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Por un Primero de Mayo lleno de luz

Foto: Jorge Ricardo.

Por primera vez en la historia los trabajadores del mundo no salen a las calles en este día. Para los cubanos este primero de mayo es especial porque hoy la Plaza de todos los años será nuestra casa.

Más allá de un lema para estos tiempos de aislamiento social, la frase, para mí, encierra un significado hermoso que responde a la diversidad, al sentido de familia, a la alegría de estar unidos, aunque no sea codo con codo. Es especial porque en tiempos de coronavirus el trabajo adquiere un nuevo valor y es más precioso el esfuerzo de los trabajadores que siguen saliendo de sus casas para que muchos podamos quedarnos en ellas.

Las arengas de este desfile son diferentes a las de años anteriores, son diversas y alentadoras como el sonido de la olla de presión donde hierven los frijoles del almuerzo, o las demandas de los niños de casa que no necesitan altoparlantes, o la algarabía de los vecinos porque llegó la lluvia tan anhelada.

Desde la ventana de mi sala se ven nueve banderas cubanas colgadas en los balcones de los edificios cercanos. Desde la ventana del cuarto de mi mamá se ve la Plaza, que cambia de color con el clima y se enciende cuando el sol le apunta. Desde la ventana del cuarto de mi hijo se ven los árboles florecidos, los tanques azules en las azoteas, el rojo bermellón de los techos vecinos y alguna que otra paloma cruzando el cielo bajo la llovizna. En este desfile cada cubano vio cosas distintas pues se abrieron millones de ventanas para recibir con júbilo la luz de un nuevo día y con ella nuestra renovada fe en el futuro.

Yo deseo que esa luz se esparza sobre la Isla y caiga con fuerza sanadora sobre todos los que trabajamos por una Cuba mejor, más diversa y más unida, una Cuba soñada y posible para los que están por nacer.

Isabel Cristina

Teatróloga, profesora y mamá

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