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Aquella nochebuena frustrada que vivió Martí

En este artículo: Cuba, Historia, José Martí
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José Marti

José Marti

Por Víctor Joaquín Ortega

Nueva York. Diciembre 24 de 1887.José Martí piensa pasar la Nochebuena en casa de un matrimonio amigo: Miguel Fernández Céspedes y Ángela del Castillo Agramonte. La sala acoge la conversación. Van hacia la mesa cuando varios toques en la puerta, que demuestran impaciencia, frenan el andar...

Varios cubanos imploran ayuda monetaria para un coterráneo afectado por la pulmonía. Fernández los conoce y sabe dónde se alojan.

"Miren, tal vez el apoyo sirva para el funeral... ¡Pobre Antonio...!"

Aunque en los bolsillos de los interpelados no sobra el dinero, algo les dan a quienes han pedido. No pasa mucho tiempo de la partida de los visitantes, la inquietud aumenta por minutos en el invitado que toma su decisión precedida de una disculpa:

"Miguel, siento mucho no participar en la cena y de la agradable compañía de ustedes, pero el deber me obliga a ir a donde está ese infeliz para ayudarle; quizás le haga falta en sus últimos instantes".El anfitrión lo acompaña. Antes avisan al médico Ramón L. Miranda: tal vez el enfermo carece de asistencia.

Ya están en la casa de la tragedia. El silencio está siendo derrotado allí: cueros, laúdes, rumbantela y décimas improvisadas. Al entrar, ¡fiesta en su apogeo con el grupo que hizo la petición en la primera fila! Baile, canto, taburetes convertidos en tambores; sobre la mesa, recipientes con frijoles negros, arroz, lechón asado, ensalada, postre, vino, ron...

Estalla Fernández:" ¡Cómo es esto! Venimos a socorrer a un moribundo y encontramos este jolgorio. Pudieran habernos dicho que querían celebrar la Nochebuena y no alarmarnos con este engaño. Mañana, un verdadero necesitado pide y se le negará..." Ninguno de los criticados responde: las cabezas bajas, las manos sin saber dónde meterlas.

De despedida, un portazo. Miguel comenta: "¡Qué bajeza!"  Otras frases suyas siguen por caminos de enfado. Martí coloca la mano sobre el hombro del amigo y una sonrisa le gana el rostro antes de decirle: "No se queje, Miguel. Bien vale el dinero que ha dado a estos desdichados, la lección que hemos recibido, ¡Qué lección! Hay que levantar a estos hermanos para hacer de ellos hombres dignos que sientan la necesidad de ayudarnos a libertar a la patria!"

Se han publicado 3 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Harrison dijo:

    Unicamente Martí, solo él, hombre extremadamente humano e inteligente es capáz de revertir tamaña burla en la enseñanza

  • bernal dijo:

    que humildad y paciencia la de marti, por eso digo que es un ejemplo a seguir en todo, es nuestro faro y nuestra guia en todos los sentidos de la vida, si en este tiempo eso sucede seguro que van presos los "fiesteros" pero miren lo que hizo el apostol, lo tomo como una leccion, y aun asi dio animo a fernandez y confio en que en un futuro se podia confiar en esa gente, marti si era un dirigente de verdad.

  • Luis M. Domínguez Batista dijo:

    Vi una parte de la pelicula El Ojo del Canario que es como le pusieron y como que conozco bastante bien la historia que relata me pareció buena y a decir verdad no todo lo buena.

    José Martí era mucho más que lo que se relata y aunque se relata bien y aunque los que protagonizan pone corazón en lo que hacen, nunca se llegará a la grandeza de lo que fue José Martí, cuyo apostolado no está ganado ni en imaginería por razones de humanidad a secas.

    José Martí fue grande no solo por lo humano de su acción sino porque fue hombre entero, cuya vida no podía ir más allá y supo de un solo golpe agrupar a los cubanos para alcanzar la independencia y se fue con el alma que el solo alcanzó a tener en aquella época en que no desconoció a nadie y vio con certeza que todos eran necesarios: los blancos y los negros y los mestizos y los chinos y todas las etnia posibles, porque la nación cubana no es sino producto de otras mezclas que ya se habían mezlado más de una vez.

    Recordemos que España desde donde nos vino una mitad había sido esclava de los árabes durante 11 siglos y el Africa había sido penetrada por tanta gente que no somos sino un reflejo síntesis de una humanidad ya evolucionada.

    Martí se crece en estas acciones que se relatan y en tantas, donde su existencia se confirma no como ciudadano de la Cuba que aspiraba a ser, sino del mundo que ya era y que el sentía como propio donde quiera que estuviera.

    José Martí supo formar la gente para alcanzar la independencia, dibujó y recorrió la Cuba nueva y acarició su nueva gente cuando en Los Pinos nuevos y luego en Nuestra América y en tantos relatos nos contó como habría de ser la patria en que la ley primera de la República debía de ser la dignidad plena del hombre.

    No se equivocó Fidel Castro ruz, cuando dijo que José Martí era el autor intelectual del Asalto al Cuartel Moncada. Martí de conjunto con Bolivar y de tantos que dibujaron a la América nueva, anduvieron juntos fundando lo que un día, y podrá tardar algo, será la América y más allá lo que un día será la gran nación universal donde todos los humanos juntos, aún cuando amasemos e identifiquemos culturas e idiomas diferentes, seamos un solo pueblo, en la nación grande y hermosa donde solo haya una raza: la humana.

    Todas las vanalidades desaparecen cuando se toma el paradigma martiano y cuando se amasa tanta ideología como dejó a la humanidad para que se haga del pensamiento universal un solo corazón para amarnos.

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