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Mi anécdota con Elpidio Valdés, digo, con Juan Padrón

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Elpidio Valdés es el personaje icónico de Juan Padrón. Foto: Archivo.

Lo esperaba para un encontronazo con sus colegas de muchos años, para contar una vez más cómo había nacido ese primer trazo del mambí más inmortal de los cubanos y hasta para tomarnos un sorbo de “vampisol” o recordar a las “ratas inmundas”. El salón de la Unión de Periodistas de Cuba estaba repleto como pocas veces. ¡Y en ese momento sonó el teléfono!

Días antes, para coordinar el encuentro, su hijo Ian me había pedido que le cuidara a su papá de las emociones, al tiempo que coincidía que un homenaje como ese le haría bien, pues él empezó en el periodismo y luego desde el cine, desde los dibujos animados, desde toda su obra, lo único que había hecho era defender a Cuba. ¡Y en ese momento sonó el teléfono!

“¿Tú estás seguro que irán gente a eso que tú quieres que vaya?, había preguntado el mismísimo Elpidio Valdés en la voz de Juan Padrón. Por supuesto, la modestia vestida de interrogante se hizo acompañar de una sugerencia certera: “Me gustaría más escuchar a la gente que hablar yo, porque no soy doctor de nada para hablar de cómo se construye un símbolo. Además, ¿de qué símbolo tú hablas?…” ¡Y en ese momento sonó el teléfono!

Finalmente, tras explicarle la dinámica del espacio mensual Catalejo aceptó con una última condición de humildad. “Llámame dos días antes, no sea que la gente se arrepienta y no quieran saber ni de Elpidio, ni de los Vampiros, ni de nada. Eso pasa muchas veces. Además, ¿tú estás seguro que la gente irá un viernes en la tarde a ese lugar para verme después de tantos años?”. ¡Y en ese momento sonó el teléfono!

Con el salón repleto ya de personas disfrutando algunos de sus antológicos muñequitos sonó una vez más el teléfono: “Oye, chico, qué pena tengo contigo, pero no puedo ir. Te estoy hablando desde la cama. Me siento muy mal. Estoy pasando por un tratamiento muy fuerte y hoy tengo un dolor de cabeza terrible. No puedo dar ni un paso. Te pido que lo programemos para otro momento y me
excuses con toda la gente que hay allí…”, dijo apenado, nunca vencido, el mismísimo Elpidio Valdés en la voz de Juan Padrón esa tarde del 2017.

Al transmitir el mensaje, nadie se levantó de su asiento. La escamaruza de salud no era impedimento para hablar de Elpidio Padrón o de Juan Valdés, como cariñosamente lo presentó uno de los colegas de su vieja guardia. Tal y como había sugerido la gente arrancó la carga de machete para hablar de cómo lo conocieron, de sus primeras historietas en la revista Pionero, de la famosa controversia entre Media Cara y Elpidio escrita por Pedro González (Péglez) —allí presente—, de su sempiterno sentido del humor, de su incuestionable cubanía, de su amistad a prueba de balas.

Y las frases arrinconadas en algún lugar de nuestros cerebros empezaron a salir sin otro permiso que no fuera el recuerdo más fiel y nítido de la infancia y adolescencia. “!Pártelo jabao!; Eso habría que verlo, compay; Si se oye clarito, clarito…!retiradaaa!; Mambises, bestias, no tireis con ventanas; Yo vine embarca'o guardia, a mi me trajo este que es un antisocial, mientes rata inmunda, tú fuiste el de la idea de destruir el huerto de los pioneros; Vendo enanitos verdes; ¿Quién llamaba al Elpidio Valdés?. Este que está aquí atrás…”

Pocas veces una ausencia se tradujo en tanta presencia. El impedimento de última hora no impidió abrazarlo y compartir ideas comunes. El reencuentro preparado en la Casa de los Prensa Cubana cumplió, porque así lo sintieron todos, la ruta del homenaje y el cariño más transparente. Y es que Juan Padrón era eso: presencia, abrazo, ideas, cariño, periodista y transparencia.

¡Y en ese momento sonó el teléfono! Profe, lo llamo para saber cómo siguió y contarle que hemos tenido una tarde de lujo. No puedo describirle cuántas vivencias, recuerdos, anécdotas y emociones experimentamos con sus colegas y con quienes hemos vivido tatuado por décadas con su Elpidio y su trabajo cinematográfico y periodístico.

El resto de la historia, de aquella conversación, quedó sellada con su llanto ahogado, silencios prolongados y una frase que recordaré mientras viva: “Ese no era yo, hablaban de Elpidio…”, como si todos no supiéramos que el mambí y Juan eran la misma persona; al cual millones de cubanos le agradecemos amar nuestra historia, ser más patriotas y también mejores seres humanos. ¡Y en ese momento colgó el teléfono!

Se han publicado 38 comentarios



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  • Dariel dijo:

    Siempre lo eh dicho,cuando tenga chamas veran elpidio y vampiros en la habana,siempre pienso gracias Juan por ponerme cada tarde de cada dia de mi infancia al frente de un TV esperando a elpidio no importaba si eran los mismos de ayer, no como ahora que torturan a los niños con muñequitos pesaos y que no tienen nada que ver con nuestra vida,nada me enciende mas la sangre que ver un niño hablando con un bicho raro de esos,mejor morir como mambi que vivir como mickey mause y compañia.

  • Yelegny dijo:

    Honor a quien honor merece!! J. Padrón digno representante de la cultura y el pueblo cubano. Hasta la vista compay!

  • aaa dijo:

    Fidel comento una vez que ese muñequito había enseñado más historia de cuba que muchos libros de texto.

  • maribet dijo:

    gracias, maravillosa crónica, al historico e inolvidble Juan padrón, no puede evitar alguna lagrima , siempre estaras en todos los cubanos de genreración en generación

  • Alejandro Greenidge Clark dijo:

    JUAN PADRÓN, MAESTRO DEL HUMORISMO CUBANO
    -Nunca es tarde para un homenaje-
    Por: Alejandro Greenidge Clark

    Un cineasta de nuestro tiempo y comprometidocon el, nos enseñó a hurgar en la historia Patria de una manera especial, el Maestro del humor criollo que atrapó a varias generaciones de cubanos por su manera de mostrarnos como somos. Si quisiéramos saber a ciencia cierta nuestro comportamiento como pueblo, baste tomar un fragmento de cinta cinematográfica de sus series de Filminutos, por ejemplo -(…) mi papá es tuerquista-, que refuerza la importancia de los oficios; o el ¡Viva Cuba¡, que nos manifiesta la importancia del internacionalismo y la solidaridad practicada por nosotros durante mucho tiempo; por otra parte el reforzamiento de la voluntad del mambisado y el temperamento del cubano, cuando Elpidio Valdés exclama: (…) eso habrá que verlo, y ¡Viva Cuba Libre, en otro fotograma. Pero si nos volvemos a Vampiros en La Habana: (…) oye el de la trompetica… Notamos el criollismo a borbotones, lo nacional, lo cubano, quien lo duda.
    Poseedor de un humor a toda prueba, al cual acudíamos en tiempos difíciles de la nación y nos hacía salirnos del rigor de lo cotidiano, a todas luces en los momentos más increíbles, al punto de crear confusión en nuestros visitantes que no se explicaban cómo éramos capaces de reír en medio de nuestros propios apremios o: carencias. Luego provocábamos la frase, …ustedes son únicos.
    Tengo la suerte de conservar en DVD varios Filminutos suyos y algunos Quinoscopios que realizó junto a Quino, ese otro grande del humor latinoamericano, creador de la legendaria Mafalda, y creo que casi tengo completa sus series de Elpidio Valdés. Y qué rara coincidencia, andaba por estos días de encierro voluntario a causa de los eventos de la llamada pandemia, por el ECOVID-19, rastreando a algunos amigos acérrimos cinéfilos, por el largometraje Vampiros en La Habana, pero no di con lo que pedía, en cambio eche mano a varios filmes clásicos que conservo, como: Una Pelea cubana contra los demonios, Cecilia Valdés, En nombre de la Rosa, y 2 cintas de Luis de Funes, sin lugar a dudas, muy diversas opciones, pero aun así necesitaba de Vampiros. Luego me llegaría la lamentable noticia que nos llegó hondo a mi familia y mis amigos. Y le confieso que duele muchísimo cuando se nos marcha alguien tan cercano y familiar, tan cubano y tan amigo; el excelente humorista, guionista e ilustrador. Ya no estará entre nosotros físicamente la robustez de su figura, sin embargo, nos deja una monumental obra imperecedera que cualifica la imaginería y la identidad nacional.
    El ICAIC, pierde a uno de sus mambises en el propio día de su aniversario fundacional, a uno de sus mejores cineastas el martes 24 de marzo de 2020, Premio Nacional del Humor de 2004, Premio Nacional de Cine de 2008.
    En 2004, en un recorrido por varios Estados venezolanos, formando parte de un equipo de creativos y otros profesionales de la comunicación, donde no faltaron los historietistas o humoristas gráficos. Juan Padrón integraba la comitiva, y mayor suerte casi siempre coincidíamos en los grupos. Pasaron por mi mente varias escenas que nos narraba en forma de chistes con toda esa carga de humor que poseía, desde los chistes de samuráis, hasta sus proyectos para vampiros. Ya antes por los 60 había me bebido Cachivache, consumí muchas tiras cómicas de su autoría en la revista Pioneros.
    Me enorgullezco de haber compartido con el Maestro Juan Padrón en el verano; junio de 2016 en un Teatro de las instalaciones del Hotel Comodoro en La Habana, para recibir junto a otros profesionales, el Premio Espacio a la Obra de Toda la vida, que otorga la prestigiosa organización, la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales, (ACCS) En el mismo escenario me antecedió en recibir igual premio el mismísimo creador de Elpidio Valdéz, con esa sonrisa franca y el impecable humor cubano, al tiempo que esgrimía una frase lapidaria que muchos hemos empleado alguna vez en momentos cumbres de eventos que vivimos nosotros u otras personas. Citaré algo que expresó en aquel momento Juan Padrón, que promovió contagiosas risotadas que nos llenó de euforia hasta las lágrimas:
    hay que poner cuidado porque cuando a uno le dan un premio de esta índole
    es señal de que la guadaña anda cerca.
    –Aquello literalmente se vino abajo–, lo dijo con una sobriedad propia de su personalidad cargada de picardía y criollísimo humor. Realmente fue una tarde inolvidable; sobrevino después una andanada de chistes, algunos irrepetibles para este espacio.
    El talento artístico agrupado detrás de las propuestas de Juan Padrón, sin lugar a dudas fue memorable, con las impecables voces de Frank González, Manuel Marín, e Irela Bravo. Y cuando uno se percata de las potencialidades de los profesionales cubanos para estas lides, te das cuenta de que contamos con un potencial humano que ha alcanzado cotas de excelencia suficientemente alta que debe ser respetada y de hecho así se nos hacía saber en otros países donde se mostraba Elpidio; hasta a los propios españoles que literalmente salían mal parados en sus propuestas, les gustaba Elpidio Valdés. El pueblo cubano, durante mucho tiempo, desde la época en que contábamos con las magnificencias de Santiago Álvarez y sus esperados Noticieros Latinoamericano ICAIC, provisto también con la excelencia de su magisterio entre películas, ya era costumbre después, andando el tiempo, reírnos con las ocurrencias de Elpidio y el resto de los personajes. Ir al cine para muchos de nosotros, sus contemporáneos, era una fiesta a pesar de la irrupción en el mercado de las máquinas reproductoras de VHS, primero, los discos de 3.5, entre otros novedosos soportes para la época; los CD y DVD después o de los Penh drive más adelante, medios que nos permitían la opción de adquirir una buena cinta y no tener que tomar un transporte, -siempre difícil en las horas pico en nuestra capital-, para acudir a un estreno o cualquier evento cinematográfico de entonces. Pero precisábamos a pesar de todo eso asistir a la Cinemateca del Chaplin o cualquier otro cine porque formaríamos parte activa de una premier de su obra cada vez más elaborada, con valores históricos añadidos más profundos hasta la exquisitez.
    Si hacemos honor a la verdad, sostengo que en estos más de 60 años de Cultura en Revolución, su Elpidio Valdés le arrebató el protagonismo a los muñequitos rusos que algunos disfrutábamos en nuestra juventud, se quedaron atrás las propuestas búlgaras, polacas, el Ferdinand que nos caía a muchos como el plomo en un costado y que nada tenía que ver con nuestra idiosincrasia, pero seamos sinceros: no había otra cosa, porque las opciones de adquisición de exhibición de otras propuestas más cercanas se nos estaba prohibida por el ignominioso bloqueo. Amigos, Elpidio Valdés francamente desplazó a algunas propuestas norteamericanas tan conocidas e impuestas como Mike Mouse, y Tom y Jerry que, aunque este último continúa gustando en una buena parte de nuestros infantes y también por qué no decirlo, a muchos adultos; lo muy cierto es que colocó en franca crisis y socavó el sitio que poseía el Pato Donald, ícono del mundo de la animación estadounidense. Elpidio Valdés se convirtió con el tiempo en un ícono indiscutible de la animación cubana por mucho, sedimentado en la preferencia de millones de cubanos.
    No considero irrelevante ni tomado por los pelos, ni exagerado, totalitario o pedante, puesto que cuando en ocasiones especiales en que nos hemos encontrado fuera de Cuba, por ejemplo: Cuando nos tocó alguna vez como profesionales cumplir alguna misión solidaria en cualquier parte del mundo, existieron a mi juicio 6 cosas que espantaban el gorrión y nos devolvía la calma necesaria para concentrarnos y retomar con nuevos bríos nuestras misiones.
    (1) Tener noticias de los seres queridos de nuestro entorno familiar, por supuesto, donde estaba Fidel empujando
    al país. (3) Sabernos victoriosos de un juego de pelota donde nuestro Equipo Cuba había barrido con los contrincantes más rabiosos, en el buen sentido de la palabra, (4) La emblemática música de Los Van Van, (5) Tener de primera mano una copia del último Noticiero de Santiago Álvarez, y (6) De Juan Padrón, cualesquiera de sus propuestas de Elpidio Valdéz, un Filminuto, o un Quinoscopio. Aquí no hay orden de factores, todos conformaban para mí y muchos otros que conocí, con sinceridad meridiana un mismo cuerpo.
    Nadie puede arrebatarle a mi generación la oportunidad de haber compartido esta época con ese hombre cubanísimo, culto, padre de familia, excelente profesional del humorismo cubano que le ganó en buena lid con su magistral entrega, a todo galope marchando a degüello, a un Pato Donald anquilosado, proveniente de una cultura que, aunque reconocemos de aquella sus valores de manera diferenciada, -claro está, lo mejor de ella-, pero que no es la nuestra.
    Si hoy se puede hablar con orgullo del cine de animación cubanos francamente establecido y produciendo, se deben precisamente a profesionales de su estirpe y una pléyade de otros buenos cineastas y humoristas con que contamos, los que nucleados alrededor de las acciones culturales del ICAIC, hicieron y hacen valer las propuestas de Cuba en este género, situándolas por su calidad en la primera línea.
    Sirva entonces este trabajo como mi modesto y sincero homenaje al legado que nos deja para la Cultura Cubana, y la vocación por el conocimiento de la historia que sembró de manera muy peculiar en muchos de nuestros hijos.
    Gracias Juan Padrón, por las enseñanzas de identidad nacional que nos regalasteis.
    tu patriotismo y sensibilidad humana.

  • Jorge Milares dijo:

    Grande Juan Padrón. Ha logrado lo que pocos hombres consiguen: pasar a la inmortalidad sin siquiera proponerselo. Hoy millones de cubanos lo recuerdan con cariño, y otros tantos lo recordarán cuando vean sus inolvidables animados que nos dieron tantos ratos de diversión .... cuando los otros "muñequitos" foráneos que podiamos ver en esos años no eran ni la chancleta de Elpidio Valdés (palabras mías dichas hace unas décadas, lo siento, Cheburashka)

    Algo más... recuerdo que dijo en una entrevista que le hicieron hace algunos años, que pensaba (o trabajaba en) dejar los diseños del Elpidio en formato digital, con el fin de que otros pudieran, si quisieran, continuar con el personaje? Alguien tiene información sobre esto, lo habrá logrado hacer?

    Creo que sería el mejor homenaje que pudiera hacérsele... aparte de recuperar/conservar toda su filmografía a buen recaudo, porque lamentablemente algunos de los videos de Elpidio y otros que tengo están en muy mal estado, como si los hubieran grabado desde TV analogica y luego digitalizado = calidad pésima. Ojalá alguien se tome el trabajo y los originales de 35mm que imagino se conserven, los digitalicen con lo último de tecnología digital y lo pongan al alcance en algún sitio de la intranet cubana: tantas joyas no deben perderse de ningún modo para las nuevas generaciones !

  • Pedro Nolasco Ruiz dijo:

    Muy buen artículo Joel.
    Cuando nació Elpidio ya yo tenía 28 años pero me cautivó igual.
    Y ahora a mis 78 me siento otra vez niño cada vez que lo veo.
    Gracias Juan, donde quiera que estés.

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Joel García

Joel García

Periodista cubano. Editor-jefe de la Redacción Deportiva del periódico Trabajadores desde 2007. En twitter: @joelgarcialeon

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