corta edad, nos han dado hermosas lecciones de disciplina y autocuidado. No dejemos que se apague esa alegría, dediquémosle tiempo, juguemos con ellos, nos toca a nosotros no solo ser sus padres, tíos o abuelos, sino sus mejores amiguitos, esos con los que vale la pena divertirse. QUE VIVAN LOS NIÑOS. TODO EL AMOR Y LA FELICIDAD DEL MUNDO PARA LAS REINAS Y LOS PRÍNCIPES ENANOS DE CADA HOGAR.
Así mismo está mi titico( como también le llamo a mi niño), solo tiene 3 años, no conoce la playa, ni los paquetes, lo lleve pequeñito antes de la pandemia pero ya no se acuerda. Es el quién alegra mis días, y me ayuda a sobrellevar todo este encierro. Cuiden mucho a todos los titicos, se que algún día podremos, llevarlos a la playa y al parque.
Asi es el mio, con solo seis años alborota toda la casa, vi en este articulo reflejado lo mismo que hace el mio y fue imposible no emocionarme. Felicidades a Titico y a todos los niños de Cuba y el mundo. Salvemos su inocencia y su vida.